viernes, 23 de octubre de 2020

Las 5 Heridas de la Infancia

Lo que vivimos en nuestra infancia influye mucho en lo que somos en la edad adulta. Hoy te digo cuáles son, secuelas y cómo curarlas.

Los problemas vividos en la infancia vaticinan cómo será nuestra calidad de vida cuando seamos adultos. Además, estos pueden influir significativamente en cómo nuestros niños de hoy actuarán mañana y en cómo nosotros, por otro lado, afrontaremos las adversidades.

Así, de alguna forma, a partir de estas 5 heridas emocionales o experiencias dolorosas de la infancia, conformaremos una parte de nuestra personalidad. Veamos a continuación cuáles son nuestras heridas definidas por Lisa Bourbeau.

1- El miedo al abandono

La soledad es el peor enemigo de quien vivió el abandono en su infancia. Habrá una constante vigilancia hacia esta carencia, lo que ocasionará que quien la haya padecido abandone a sus parejas y a sus proyectos de forma temprana, por temor a ser ella la abandonada. Sería algo así como “te dejo antes de que tú me dejes a mí”, “nadie me apoya, no estoy dispuesto a soportar esto”, “si te vas, no vuelvas…”.

Las personas que han tenido experiencias de abandono en la infancia, tendrán que trabajar su miedo a la soledad, su temor a ser rechazadas y las barreras invisibles al contacto físico.

La herida causada por el abandono no es fácil de curar. Así, tú mismo serás consciente de que ha comenzado a cicatrizar cuando el temor a los momentos de soledad desaparezca y en ellos empiece a fluir un diálogo interior positivo y esperanzador.

2- El miedo al rechazo

Es una herida muy profunda, pues implica el rechazo de nuestro interior. Con interior nos referimos a nuestras vivencias, a nuestros pensamientos y a nuestros sentimientos.

En su aparición pueden influir múltiples factores, tales como el rechazo de los progenitores o de la familia. Genera pensamientos de rechazo, de no ser deseado y de descalificación hacia uno mismo.

La persona que padece esta dolorosa experiencia no se siente merecedora de afecto ni de comprensión y se aísla en su vacío interior por el miedo de ser rechazado. Es probable que, si hemos sufrido esto en nuestra infancia, seamos personas huidizas. Por lo que debemos de trabajar nuestros temores, nuestros miedos internos y esas situaciones que nos generan pánico.

Si es tu caso, ocúpate de tu lugar, de arriesgar y de tomar decisiones por ti mismo. Cada vez te molestará menos que la gente se aleje y no te tomarás como algo personal que se olviden de ti en algún momento.

3- La humillación

Esta herida se genera cuando en su momento sentimos que los demás nos desaprueban y nos critican. Podemos generar estos problemas en nuestros niños diciéndoles que son torpes, malos o unos pesados, así como aireando sus problemas ante los demás; esto destruye la autoestima infantil.

El tipo de personalidad que se genera con frecuencia es una personalidad dependiente. Además, podemos haber aprendido a ser “tiranos” y egoístas como un mecanismo de defensa, e incluso a humillar a los demás como escudo protector.

Haber sufrido este tipo de experiencias requiere que trabajemos nuestra independencia, nuestra libertad, la comprensión de nuestras necesidades y temores, así como nuestras prioridades.

4- La traición o el miedo a confiar

Surge cuando el niño se ha sentido traicionado por alguno de sus padres principalmente, no cumpliendo sus promesas. Esto genera una desconfianza que se puede transformar en envidia y otros sentimientos negativos, por no sentirse merecedor de lo prometido y de lo que otros tienen.

Haber padecido estos problemas en la infancia construye personas controladoras y que quieren tenerlo todo atado y reatado. Si has padecido estos problemas en la infancia, es probable que sientas la necesidad de ejercer cierto control sobre los demás, lo que frecuentemente se justifica con un carácter fuerte.

Estas personas suelen confirmar sus errores por su forma de actuar. Requiere trabajar la paciencia, la tolerancia y el saber vivir, así como aprender a estar solo y a delegar responsabilidades.

5- La injusticia

Se origina en un entorno en el que los cuidadores principales son fríos y autoritarios. En la infancia, una exigencia en demasía y que sobrepase los límites generará sentimientos de ineficacia y de inutilidad, tanto en la niñez como en la edad adulta.

Son 5 formas de adaptarnos en la infancia a situaciones de dolor que nos llevaron a defendernos y tomar decisiones para dejar de sentir el dolor.

¿Cómo saber cuál es mi herida?

Preguntas para reconocer tu patrón de dolor.

