jueves, 10 de septiembre de 2015

90 Errores más Comunes en el Matrimonio

Cada matrimonio y cada cónyuge por separado, según sean sus características y situaciones, tendrá un concepto diferente de cuáles son los más importares para ellos. Es tarea de cada uno el ponerlos en el orden que quieran, para intentar evitarlos o en su caso corregirlos. Es fácil caer en estos errores si no se ponen los medios para impedirlo. Lo importante es levantarse siempre y buscar la manera de evitar o afrontar los errores y sus correspondientes soluciones. 
  1. Contraer matrimonio en la adolescencia o sus cercanías, sin la madurez suficiente. Los cónyuges tienen que hacer un esfuerzo extraordinario de formación para solucionar los problemas que su inmadurez les produce.
  2. Cuando a la vista de los primeros síntomas del nacimiento de un problema grave, o aparentemente irresoluble, no buscan un intermediario para que les ayude a encontrar soluciones. Bien sea un sacerdote, pastor, rabino o imán, según la religión que profesen, o amigos y familiares en común, que sean serios, bien formados y respetables y que puedan servir de orientadores.
  3. Cuando coexiste la Incongruencia entre el decir y el actuar relacionado con las continuas promesas expresamente incumplidas de cosas importantes para los cónyuges.
  4. Cuando desaparece el amor por el tu, y sólo queda el amor por el yo.
  5. Cuando desaparece el encanto físico de los comienzos y empiezan a romperse u olvidarse los compromisos y proyectos que hicieron, incluso el futuro familiar que construyeron juntos.
  6. Cuando el comportamiento del cónyuge es muy diferente en el hogar o ante familiares y amigos, estando presente o ausente el otro cónyuge,
  7. Cuando falta el amor humano y el religioso y predomina el egoísmo.
  8. Cuando falta el deseo de negociar y llegar a acuerdos constantemente y se sustituye por la imposición a ultranza.
  9. Cuando falta el pedir perdón en las ofensas, la alegría en las penas, y la fuerza en la debilidad. Son situaciones que ambos cónyuges deben prevenirlas y descubrirlas para tratar de ponerles remedio y así evitar que empiecen los riesgos de un divorcio
  10. Cuando falta el respeto interior y exterior, la comprensión, el compromiso y el entendimiento entre los cónyuges, estando solos o acompañados.
  11. Cuando falta la generosidad y la solidaridad con los problemas o situaciones del cónyuge.
  12. Cuando falta la madurez y el equilibrio y no ponen ambos los remedios para mejorarlo.
  13. Cuando falta la sagrada intimidad que produce el matrimonio y esta se comparte con terceros.
  14. Cuando falta la unidad. Es muy peligroso decir o pensar: Haz lo que quieras que yo también haré lo que quiera.
  15. Cuando falta, en uno o en los dos cónyuges, la actitud para mejorar el matrimonio y se conforman por igualarse por la alpargata en vez de por la corbata. Es decir en vez de crecer juntos, se disminuyen.
  16. Cuando hay una mala comunicación en los temas difíciles e importantes para los cónyuges en sus relaciones privadas o externas.
  17. Cuando hay una sistemática disparidad en las relaciones con los hijos, premiando, castigando o consintiendo sus actos, solamente por llevar siempre la contraria al cónyuge para desautorizarle.
  18. Cuando impiden por la fuerza que los hijos o el otro cónyuge practiquen sus sentimientos religiosos.
  19. Cuando las faltas matrimoniales se cubren con aparatosos regalos para cerrar la boca del otro cónyuge, incluso con dinero que sale de los ingresos familiares. A la larga la compra de esos silencios para evitar reproches, forman una escalada que siempre termina mal.
  20. Cuando los cónyuges basan las acciones de su matrimonio en el egoísmo personal, pretendiendo ser satisfechos continuamente por el otro cónyuge.
  21. Cuando los cónyuges convierten la libertad matrimonial en libertinaje. Nadie está más esclavizado que aquellos que se creen falsamente libres.
  22. Cuando los cónyuges no quieren trabajar juntos en los momentos de adversidad matrimonial, religiosa, económica o emocional, para superar las crisis. 
  23. Cuando no aceptan las diferencias de conocimientos y las consideran como distanciadoras, lo que en realidad deberían ser enriquecedoras y complementarias, además de una ayuda para crecer los dos hacia una mejor vida intelectual y profesional.
  24. Cuando no hay una actitud amable del uno con el otro, ni gestos físicos de cariño.
  25. Cuando no se es lo suficientemente valiente e inteligente como para callarse ante la injuria y buscar posteriormente la reconciliación tras la ofensa.
  26. Cuando no se está abiertos a la relación con los otros familiares: Abuelos, hermanos políticos, tíos, primos, etc.
  27. Cuando no se ha tratado de igualar o mejorar en lo posible, las diferentes educaciones, culturas, situaciones económicas, prácticas religiosas, ideas políticas, amistades, costumbres anteriores, etc. y se conforman con decir ¡A mi me educaron así!
  28. Cuando no se quiere hablar con el cónyuge sobre el sexo matrimonial, la educación de los hijos, el valor del dinero u otros temas importantes y difíciles, teniendo que digerirlos en soledad.
  29. Cuando no se quiere, no se puede o no se sabe compaginar las profesiones o actividades del otro cónyuge.
