El
vaginismo se produce cuando los músculos que rodean la vagina (esfínter
vaginal) se contraen involuntariamente, produciendo un espasmo que mantiene la
vagina cerrada, impidiendo la penetración.
Esta
contracción es parte de la respuesta del estrés, una reacción destinada a
proteger al cuerpo de una aproximación no deseada.
"Normalmente,
estos músculos mantienen la vagina cerrada hasta el momento en que es necesaria
su dilatación. En ese momento, los músculos se relajan y la vagina puede
dilatarse. Esta relajación del esfínter vaginal permite que se produzca la
penetración sexual, el parto, exploraciones médicas, inserción de tapones, etc".
El
vaginismo está clasificado en:
Vaginismo primario:
Ocurre cuando una mujer nunca ha sido capaz de tener relaciones sexuales o
lograr cualquier tipo de penetración. Es comúnmente descubierta en las
adolescentes y mujeres en su veintena, pues es cuando la mujer intenta el uso
de tampones, tener relaciones sexuales o cuando va al médico para practicarse
una prueba de Papanicolaou. Una mujer puede tener vaginismo y no darse cuenta
de que lo tiene hasta el momento en que intenta tener una penetración vaginal.
Probablemente puede pensar que la penetración debe de ser naturalmente sencilla
o puede que lo ignore debido a su condición.
Vaginismo secundario:
Ocurre cuando una mujer que previamente ha sido capaz de lograr la penetración
vaginal normalmente, de repente se siente incapaz de ello. Esto puede ser por
causas físicas -infecciones vaginales, trauma durante el parto, secuelas tras
cirugía ginecológica, etc.- o por causas psicológicas. El tratamiento para este
tipo es el mismo que para el primario, sin embargo, en estos casos, el hecho de
que previamente se haya podido lograr una penetración de forma satisfactoria es
un factor que predispone a que la afección se pueda solucionar con mayor
rapidez.
La
severidad del vaginismo puede variar de una mujer a otra, de modo que los
síntomas pueden ser diferentes, de modo que cada mujer puede presentar todos
los síntomas siguientes o sólo algunos de ellos:
- Penetración
vaginal difícil, dolorosa o imposible durante la relación sexual.
- Dolor
vaginal durante la relación sexual o un examen pélvico.
- No
poder insertar tampones en la vagina.
- No
poder realizarse un examen médico pélvico.
- No
poder insertar el propio dedo en la vagina.
- Dolor
cuando se intenta la penetración debido a la contracción muscular.
- Pérdida
del deseo sexual cuando se intenta la penetración.
Las
mujeres con vaginismo suelen tornarse ansiosas ante las relaciones sexuales.
Sin embargo, esto no quiere decir que no puedan excitarse sexualmente. Muchas
mujeres con esta afección pueden tener orgasmos cuando se estimula el clítoris.
A
nivel emocional, puede aparecer desde una serie de síntomas que van desde una
leve aprensión en el momento de la penetración, que puede desaparecer con
palabras de comprensión y apoyo, hasta un gran ansiedad, con palpitaciones, que
lleva a la mujer a cerrar fuertemente las piernas y empujar a la persona que
intenta la aproximación, huyendo de la situación.
El
vaginismo suele producir frustración, pues la mujer desea poder mantener una
relación con penetración y se siente frustrada por no lograrlo. No obstante,
también hay que tener presente que la sexualidad, los gustos y los
comportamientos sexuales son muy variados, y una mujer puede no sentirse
atraída por la penetración, prefiriendo otros tipos de actos sexuales
diferentes (sexo oral, masturbación por parte de la pareja, etc.). Por
desgracia, la presión social hacia la penetración es muy fuerte, y se considera
que a toda mujer heterosexual debe gustarle la penetración, cuando eso no tiene
por qué ser necesariamente cierto. Del mismo modo que a algunas personas les
atrae el sexo oral y otras lo rechazan, o a algunas personas les gusta el sexo
anal y otras lo rechazan, a algunas mujeres no les atrae la penetración.
