viernes, 16 de diciembre de 2022

Qué hacer ante una Crisis Epiléptica. Primeros auxilios.

Las personas que conviven con pacientes de epilepsia necesitan conocer qué deben hacer en caso de presenciar una crisis. Se trata de situaciones de riesgo y conocer las medidas adecuadas de primeros auxilios puede evitar lesiones y complicaciones peligrosas.

La mayoría de las crisis epilépticas son breves y terminan por sí mismas, no siendo necesario hacer nada para detenerlas.

Cuando se aplican correctamente las medidas de primeros auxilios durante una crisis se evitan complicaciones que pueden ser peligrosas. A continuación, se indica la actitud que debe mantenerse durante los tipos de crisis más habituales.

Actitud ante una crisis generalizada tónico clónico:

  • Ayudar a colocarle en el suelo, evitando que se lastime.
  • Colocar una almohada o manta doblada bajo la cabeza, para que no se golpee contra el suelo.
  • Quitarle las gafas y aflojar el cinturón, la corbata y las prendas de ropa apretadas.
  • Retirar objetos punzantes o cortantes con los que se pueda herir, y fuentes de calor con las que se pueda quemar.
  • No introducir objetos en su boca ni intentar administrar medicamentos orales.
  • No sujetarle con fuerza para evitar sus movimientos.

Después de la crisis dejarle descansar tumbado sobre un costado. De esta forma si tiene vómitos, saliva o flemas no pasarán a sus pulmones.

Actitud ante una crisis parcial compleja:

  • Retirar objetos que puedan ser peligrosos.
  • Si el enfermo camina sin rumbo, dirigirle calmadamente hacia zonas sin peligro.
  • No inmovilizar o detener por la fuerza al enfermo. No enfrentarse si el enfermo parece enfadado o agresivo.

Si después de la crisis el paciente se encuentra confuso y desorientado o camina sin rumbo, acompañarle hasta que se recupere por completo.

Una vez recuperado puede permitirse que se vuelva a incorporar a su trabajo o actividad si el paciente lo considera posible.

¿Cuándo se debe llamar a una ambulancia o acudir a urgencias?

Generalmente no es necesario llamar a una ambulancia o acudir a urgencias, pero sí debe hacerse en las siguientes situaciones:

  • Cuando es la primera crisis que tiene esta persona.
  • Cuando es un enfermo con epilepsia conocida, pero nunca ha tenido una crisis de este tipo o que haya durado tanto tiempo.
  • Cuando es un enfermo con epilepsia que no está tomando su medicación antiepiléptica.
  • Cuando ocurre durante un proceso infeccioso o que se acompaña de fiebre.
  • Cuando después de un minuto del final de la crisis no inicia la respiración. En este caso debe realizarse respiración asistida además de llamar a una ambulancia.
  • Si el enfermo se ha lesionado durante la crisis.
  • Si tiene una crisis detrás de otra, sin recuperar la conciencia entre ellas.
  • Si el enfermo solicita asistencia médica urgente.

jueves, 8 de diciembre de 2022

¿Qué Necesito Cuando Tengo una Crisis de TLP?

Las personas con trastorno límite de personalidad suelen experimentar crisis a lo largo de toda su vida. Se trata de episodios de inestabilidad emocional que viven con mucho sufrimiento y, en la mayoría de los casos, con temor al abandono. Ahora bien, ¿Qué hay detrás de estas crisis y cómo podemos actuar?

El trastorno límite de la personalidad (TLP) implica un patrón de inestabilidad en las relaciones interpersonales, la autoimagen y las emociones que, en la mayoría de los casos, podría considerarse como destructivo.

Se trata de un trastorno en el que la persona experimenta diferentes crisis a lo largo de su vida como respuesta a algún estresor o factor biológico.

“El trastorno límite va perdiendo fuelle a medida que pasan los años, pero no podemos olvidar que, al tratarse de un desorden de personalidad, estamos hablando de algo crónico que merece la pena aprender a gestionar.”

Una vez terminada la crisis, aparecen los sentimientos de vergüenza y culpa, al no sentirse identificado con el episodio. Por otro lado, el entorno, que no comprende lo que le ocurre al individuo que sufre una crisis de TLP, intenta por todos los medios que no realice actos de los que luego pueda arrepentirse.

Evidentemente, el dolor por el familiar que padece el trastorno es enorme. No solo porque las crisis pueden albergar incluso agresiones verbales o físicas, sino porque saben que, en el fondo, es el paciente con TLP el que más está sufriendo.

Lo que el entorno puede hacer en una crisis de TLP

El TLP afecta a cerca de un 2% de la población y el número de casos ha aumentado en los últimos años. Se trata de una condición difícil de gestionar, ya que las crisis suelen desembocar en llantos incontrolados, explosiones de ira, autolesiones e ideación suicida. De hecho, es uno de los trastornos con más prevalencia de suicidio.

Así, aunque las personas con TLP reciban atención por parte de los equipos de salud comunitarios, es fundamental que las personas más cercanas sepan cómo reaccionar y ayudar en los momentos cruciales.

Si preguntamos a varios pacientes con trastorno límite de la personalidad qué necesitan cuando están en plena crisis, es muy probable que nos contesten que lo único que demandan es afecto, comprensión y, en definitiva, amor.

Cuando surgen las crisis, la persona se siente tremendamente vacía, como si le faltase alguna pieza emocional. Y en función de esta sensación, sale a la caza de esa “pieza “, aunque no lo hace de la manera más apropiada. En lugar de demandar cariño y afecto con palabras, lo hace a través de demandas y críticas teñidas de ira, inestabilidad o disforia constante.

Es posible que, en un principio, el entorno le preste atención e intente comprenderla, razonar con ella, etc. Pero al comprobar que esto no entraña resultados, finalmente lo más seguro es que termine alejándose. Esto termina por confirmar esa sensación de abandono tan temida por las personas con TLP, lo que acrecienta sus emociones disfóricas.

Por lo tanto, lo más sensato y recomendable es prestar acompañamiento sin juzgar en presencia de una crisis de TLP, por parte de los familiares o pareja.

Algunas estrategias para manejar crisis de TLP

La mayoría de las personas que sufren trastorno límite de la personalidad han crecido en ambientes en los que no se les han validado sus emociones, lo que se conoce como entornos invalidantes. Esto, unido a cierta predisposición biológica a padecer el trastorno, contribuye a su desarrollo.

En mitad de una crisis de TLP, la persona necesita compañía sin juicios, una aceptación incondicional y una validación de sus emociones. Esto, de manera paradójica, hará que la intensidad emocional descienda y que las crisis sean de menor duración.

Así, algunas estrategias que como familiares podemos practicar para reducir la intensidad de las crisis de TLP pueden ser las siguientes:

Mostrarse disponible como apoyo

Quienes sufren TLP necesitan contar con una lista de contactos a quienes poder recurrir en las crisis. Han de ser personas con las que se sientan seguras, que sepan que responderán en caso necesario y que sabrán reaccionar a sus necesidades en ese momento. Así, ocúpate de convertirte en ese refugio seguro al que pueda acudir.

Aceptación incondicional

La persona con trastorno límite necesita aceptación incondicional de su persona, a pesar de padecer el trastorno. Esto implica que la persona que esté a su lado acepte que tiene este desorden y que, a veces, aparecerán crisis y las adjetive como tal: crisis de una enfermedad. De esta manera, cuando aparezcan, no sermonearemos al paciente, ni nos pondremos a la defensiva o en su contra. En su lugar, tratemos de entender que estas crisis forman parte de su trastorno y que tienen una duración finita.