  30. Cuando no se reconocen las propias limitaciones y se rehúsa a aceptar la realidad física, económica, intelectual o social. Esto puede producir graves frustraciones que perjudiquen a los dos cónyuges y arrastrar a ambos a situaciones peligrosas familiares, profesionales o sociales.
  31. Cuando no se respetan las legítimas diferencias físicas, mentales, educativas y emocionales del otro consigue, ni se intentan entenderlas.
  32. Cuando se culpabiliza de todos los errores del matrimonio a los padres o familiares del otro cónyuge, sin querer asumir la responsabilidad que a cada uno le corresponda.
  33. Cuando se encarga al cónyuge con responsabilidades o trabajos impropios de su condición, debido a que el otro cónyuge no quiere hacerlas.
  34. Cuando se ignora, desprecia o se tienen relaciones tensas con la familia política.
  35. Cuando se manipula al otro cónyuge para obtener intereses en beneficio propio.
  36. Cuando se permite al cónyuge, hacer lo que quiera, dónde quiera, cómo quiera y la hora que quiera, aunque eso vaya en contra del matrimonio y de las responsabilidades familiares.
  37. Cuando se producen errores, el uso inadecuado del respeto y de las atribuciones lógicas de cada cónyuge, si prevalece el autoritarismo o la permisividad, sin punto medio.
  38. Cuando se sobreprotege al cónyuge de todas las dificultades, tratándole como si fuera menor de edad y demostrando un amor obsesivo, para crearle inseguridad y evitar su desarrollo intelectual y social, casi siempre en beneficio del otro cónyuge.
  39. Cuando solamente hay unión de los cuerpos, pero no de las almas y no buscan en ambos el crecimiento interior, moral y espiritual.
  40. Cuando surge la indiferencia, la falta de comunicación, la frialdad amorosa, la critica constante, la falta de compromiso y el entendimiento hacia el otro cónyuge.
  41. Cuando sus formas de vida anteriores al matrimonio eran diferentes o antagónicas y no se ponen a procurar llegar a acuerdos para que haya armonía y compatibilidad.
  42. Discutir sobre ideas políticas o religiosas antagónicas, queriendo imponerlas o mantenerlas a ultranza. Traten de convencer, no de vencer.
  43. El abandono mental del matrimonio, incluso mucho antes que llegue el divorcio.
  44. El aburrimiento: Frases más frecuentes: Nos hemos cansado el uno del otro. Somos incompatibles. Ya no nos queremos. Nuestro matrimonio está irremediablemente perdido.
  45. El engaño o violencia económica que suele ocurrir cuando se tienen ingresos que no se aportan al fondo común y cada uno gasta en lo que quiere,  cuando quiere y como quiere, sin importarles las necesidades de la familia. Este es uno de los principales motivos de los fracasos matrimoniales. Pero es muy difícil corregirlo, pues en algunas culturas los matrimonios no son para todo, pues dejan fuera la parte económica.
  46. El no compartir los principio e ideas fundamentales en el matrimonio.
  47. El permitir que las adicciones se instalen en la familia.
  48. Faltar a la palabra de honor dada en el matrimonio, al prometer que es para siempre, en la salud y en la enfermedad e indisoluble.
  49. Hablar continuamente y hacer comparaciones de los matrimonios, hijos o familiares anteriores.
  50. Imponer por la fuerza lo que creemos que es nuestra verdad.
  51. La escasa educación en los órdenes: Familiar, religiosa, social, económica, sexual, etc.
  52. La falta de ayuda al cónyuge para que mejore sus capacidades profesionales, escolares, sociales, religiosas, etc. privándole del crecimiento personal y fomentando la dependencia al otro cónyuge. Suprimiéndole cualquier posibilidad de tener una alternativa o que esté bien preparado para el caso de que haya graves problemas familiares.
  53. La falta de comunicación o la comunicación inadecuada o deficiente.
  54. La falta de cumplimiento de los derechos y obligaciones entre los cónyuges y para con los hijos.
  55. La falta de la práctica de las virtudes y valores humanos,  principalmente las relacionadas con el matrimonio.
  56. La falta de perdón, arrepentimiento, reconciliación y firme propósito de la enmienda. Deben aprender a pedir perdón y a perdonar. Nunca deberán acostarse sin perdonar y buscar el ser perdonado. Un pequeño gesto sentimental puede ser suficiente para indicar el deseo del perdón.
  57. La falta de planificación financiera, imprescindible para intentar alcanzar unos objetivos mutuamente acordados.
  58. La falta de un buen sistema de administración de todos los ingresos familiares, incluyendo la realización de unos objetivos económicos, un presupuesto y un sistema de control de lo realizado y de lo que hay que realizar.
  59. La incompatibilidad o egoísmo sexual, que normalmente oculta una falta de auténtico amor, carencia de sensibilidad y capacidad de donación y aceptación.
  60. La Infidelidad conyugal, sexual o económica que rompe el compromiso del amor mutuo, exclusivo y para siempre, que además siembra la desconfianza.
  61. La inmadurez en las relaciones matrimoniales, al no haber tratado previamente de amoldar o eliminar las diferencias que los separan y reforzar las que más les unen, pensando que ya habrá tiempo para hacerlo.
  62. La monotonía, enfrentamientos o violencia física o mental que hacen disminuir o anulan el placer sexual, o la monotonía en la vida cotidiana.