Si
este es el caso, puede darse un problema en la pareja por desear cosas
diferentes, y pueden necesitar asesoramiento psicológico, pero no se trataría
de un problema de vaginismo. Antes de realizar el diagnóstico de vaginismo, hay
que asegurarse de que la mujer realmente desea la penetración y le supone un
problema no poder llevarla a cabo.
La
existencia de vaginismo no implica que exista ausencia de deseo sexual. Muchas
mujeres están excitadas y desean realizar el acto sexual, y disfrutan sin
problemas con otros tipos de relaciones sexuales que no incluyan la
penetración. Las causas de vaginismo son las siguientes:
-
Inhibiciones sexuales debido a
creencias religiosas que hacen percibir el acto sexual como sucio, pecaminoso,
etc. En estos casos, una parte de la mujer puede desear mantener relaciones,
mientras que otra parte las rechaza debido a la educación recibida, de modo que
aparecen impulsos contradictorios que crean ansiedad. “La
educación familiar y / o religiosa muy rigurosa, estricta, que impide ver al
sexo como productor de placer”.
-
Miedo. Algunas mujeres tienen miedos
en relación al sexo, como miedo al dolor, miedo al embarazo u otros tipos de
miedos que producen ansiedad, la cual hace que la vagina permanezca seca y
contraída, impidiendo la penetración.
- La mala información
respecto al sexo o la falta de educación sexual pueden promover diversos
miedos. La falta de información puede dar lugar a incertidumbre y miedo a lo
desconocido. Otros miedos como a no gustar a la pareja, a no saber hacerlo, a
no responder a las expectativas de la pareja, a ser rechazada, a ser controlada
por un hombre, etc., pueden producir ansiedad. En algunos casos, una primera
experiencia sexual dolorosa puede producir miedo; por ejemplo, la mujer puede
pensar que su vagina es demasiado pequeña. “A veces se le ha hablado cuando
niña, y quizás por la persona menos indicada del dolor que sufriría “su primera
vez” de modo que el temor que siente a la experiencia sexual hace que se
produzca el vaginismo, y luego se transforma en una disfunción difícil de
superar”.
-
En algunos casos, el vaginismo puede
aparecer tras una historia de relaciones sexuales con penetración sin problemas
debido a los efectos físicos de después del parto, cansancio o algún otro
motivo que hace que la mujer no esté preparada para el acto sexual.
-
Infecciones vaginales. Las
infecciones y otros problemas médicos pueden hacer que la penetración sea
dolorosa, de modo que aparece ansiedad. Incluso una vez superada la infección
puede seguir existiendo ese miedo al dolor. El dolor debido a la irritación
vaginal causada por el uso de espermicidas o el látex del preservativo puede
provocar vaginismo.
-
Búsqueda del acto sexual por motivos
equivocados. A veces, aunque una mujer desee realizar el acto sexual, el
motivo por el que quiere hacerlo no es el deseo sexual, sino otro diferente.
Por ejemplo, algunas adolescentes pueden querer perder la virginidad por
considerar que tienen una edad a la que ya deberían haber probado el sexo,
cuando en realidad todavía no están preparadas o no lo desean libremente. En
otras ocasiones, una mujer puede estar buscando principalmente amor y contacto
físico, sin desear realmente el sexo, pero se ve empujad a dar sexo a cambio de
esa cercanía emocional. Esto supone una traición a sí misma hacia la que el
cuerpo se rebela, produciéndose la contracción de la vagina que impide la
penetración. “A veces luego de varios embarazos y ante el deseo de
no volver a tener otro hijo, el miedo a quedar embarazada produce el vaginismo
o en ocasiones luego de una ruptura amorosa que le produjo mucho dolor, ante la
nueva pareja, descubre que no puede realizar el acto, toda vez que su vagina se
contrae, el dolor es severo y le impide disfrutar de su nueva experiencia
sexual”.
-
Traumas. Por ejemplo, enfermedades
que llevaron a que el cuerpo fuese repetidamente expuesto a tratamientos
médicos, graves complicaciones durante el parto, abuso sexual o violación, maltrato.