Proveer afecto

En plena crisis, como ya hemos señalado, la persona que padece TLP necesita amor, compañía, afecto y empatía. Para esto, no necesitamos nada más que estar a su lado sin juzgarle. Si insulta, no es recomendable ponerse a la defensiva ni echárselo en cara. Simplemente hay que expresarle que estás ahí a pesar de todo. Es difícil ser tan frío cuando alguien que queremos nos trata mal, pero es la manera de desactivarlo. Si entramos a discutir, lo único que podemos conseguir es que la intensidad de la crisis sea mayor y que la situación no acabe bien.

Ayudarle a defusionarse de su patología

Podemos recordarle que no es su TLP. El TLP va por libre. Como en cualquier otra enfermedad, va a generar síntomas y esos son los suyos, pero eso no quiere decir que sea mala persona o que esté de acuerdo con los síntomas de su TLP. Esto ayuda a la persona a sentirse comprendida y arropada y a generar menor culpabilidad una vez que la crisis amaine.

Mantener su seguridad

A veces puede haber intentos de autolesión que actúan como reguladores emocionales. Por ello, es importante que, en plena crisis, no le dejemos solo. Además, si intuimos que puede haber intentos de lesión o suicidio, sería conveniente eliminar de su alcance objetos como cuchillos, pastillas, etc. Es importante evitar que la persona consuma alcohol o drogas durante las crisis, aunque este sea uno de los primeros recursos a los que recurre. En esta línea, es positivo contar con alternativas no autoagresivas hacia las que redirigir a la persona en este momento. Además, aunque el diálogo puede ser sumamente complicado durante las crisis, es necesario recordarle que anteriormente ya pudo superar situaciones similares y que pronto podrá ver todo diferente: la crisis es limitada.

No sobreprotegerlo

Dar afecto a alguien no es sinónimo de sobreprotegerlo. Una cosa es validar las emociones y tolerar el desorden y otra hacerlo dependiente. Es positivo incentivar a la persona a mantener sus rutinas diarias, su autonomía y responsabilidad. Así, se toleran las crisis y se comprenden, pero la vida del paciente debe continuar como siempre.

Estrategias para el paciente con TLP

Por su parte, también es importante que la persona que sufre de TLP desarrollen recursos que le permitan protegerse en estos momentos de crisis. Con respecto a ello, se sugiere que el paciente ponga en marcha los siguientes factores de protección:

  1. Evitar aislarse en los momentos de crisis.
  2. Comunicar los sentimientos y pensamientos que experimenta a la familia, amigos o personas de confianza.
  3. Alejarse de cualquier situación que resulte perjudicial.
  4. Evitar el consumo de alcohol, drogas u otras sustancias tóxicas.
  5. Identificar las señales de riesgo o que suelen detonar estas crisis.
  6. Relacionarse con otras personas, participar en actividades grupales, de ocio o voluntariado.
  7. Tener en cuenta que las crisis son transitorias.

Asimismo, se recomienda las siguientes estrategias de actuación para el paciente:

  1. Tenga a la mano una lista de alternativas no suicidas. Para ello, puede anotar cinco cosas que puede hacer si la crisis vuelve a aparecer.
  2. Deseche todos los objetos potencialmente peligrosos.
  3. Tenga un listado de cosas que no debe olvidar, como: razones para vivir; aspectos que sirvieron de contención en otros momentos; o la superación de problemáticas anteriores.
  4. Tenga a la mano una lista de contactos de confianza a los que pueda recurrir en esos momentos.
  5. Disponga de un listado de números telefónicos de organizaciones o instituciones locales que ofrezcan intervención especializada en momentos de crisis y que trabajen las 24 horas.

Para concluir, resaltamos que las crisis de TLP no son fáciles de conducir, ni por el paciente ni por la familia. La intensidad emocional alcanza niveles tan elevados que lo único que queremos es alejarnos de ello. El paciente intenta regularse haciéndose daño a sí mismo y al entorno, alejándose.

Quizás podríamos plantearnos la estrategia a la inversa. En lugar de huir de la vorágine emocional del paciente TLP, podríamos empezar a abrazarla. Aunque no nos nazca, aunque en ese instante queramos evitarlo a toda costa. Podríamos sorprendernos de cómo los abrazos muchas veces desactivan a los demonios y hacen que la persona vuelva en sí misma.


La Mente es Maravillosa 

martes, 6 de diciembre de 2022

Ayude a su Hijo Durante un Divorcio

Miles de niños sufren el estrés del divorcio de sus padres cada año. La forma en que reaccionan depende de su edad, personalidad y las circunstancias concretas del proceso de separación y divorcio.

Todo divorcio tiene repercusiones sobre los niños implicados; muchas veces su reacción inicial es de conmoción, tristeza, frustración, enfado o preocupación. Pero los niños también pueden salir de un proceso de divorcio más preparados para afrontar el estrés y muchos de ellos se convierten en jóvenes más flexibles y tolerantes.

Entre las principales cosas que ambos padres pueden hacer para ayudar a su hijo a atravesar este difícil período, figuran las siguientes:

  • Mantener los conflictos, riñas y discusiones acaloradas, así como los comentarios sobre los aspectos legales del divorcio al margen de los hijos.
  • Reducir al mínimo la alteración de las rutinas cotidianas del niño.
  • Restringir la negatividad contra el otro, así como el resentimiento y la tendencia a echarle la culpa, a las sesiones de terapia y las conversaciones con amigos que se mantengan fuera de casa.
  • Asegurarse de que ambos padres siguen implicados en la vida del niño.

La mayoría de adultos que atraviesan un proceso de separación y divorcio necesitan apoyo, de amigos, profesionales de la salud mental, religiosos y parientes. No busque apoyo en su hijo, incluso aunque parezca estar dispuesto a ofrecérselo.

Darle la noticia

En cuanto esté seguro de sus planes, hable con su hijo sobre su decisión de separarse. Aunque no existe una manera fácil de dar la noticia, de ser posible, intente que ambos (usted y el otro progenitor) estén presentes durante la conversación. Es importante dejar a un lado los sentimientos de enfado, culpa o remordimiento. Antes de hablar con su hijo, practique cómo se lo va a decir sin alterarse ni enfadarse durante la conversación.

Aunque la conversación sobre el divorcio debe adaptarse a la edad, grado de madurez y temperamento del niño, asegúrese de trasmitirle a su hijo un mensaje fundamental: lo que ha ocurrido es un asunto entre su madre y su padre y él no es en absoluto culpable de lo ocurrido. La mayoría de los niños se sienten culpables incluso después de que los padres se lo nieguen. Por eso es básico que los padres insistan en esta afirmación para tranquilizar al niño.

Explique a su hijo que a veces la forma de quererse de los adultos experimenta cambios o que usted y su pareja no pueden ponerse de acuerdo en cosas importantes y, por lo tanto, tienen que vivir separados. Pero recuerde que los hijos y los padres están unidos de por vida, sea por nacimiento o por adopción. Los padres y los hijos a menudo están en desacuerdo en un montón de cosas, pero eso forma parte del ciclo de la vida: padres e hijos no dejan de quererse ni se divorcian nunca.

Facilite a su hijo suficiente información a fin de que esté preparado para los cambios que van a tener lugar en su vida. Intente responder a sus preguntas de la forma lo más sincera posible. Recuerde que los hijos no necesitan conocer todos los motivos que hay detrás del divorcio (sobre todo, si eso implica culpar a uno de sus progenitores). Basta con que entiendan qué es lo que va a cambiar en su vida cotidiana e, igual de importante, qué es lo que no va a experimentar cambio alguno. 