  63. La pérdida de objetivos e intereses comunes relacionados con las obligaciones, gustos y aficiones de ambos, normalmente comentadas durante el noviazgo.
  64. La primera agresión o acto violento si no se corrige en ese mismo momento.
  65. La reincidencia en cosas graves sin que haya verdadero arrepentimiento, propósito de la enmienda y satisfacción de obra, corrección de actitudes y controles de comportamiento.
  66. La soberbia hace que muchos cónyuges equivocadamente se rodeen de una muralla, como en las fortificaciones antiguas, no permitiendo que nadie ni nada la traspase. Soberbiamente creen que lo saben todo y no aceptan ni oír otras opiniones. Así sucede que con el paso del tiempo se van aislando en sus “creencias” y las personas que les deberían aconsejar con otras alternativas, no se las dicen porque no quieren ser rechazados, incluso antes de ser escuchados. Eso pasa a las personas y las naciones que se aislaron del mundo, con murallas o sin ellas, y no permitieron que los habitantes de sus países conocieran los avances mundiales.
  67. La violencia familiar física, mental y en todas sus facetas, principalmente la originada por el machismo, el feminismo y el desprecio. La violencia física no es más que una cuestión de prepotencia y hábito en el uso de la fuerza.
  68. Las envidias profesionales o sociales.
  69. Las graves adicciones a las drogas, alcohol, sexo, juego, etc.
  70. Las opiniones políticas mantenidas a ultranza y queriendo imponerlas al otro cónyuge.
  71. Las pasiones confundidas con el amor y la mutua entrega. La pasión se marchita y el amor se queda.
  72. Las respectivas familias políticas, pues hay algunos cónyuges que no quieren admitir que han formado una nueva familia, a la que tienen que poner como máxima prioridad para todas sus acciones. No por eso tienen que romper relaciones con sus familias de sangre. Tienen que intentar darle su lugar a cada uno.
  73. Los celos infundados que contaminan el matrimonio y hacen la vida un infierno para los cónyuges.
  74. Los noviazgos mal llevados: Sin una buena formación prematrimonial, demasiado cortos, falta de dialogo, falta de objetivos claros comunes, egoísmos para conseguir mejor posición social, fama, conveniencia personal, pasiones desordenadas, etc. Que haya sido uno de los denominados “de a primera vista”, o motivado por otros actos que les llevaron a contraer matrimonio sin haberlo querido. El camino que no han andado antes del matrimonio tienen que recorrerlo después para evitar el fracaso.
  75. No cuidar con mucho esmero las seis cosas más importantes del matrimonio: El amor y educación de la familia, la vida espiritual, la salud, el trabajo, los amigos y la formación contínua.
  76. No dedicar a la familia el máximo tiempo posible, empleándolo en cuestiones que les satisfagan personalmente, pero no familiarmente.
  77. No formalizar ante Dios y ante la sociedad su realidad matrimonial, máxime si tienen hijos o esperan tenerlos.
  78. No hacer algo concreto para atraer al otro cónyuge, prestando solamente atención a su persona.
  79. No poner los medios para manejar, resistir y superar los problemas, graves disgustos y enfrentamientos entre cónyuges, que algunas veces producen los hijos y que repercuten enormemente en las relaciones matrimoniales, principalmente los motivados por los malos o diferentes tratos dados los hijos, propios o de anteriores matrimonios.
  80. No preguntarse periódicamente, las cosas que le gustaría que el otro cónyuge hiciera y no hiciera, y las que podrían hacer juntos para mejorar el matrimonio. Así como lo que cada uno espera del otro.
  81. Pretender maliciosamente sacar provecho personal, económico o social del matrimonio, utilizando o manipulando al cónyuge únicamente en beneficio propio.
  82. Ridiculizar al cónyuge, aunque sea con ironía o por hacer una gracia, ante los hijos, la familia o los amigos, sacando o agrandando los defectos que pudiera tener.
  83. Ser intolerantes con las costumbres y formas de vida del otro cónyuge.
  84. Si el matrimonio o cada uno de los cónyuges se rodea de amistades tóxicas que les impiden seguir las promesas matrimoniales contraídas.
  85. Siendo de convicciones religiosas, casarse solamente por el procedimiento civil o vivir en pareja sin ningún vínculo religioso ni civil.
  86. Tener cuentas separadas de ingresos, gastos, ahorros y deudas, aunque en algunas culturas sea una desgraciada costumbre que avala la unión de cuerpos pero no del dinero.
  87. Vivir solamente el día a día, sin preocuparse de tener objetivos comunes y planes futuros realistas de vida para vivir en armonía. No preguntándose cómo será su matrimonio después de 30, 40, o 50 años.
  88. Impedir que el cónyuge tenga su espacio vital propio, que le permita tener actividades de lo que le guste hacer, siempre y cuando no sean extremistas que afecten su crecimiento como persona o el matrimonio.
  89. No querer sacrificarse por el cónyuge, lo necesite o no, evitando hacer los esfuerzos necesarios en beneficio del otro. Renunciando o cediendo en las diferencias y sin entregarse el uno al otro,
  90. Cuando no hay adaptación ni cambio y no se suprimen las cosas que separan y refuerzan las que unen en la convivencia. El matrimonio es para darse sin egoísmos y adaptarse al cónyuge, sin esperar nada a cambio.

