lunes, 13 de junio de 2016

Perfil Psicológico del Hombre Violento

Posesivo, dominante, exigente, egocéntrico, mal temperamento, ridiculizar o humillar públicamente, controlador-paranoico, y violento-agresivo.
Suele clasificarse al hombre golpeador en dos tipos el “pitbull” y el “cobra”. El pitbull es aquel hombre que solo arremete contra su mujer dentro del hogar o en lugares sin testigos, por lo tanto en público muestra otra imagen. Comúnmente se les denomina golpeadores cíclicos, se considera los más peligrosos y menos comprendidos. Su peligrosidad se debe al carácter privado y repetitivo de su accionar, actúan violentamente sin importar lo que haga su pareja, parecen tener una doble personalidad (una en público y otra en privado) incluso en su hogar experimentan cambios alternando la violencia con el arrepentimiento

El cobra es el agresor que si muestra su agresividad, suele tener problemas en su ámbito laboral, en la calle, en su barrio, en su casa o en cualquier parte. Generalmente este tipo de agresor ha tenido problemas con la justicia, ha estado preso y/o protagonizado riñas callejeras.

Básicamente y en todos los casos se trata de una pobre constitución del YO, debido a trastornos en las identificaciones con las figuras de apego o experiencias traumáticas muy tempranas. También hablamos de pobre control de los impulsos.

“la simiente psicológica del maltrato se siembra en una época muy temprana de la vida, incluso durante la primera infancia. El desarrollo de la personalidad violenta es un proceso gradual que dura años. Las principales fuentes son: la humillación, especialmente a manos del padre, el apego inseguro a la madre y la experiencia directa del maltrato en el hogar. Ningún factor basta por sí solo para crear la personalidad violenta, esos elementos deben existir simultáneamente para que se desarrolle dicha personalidad. Creando un potencial para la violencia que es configurado y refinado por experiencias posteriores, pero que surge en una edad temprana”

En el caso de los golpeadores cíclicos suelen pertenecer a la categoría diagnóstica borderline o TLP individuos proclives a establecer relaciones intensas e inestables caracterizadas por una actividad destinada a perjudicar y manipular al otro al tiempo que se depende afectivamente de él. Presentan además exigencias interminables unidas a abuso de sustancias e impulsividad.

Un hombre golpeador (violento) puede poseer las siguientes características:
  • El hombre violento se maneja en forma general a través de actitudes de manipulación y control. Bajo de toda esa fuerza hay un ser frágil, que se vive asimismo como desvalido y fracasado y así experimenta cualquier desafío que viene de su pareja como un aniquilamiento personal. Su aspiración es llegar a controlarla totalmente, incluso lo que ella siente y piensa.
  • Generalmente son amables y encantadores con la mayoría de las personas con excepción de con su víctima
  • No tiene capacidad de dialogar toda pasa por violencia o discusión.
  • El juego de poder y deseo de control: Un marido abusivo aspira a ejercer un poder y control total sobre la esposa, tenerla así dominada es una forma de alimentar una precaria seguridad en un hombre que en el fondo se siente inepto y vulnerable.
  • Viven en una montaña rusa emocional, experimentando una mezcla de ira y celos en forma cíclica.
  • Posibles rasgos de personalidad psicopáticos (falta de compasión hacia los otros) y pueden llegar a tener creencias sobrevaloradas.
  • Muchos hombres violentos vienen de una vida frustrada, por que aprendieron que la forma de conseguir las cosas es ejerciendo el poder sobre el otro.
  • Suelen presentar temor a la intimidad, tanto si se sienten abandonados como absorbidos.
  • No pertenece exclusivamente a una clase social determinada. Un hombre violento se puede encontrar tanto en la pobreza como en la clase alta.
  • Debemos saber que el hombre golpeador es socialmente cortes, se muestra tranquilo y con perfil bajo a tal punto que nadie puede creer que ese hombre tan encantador o tan tranquilo golpee a su familia.
  • Es víctima de su educación familiar recibida desde niño, o haber presenciado escenas de agresión física o psicológica de su padre a su madre. Como también haber crecido en un hogar donde sus padres no le impusieron límites.
  • Es machista por excelencia, y esto debido a que desde hace muchos años el hombre ha sido educado para sentirse superior a la mujer.
  • Toda diferencia en la vida de la pareja es vivenciada por el hombre violento como una amenaza real y usa la violencia para establecer el equilibrio, que según sus creencias y mitos, le hacen perder el poder.
  • Es inseguro, es enfermo de lo los celos, esa inseguridad que posee lo lleva a accionar violentamente, someter a la mujer y no permitir que ella salga a trabajar o socialice mucho.
  • Tiene dificultades para controlar sus emociones, por lo tanto no puede controlar sus impulsos.
  • Tolera muy poco las frustraciones, pretenden que las cosas se hagan a su manera y si las cosas no le salen así se desborda.
  • La mayoría de estos hombres tienen problemas con el alcohol y las drogas.
  • El hombre violento tienen una confusión muy grande entre lo que es el amor, el deseo sexual y el poder, así y dejando el amor de lado (en general lo dejan) el sexo es utilizado como poder. En realidad, cada conquista es vivida como el triunfo ganado en la batalla. El poderoso triunfa, el débil se somete. Y lo de siempre: " el hombre arriba, la mujer abajo".
  • El hombre violento está aislado emocionalmente y todo producto de una represión en su formación (los hombres no lloran, los hombres tienen que ser fuertes). Fuera de la casa "usará" el modelo machista cargado de ideas sexistas.
  • Baja autoestima. Se siente inseguro, tanto en el papel de hijo como en el de padre, amante y/o esposo.
  • Depresión. Es frecuente que sufran estados tristeza o ansiedad.
A muchos hombres les da vergüenza hablar de su agresividad. Y cuando sienten vergüenza, su ira aumenta. El tratamiento dentro del abordaje del hombre violento se dificulta por su falta de empatía, donde a su vez trata de externalizar la culpa como forma de justificar su conducta. Es de destacar cómo eluden el pedido de ayuda, y tampoco se hacen responsables. El "problema" lo vivencian como originado fuera de ellos, y así lo atribuyen a infinidad de circunstancias (falta de trabajo, los hijos, la pareja, etc.)

“El agresor es callado, no habla sobre sus problemas, tiene muy en claro cuáles son las flaquezas de su pareja, ignora las consecuencias de sus actos y racionaliza los mismos, convenciéndose a sí mismo que no ha hecho nada malo o que la situación de violencia no volverá a repetirse”.

Amor con violencia no es amor