Si su hijo es muy pequeño, lo mejor es explicárselo todo con palabras sencillas. Podría decirle algo como: “Papá y mamá van a vivir en casas diferentes para que no se peleen tanto, pero los dos te queremos mucho.”.

Es posible que los niños mayores y los adolescentes sean más conscientes de la situación que están atravesando sus padres y tengan más preguntas basadas en las discusiones y peleas que han escuchado.

Abordar las reacciones del niño

Si, tras recibir la noticia, su hijo está muy alterado, dígale que usted reconoce y acepta sus sentimientos, que le importan y asegúrele que esos sentimientos son perfectamente normales y comprensibles. Puede intentar decirle: “Sé que esto te molesta. ¿Intentamos pensar en algo que te haga sentir mejor?” o “Ambos te queremos mucho y nos sentimos mucho el tener que vivir separados.”

No todos los niños reaccionan de forma inmediata. Haga saber a su hijo que eso también es normal y dígale que habrá otros momentos para hablar sobre el tema cuando él esté preparado. Algunos niños tratan de complacer a sus padres actuando como si no pasara nada o intentan inhibir cualquier sentimiento negativo afirmando que no están enfadados ni tristes por la noticia. A veces, el estrés se manifiesta de otras formas: en los estudios, con los amigos, en los cambios de apetito, en la forma de comportarse o en los patrones de sueño.

Independientemente de que su hijo exprese miedo, preocupación o alivio ante la noticia de la separación y el divorcio, el querrá saber cómo va a cambiar su vida cotidiana a partir de ahora.

Prepárese para contestar estas preguntas y otras similares:

  • ¿Con quién voy a vivir?
  • ¿Dónde iré al colegio?
  • ¿Tendré que cambiar de casa?
  • ¿Dónde vivirá cada uno de mis padres?
  • ¿Dónde pasaré las vacaciones y los días de fiesta, como el Día de Acción de Gracias?
  • ¿Podré seguir viendo a mis amigos?
  • ¿Tendré que cambiar de colegio?
  • ¿Podré seguir yendo de campamento este verano?
  • ¿Podré seguir practicando mis actividades favoritas?

Ser sincero con un hijo no siempre es fácil cuando no se tienen todas las respuestas, o cuando al niño le asusta la situación o se siente culpable de lo que está ocurriendo. Lo más correcto es decirle lo que necesita saber cuándo lo pregunta.

 Ayudar al niño a afrontar la situación

Muchos niños (y padres) sienten mucho el hecho de haber perdido el tipo de familia que deseaban tener y, sobre todo los niños, echan de menos al progenitor y la vida en familia que tenían. Por eso es tan habitual y completamente natural que algunos niños mantengan la esperanza de que sus padres volverán a estar juntos, incluso después de haberles explicado el carácter definitivo del divorcio.

Lamentar la pérdida de una familia es normal pero, con el tiempo, tanto usted como su hijo acabarán aceptando y adaptándose a la nueva situación. Por lo tanto, tranquilice a su hijo diciéndole que es normal que al principio desee que sus padres vuelvan a estar juntos, pero explíquele y déjele bien clara la decisión que ambos han tomado al respecto.

He aquí algunas formas de ayudar a su hijo a superar el disgusto provocado por el divorcio:

  1. Fomente la sinceridad. Los niños necesitan saber que sus sentimientos son importantes para sus padres y que ambos se los tomarán en serio.
  2. Ayúdele a expresar sus sentimientos con palabras. El comportamiento de un niño puede darle pistas sobre si está experimentando sentimientos de tristeza o de enfado. Pruebe a decirle: “Parece que estás triste en este momento. ¿Sabes qué es lo que te pone tan triste?”. Escuche atentamente sus respuestas, incluso aunque le resulte difícil oír lo que tiene que decirle.
  3. Legitímese sus sentimientos. Decirle a su hijo: “Sé que ahora estás triste” o “Sé que te sientes solo sin papá” le ayuda a saber que sus sentimientos son válidos. Es importante animar a un niño a sacarlo todo antes de ofrecerle otras formas de sentirse mejor. Permita que el niño sepa que también está bien estar contento, aliviado o emocionado sobre el futuro.
  4. Ofrézcale su apoyo. Pregúntele: “¿Qué crees que te ayudaría a sentirte mejor?”. Tal vez no se le ocurra nada en concreto, pero usted puede proponerle algunas ideas: tal vez sentarse un rato los dos juntos, dar un paseo o abrazar a su peluche favorito. Los niños pequeños agradecerán enormemente la posibilidad de llamar por teléfono a su padre o hacer un dibujo para dárselo a su madre cuando vuelva a casa al final del día.
  5. Cuídese para mantenerse sano. Para muchos adultos, la separación y el divorcio es una situación sumamente estresante. La presión experimentada se puede amplificar con los temas relacionados con la custodia, el reparto de propiedades y los asuntos financieros, que pueden sacar lo peor de la gente. Encontrar formas de afrontar el estrés es fundamental para usted y para toda su familia. Mantenerse lo más sano posible, tanto desde el punto de vista físico como emocional, puede ayudarle a combatir los efectos del estrés. Y, si se asegura de cuidar de sus propias necesidades, estará en la mejor forma física posible para cuidar de sus hijos.
  6. Mantenga los detalles del divorcio bajo control. Cuando comente los detalles del divorcio con sus amigos, familia o abogado, asegúrese de proteger su intimidad evitando siempre que sus hijos estén presentes. Intente relacionarse con su ex de forma lo más civilizada posible, sobre todo cuando interactúen delante de su hijo.
  7. Adopte la actitud más apropiada: no culpe, recrimine ni insulte a su ex pareja si su hijo lo puede oír, independientemente de las circunstancias de la separación. Esto es especialmente importante en los divorcios donde hay alguien que ha tenido la culpa y se han producido actos muy dolorosos, como una infidelidad. Mantenga sus cartas, correos electrónicos y mensajes de texto en lugares seguros, ya que, cuando existe una situación muy conflictiva en casa, los niños sienten una curiosidad natural por enterarse de lo que sucede.
  8. Busque ayuda. Este no es un período para enfrenta a solas. Encuentre un grupo de apoyo y hable con otras personas que hayan atravesado situaciones simulares, utilice los recursos de Internet o pídale a su médico o sacerdote que le recomiende recursos o centros de apoyo. El hecho de buscar ayuda para usted le permitirá sentar un buen ejemplo para su hijo sobre cómo adaptarse de forma saludable a los cambios importantes.

El apoyo de un psicólogo, terapeuta o amigo también le ayudará a establecer y mantener una “separación” saludable con respecto a su hijo. Es muy importante que no dependa del apoyo de su hijo. Los niños mayores y aquellos a quienes les gusta complacer a sus padres intentarán ayudarle a que se sienta mejor ofreciéndole un hombro donde llorar. Por muy tentador que sea, lo mejor es no permitir que su hijo le proporcione el apoyo emocional que necesita. Explique a su hijo lo mucho que valora su cariño y que se preocupe por usted, pero no se desahogue con él sino con un terapeuta o un amigo.

La importancia de la coherencia y la rutina

La coherencia y la rutina pueden ayudar mucho a ofrecer la sensación de comodidad y familiaridad que necesita su familia durante este importante cambio vital. En la medida de lo posible, reduzca al mínimo los horarios impredecibles, la indefinición y las separaciones repentinas.

Especialmente durante un divorcio, es recomendable que los niños pasen períodos a solas con cada uno de sus progenitores. Por inconveniente que le parezca, intente ponerse de acuerdo con su ex pareja para organizar los horarios de visita.