1. ¿La soledad te aterra y sueles aguantar relaciones por no estar sola?

2. ¿Sueles sentir incapacidad para poner límites y decir claramente lo que necesitas?

3. ¿Sueles hacerte dependiente de las personas?

4. ¿Muchos momentos descalificas o sobredimensionas las circunstancias?

5. ¿Terminas sintiendo que las personas no te quieren y no te valoran?

Más de 4 son abandono:

1. ¿Cuándo eras niño tenías problemas de vías respiratorias como asma, rinitis frecuentes y problemas en la piel?

2. ¿Fuiste un niño (a) y un adulto solitario, callado y que sentía o siente que no es parte de su familia o de la raza humana?

3. ¿Frecuentemente experimentas sentimientos de rechazo a ti mismo dudando de tu capacidad o sintiendo miedo a ser rechazado?

4. ¿Tienes una relación de enojo muy fuerte con el progenitor de tu mismo sexo?

5. ¿La parte intelectual, la música, los videojuegos y todas las actividades en solitario te llaman?

Si tienes 4 de estas preguntas positivas tu herida es rechazo:

1. ¿De pronto te das cuenta que eres súper complaciente e incondicional con los otros?

2. ¿Tu infancia, tu cuerpo, tu sexualidad te avergüenzan?

3. ¿Te cuesta trabajo ver y llenar tus propias necesidades?

4. ¿Tienes sobrepeso?

5. ¿Sueles ser la ambulancia, paño de lágrimas y rescatadora de muchos?

Más de 4 humillación:

1. ¿Sueles ser perfeccionista, estricto, rígido y cuadrado como tu mamá o papá?

2. ¿No sabes pedir ayuda?

3. ¿Te cuesta ser espontáneo y hacer cosas divertidas?

4. ¿El orden, la estructura, la disciplina es lo tuyo?

5. ¿Eres muy sensible pero no permites salir a tus emociones?

Más de 4 es injusticia:

1. ¿No sabes o te cuesta confiar aunque la confianza esté probada?

2. ¿Siempre tienes altas expectativas de todo y de todos?

3. ¿Eres un organizador de vidas, vas de prisa y haces varias cosas a la vez?

4. ¿Sueles sentir que siempre tienes la razón?

5. ¿Eres mental, intuitiva y odias la mentira?

Los 5 retos de las 5 heridas

1. Restablecer al verdadero yo.

2. Desahogar el dolor.

3. Fortalecer al Adulto como el protector principal.

4. Dejar de reforzar el sistema. Sistema Obsoleto.

5. Saciar el hambre que quedó pendiente.

Si tu herida es rechazo

  • Yo capaz y puedo hacerlo.
  • Soy aceptado y parte de.
  • Soy importante.
  • Yo pertenezco y me hago presente.

Abandono

  • Soy valiosa.
  • Puedo cuidar de mi misma.
  • Pongo sanos límites.
  • Tengo vida e identidad propia.
  • Puedo tener relaciones libres.

Humillación

  • Primero lo que yo necesito.
  • Respeto y acepto mi cuerpo.
  • Pongo sanos límites a mi madre.
  • Me siento orgullosa de….
  • Expreso lo que siento y necesito.

Traición

  • Yo elijo en quien confiar y suelto.
  • Yo controlo mi mente y mis impulsos antes que la vida de otros.
  • Tengo altas expectativas pero soy flexible y realista.
  • Respeto el ritmo de los otros.
  • Se recibir y a veces me equivoco.

Injusticia

  • Me permito ser flexible y espontáneo.
  • Puedo equivocarme y respetarme.
  • Disfruto de lo que hago.
  • Mis emociones las permito y cultivo.
  • No soy siempre bueno ni siempre en control.

Consecuencias de vivir heridos

  • No vivir intimidad.
  • Sentirnos vacíos constantemente.
  • Generar historias repetitivas.
  • Negar y no llenar mis verdaderas necesidades.
  • Sobrevivir sin vivir la verdadera vida.

Las consecuencias directas en la conducta de quien lo padece será la rigidez, pues estas personas intentan ser muy importantes y adquirir un gran poder. Además, es probable se haya creado un fanatismo por el orden y el perfeccionismo, así como la incapacidad para tomar decisiones con seguridad. Requiere trabajar la desconfianza y la rigidez mental, generando la mayor flexibilidad posible y permitiéndose confiar en los demás. Ahora que ya conocemos las cinco heridas del alma que pueden afectar a nuestro bienestar, a nuestra salud y a nuestra capacidad para desarrollarnos como personas, podemos comenzar a sanarlas.


Red