Fuente: Mi Cumbre.


miércoles, 2 de septiembre de 2015

Abuso a Menores

Aquí está una lista de cosas que hay que enseñar a sus hijos a temprana edad:
1.- Advierta a su Niña que nunca debe sentarse en el regazo de nadie, no importa la situación incluyendo tíos.

2.- Evite vestirse en frente de su hijo una vez que él o ella tenga 2 años.

3.- Nunca permita que sus hijos anden desnudos en ningún lugar. Enséñeles amor y respeto propio.

4.- Siempre que su hijo salga a jugar con los amigos asegúrese de buscar una manera de averiguar qué tipo de juego practican, especialmente en este tiempo donde los juegos sexuales son tan comunes y explícitos entre niños y adolescentes.

5.- Nunca obligue a su hijo a visitar a cualquier adulto con el que no se sienta cómodo y también deben estar atentos si su hijo llega a ser demasiado aficionado a un adulto en particular.

6.- Una vez que un niño, que es muy animado, de repente se convierte en retraído, debe usted con paciencia, tener que buscar el porqué de su conducta.

7.-  Edúcalos cuidadosamente sobre los valores correctos de la sexualidad. Si no lo hace, la sociedad va a enseñarles los valores incorrectos.

8.- Siempre es recomendable revisar lo que ven en televisión, en Internet, o lo que leen, antes de darle libertad de que ellos lo hagan.

9.- Asegúrese de activar los controles parentales en sus redes de cable e Internet y asesore a sus amigos, sobre todo a los que sus niños visitan a menudo.

10.- Enseñe a sus niños de 3 años cómo lavar sus partes íntimas correctamente y adviertales que no permitan nunca que nadie toque esas áreas.

11.- No permita que algún varón, de ninguna edad, ni parentesco, incluido el papa bañe a sus hijas. Solo la mama baña a las niñas y cuidando de que sea en un lugar no publico.

12.- Aleje todo materiales asociados con inmoralidad que ponga en peligro la salud mental de su hijo. (Esto incluye música, películas e incluso amigos y familias).

13.- Enséñales el respeto por el sexo opuesto.

14.- En lo posible nunca los dejes con desconocidos. Y si por fuerza mayor debes dejarlos con alguien que sea un familiar confiable y por poco tiempo.

15.- Una vez que su hijo se queje de una persona en particular, no guarde silencio al respecto.

Muéstrales a tus hijos que puedes defenderlos. Recuerda que somos padres formando a futuros padres y recuerda "el dolor dura toda la vida".


De la red

domingo, 30 de agosto de 2015

Sexo y Alcohol

El alcohol se ha considerado por muchas personas como un poderoso estimulante y/o excitante sexual. Ciertamente, el alcohol nos desinhibe y aunque es cierto que sí  logra apaciguar los nervios y  la ansiedad que pudiera existir respecto al sexo, lo que NO hace es mejorar la respuesta sexual humana. Al contrario, la dificulta. Pero exactamente, ¿de qué manera?
En los trabajos de investigación llevados a cabo se ha constatado que, tanto en hombres como en mujeres, produce efectos negativos sobre las señales fisiológicas de excitación sexual.

En el trastorno causado por una dependencia patológica del consumo de alcohol, los alcohólicos necesitan el alcohol para vivir, ya sea para sentirse bien físicamente, para sentirse bien psicológicamente o para poder mantener relaciones sociales.

En el hombre, en concreto, dosis incluso inferiores a las que se establecen como límite legal para determinar si la persona está o no embriagada (0.08 %) producen efectos de supresión de la erección. Así mismo el alcohol debilita la eficacia masturbatoria y disminuye el goce y la intensidad del orgasmo masculino.

Los órganos del cuerpo humano que intervienen en su ingestión y metabolismo se ven afectados de forma muy seria. Estos son: la boca, la laringe, el esófago, el estómago, el hígado, etc. El consumo excesivo de alcohol está estrechamente relacionado con diferentes enfermedades graves como las úlceras gástricas, el cáncer, la enfermedad hepática alcohólica, la cirrosis, etc.

Los efectos del alcohol en la sexualidad masculina: En este caso, la ejecución sexual se ve frustrada en varios aspectos.  Primeramente, se ven efectos de supresión de la erección debido a que el alcohol inhibe el funcionamiento del sistema nervioso autónomo, responsable de que se produzca la erección.  De más está decir que a falta de una buena erección, la penetración y el coito se ven afectados negativamente.  La ansiedad que le sigue a este tipo de situación puede hacerse responsable de nuevos fallos eréctiles en futuros intentos y, consecuentemente, el comienzo de un círculo vicioso que desemboque en el desarrollo permanente de disfunción eréctil en el hombre. El alcohol también resulta en problemas eyaculatorios para el hombre.  En el caso de la eyaculación retrasada, muchos hombres tienden a mirarlo como algo bueno.  Lo malo de esto es que la eyaculación retrasada sucede, en parte, por disminución sensorial, lo que significa que el hombre pierde un poco de sensibilidad, como si estuviera levemente adormecido.  ¿De qué vale poder durar más tiempo sin eyacular si no lo vas a sentir de la manera más deliciosa posible? Además, la eyaculación retrasada hace más común el problema eréctil, puesto que a mayor tiempo sin eyacular, mayor expectativa existe de que la erección no se mantenga… y sabemos cómo esta historia termina: sin erección y sin eyaculación

En las mujeres, incluso ingerido con moderación, dificulta la respuesta orgásmica.

