viernes, 27 de abril de 2018

Cómo falleció FRIEDRICH NIETZSCHE

Abatido por la locura y habiendo pasado varios meses internado en un clínica, murió luego de contraer una neumonía acompañado por su hermana Elisabeth.
Durante años, Nietzsche mostró signos de demencia y megalomanía (condición psicopatológica caracterizada por fantasías delirantes de poder y exagerada autoestima), presentando algunos episodios de crisis demenciales y accidentes cerebrovasculares (ACV). Hay quienes aseguran que estos episodios y algunas parálisis productos de los ACV fueron producto de una sífilis.

Su madre Franziska se hizo cargo de él hasta que murió en 1897. A partir de ese momento, Nietzsche se trasladó a Weimar donde su hermana se empieza a ocupar de él. Durante este tiempo, Nietzsche superó varios ataques cerebrales y justamente uno de ellos, le provocó la parálisis de la mitad de su cuerpo, por lo que no podía moverse ni hablar. Finalmente, una grave neumonía y otro ataque cerebral acabaron con la vida del pensador. Su cuerpo fue enterrado junto al de su padre en la iglesia de Röcken, su ciudad natal.

Una explicación médica sobre su demencia.

Si bien hasta una década atrás se afirmaba que la muerte de F. Nietzsche se debió a una parálisis general por lúes, la evidencia no es sólida. A los 24 años, en 1869, fue nombrado Profesor de Filología; sin embargo, debió retirarse de este puesto en 1879 debido a jaquecas repetidas y problema de visión en su ojo derecho. Posteriormente vivió como un filósofo itinerante en varios lugares de la Riviera italiana y los Alpes suizos, y desde mediados de 1888 hasta enero de 1889 en Turin, Italia. En este lugar se hizo inmanejable su alteración mental y debió ser internado en Basilea, luego en Jena y finalmente enviado al cuidado de su madre y hermana el 20 de marzo de 1890. Nietzsche perdió progresivamente sus capacidades cognitivas y su lenguaje, llegando a un estado de mutismo, no reconociendo a sus pocos amigos. Falleció el 25 de agosto de 1900 de una neumonía. Desde la infancia Nietzsche presentó jaquecas, en ocasiones muy invalidantes, con aura visual con el fenómeno de espectros de fortificación. La jaqueca era de predominio derecha, acompañada de vómitos, debiendo reposar algunos días. Nietzsche contabilizó en un año 118 episodios de jaquecas. En 1887 fue examinado por el Dr. Eiser, quien diagnosticó una coriorretinitis en su ojo derecho como causa de su defecto visual que prácticamente le provocó una ceguera.

En la historia familiar predominaban las enfermedades mentales: dos tías maternas tuvieron una enfermedad psiquiátrica, una de ellas se suicidó; un tío materno desarrolló un trastorno mental en la sexta década de la vida. Otro tío materno murió en un asilo. El padre de Nietzsche murió a los 35 años, se le describió como autista y estar en ausencia meses previos al fallecimiento. La autopsia habría revelado un «reblandecimiento cerebral».

No existe claridad de cuándo Friedrich Nietzsche inició los síntomas que lo llevaron a su deterioro cognitivo. Sus amigos lo describieron «extraño» en 1886, como ausente, «como que viniera de un país donde no hay habitantes». Mencionaron que su postura era menos orgullosa, había perdido su marcha solemne y su discurso fluente, haciéndose laborioso y entrecortado. También se puso negligente con su cuidado personal y el lugar donde vivía.

En Turín, donde llegó el 20 de septiembre, fue evidente su extraña conducta para Davide Fino, dueño del hotel donde se hospedó. En diciembre de 1888, solía hablar solo, cantar y bailar desnudo en su habitación. En sus cartas de octubre de 1888 a enero de 1889 se manifestó un claro delirio megalomaníaco, firmó sus misivas como «Fénix», «Anticristo» y «Dionisio» y envió cartas irreverentes al Kaiser y a Bismarck. Se llamó a sí mismo «el redentor de todos los milenios». Su colapso sucedió el 3 de enero de 1889 cuando, al ver un caballo que era maltratado, se abalanzó llorando sobre el cuello del animal con ánimo de protegerlo, cayendo al suelo sin sentido. A los pocos días fue trasladado a un asilo mental en Basilea.