Es normal que le preocupe el modo en que su hijo está afrontando este cambio vital tan importante. Lo mejor que puede hacer es confiar en sus instintos y basarse en lo que usted sabe sobre su hijo. ¿Le parece que se está comportando de una forma diferente a la habitual? ¿Está su hijo adoptando conductas regresivas, es decir comportamientos propios de épocas anteriores, como chuparse el dedo o mojar la cama? ¿Parece que sus emociones interfieren en sus rutinas cotidianas, como los estudios y su vida social?

Es importante que esté atento a los cambios de comportamiento de su hijo: la tristeza, la ansiedad, los cambios de humor, las dificultades en la escuela, con los amigos, en el apetito o el sueño pueden indicar la presencia de problemas.

Los niños mayores y los adolescentes pueden ser más proclives a implicarse en comportamientos peligrosos, como el consumo de alcohol y drogas, faltar a la escuela y el comportamiento desafiante. Independientemente de que tales problemas estén o no relacionados con el divorcio, se trata de problemas graves que afectan el bienestar del adolescente e indican la necesidad de pedir ayuda profesional.

Pelearse delante del hijo

Aunque las discusiones ocasionales entre padres son esperables en cualquier familia, vivir en un campo de batalla de constante hostilidad y conflictos no resueltos representa una importante carga emocional para cualquier niño. Los gritos, las peleas, las discusiones o la violencia en la vida doméstica favorecen el miedo y las reacciones aprensivas en los niños.

Que un niño presencie conflictos entre sus padres es un modelo inapropiado para una persona que todavía está aprendiendo a relacionarse con los demás. Los niños cuyos padres mantienen relaciones llenas de hostilidad y resentimiento son más proclives a tener dificultades emocionales y de comportamiento que perdurarán más allá de la infancia.

Hablar con un mediador o un psicólogo especializado en divorcios puede ayudar a las parejas a airear sus recriminaciones y resentimientos mutuos de un modo que no sea perjudicial para su hijo. Aunque puede ser difícil, si los dos padres hacen un esfuerzo por colaboran de este modo, evitarán al niño el dolor provocado por una relación de pareja llena de amargura y resentimiento.

Adaptarse a una nueva situación

Puesto que el divorcio puede ser un cambio tan importante, las adaptaciones a las nuevas condiciones de vida deberían hacerse de forma gradual.

Pueden ocurrir varios tipos distintos de situaciones:

  • Uno de los padres tiene la custodia total.
  • Custodia compartida, donde se comparte tanto la custodia legal como la física (con quien vive el niño) entre ambos padres.
  • Custodia legal compartida, donde ambos padres comparten este tipo de custodia, pero el hijo vive mayoritariamente con un padre y este posee más autoridad en determinados ámbitos médicos o educativos.

¿Cuál es la situación que más le conviene a su hijo? Es una pregunta difícil y sobre la que muchas parejas tienen grandes desacuerdos. Aunque algunos niños se adaptan muy bien a la situación de compartir el tiempo equitativamente con ambos padres, otros parecen necesitar la estabilidad de tener un “hogar” propio y recibir visitas del padre con quien no viven. Algunos padres deciden permanecer los dos en la misma casa, pero esto solo funciona en circunstancias muy excepcionales y, por lo general, debería evitarse.

Independientemente de la solución que escojan, deberían priorizar las necesidades de su hijo. Evite verse envuelto en una especie de guerra con su ex pareja para ver quién gana. A la hora de tomar decisiones sobre los días de fiesta, las vacaciones y los cumpleaños, concéntrese en lo que sea más conveniente para su hijo. Es importante que los padres resuelvan estas cuestiones por sí solos en vez de pedirle al niño que decida.

Durante los años previos a la adolescencia, cuando los niños empiezan a participar más en actividades extra-familiares, es posible que necesiten horarios diferentes que se adapten más a sus prioridades. En el caso ideal, para los niños resulta muy ventajoso recibir apoyo de ambos padres, pero es posible que se resistan a estar la misma cantidad de tiempo con los dos si esto interfiere con sus actividades académicas o su vida social. Prepárese para escuchar la opinión de su hijo sobre el modo de compartir el tiempo con ustedes e intente ser flexible.

Es posible que su hijo no quiera compartir su tiempo con usted y su ex pareja de forma equitativa y también es posible que tome partido por alguno de ustedes. En tal caso y por duro que parezca, intente no tomarse las cosas como algo personal. Respete los horarios de visita y recuerde lo importante que es que ambos padres se involucren en el cuidado y la educación del niño.

A veces, los niños sugieren pasar un verano entero, un semestre o un curso completo con el padre que no tiene su custodia. Pero esto no tiene por qué reflejar su deseo de irse a vivir con él. Escuche a su hijo y explore las distintas opciones que le plantee. Este tipo de arreglos pueden funcionar en divorcios “amistosos”, pero no son típicos de las situaciones más conflictivas.

Educar a un hijo bajo presión

En la medida de lo posible, ambos padres deberían esforzarse para maximizar la regularidad en las rutinas y la disciplina en ambas casas. Mantener expectativas similares en lo que se refiere a la hora de irse a la cama, las normas y los deberes escolares reducirá la ansiedad del niño, sobre todo si es muy pequeño.

Siempre que sea posible, colabore con su ex pareja para mantener una normas coherentes y, a pesar de que usted no pueda aplicarlas en la casa de su “ex”, por lo menos podrá hacer que se cumplan en la suya.

Es importante mantener la mayor normalidad posible después de un divorcio, conservando las rutinas habituales, que afectan al horario de las comidas, las normas domésticas sobre el comportamiento y la disciplina en la casa. Relajar los límites, especialmente en los períodos de cambio, tiende a generar inseguridades en el niño y reduce las probabilidades de recuperar la autoridad parental más adelante.

No caiga en la tentación de dejar de aplicar rutinas y límites y de saltarse unas normas de comportamiento coherentes, consintiendo y malcriando a su hijo porque lo está pasando mal a consecuencia del divorcio. Siéntase libre para darle todo el afecto posible; un niño no se malcría por recibir demasiados abrazos y palabras cariñosas. Pero comprarle cosas o hacerle regalos para sustituir el amor o permitir que actúe como le plazca no es lo que más le conviene. Además, en estos casos, suele costar mucho que los padres vuelvan a ejercer su autoridad cuando las aguas vuelvan a su cauce.

El divorcio puede ser una crisis importante en una familia. Pero, si usted y su ex pareja colaboran y se comunican de forma civilizada por el bien de su hijo, la unidad familiar original puede seguir siendo una fuente de fortaleza, incluso aunque nuevas familias compuestas entren en escena.

Por eso, recuerde:

  • Buscar ayuda para afrontar sus propios sentimientos sobre el divorcio. Si usted es capaz de adaptarse a la nueva situación, sus hijos serán también más propensos a adaptarse a ella.
  • Tener paciencia consigo mismo y con sus hijos. Los problemas emocionales, las pérdidas y el dolor que ocasiona un divorcio requieren tiempo para sanar y esto suele ocurrir por etapas.
  • Reconocer los síntomas del estrés. Consulte con el maestro, pediatra o terapeuta de su hijo para que le guíe en la forma de enfocar problemas específicos que le preocupen.

Cualquier tipo de cambio es difícil; pero debe saber que tanto usted como su hijo pueden adaptarse y se adaptarán a este cambio. Encontrar su fortaleza interior y buscar ayuda para aprender nuevas habilidades de afrontamiento no son cosas fáciles, pero puede hacer una gran diferencia su familia supere este difícil período.