El alcohol y las mujeres: en el caso de las mujeres, específicamente vemos pérdida inmediata de la sensibilidad en todo su cuerpo. Y esto repercute directamente en sus posibilidades de alcanzar un orgasmo! Sin embargo, debido a la expectativa afrodisíaca o de liberación moral, la mayor parte de las mujeres reportan aumento en su libido, aun cuando existe evidencia de que su respuesta fisiológica y hormonal se ve drásticamente afectada.  Psicológicamente hablando, el uso de alcohol puede afectar a la mujer al causar pérdida de autoestima, ansiedad, mayor exposición a abusos físicos y sexuales, y al contagio de enfermedades de transmisión sexual, por tomarse decisiones no responsables bajo los efectos de la bebida.  La relación de pareja, por su parte, puede sufrir debido a la dependencia, agravio en la comunicación, aumento en la probabilidad de agresión y abuso, y falta de atención al vínculo emocional y sexual que debe compartir la pareja. Y bueno, para aquellas mujeres que aún no se convencen de los males del alcohol, les recordamos que éste disminuye la capacidad del cuerpo para asimilar vitaminas y calcio, además de que produce acné, caspa, y dureza en la piel y el cabello.

En ambos casos tener cierto éxito con esta práctica pone a la persona en riesgo de adquirir una dependencia psicológica del alcohol. Lo más preocupante, es que bajo la influencia del alcohol o las drogas, los jóvenes están más en riesgo de tener relaciones sexuales sin protección.

Como ya señalaba Shakespeare "provoca el deseo pero frustra la ejecución"

El alcohol es un potente depresor del sistema nervioso, de forma que sus efectos son claramente apreciables tras la ingestión aunque solo sea de dos o tres copas. Sin embargo las personas suelen ver al alcohol como una substancia que incrementa su funcionamiento sexual. Pero el consumo excesivo de alcohol a lo largo del tiempo y por su efecto de deterioro sobre el sistema nervioso, puede llegar a provocar impotencia permanente en el hombre.

Como depresor central disminuye el funcionamiento de niveles superiores del cerebro, lo que permite una mayor autonomía de centros inferiores, (zonas más antiguas del cerebro), entre ellos los implicados en las respuestas emocionales. De esta forma las emociones se amplifican funcionalmente al disminuir el "filtro" o "mecanismo controlador" que supone la actuación de segmentos superiores cerebrales.

En consecuencia el alcohol puede alterar los comportamientos convencionales y hacer a la persona más relajada al permitirle perder el control sobre algunas de sus emociones y desinhibir conductas que ha aprendido a controlar en situaciones sociales.

De esta forma puede facilitar la aparición del impulso sexual, pero dado que también inhibe partes del sistema nervioso autónomo, implicadas en la respuesta de erección, dificulta el que esta pueda llevarse a cabo y en consecuencia dificulta la penetración y el coito.

Los alcohólicos, además de sus problemas fisiológicos, tienen otro tipo de alteraciones que provocan que las relaciones sexuales sean malas o nulas. Entre estas alteraciones, puede señalarse la irritabilidad, la agresividad, la pérdida del deseo sexual, el deterioro del aspecto físico (obesidad, falta de aseo o cuidado personal, etc.).

El efecto tóxico del consumo excesivo de alcohol, puede llegar a alterar la cantidad y calidad del esperma del hombre, causando esterilidad y problemas menstruales en la mujer.

“La intoxicación inhibe el flujo de sangre en los genitales de hombres y mujeres. Lo anterior es aún un misterio. Investigadores sospechan que el alcohol adormece el sistema nervioso periférico, el cual incluye las terminaciones nerviosas en el pene, el clítoris y la vagina. Normalmente estos nervios hacen que las arterias y los órganos sexuales se relajen, permitiendo que la sangre y el deseo sexual fluyan”.

Como ejemplo la razón que las prostitutas huyen de los clientes bebidos. Saben por experiencia que pueden tener dificultades en la erección que les pueden enojar y volverlos agresivos, o retrasar su eyaculación hasta límites que les pueden ocasionar irritaciones en la vagina además de perder otros clientes.

Pero es claro que los jóvenes ven el alcohol, las drogas y el sexo como parte de la misma experiencia social y por lo tanto se necesita dirigir ambas estrategias de manera conjunta. Y a menudo las estrategias de salud sexual se manejan separadamente de las estrategias de abuso de sustancias.

Conseguir la categoría de bebedor moderado y buen amante no es fácil pues no todas las personas tienen el control psicológico que les permite mantener una relación saludable con el alcohol y es frecuente que terminen adictos y borrachos. 

¿Y cuál es tu experiencia en este aspecto?

martes, 25 de agosto de 2015

Cómo se Construye la Autoridad de los Padres

Está claro que atravesamos un periodo de crisis con respecto a la autoridad de los padres. Hemos pasado de un modelo autoritario a otro permisivo, sin lograr la integración de ambos estilos educativos. El objetivo de este artículo es que los padres puedan posicionarse como autoridad parental pues desde ese lugar solamente podrán educar hijos sanos y felices.
El modelo autoritario duró muchos siglos y hasta hace veinte años era muy extendido. El padre es vivido como un ser autoritario, se lo obedecía por temor al castigo, el niño sentía miedo a su padre. Este modelo creaba niños sumisos, obedientes, temerosos y unos pocos niños se rebelaban. Debido a varias causas que escapan al tema de este artículo se pasó de un modelo autoritario a otro permisivo, donde se permiten todo tipo de conductas. En este modelo no queda claro ni los límites, ni que sucederá sí no son cumplidos. Por lo tanto los niños son inseguros, agresivos, inquietos, impulsivos y demandantes.

Sostenemos que ambos modelos, el autoritario y el permisivo no educan niños ni responsables, ni seguros de sí mismo. La única salida es que todo padre se pueda posicionar frente a su hijo como autoridad ya que sola ésta inspira respeto y seguridad para el niño.

