jueves, 18 de julio de 2024

Cómo Mejorar tu Relación de Pareja en el Día a Día

Se propone seis claves para mantener la complicidad, la pasión y el cariño a lo largo de los años.

Las relaciones de pareja sufren un desgaste con el tiempo que no siempre se puede evitar, pero que, en la mayoría de los casos, puede repararse. Lo más importante, en este sentido, es prestar atención a los síntomas, ya que cuanto antes los detectemos y actuemos para mejorar la relación, más probabilidades tendremos de evitar que escale el conflicto.

«Después de unos años, comienza a haber un malestar en la pareja que los lleva a estar desconectados y plantearse si hay cosas que pueden hacer para estar mejor. Es el malestar de la convivencia, de sentir que el otro se encuentra muy lejos, no sentirle disponible emocionalmente y cada uno irse a un espacio solitario a intentar sobrevivir a esa situación con una consiguiente sensación de soledad y de no encontrar sentido»

Lo que tenemos que hacer en el día a día para que la pareja supere estos problemas:

Apertura emocional

Cuando una pareja lleva cierto tiempo conviviendo, hay cosas que pueden empezar a darse por sentadas, lleva a que se lleguen a descuidar aspectos fundamentales como la comunicación y el hecho de expresar lo que sentimos. Por eso, la importancia, como principal tarea para regar la planta de la relación, de mostrarnos disponibles a nivel emocional para la otra persona.

¿Qué significa esto? En gran medida, implica no cerrarnos y evitar estar a la defensiva si surge una discusión. «No entrar en reproches, intentar hablar no de lo que ha pasado, sino de las dificultades que tenemos en el momento actual. Si no, esas conversaciones se pueden convertir en un campo de batalla de antiguos rencores».

«Hay que hablar de los problemas actuales que tenemos y hacerlo con una comunicación clara y directa. A veces cuesta trabajo, porque tenemos como hábito pensar que si hablamos de lo que necesitamos vamos a volvernos vulnerables o débiles. Esto es una mentira. En la vulnerabilidad es donde nos encontramos».

Decir lo que necesitamos

Muchas veces, evitamos pedir cosas para no sobrecargar a nuestra pareja con nuestras demandas, o bien, hablamos en tono pasivo agresivo o indirecto. En el momento en el que nos hacemos conscientes de que tenemos estas conductas, tenemos que esforzarnos por modificarlas.

«Cuando yo no tengo una comunicación clara, el otro lo puede sentir como un reproche. Muchas veces, pensamos que el otro tiene que saber lo que nosotros necesitamos, pero lo importante es que nosotros seamos capaces de pedirlo. Si quiero que mi pareja me acompañe al mercado, lo tengo que decir. Y si el otro me dice que ya ha quedado para ir a pasear en bicicleta, tenemos que negociar. Una comunicación clara de las necesidades permite esa negociación, mientras que no ser claro y esperar que el otro sepa lo que a mí me hace falta va a dar lugar a equívocos, distanciamientos y suspicacias».

Revisar periódicamente el reparto de tareas domésticas

El equilibrio en las tareas que cada miembro de la pareja desempeña en el hogar es uno de los puntos de conflicto más frecuentes una vez que la relación pasa a la etapa de la convivencia. En este sentido, solemos reproducir las dinámicas domésticas que hemos visto en nuestras familias de origen.

«¿Cómo se rompe esta inercia en el reparto de tareas? Teniendo en cuenta que nuestra pareja no tiene por qué ser como la de nuestros padres. Tendremos que negociar en base a lo que cada uno de los dos considera que necesita la familia» Esta negociación tiene que estar siempre abierta, porque lo que en un momento ha funcionado puede dejar de ser suficiente a medida que el tiempo pasa y la vida familiar se va modificando. «No es lo mismo, para una pareja, organizar su semana con un hijo que con dos o con tres».