 



Medical Review

martes, 8 de noviembre de 2022

Las 10 Profesiones Más Comunes que Eligen los Psicópatas

Estas profesiones son más comunes entre los psicópatas, porque una intuitiva razón: son objetos de atención y pueden tomar decisiones donde pueden ejercer cierto grado de crueldad sin que se vean enfrentados a ningún tipo de consecuencia.

«La psicopatía es un trastorno de la personalidad que se caracteriza por generar emociones poco profundas, tener poca tolerancia al estrés, falta de empatía, carecer del sentimiento de culpa, ser egocéntricos, tener carácter superficial, ser manipuladores, algo irresponsables, impulsivos y antisociales».

¿Cuáles son las características de un psicópata?

Lo más peligroso de la psicopatía es la anestesia afectiva; las personas que lo padecen no sienten culpa o remordimiento, difícilmente cuentan con cierto grado de empatía. De ahí que a menudo se les tome por arrogantes y superficiales.

La consecución de sus deseos es su prioridad. Sin sentir compasión por otras personas, utilizan la manipulación y el engaño sin mayor problema. Son impulsivos e hiperactivos. También tienen un marcado comportamiento antisocial, no presentan demasiado temor a las consecuentes y tampoco son especialmente responsables.

¿Por qué sucede?

En su libro La sabiduría de los psicópatas: ¿Qué santos, espías y asesinos en serie puede enseñarnos sobre éxito?, Kevin Dutton expone esta hipótesis:

Estas profesiones son más comunes entre los psicópatas, por una poderosa razón: son objetos de atención y los hacen capaces de tomar decisiones donde pueden ejercer cierto grado de crueldad sin que se vean enfrentados a ningún tipo de consecuencia.

Las diez profesiones con mayor cantidad de psicópatas son las siguientes:

  1. Gerente o CEO de una compañía
  2. Abogado
  3. Personalidad de la televisión o de la radio
  4. Vendedores
  5. Cirujano
  6. Periodista
  7. Policía
  8. Clérigo
  9. Cocinero
  10. Funcionario público

La psicopatía en el lugar de trabajo es un problema grave ya que, aunque los psicópatas suelen representar solo un pequeño porcentaje del personal, son más comunes en los niveles más altos de las organizaciones corporativas y sus acciones a menudo causan un efecto dominó en toda la organización, estableciendo el tono para toda una organización. cultura corporativa. Ejemplos de efectos perjudiciales son el aumento de la intimidación, los conflictos, el estrés, la rotación de personal y el ausentismo; Reducción de la productividad y responsabilidad social.

En contraste, estas son las diez menos preferidas:

  1. Cuidador
  2. Enfermero
  3. Psicólogo
  4. Artesano
  5. Estilista o esteticista
  6. Persona que trabaja en caridad
  7. Maestro o profesor
  8. Artista
  9. Médico
  10. Contador

En estas últimas se precisa un alto grado de preocupación hacia otras personas; son profesiones donde es necesaria la empatía y comprensión por las circunstancias de los demás. En todas ellas se precisa de sensibilidad.

Por supuesto, no todos los que estudian estas carreras o se dedican a estas profesiones tienen un problema de psicopatía. Sin embargo, es claro que estas se prestan a la falta de sentimientos y pensamientos empáticos.

Sin embargo, las personas psicópatas tienen un alto potencial intelectual, gracias al cual saben camuflarse muy bien y no levantar ninguna sospecha de sus intenciones.

*Este artículo fue publicado anteriormente por Carolina Romero el 26 de diciembre del 2017 y ha sido modificado

Un estudio de Australia encontró que el 21% de los profesionales de alto nivel estudiados eran psicópatas.

¿Cómo un psicópata típico del lugar de trabajo sube y mantiene el poder?

  1. Entrada: los psicópatas pueden usar habilidades sociales y encanto altamente desarrollados para obtener empleo en una organización. En esta etapa, será difícil detectar algo que sea indicativo de un comportamiento psicopático, y como empleado nuevo uno podría percibir que el psicópata es útil e incluso benevolente.
  2. Evaluación: los psicópatas evaluarán a uno de acuerdo con su utilidad, y uno podría ser reconocido como un peón (que tiene alguna influencia informal y será fácil de manipular) o un patrón (que tiene poder formal y será utilizado por el psicópata para proteger) contra los ataques)
  3. Manipulación: el psicópata creará un escenario de “ficción psicopática” donde se utilizará la información positiva sobre ellos mismos y la desinformación negativa sobre los demás, donde se utilizará el rol de uno como parte de una red de peones o patrocinadores y se preparará para aceptar los psicópatas. agenda.
  4. Enfrentamiento: el psicópata usará técnicas de asesinato de personajes para mantener su agenda, y uno se descartará como peón o se usará como patrón
  5. Ascensión: se descartará el rol de uno como patrocinador en la búsqueda del poder por parte del psicópata, y el psicópata tomará para sí mismo una posición de poder y prestigio de cualquiera que una vez los haya apoyado.

lunes, 24 de octubre de 2022

Trauma Psicológico

El trauma psicológico es una respuesta a un evento que una persona encuentra altamente estresante. Algunos ejemplos incluyen estar en una zona de guerra, un desastre natural o un accidente. El trauma puede causar una amplia gama de síntomas físicos y emocionales.

No todos los que experimentan un evento estresante desarrollarán trauma. También hay varios tipos de trauma. Algunas personas desarrollarán síntomas que se resuelven después de unas pocas semanas, mientras que otras tendrán efectos más a largo plazo.

Con el tratamiento, es posible abordar la causa raíz del trauma y encontrar formas constructivas de manejar los síntomas.

El trauma puede tener efectos prolongados en el bienestar de la persona. Si los síntomas persisten y no disminuyen en gravedad, puede indicar que el trauma se ha convertido en un trastorno de salud mental llamado trastorno de estrés postraumático (TEPT).

 Hay varios tipos de trauma, incluyendo:

  • Trauma agudo: resulta de un solo evento estresante o peligroso.
  • Trauma crónico: resulta de la exposición repetida y prolongada a eventos altamente estresantes. Los ejemplos incluyen casos de abuso infantil, intimidación o violencia doméstica.
  • Trauma complejo: resulta de la exposición a múltiples eventos traumáticos.
  • El trauma secundario, o trauma vicario, es otra forma de trauma. Con esta forma de trauma, una persona desarrolla síntomas de trauma por el contacto cercano con alguien que ha experimentado un evento traumático.
  • Los miembros de la familia, los profesionales de la salud mental y otras personas que cuidan a quienes han experimentado un evento traumático corren el riesgo de sufrir un trauma indirecto. Los síntomas a menudo reflejan los del trastorno de estrés postraumático.

 Trauma en la niñez

Las investigaciones indican que los niños son especialmente vulnerables a los traumas porque sus cerebros todavía están en desarrollo. Los niños experimentan un estado elevado de estrés durante acontecimientos terribles, y sus cuerpos liberan hormonas relacionadas con el estrés y el miedo. Este tipo de trauma del desarrollo puede interrumpir el desarrollo normal del cerebro. Como resultado, el trauma, especialmente el trauma continuo, puede afectar significativamente el desarrollo emocional, la salud mental, la salud física y el comportamiento a largo plazo del niño.

Cuando buscar ayuda

Las personas que experimentan síntomas persistentes o graves de trauma deben buscar ayuda de un profesional de salud mental. Es especialmente importante buscar ayuda si los síntomas del trauma interfieren con el funcionamiento diario o las relaciones con otras personas.

Incluso aquellos con síntomas leves pueden sentirse mejor después de haber hablado con alguien.