ESPERAR

Los padres apurados programan hijos descontrolados. Esto es válido sí el niño no es portador de trastorno de déficit atencional, trastorno bipolar u otros trastornos infantiles diagnosticados por el psiquiatra infantil o psicólogo clínico.

La paciencia que es la capacidad de esperar se va construyendo en el día a día, junto a un adulto que en forma amorosa te dice, “espera”, palabra muy útil y en desuso. Un niño sano, que no presenta ninguna patología, se transforma en impaciente o impulsivo porque no recibió la palabra, “no”, “espera”, “después”, muchas veces durante su crianza.

Los dos errores más observados son que el padre que carece de tiempo corra a saciar a su hijo inmediatamente, para conseguir silencio ya que necesita mucha energía personal para cumplir sus obligaciones.

El segundo error es enojarse, gritar, poner mala cara, y correr a saciarlo a pesar de hacerlo contra vuestra voluntad. El pequeño asocia el pedido, con el enojo de su progenitor, a lo cual pensará que siempre hay que enojarse para conseguir lo que uno quiere. El peligro es que naturalice la rabia como si fueran parte de la vida cotidiana.

No sucumbir ante sus demandas. Así el niño ejercerá la posibilidad de esperar, y se dará cuenta que se requiere tiempo y paciencia para convivir armoniosamente con otras personas. Con el tiempo se convertirá en un niño calmo.

EXPRESAR CLARAMENTE LOS LÍMITES

El límite es una guía, una señal que le muestra al niño hasta dónde puede llegar.

Detallare las características que deben tener los límites para ser efectivos:

Claridad. Significa pedir en forma clara y focalizada la conducta que se quiere obtener, por ejemplo: “Siéntate, no grites”. No sirve decirle al niño: “Pórtate bien”, “Sé un buen niño”, pues son términos muy ambiguos que dan lugar a diferentes interpretaciones.

Brevedad. Esta característica es de suma importancia para su eficacia. Es común que los padres comiencen con largas explicaciones, que en el momento de fijar el límite no alcanzan. “No toques determinado objeto.” En otra instancia podemos explicar la causa del límite.

Coherencia. Una vez fijado el límite no lo podemos variar según nuestros estados anímicos, algo que, debido a las características de la vida actual, son de por sí cambiantes. Si saben de antemano que no pueden sostener un límite, es mejor no imponerlo y pensar en algo que pueda ser mantenido. El niño tiene que saber predecir qué sucederá si tiene determinado comportamiento, de qué manera reaccionarán sus padres. Esto le da seguridad y confianza en sí mismo, pues empieza a ordenar el mundo que lo rodea. Si grita, su mamá se enojará, si realiza determinada conducta recibirá determinada respuesta. Ser previsible es un factor muy importante para un desarrollo emocional adecuado. Los padres deben ser figuras predecibles para el niño. Esto ayuda a formar una buena autoestima al brindarles seguridad.

Consistencia. Es común que existan diferencias en la pareja con relación a la educación de sus hijos. Esto es aplicable a los abuelos/as quienes tienen un rol importante hoy en día. Si bien no podemos cambiar a las personas, es sustancial conversar sobre estos temas para llegar a acuerdos previos a la puesta de límites. Es frecuente que un padre fije un límite y el otro quiera imponer lo contrario. Esta contradicción entre adultos provoca una gran inseguridad en el niño, sobre todo en sus primeros años de vida.

Flexibilidad. Los límites no son murallas imposibles de traspasar. Los podemos adaptar a cada situación. Recuerdo un niño de diez años que durante el año lectivo se le permitía ver televisión durante dos horas diarias. Un día de verano lluvioso en que estaba solo, sin amigos, su madre insistió con las dos horas diarias.

El límite para que tenga efecto hay que sostenerlo, pero cuando cambia la situación externa lo podemos flexibilizar. Otro ejemplo de flexibilidad es cuando llegamos a un acuerdo por medio de una negociación y lo intercambiamos por algo similar. Si fijamos el límite de que le compramos una barra de chocolate todos los fines de semana, por ejemplo, lo podemos trocar por un paquete de caramelos.
El niño criado sin límites se siente desprotegido, sin contención, inseguro, pues no encuentra un adulto que sea capaz de frenarlo.

Poner un límite es un acto de amor. Esto lo comprueba el hecho de que los niños criados sin límites se sienten no queridos o no aceptados.

EDUCAR CON RESPONSABILIDAD

Responsabilidad significa responsa hábil, o sea, responder en forma adaptativa. El tema de la responsabilidad está relacionado con la elección y la libertad. Es de vital importancia para una buena adaptación a la vida.

Responsable no es sinónimo de obediente o puntual.

La responsabilidad está relacionada con el tema de la elección. Tenemos que permitir que el niño pueda elegir entre dos opciones previamente seleccionadas por el adulto.

En lugar de gritos, enojos y palabras innecesarias, propongo otra secuencia de hechos.

Se le puede dar las opciones:
  • Comes ahora y dejas la pelota.
  • Sigues jugando con ella en el patio.
Si eliges jugar con la pelota en el patio, tendrás que esperar tres horas para la próxima comida o la comerás fría.

Los padres presentan esta alternativa basada en sus propios criterios. Este niño, que puede tener tres años, ya está ejercitando su responsabilidad, elige entre seguir jugando a la pelota o dejar de jugar y comer ahora.

¿Qué le pasa al niño cuando elige dentro de las opciones impuestos por los padres?
Empieza a autorregularse. Eso le da confianza y puede desarrollar una buena autoestima.