Besarse

¿Hace cuánto que no besas a tu pareja? Un beso de verdad, no uno de saludo. Este es un aspecto que en muchos casos se va dejando de lado con los años, pero mantener esos pequeños gestos tiene más relevancia de lo que podríamos pensar. «El afecto es importantísimo. La sexualidad no es el acto sexual, es cogernos la mano, abrazarnos cuando estamos viendo la tele, hablar desde lo positivo, decirnos te quiero y expresar lo bien que nos sentimos juntos».

«Esto hace al cuidado de la pareja, las cosas que nos unieron y nos hicieron estar bien juntos, mantenerlas a lo largo del tiempo en la medida de lo posible. Si algo funciona mal en la sexualidad, hay que poder hablarlo desde las necesidades y no desde los reproches. Hablar claramente de lo que nos está pasando, de la necesidad que tengo de estar cerca de ti o de por qué no estoy disponible para ti. No dejar que eso se enquiste».

Cocinar juntos

Compartir momentos en los que solo participen los miembros de la pareja, sin los hijos, los amigos o la familia, no es algo que podamos relegar al terreno de lo ocasional. Tenemos que priorizar el poder hacer actividades juntos de forma semanal o mensual, «Lo fundamental para que las relaciones perduren es que se dediquen tiempo solo para la pareja: para salir a cenar, para tomarse vacaciones o fines de semana juntos, tiempos donde puedan encontrarse fuera de las rutinas diarias que queman tanto».

«Es muy importante hacerlo desde el principio de la pareja, porque si no, dejamos abandonada la relación. Tenemos que poder hacer esto una vez a la semana o al mes. Puede ser una salida gastando dinero, pero también puede ser cocinar juntos o montar en bicicleta los sábados mientras los niños están en sus actividades»

Sobre todo, cuando se ha instalado esta desconexión entre los dos, «empezar a ser cómplices de nuevo en pequeñas actividades que nos gusten a los dos, aunque cada uno luego tenga sus momentos de esparcimiento privado, nos va a ayudar a encontrar nuevas formas de estar juntos. Compartir esos pequeños momentos y volver a retomar el cenar juntos cuando hay tiempo, hacer pequeños viajes, salidas al campo u otras actividades en común que nos gusten es fundamental».

Practicar la gratitud

Cuando nos enfocamos constantemente en lo negativo y en lo que falta, es posible que se instaure una dinámica de críticas constantes de la que será difícil salir. Por eso es importante mostrar gratitud en la pareja en el día a día. Esto no significa que no podamos intentar corregir los aspectos con los que no estamos satisfechos e intentar mejorar juntos. De lo que se trata es de encontrar la forma más adecuada de hacerlo, manteniendo la capacidad de agradecer al otro todo lo que hace por nosotros y por la familia que hemos construido.

«Es muy importante tener momentos de cogernos la mano, mirarnos a los ojos, reconocer las cosas que hemos compartido, lo que hemos sacado adelante y recordar los momentos buenos que hemos tenido. La relación es como un diamante que ha quedado escondido debajo de todo lo negativo, entonces podemos volver a encontrarlo y seguirlo puliendo con la madurez que dan los años».

Cuando pedir ayuda

Si hemos llegado a un punto de la relación en el que solo nos comunicamos de manera negativa, es momento de pedir ayuda profesional. «Cuando estoy constantemente criticando al otro es porque hemos entrado en una lucha de poder y buscamos tener la razón en este conflicto que se nos plantea. Si el conflicto es hacer las cosas de la casa, yo quiero convencerle de que no es suficiente lo que hace y el otro quiere convencerme a mí de que yo soy una obsesiva de la limpieza. A la hora de romper este ciclo negativo, yo recomendaría ir a terapia, porque muchas veces es difícil salir de estas dinámicas solos, porque no somos conscientes de ellas, aunque tengamos buena voluntad e intentemos muchas cosas para salir de esto».