La sensación de miedo e impotencia puede persistir hasta la edad adulta. Deja a la persona en un riesgo significativamente mayor de los efectos de un trauma futuro.

Tratamiento

Varios tratamientos pueden ayudar a las personas con trauma a sobrellevar sus síntomas y mejorar su calidad de vida.

Terapia

La terapia es un tratamiento de primera línea para el trauma. Idealmente, la persona trabajará con un terapeuta informado sobre el trauma o enfocado en el trauma. Los tipos de terapia de los que una persona con trauma podría beneficiarse incluyen:

  • Terapia cognitivo conductual

La terapia cognitivo-conductual (TCC) ayuda a las personas a cambiar sus patrones de pensamiento para poder influir en sus comportamientos y emociones. La evidencia apoya la TCC como el enfoque más efectivo para el trastorno de estrés postraumático.

  • Desensibilización y reprocesamiento por movimientos oculares

La desensibilización y reprocesamiento del movimiento ocular, es otra terapia común de trauma.

Durante la desensibilización y reprocesamiento del movimiento ocular, los individuos reviven brevemente experiencias traumáticas específicas mientras el terapeuta dirige sus movimientos oculares. Esto tiene como objetivo ayudar a las personas a procesar e integrar recuerdos traumáticos.

Varios ensayos controlados aleatorios han demostrado que la desensibilización y reprocesamiento del movimiento ocular es un tratamiento efectivo para el trastorno de estrés postraumático.

  • Terapias somáticas

Algunos terapeutas usan técnicas somáticas o corporales para ayudar a la mente y al cuerpo a procesar el trauma.

Una revisión de la literatura en el Psychotherapy and Counselling Journal of Australia encontró que las terapias basadas en el cuerpo podrían ayudar a una variedad de personas. Estas terapias incluyen:

  • Experiencia somática: este enfoque implica que un terapeuta ayude a una persona a revivir recuerdos traumáticos en un espacio seguro.
  • Psicoterapia sensoriomotora: este tipo de terapia combina la psicoterapia con técnicas basadas en el cuerpo para convertir recuerdos traumáticos en fuentes de fortaleza.
  • Estimulación del punto de acupuntura: esto implica que un especialista aplique presión a puntos específicos del cuerpo, lo que induce un estado de relajación.
  • Terapias de contacto: otras terapias de contacto incluyen el Reiki, el tacto curativo y la terapia de tacto terapéutico.

En la actualidad, no hay suficiente evidencia para probar la efectividad de las terapias somáticas como la hay para la terapia cognitivo conductual y la desensibilización y reprocesamiento del movimiento ocular. Los investigadores señalan que más información sobre estos métodos ayudará a determinar cómo funcionan.

Medicamentos

La medicación sola no puede curar el trauma o el trastorno de estrés postraumático, pero puede ayudar a una persona a manejar síntomas como ansiedad, depresión y trastornos del sueño. Una persona debe hablar con su médico sobre sus opciones.

La mayoría de las personas experimentarán un evento traumático en algún momento de su vida. Algunas podrían experimentar síntomas de shock y angustia, y la mayoría se recuperará en un corto tiempo. Una minoría experimentará efectos traumáticos a largo plazo, como el desarrollo del estrés postraumático. La terapia y el autocuidado pueden ayudar a las personas con síntomas persistentes de trauma a manejar estos síntomas y mejorar su calidad de vida.

 

 

 

Traducción al español por HolaDoctor.

Edición en español por Stella Miranda el 27 de agosto de 2021.

Versión original en inglés actualizada el 3 de junio de 2020.

Última revisión médica en inglés realizada el 3 de junio de 2020.

lunes, 10 de octubre de 2022

12 Razones para Acudir a Terapia Psicológica

En ocasiones la vida nos presenta desafíos y aunque en muchos casos somos capaces de afrontarlos solos, en otros momentos estos pueden llegar a dominarnos y hacer que parezca imposible avanzar. Momento en el que debemos plantearnos la posibilidad de acudir a terapia psicológica. 

No obstante, no siempre tiene que ocurrir un evento estresante o un gran cambio vital para recurrir a la ayuda de un psicólogo. Sino existen infinidad de motivos o situaciones en las que la psicología puede facilitarnos las cosas.

 ¿Por qué recurrir a la psicología?

La terapia psicológica consiste en mucho más que es estar sentado en un sillón contando tus problemas. En la actualidad, todavía existen una gran cantidad de conceptos erróneos sobre lo que realmente significa acudir a terapia psicológica o hablar con un profesional de la psicología.

Por desgracia, aún existen muchas personas que perciben el hecho acudir a terapia y de la necesidad de hablar son las propias emociones como algo vergonzoso o que hace débil a la persona. Estos mismos estigmas son, a menudo, el principal motivo por el cual las personas no se deciden a ir a terapia psicológica.

Pero la realidad de la psicología es bien diferente, la terapia psicológica es un recurso increíblemente eficaz que puede facilitarnos las cosas a la hora de manejar todo tipo de situaciones. Desde pérdidas de seres queridos o dificultades en la pareja, hasta situaciones emocionales complejas o, incluso, problemas para dormir.

12 razones para acudir a terapia psicológica

Aunque algunas parecen más obvias, otras nos ayudarán a reflexionar acerca de cuándo puede ser un buen momento para levantar el teléfono y decidirnos a realizar los cambios necesarios en nuestra vida.

1. Hemos sufrido una pérdida

Esta puede parecer el momento más obvio para recurrir a la ayuda de un psicoterapeuta, pero no todo el mundo lo ve igual. Pero la verdad es que, aunque la muerte es una parte inevitable de la vida, eso no la hace más fácil de afrontar y el duelo por la pérdida de un ser querido puede llegar a ser muy difícil de superar.

Un duelo que no se ha sabido llevar puede convertirse en un duelo patológico, el cual puede conducir a problemas emocionales más largos e intensos. Un profesional en terapia psicológica puede ayudarnos a encontrar la forma más apropiada de manejar las emociones que aparecen como respuesta a la muerte de un ser querido.

2. Nos estamos enfrentando a un cambio en nuestra vida

Los grandes cambios vitales, como la maternidad y la paternidad, iniciar una nueva etapa de la vida en un lugar nuevo o el mero hecho de comenzar un nuevo trabajo o una nueva carrera pueden resultar estresantes o difíciles de manejar.

En las sesiones de terapia psicológica, se puede trabajar el desarrollo de habilidades y estrategias que nos ayuden a reducir o controlar los eventos estresantes o los cambios vitales. Además, la terapia resulta sumamente útil para identificar nuevos objetivos y desarrollar un plan para lograrlos.

3. Aprender a manejar emociones

En ciertos momentos, podemos experimentar emociones negativas o angustiosas que no siempre sabemos manejar. No es necesario que ocurran grandes desgracias o cambios, muchas veces las presiones diarias ejercen un ligero efecto sobre nuestro estado de ánimo que, si se acumula, puede derivar en sentimientos o pensamientos negativos.

Antes de que esto ocurra, es muy recomendable acudir a la consulta de un profesional en psicología que nos ayuda a explorar y manejar estos sentimientos contra los que estamos luchando.

4. Evitar pensamientos negativos o dañinos

Aunque a primera vista pueda parecernos algo extremo, las situaciones emocionales complicadas que quedan por resolver pueden acabar por convertirse en problemas o trastornos emocionales graves. Estos ocurren porque las emociones negativas conducen a pensamientos negativos o dañinos que, de no ser tratados con la ayuda de un profesional, pueden acabar mucho peor.