EVITAR CONDUCTAS NEGATIVAS

LA COMPLACENCIA 

Es un fenómeno en el cual el padre tiene respuestas hacia su hijo con el único fin de satisfacer los deseos de éste. El gran peligro es qué ésta no tiene ningún fin educativo.

Existe una gran diferencia entre correr a complacer y mimar a tu hijo. En la primera solo se busca satisfacer los deseos y gustos del pequeño. En el segundo caso el padre premia, da algo que le gusta a su hijo pero no pensando solo en lo que él quiere. El adulto que complace, no tiene presente lo que realmente el niño necesita, en cambio el adulto que mima tiene consciencia de las necesidades de su pequeño.

La complacencia surge del miedo, no del amor. El padre complaciente se mide por lo que causa en su hijo, complace para que lo quiera, para que lo acepte, para que no lo desapruebe. Tiene miedo a perder el amor de su hijo.

Recuerda que educar no es complacer, muchas veces es frustrar a tu hijo. En la complacencia no se tiene en cuenta lo que un niño necesita psicológicamente, se le brinda lo que quiere, lo que pide. La prueba es que se le da lo que quiere pero el niño se sigue sintiendo mal.

En la complacencia los padres esperan que el hijo esté satisfecho, pero se queda insatisfecho pues ni el adulto, ni el chico se conectan con sus verdaderas necesidades. Esto causa una gran frustración a muchos padres, que afirman “le doy de todo y siempre está mal”.

CONTROL

El control se ejerce desde el miedo, la persona que controla tiene miedos no conscientes. Por lo tanto trata de controlar la situación, pero no siente sus temores que son la causa de muchas de sus conductas.

El control no ayuda ni al controlador ni al controlado, ni al padre, ni al hijo pues es un intento fallido de tranquilizarse por parte del adulto. Además si algo negativo tiene que suceder, el control no lo impedirá.

El padre controlador tiene miedo de que le suceda algo incontrolable, se siente ansioso, es invadido por pensamientos negativos, recurrentes y persistentes. No puede dejar de pensar en su hijo y esto le aumenta su temor y preocupación.

El control de los padres transmite inseguridad a sus hijos, pero no soluciona el tema de fondo que es el miedo que siente el adulto.

Muchos padres sobreprotegen a sus hijos ante sus propios temores. La sobreprotección consiste en hacer lo que el niño puede hacer por sí solo, por ejemplo puede cuidarse o realizar libremente ciertas actividades. Y el chico empieza a sentirse inseguro, débil, temeroso, dependiente. Esto le origina fuertes sentimientos de rabia y hostilidad hacia la persona que lo sobre protege. El tema es que el niño sobreprotegido no se pone en contacto con lo que él es capaz de hacer y en cambio se llena de miedos y rabia acumulada que no expresa.

Los padres tienen que proteger a sus hijos, cuando los controlan o sobreprotegen no los ayudan. Para eso tienen que enfrentar sus propios miedos y desarrollar su capacidad de amar.
La protección nace del amor, en cambio el control y la sobreprotección se alimentan del temor, de la preocupación, de la obsesión.

CULPA

La culpa que sienten muchos padres y que influye en la forma en que crían a sus hijos. Afirmamos no es buena compañera para educar. La culpa está formada por una emoción que es la rabia retroflectada y exigencias introyectadas. (Gestalt).

Para sentir culpa se necesita bronca sobre uno mismo y un introyecto llamado exigencia. Todo aquel que se sienta culpable tiene dentro de sí rabia y exigencias. Rabia sin exigencias no produce culpa.
La culpa conlleva algo negativo, pues parte de la base de que algo se ha realizado mal o se ha evitado llevar a cabo y se tiene que pagar por eso. Implica realizar un determinado comportamiento para reparar el daño efectuado.

Existe una gran diferencia entre "me siento exigido en el proceso de educar a mi hijo", y "quiero y me preocupo por brindarle lo mejor en todos sus aspectos".

CONCLUSIÓN

Los padres pueden prevenir muchos problemas sí consultan en los primeros años de vida a un profesional especializado en niños.

El futuro de tu hijo no dependerá de lo que el compres, ni de tu situación civil, lo más importante es que te posiciones frente a él como autoridad, ni autoritaria, ni permisiva.

En la consulta se observa que muchos padres piensan que fijan límites y no entienden la causa de que sus hijos no los obedecen. Cuando el padre no está bien posicionado de su rol, el niño no lo respeta. Ante la frustración que produce la desobediencia de su hijo, observo que ciertos padres le piden, le imploran a sus hijos como de igual a igual. Otros tratan de convencerlos y otros los amenazan. La amenaza nace de no saber cómo posicionarse frente al otro. El niño siente que el padre no tiene las herramientas para hacerse respetar y amenaza, pero ésta lo coloca en una situación de debilidad.  Observo que la mayoría de los niños que presentan problemas de conductas se educan en un ambiente sin límites, ya sea porque el padre no los fija o intenta a través de métodos que contradicen.

Cuando uno recurre a consultar a un psicólogo puede prevenir futuros problemas pues el niño está formando su personalidad. La psicología infantil y el trabajo con padres y maestros tienen un aspecto muy importante en la prevención.