 El examen neurológico de ingreso a este asilo lo mostró grandilocuente, desorientado, con anisocoria con la pupila derecha mayor que la izquierda pero reactivas a la luz. No presentaba temblores y no había alteraciones motoras. Presentaba conductas extrañas como mantenerse aplaudiendo un lapso largo, hiperoralidad con un apetito muy voraz.

En su etapa en Jena presentó ataques de ira, golpeando a algunos compañeros de asilo, confundió a su cuidador con Bismarck y presentó severos desajustes conductuales tales como beberse su propia orina, ensuciar su cuerpo con heces y coprofagia. Desde un principio el diagnóstico fue una parálisis general luética, planteado incluso por autoridades médicas como Binswanger. En el siglo XIX no existía prácticamente el diagnóstico diferencial de una demencia y formular este diagnóstico era asumido como una sentencia de muerte, ya que no había tratamiento. La sobrevida no superaba cuatro años. En cuanto a una infección sifilítica primaria, no existen antecedentes clínicos sólidos y es dudoso que Nietzsche haya alguna vez tenido relaciones sexuales, ya que los informes de que habría contraído la infección en el año 1865 son muy cuestionados. El principal argumento en contra de una parálisis general es que la enfermedad de Nietzsche duró al menos 12 años, lo que sobrepasa en demasía la sobrevida esperada. La alteración pupilar descrita estaba presente desde la infancia. Tampoco presentó la signología típica, con temblor facial y de la lengua al protruirla fuera de la boca, signo considerado en esa época como patognomónico.

Orth y Trimble revisaron en el año 2006 los expedientes médicos de Nietzsche y plantearon una demencia frontotemporal. Este diagnóstico se sostiene cuando el paciente presenta un cambio de personalidad o de conducta, con alteraciones del comportamiento (apatía o desinhibición) o del lenguaje (disnomia, laconismo), aun cuando no exista compromiso importante de la memoria.

Durante su último año activo, 1888, escribió 7 libros, «La calda de Wagner», «Nietzsche contra Wagner», «El anticristo», «Ditirambos para Dionisio», «La voluntad del poder», «Ecce Homo» y «El crepúsculo de los ídolos». Esta productividad es incompatible con alguien afectado por una parálisis general, pero sí compatible con una demencia frontotemporal en que se ha descrito la aparición de una creatividad excesiva en sus primeras etapas. En la demencia frontotemporal es frecuente la hiperfagia, que también estuvo presente en Nietzsche.

La vida de Nietzsche fue solitaria y trágica, era un «laboratorio del pensamiento» según su biógrafo Safranski. Desde los 32 años vivió prácticamente solo, acompañado de su piano y la música que amaba. Según Nietzsche «la vida sin música es un error». Su final en la alienación mental envolvió su obra en una contradictoria convicción: había penetrado tan profundamente en el misterio del ser que perdió por ello el entendimiento.


Referencias: Marcelo Miranda C1, Luz Navarrete T2.
1Unidad de Neurología, Clínica Las Condes. 2Bibliotecaria, Clínica Las Condes, Santiago de Chile.
1. Figueroa G. El último año de lucidez de Friedrich Nietzsche. RevMéd Chile 2007'; 135: 661-8.
2. Chamberlain L. Nietzsche en Turin. Editorial Gedi-sa, Barcelona, 1998.
3. Orth M, Trimble M. Friedrich Nietzsche's mental illness-general paresis of the insane vs frontotempo-ral dementia. ActaPsychiatrScand2006; 116: 439-45.
4. Safranski R. Nietzsche: biografía de un pensamiento. Tusquets Editores, Barcelona. 2000.
5. Yalom I. El día que Nietzsche lloró. Editorial Emecé, Buenos Aires. 2005.
6. Neary D, Snowden JS, Gustafson L, Passant U, Stuss D, Black S et al. Frontotemporal lobar degeneration: A consensus on clinical diagnostic criteria. Neurology 1998; 51: 1546-54.

jueves, 26 de abril de 2018

Trastorno Mental Transitorio

Es definido legalmente para contemplar perdidas temporales de conciencia o libertad de acción.
El TMT es un concepto jurídico que se utiliza para determinar “una profunda alteración de la mente o de los frenos inhibitorios, que aparece bruscamente, de forma súbita e inesperada, anula momentáneamente la capacidad de autodeterminación del sujeto y desaparece después sin dejar secuelas” Este concepto no se ha originado en el ámbito psicológico-psiquiátrico, por lo que es totalmente penal.  Es un trastorno enajenante, que aparece de forma brusca y de poca duración. Es tan intenso que anula las facultades cognoscitivas y volitivas de la persona y no deja secuelas. Tampoco hay peligro de que pueda repetirse.