5. Superar un temor

Tanto si se trata de una fobia como de un temor menos intenso, los miedos pueden llegar a interferir significativamente en nuestro día a día o impedirnos hacer cosas que realmente nos gustaría experimentar.

Con la ayuda de un psicólogo o psicóloga experimentado, podemos comenzar a superar nuestros miedos y llevar a cabo todo aquello que deseemos.

6. Recuperar la motivación por aquello que antes nos hacía sentir bien

La pérdida de la motivación en aquellos aspectos de la vida o situaciones que antes nos hacían sentir bien es un indicador de que algo nos está pasando. Si antes nos encantaba salir y estar con más gente, pero últimamente nos estamos alejando de nuestro entorno social puede que, en realidad, estemos experimentando algo más profundo.

7. Evitar tener que recurrir a otras alternativas que pueden ser dañinas

Algunas situaciones vitales pueden llevarnos a tal extremo emocional que algunas personas se sienten en la necesidad de recurrir al alcohol o las drogas como forma de lidiar con aquello que está sucediendo en su vida.

Acudir a terapia psicológica a tiempo, puede ayudarnos a evitar el tener que recurrir a estas alternativas que pueden llegar a convertirse en una adicción o en un trastorno por consumo de sustancias. Aun así, en el caso de haber comenzado a consumir, acudir a terapia también nos ayudará a salir de dicha situación.

8. Nos sentimos solos

Paradójicamente, en una era en la que estamos más conectados que nunca con el resto del mundo, la soledad es uno de los sentimientos que afecta a mayor número de personas. La terapia psicológica, tanto individual como grupal, nos puede ayudar a lidiar con estos sentimientos y cambiar esta situación de soledad.

9. Mejorar nuestra relación sentimental o de pareja

Las relaciones de pareja, sin importar de qué tipo sean estas, implican un trabajo duro en el que no siempre obtenemos los resultados que queremos. En estos casos, la terapia puede ayudarnos a explorar mejores maneras de comunicarnos con nuestra pareja, así como nos ofrece las herramientas necesarias para resolver aquellos posibles problemas que puedan aparecer.

10. Aprender a tomar el control (o aceptar que no lo tenemos)

Bajo ciertas circunstancias, podemos experimentar esa desagradable sensación de que hemos perdido el control de nuestra vida. Tanto si poseemos ese control y lo hemos perdido, como si en realidad no está en nuestras manos, la terapia psicológica nos ofrecerá las técnicas y recursos necesarios para afrontar esta situación.

11. Dormir mejor

La experimentación de estados emocionales intensos, estrés o las preocupaciones del día a día, pueden alterar nuestros patrones de sueño, impidiendo que descansemos bien, favoreciendo el insomnio y, por lo tanto, haciendo que nos sintamos más cansados y de peor humor.

La terapia psicológica nos puede ayudar a manejar estas emociones y evitar que estas afecten a nuestro descanso.

12. Simplemente hablar con alguien

Finalmente, y haciendo hincapié en todo lo que hemos dicho anteriormente, no es necesario tener que esperar a que algo malo nos ocurra para acudir a terapia psicológica. En ciertos momentos, solamente necesitamos a alguien que nos escuche, alguien que no nos juzgue y para ello, nada mejor que un buen profesional en psicología.


Psic. y Mente 

miércoles, 28 de septiembre de 2022

Ataque de Pánico

 Descripción general

Un ataque de pánico es un episodio repentino de miedo intenso que provoca reacciones físicas graves cuando no existe ningún peligro real o causa aparente. Los ataques de pánico pueden provocar mucho miedo. Cuando se presenta un ataque de pánico, puedes sentir que estás perdiendo el control, que estás teniendo un ataque cardíaco o, incluso, que vas a morir.

Muchas personas tienen solo uno o dos ataques de pánico en toda su vida, y el problema quizás desaparece cuando se resuelve una situación estresante. Sin embargo, si tienes ataques de pánico inesperados y recurrentes, y pasas mucho tiempo con miedo constante de sufrir otro ataque, es probable que tengas una afección llamada «trastorno de pánico».

A pesar de que los ataques de pánico en sí mismos no ponen en riesgo la vida, pueden provocar mucho miedo y afectar, de manera significativa, tu calidad de vida. Sin embargo, el tratamiento puede ser muy eficaz.

Síntomas

Los ataques de pánico suelen comenzar de forma súbita, sin advertencia. Pueden aparecer en cualquier momento: cuando estás conduciendo, en un centro comercial, cuando estás profundamente dormido o en medio de una reunión de negocios. Puedes tener ataques de pánico ocasionales o con frecuencia 

Los ataques de pánico tienen muchas variantes, pero los síntomas suelen alcanzar su punto máximo en cuestión de minutos. Después de que el ataque de pánico desaparece, puedes sentirte fatigado y exhausto.

Los ataques de pánico suelen comprender alguno de estos signos o síntomas:

  • Sensación de peligro o fatalidad inminente
  • Miedo a perder el control o a la muerte
  • Taquicardia y palpitaciones
  • Sudor
  • Temblores o sacudidas
  • Falta de aliento u opresión en la garganta
  • Escalofríos
  • Sofocos
  • Náuseas
  • Calambres abdominales
  • Dolor en el pecho
  • Dolor de cabeza
  • Mareos, sensación de desvanecimiento o desmayos
  • Sensación de entumecimiento u hormigueo
  • Sentimientos de irrealidad o desconexión

Uno de los peores aspectos de los ataques de pánico es el miedo intenso a que se repitan. Ese miedo puede ser tan fuerte que puede hacerte evitar determinadas situaciones en las que podrían ocurrir.

Cuando debes consultar con un médico

Si tienes síntomas de ataque de pánico, busca ayuda médica lo más rápido posible. Si bien los ataques de pánico son sumamente incómodos, no son peligrosos. Sin embargo, son difíciles de controlar por cuenta propia y pueden empeorar si no se tratan.

Los síntomas de los ataques de pánico pueden ser similares a los de otros problemas de salud graves, como un ataque cardíaco, por lo que es importante que el proveedor de atención médica te evalúe si no estás seguro de qué está causando tus síntomas.

Causas

Se desconoce la causa de los ataques de pánico o del trastorno de pánico, pero estos factores pueden influir:

  • La genética
  • Un alto nivel de estrés
  • Un carácter que es más sensible al estrés y proclive a las emociones negativas
  • Ciertos cambios en la manera en que funcionan las partes del cerebro

Los ataques de pánico pueden aparecer de forma repentina y sin previo aviso la primera vez, pero con el paso del tiempo, generalmente se desencadenan a causa de ciertas situaciones.

Algunas investigaciones sugieren que la reacción natural de nuestro cuerpo de luchar o huir ante el peligro está relacionada con los ataques de pánico. Por ejemplo, si un oso pardo te persiguiera, tu cuerpo reaccionaría de forma instintiva. La frecuencia cardíaca y la respiración se acelerarían ya que tu cuerpo se prepara para una situación potencialmente fatal. Muchas de las mismas reacciones suceden en un ataque de pánico. Pero se desconoce por qué ocurren los ataques de pánico cuando no hay un peligro evidente. 

Factores de riesgo

Los síntomas del trastorno de pánico suelen comenzar al final de la adolescencia o a principios de la adultez y afectan a las mujeres más que a los hombres.