«Desde luego, cuando se empieza a notar esto, es mejor pedir la ayuda de un profesional que estar acumulando malestar hasta que llegue un momento en el que ya no nos reconozcamos en la relación con la persona que elegimos. Para salir de estas dinámicas del reproche, hay que hacer un ejercicio de reflexión. Parar y pensar en qué es lo que nos está generando malestar. En el momento en el que estoy enojada, si empiezo a hablar, lo voy a hacer desde el reproche. Pero si me he tomado el tiempo para pensar en lo que necesito del otro, voy a hacer un análisis mucho más racional y no tan emocional, y vamos a poder comunicarnos sobre lo que realmente necesitamos».

 

Laura Miyara La Voz De La Salud

lunes, 15 de julio de 2024

Trauma Complejo

Cuando las personas piensan en trauma, suelen imaginar una experiencia concreta y definida: un accidente aterrador, una catástrofe natural o una experiencia de violencia. Y es cierto que pasar por cualquier experiencia muy perturbadora o que pone en riesgo la vida (o presenciar que un ser querido pase por algo así) puede conducir a un trastorno de estrés postraumático (TEPT) y otros desafíos de salud mental.

Pero los expertos en trauma reconocen cada vez más que existe otra forma de trauma que involucra experiencias y síntomas prolongados y repetidos que a menudo se ven diferente al TEPT. Esto se conoce más comúnmente como trauma complejo.

Los niños que han pasado por un trauma complejo suelen experimentar como resultado desafíos profundos, y sus síntomas con frecuencia son malinterpretados. Conocer las señales de un trauma complejo y comprender cómo afecta a los niños puede contribuir en gran medida a que reciban el apoyo que necesitan.

¿Qué es trauma complejo?

Trauma complejo no es un diagnóstico en sí, sino un concepto que describe cómo las experiencias perturbadoras y peligrosas crónicas afectan a las personas, especialmente a los niños.

“Se trata de un cambio más fundamental en un individuo”, afirma la doctora Jamie Howard, psicóloga clínica y directora del Servicio de trauma y resiliencia del Child Mind Institute. “Un trauma típico podría alterar realmente tu concepción acerca de cómo funciona el mundo. Un trauma complejo afecta en primer lugar la manera en que se construye esa concepción”.

Un trauma complejo suele ser el resultado de experiencias interpersonales negativas y crónicas como abuso, abandono o violencia en el hogar o la comunidad del niño. Dado que, en situaciones como estas, suelen ser los padres o cuidadores los responsables del daño, el niño no tiene la oportunidad de desarrollar un sentido de seguridad y confianza en los adultos. Esa alteración del sentido básico de apego del niño hacia sus cuidadores es un elemento clave del trauma complejo.

“Cualquier tipo de trauma puede alterar la confianza”, dice la Dra. Howard. “Pero con un trauma complejo, no se desarrolla necesariamente la capacidad de confiar en las personas en general”.

La base de evidencias sobre el trauma complejo es cada vez mayor, y las investigaciones indican que los niños que han experimentado trauma continuo y de naturaleza interpersonal tienden a presentar síntomas y desafíos de comportamiento más intensos que quienes han experimentado otras formas de trauma.

¿El trauma complejo es un trastorno?

El desarrollo del concepto de trauma complejo comenzó hace varias décadas, cuando los profesionales clínicos que trabajaban con personas que habían experimentado eventos traumáticos continuos (como los sobrevivientes de abuso infantil) observaron que los síntomas de estas personas eran a menudo más variados que los síntomas del TEPT. Este conjunto diferenciado de síntomas se llamó “TEPT complejo” (CPTSD, por sus siglas en inglés) y más tarde evolucionó hacia una propuesta de diagnóstico denominado “trastorno traumático del desarrollo” (DTD, por sus siglas en inglés).

Las ideas del trauma complejo y del trastorno traumático del desarrollo se desarrollaron en gran parte gracias al trabajo del profesional clínico y autor el Dr. Bessel van. El trastorno traumático del desarrollo no se incluye como un trastorno específico en el manual de diagnóstico más reciente que utilizan los profesionales clínicos, el DSM-5. Pero algunos de los síntomas del TEPT que se han incluido en el DSM-5 se vieron influidos por la investigación del Dr. van der Folk y sus colegas.