Se puede presentar de dos maneras: con base patológica (cuando la enfermedad se ve asentada sobre características deficitarias del funcionamiento mental de la persona) y sin base patológica (cuando no hay alteraciones significativas). Esta última puede ser causada por algún agente extrínseco, como la ingesta de alcohol, embriaguez patológica, consumo de opiáceos y síndrome de abstinencia. El TMT puede ser ocasionado por una intoxicación aguda por sustancias de abuso.

Nos encontramos también con que puede ser eximente completo o incompleto. El primer caso le libraría de la responsabilidad penal, y en el segundo no le sería favorable pero hace de atenuante. Esto quiere decir, que si es una eximente incompleta pero se puede demostrar enajenación mental o algún tipo de alteración grave de la conciencia, el juez puede imponer unas medidas para ello además de la pena. Y se puede reducir o extinguir la condena según el resultado del tratamiento.

Nota: El trastorno mental transitorio se distingue del arrebato u obcecación toda vez, constituye el primero, un reacción vivencial anómala, que perturba totalmente las facultades psíquicas del sujeto, aunque por escaso tiempo, mientras que el arrebato u obcecación consiste en una ofuscación más o menos rápida y momentánea, debida a móviles pasionales, que afectan a la inteligencia sin llegar a anularla.

Características:
  • Que tenga un comienzo agudo, brusco y que anteriormente se encontrara sano.
  • Que tenga incidencia sobre su psiquismo de forma que disminuya o anule de forma muy grave sus facultades básicas del obrar en libertad y que sujetan la imputabilidad.
  • Que no sea provocado.
  • Que presente un trastorno previo que haga que se descompense. Aunque este requerimiento no es uniforme en la jurisprudencia sobre el TMT.
Te pongo un ejemplo de un hecho delictivo para que entiendas mejor de que estamos hablando: Una madre de una chica que fue violada, asesina al violador de su hija que ya había sido puesto en libertad. Se plantearon diferentes diagnósticos:

El Centro de Salud señaló que tenía un trastorno de ansiedad generalizada.
Según el informe médico forense presentaba lagunas amnésicas y dificultad para mantener una conversación.
Los médicos psiquiatras de un hospital de referencia aseguraron que presentaba ideas delirantes.
En un informe final la diagnostican con la condición de “enferma mental”. Presentando un estado disociativos con una anulación de la volición por ausencia de reflexión. Afectada la planificación, la memoria de trabajo, ausencia de autocrítica y de valoración realista del entorno.

La conclusión fue que cumplía con los criterios que se exigen para diagnosticarlo como Trastorno Mental Transitorio. Por tener anuladas sus facultades volitivas y cognoscitivas, y cursar sin secuelas y sin padecer una enfermedad mental crónica. Con la evaluación de eximiente incompleta. Por lo que no se libró de la responsabilidad penal, pero le sirvió como atenuante.

Entonces podemos aplicar la eximente a:
  1. Una persona que no sufre un trastorno mental. Pero que en un momento dado y de forma transitoria, no entiende lo que está haciendo o actúa según cómo lo entiende. Pasa ante una situación concreta.
  2. Cuando padece un trastorno crónico de tan poca intensidad que no se le excluye de su imputabilidad. Pero en un momento determinado y de forma transitoria, sufre un brote intenso del trastorno que padece y tiene un efecto sobre sus facultades.
En la atribución de responsabilidad penal, la imputabilidad tiene un papel central, entendida como capacidad de culpabilidad, es decir, como capacidad de imputación subjetiva con inmediata y personal referencia al agente y al hecho. La pérdida de la imputabilidad por una alteración psíquica o mental, con pérdida de las facultades intelectivas y volitivas caracterizada por su brusquedad y escasa duración, da lugar a una eximente por inimputabilidad en aplicación del trastorno mental transitorio.

Antes de dictar sentencia, es necesario estudiar el comportamiento y la personalidad de la persona. Sus alteraciones patológicas y cómo se han desarrollado los hechos. ¿Qué es lo que lo ha llevado a realizar el delito?



Fuente: Red/Compilador