En algunas ocasiones, no se puede encontrar ninguna causa.
Un
examen pélvico puede confirmar el diagnóstico de vaginismo. Igualmente, es
importante realizar una historia clínica y un examen físico completo para
buscar otras causas de dolor con la relación sexual (dispareunia)
El
tratamiento consiste en una combinación de educación, asesoría y ejercicios
tales como contracción y relajación de los músculos del piso pélvico
(ejercicios de Kegel).
Se
recomiendan ejercicios de dilatación vaginal mediante dilatadores plásticos, lo
cual debe hacerse bajo la dirección de un sexólogo u otro médico. Esta terapia
debe involucrar a la pareja y gradualmente se puede incluir contacto más
íntimo, que en definitiva lleva a la relación sexual.
El
médico debe darle información acerca de la anatomía sexual, el ciclo de la
respuesta sexual y los mitos comunes sobre el sexo. Se recomienda atención psicológica.
El
tratamiento dependerá de las causas por las que se está produciendo el
vaginismo en cada mujer. Es posible que sea necesaria una educación sexual para
librar a la mujer de ideas erróneas respecto al sexo. Las falsas creencias que
están manteniendo el problema pueden corregirse con facilidad. Tener una
información apropiada acerca del sexo es importante para tener una sexualidad
sana.
En
casos de traumas, como violaciones, será necesario tratar el trauma y ayudar a
la mujer a superar lo ocurrido en vez de centrarse en el vaginismo, que no es
el verdadero problema, sino un síntoma más.
Cuando
la causa del vaginismo es el miedo a la penetración (por miedo al dolor, por
ejemplo), pueden usarse dilatadores vaginales. Se trata de dilatadores con
forma de pene de diversos tamaños. Se empieza utilizando el más pequeño y
cuando pueda usarse sin problemas se pasa a un tamaño mayor.
Los
dilatadores suele usarlos la mujer estando a solas, aunque si así lo prefiere
puede usarlos con su pareja, como forma del juego sexual.
Cuando
puedas utilizar el dilatador de mayor tamaño sin sentirte ansiosa y sin sentir
ningún dolor, entonces puedes intentar la penetración por parte de tu pareja.
Si
consideras que el uso de dilatadores no es el método más apropiado para ti,
trata de conocer tu propio cuerpo. Puedes ir poco a poco. Por ejemplo, puedes
empezar simplemente tocando tu zona vaginal. Si esto hace que te sientas
ansiosa, detente, relájate unos minutos y luego continúa de nuevo. Hazlo
durante unos días hasta que te sientas cómoda.
"Una
vez que te sientas cómoda al tocarte, puedes pasar a la siguiente fase: trata
de introducir tu dedo en tu vagina. Hazlo durante varios días hasta que te sientas
cómoda y puedas hacer esto sin problema. Después pasa a utilizar un objeto del
tamaño de un tapón para la penetración (por ejemplo, un dilatador o algún
juguete sexual de pequeño tamaño)".
Todas
estas fases puedes hacerlas a solas o con tu pareja, o bien puedes hacerlo
primero a solas y luego con tu pareja, empezando desde el principio: primero
sólo tocar la zona vaginal, sin ningún tipo de penetración, etc.
La fase en la que
puedes empezar depende del nivel de ansiedad que sientas.
Por ejemplo, si el hecho de que tu pareja (o tu misma) toque tu pubis o zona
vaginal te crea demasiada ansiedad, puedes empezar por caricias en los muslos y
caderas, hasta que te sientas cómoda haciendo esto y no sientas ningún
malestar.
Durante
la terapia se intenta reducir y eliminar la ansiedad producida por la
incapacidad de mantener una relación sexual.
Las técnicas de relajación
muscular son muy utilizadas.
En
algunos casos, los especialistas prescriben determinados medicamentos que, si
bien no curan el vaginismo ya que los medicamentos que se utilizan tienen
efecto antifóbico, como los antidepresivos, pero no se recetan para toda la
vida, sino hasta que la paciente logra conocer su cuerpo y perder el temor.