Los factores que aumentan el riesgo de padecer ataques o trastorno de pánico comprenden los siguientes:

  • Antecedentes familiares de ataques de pánico o trastorno de pánico
  • Factores de estrés importante en la vida, como la muerte o una enfermedad grave de un ser querido
  • Un suceso traumático, como una agresión sexual o un accidente grave
  • Cambios importantes en la vida, como un divorcio o la incorporación de un bebé a la familia
  • El consumo de tabaco o cafeína en exceso
  • Antecedentes de maltrato físico o abuso sexual en la niñez

Complicaciones

Si no se tratan, los ataques y el trastorno de pánico pueden afectar casi todas las áreas de tu vida. Es posible que tengas tanto miedo de tener más ataques de pánico que vivas en un estado constante de miedo, lo que arruina la calidad de vida.

Los ataques de pánico pueden provocar o estar relacionados con las siguientes complicaciones:

  • Manifestación de fobias específicas, como miedo a conducir o salir de tu casa
  • Atención médica frecuente por preocupaciones de salud y otras enfermedades
  • Rechazo de situaciones sociales
  • Problemas en la casa y en la escuela
  • Depresión, trastorno de ansiedad y otros trastornos psiquiátricos
  • Riesgo elevado de suicidio o pensamientos suicidas
  • Consumo inadecuado de alcohol u otras sustancias

Problemas económicos

Para algunas personas, el trastorno de pánico puede comprender la agorafobia, que consiste en evitar los lugares o situaciones que provocan ansiedad por miedo a no ser capaz de escapar u obtener ayuda si sufres un ataque de pánico. O puedes volverte dependiente de otras personas para que te acompañen si sales de tu casa.

Prevención

  • No existe una manera segura de evitar los ataques de pánico o el trastorno de pánico. Sin embargo, estas recomendaciones pueden ayudar.
  • Busca tratamiento para los ataques de pánico cuanto antes para ayudar a evitar que empeoren o se vuelvan más frecuentes.
  • Cumple con el plan de tratamiento para ayudar a evitar las recaídas o el agravamiento de los síntomas de los ataques de pánico.
  • Haz actividad física regularmente, ya que puede contribuir a protegerte de la ansiedad.

 Diagnóstico

El médico de atención primaria determinará si tienes ataques de pánico, trastorno de pánico u otro trastorno, como problemas de corazón o tiroides, con síntomas que parecen ataques de pánico.

Para determinar un diagnóstico, es posible que debas hacer lo siguiente:

Un examen físico completo

Análisis de sangre para verificar la tiroides y otras enfermedades posibles y análisis del corazón, como un electrocardiograma (ECG o EKG)

Una evaluación psicológica para hablar de tus síntomas, temores o preocupaciones, situaciones estresantes, problemas en tus relaciones, situaciones que puedes estar evitando y antecedentes familiares

Puedes llenar una autoevaluación o un cuestionario psicológico. Es posible que te pregunten acerca del consumo de alcohol u otras sustancias.

Criterios para el diagnóstico del trastorno de pánico

No todas las personas que sufren ataques de pánico tienen un trastorno de pánico. Para el diagnóstico del trastorno de pánico, Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders DSM-5 (Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales, DSM-5), publicado por American Psychiatric Association (Asociación Estadounidense de Psiquiatría), enumera los siguientes puntos:

Tienes ataques de pánico frecuentes inesperados.

Después de al menos uno de los ataques, hubo un período de un mes o más de preocupación continua por la posibilidad de sufrir otro ataque; sentiste miedo constante de las consecuencias de un ataque, como perder el control, padecer un ataque cardíaco o "volverte loco", o cambiaste tu comportamiento de manera significativa, por ejemplo, evitar situaciones que crees que pueden desencadenar un ataque de pánico.

Tus ataques de pánico no se deben al consumo de medicamentos u otras sustancias, a una enfermedad ni a otro trastorno relacionado con la salud mental, como fobia social o trastorno obsesivo compulsivo.

Si sufres ataques de pánico, pero no te han diagnosticado trastorno de pánico, todavía puedes beneficiarte con un tratamiento. Si los ataques de pánico no se tratan, pueden empeorar y convertirse en un trastorno de pánico o fobias.

Tratamiento

El tratamiento puede contribuir a reducir la intensidad y la frecuencia de los ataques de pánico y a mejorar tus actividades en la vida diaria. Las opciones de tratamiento principales son psicoterapia y medicamentos. Te pueden recomendar un tratamiento o los dos, según tu preferencia, tu historia clínica, la gravedad del trastorno de pánico y el acceso a los terapeutas especializados en el tratamiento de los trastornos de pánico.

Psicoterapia

La psicoterapia, también llamada terapia de conversación, se considera una primera opción de tratamiento efectivo para los ataques de pánico y los trastornos de pánico. La psicoterapia puede ayudarte a comprender los ataques de pánico y trastornos de pánico, y puede servir para que aprendas a controlarlos.

La terapia cognitiva conductual es una forma de psicoterapia que puede ayudarte a comprender, a través de tu propia experiencia, que los síntomas de pánico no son peligrosos. Tu terapeuta te ayudará a recrear poco a poco los síntomas de un ataque de pánico de una manera repetitiva y segura. Una vez que las sensaciones físicas de pánico ya no se perciben como amenazantes, los ataques comienzan a resolverse. Un tratamiento exitoso también puede ayudarte a superar los miedos a situaciones que has evitado debido a los ataques de pánico.

Notar los resultados del tratamiento puede llevar tiempo y esfuerzo. Puede que empieces a ver que los síntomas de los ataques de pánico disminuyen al cabo de algunas semanas, y los síntomas en general se reducen de manera notable o desaparecen tras varios meses. Puedes programar consultas de mantenimiento ocasionales a fin de asegurar que tus ataques de pánico sigan controlados o para tratar la reaparición de estos.

Medicamentos

Los medicamentos pueden ayudar a disminuir los síntomas de los ataques de pánico, así como los de la depresión si es un problema para ti. Varios tipos de medicamentos han demostrado ser efectivos para el control de los síntomas de los ataques de pánico, entre ellos los siguientes:

  1. Inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS). Los antidepresivos inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina, que generalmente son seguros y conllevan un bajo riesgo de efectos secundarios graves, se suelen recomendar como la primera opción de medicamentos para tratar los ataques de pánico. Los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina aprobados por la Administración de Alimentos y Medicamentos (Food and Drug Administration, FDA) para el tratamiento del trastorno de pánico comprenden la fluoxetina (Prozac), la paroxetina (Paxil, Pexeva) y la sertralina (Zoloft).
  2. Inhibidores de la recaptación de serotonina y norepinefrina (IRSN). Estos medicamentos son otra clase de antidepresivos. El IRSN venlafaxina (Effexor XR) cuenta con la aprobación de FDA para el tratamiento del trastorno de pánico.
  3. Benzodiazepinas. Estos sedantes son depresores del sistema nervioso central. Las benzodiazepinas aprobadas por la FDA para el tratamiento del trastorno de pánico incluyen el alprazolam (Xanax) y el clonazepam (Klonopin). Las benzodiazepinas se utilizan, por lo general, únicamente a corto plazo, dado que pueden crear adicción y causar dependencia física o mental. Estos medicamentos no son una buena opción si has tenido problemas con el consumo de alcohol o de drogas. Además, pueden interactuar con otros medicamentos y causar efectos secundarios peligrosos.

Si un medicamento no funciona bien para ti, es posible que el médico recomiende cambiar a otro medicamento o combinar algunos medicamentos para aumentar la efectividad. Ten en cuenta que es posible que la mejoría en los síntomas se note recién después de varias semanas de haber iniciado el tratamiento con medicamentos.

Todos los medicamentos conllevan un riesgo de efectos secundarios, y algunos pueden no ser recomendables en algunas situaciones, como durante el embarazo. Consulta con el médico acerca de los efectos secundarios y riesgos posibles.


Mayoclinic