¿Cómo se manifiesta un trauma complejo?

Hasta cierto punto, los síntomas del trauma complejo se superponen con los síntomas del TEPT. Por ejemplo, los niños que han atravesado por un trauma complejo pueden experimentar escenas retrospectivas, pesadillas y sentimientos de insensibilidad emocional.

Pero con un trauma complejo, los síntomas son más generalizados. El comportamiento de los niños podría parecer completamente impredecible. “Sus vidas han sido tan caóticas que no han encontrado una forma coherente de estructurar el mundo”, dice la Dra. Howard. “Y por eso parecen física y emocionalmente desorganizados y desregulados. No se quedan quietos, se mueven de un lado a otro, se muestran algo agitados. Son como un cable en tensión”.

Los niños que han experimentado trauma complejo a menudo cumplen con los criterios de una serie de trastornos diferentes incluidos en el DSM-5, pero actualmente no existe un diagnóstico que capture su perfil de síntomas típico.

Sin embargo, los expertos coinciden en que los siguientes síntomas están generalmente asociados con un trauma complejo:

  • Desafíos con el apego y las relaciones
  • Dificultad para regular emociones y comportamientos
  • Desafíos relacionados con la capacidad de atención y otras capacidades cognitivas
  • Disociación de la realidad
  • Baja autoestima
  • Perspectiva negativa general del mundo

La Dra. Howard señala que estar en ambientes ruidosos y caóticos puede sobre estimular rápidamente a los niños que han pasado por un trauma complejo. “Es entonces cuando los niños empiezan a parecer como si tuvieran TDAH”, dice. “O podría parecer que tienen un trastorno mental grave porque su capacidad para controlar sus reacciones fisiológicas y dar sentido al entorno está muy comprometida”. También se sabe que un trauma complejo interfiere en el aprendizaje y a menudo conduce a enfrentar desafíos de comportamiento y de atención en la escuela.

¿Cuáles son las causas del trauma complejo?

No existe una lista definitiva de los tipos de experiencias que pueden conducir a un trauma complejo. Dicho esto, los expertos suelen estar de acuerdo en que los eventos subyacentes a un trauma complejo suelen cumplir con los siguientes criterios:

  • Son seriamente negativos, como abuso, abandono o violencia.
  • Se producen durante un largo período de tiempo.

Afectan la capacidad del niño para relacionarse con los demás y establecer relaciones de confianza con sus cuidadores y otras figuras de autoridad.

“Un trauma complejo no tiene que ser necesariamente abuso físico, pero la razón por la que el apego se ve tan afectado es porque generalmente lo lleva a cabo (o no lo puede detener) el cuidador principal del niño”, afirma la Dra. Howard. “Y eso es lo que lo hace tan fundamentalmente perturbador: el cuidador principal no le puede proporcionar constancia y seguridad al niño”.

La Dra. Howard señala que este tipo de alteración también puede ocurrir cuando un padre no es causante del trauma. Por ejemplo, los niños que están expuestos a mucha violencia comunitaria pueden desarrollar trauma complejo porque sus cuidadores no los pueden proteger de esos peligros, por mucho que lo deseen.

Todavía no existe evidencia concluyente sobre si determinadas poblaciones de niños son más propensas a experimentar trauma complejo. Pero, dice la Dra. Howard, “normalmente esto ocurre en el contexto de escasos recursos y entornos que son estresantes en general”, lo que significa que los niños de familias con bajos ingresos pueden correr un riesgo mayor.

Tratar el trauma complejo

Un trauma complejo puede ser difícil de tratar porque, a diferencia del tipo de evento traumático típico del TEPT, las experiencias traumáticas crónicas pueden continuar incluso mientras el niño está recibiendo tratamiento. Y la mayor parte de la investigación que respalda los tratamientos basados en evidencia para los síntomas de trauma en niños se centra en el TEPT.

Escrito por: Hannah Sheldon-Dean Experto clínico: Jamie M. Howard, PhD