Artículo publicado por mi colega Fanny Berger,  Se recomienda su libro “Padres sin autoridad hijos sin rumbo”.

http://editorialfindesiglo.blogspot.mx/2010/05/padres-sin-autoridad-hijos-sin-rumbo-de.html

jueves, 20 de agosto de 2015

Mentir en una Relación

En las relaciones, hombres y mujeres no suelen decir siempre la verdad. Mienten para conseguir sexo, por necesidad, por amor. Las parejas mantienen un equilibrio delicado entre la sinceridad y la conveniencia personal. Es el arte del compromiso. “Mentira: cosa que se dice, sabiendo que no es verdad, con intención de que sea creída”.
Además, es habitual que una mentira acabe convirtiéndose en una cadena de mentiras en la que una lleva a la otra para tapar la anterior y así sucesivamente. Finalmente, la persona acaba enredada en un cúmulo de engaños del que ya no sabe cómo salir, resultando mucho más difícil que al principio enfrentar la realidad. Sorprendentemente, las consecuencias de mentir a la pareja coinciden con las causas por las que mentimos. Cuando la mentira es descubierta, la relación se llena de incomunicación, desconfianza, inseguridad e incomprensión. Por lo tanto, la mentira suele convertirse en un bucle de malestar e insatisfacción.

En terapia el paciente se miente a si mismo muchas veces como una forma de preservarse de la verdad que le podría ocasionar un dolor mayor como la angustia. El mentir es una manipulación cínica, una resistencia contra el análisis.

“El mentiroso vive con miedo a perder el control. No puede siquiera desear una relación sin manipulación. El mentiroso está asustado, teme que sus propias verdades no sean suficientemente buena, el mentiroso le teme al vacío. El mentiroso tiene muchos amigos y lleva una existencia de gran soledad. El mentiroso sufre a menudo de amnesia, que es el silencio del inconsciente. Mentir habitualmente, como modo de vida, es perder contacto con el inconsciente.”

Descubrir una mentira duele, pero también es doloroso ser el que miente. En una relación de pareja ambos sufren con la mentira y recuperarse de ese daño lleva tiempo, paciencia y esfuerzo.

Si las mentiras se repiten y continúan extendiéndose en el tiempo, la pérdida de confianza es prácticamente inevitable. Permanecer en una relación en la que no existen confianza, seguridad, comunicación y comprensión supone un desgaste muy intenso para los dos.

Qué hacer si tu pareja te ha mentido

Si crees que tu pareja te ha mentido o está mintiéndote, el primer paso es hablarlo con ella de forma honesta, como adultos maduros y sensatos. Es frecuente que personas que se sienten inseguras de sí mismas duden de su pareja e imaginen mentiras que terminan por no ser ciertas.

Si finalmente tu pareja te confirma que tus sospechas eran reales y que te ha mentido, las siguientes pautas pueden serte de utilidad:
  • Valora el grado de importancia que le das a esa mentira. Deja pasar unos días y vuelve a valorarlo. Es posible que la intensidad de tus emociones se haya reducido y puedas pensar con más claridad.
  • Haz balance y decide si te sientes capaz de seguir confiando en tu pareja o necesitas terminar la relación.
  • Si decides continuar, permítete un tiempo de “reajuste” tras la mentira. No pretendas hacer como si nada hubiera pasado de un día para otro.
  • Ten en cuenta que perdonar no es lo mismo que olvidar. Proponerse olvidar la mentira es absurdo, ya que no está en nuestra mano decidir voluntariamente qué recordamos y qué no. Sí podemos decidir si deseamos perdonar al otro.
  • No intentes vengarte ni pagarle con la misma moneda: en ese tipo de batallas de pareja sólo quedan perdedores.
  • Procura no obsesionarte con las mentiras, ya que puedes caer en un desmesurado control de tu pareja que no resultará positivo ni estará basado en la confianza. Que te haya mentido una vez no significa que vaya a hacerlo siempre.
  • Cuida tu autoestima y no permitas que ningún tipo de engaño la dañe.
  • Si pasa un tiempo y notas que no has podido recuperar la confianza, háblalo con tu pareja para poner una solución. Es preferible dejar la relación que vivir ambos angustiados en una relación tormentosa.
Qué hacer si eres tú quien está mintiendo a tu pareja

Si, por el contrario, eres tú quien está mintiendo a su pareja, también tienes mucho qué hacer. Puedes guiarte por los siguientes consejos:
  • Valora el grado de importancia que le das a tu mentira, pero contempla también el grado de importancia que le daría tu pareja.
  •  Identifica cuál es la causa de tu mentira: ¿Falta de comunicación, falta de confianza, falta de seguridad, falta de comprensión? Una vez identificada la carencia, comienza a dar pasos para solventarla.
  • Intenta poner fin a la mentira cuanto antes. Cuanto más lo alargues, peor será: todo se enredará más y el paso del tiempo empeorará la situación.
  • Explica a tu pareja, de forma honesta y lo más calmada posible, por qué mentiste. Para eso, es importante que previamente reflexiones y tengas claro por qué lo hiciste, ya que a veces ni siquiera nosotros mismos somos plenamente conscientes de las razones de nuestros actos.
  • Respeta los tiempos de tu pareja, sin presiones. Recuperar la confianza lleva un tiempo.
  • Hacerse responsable de los propios actos conlleva enfrentar las consecuencias que se derivan de ellos. Te sentirás mejor si lo haces.
  • Identifica si necesitas ciertos cambios en la relación para no volver a sentirte tentado de caer en la mentira, y plantéale esas propuestas a tu pareja. Ir renovando la relación en función de las necesidades de ambos es muy positivo para los dos.
  • No te hundas: de los errores se aprende. Intenta extraer una enseñanza de esta situación.
Mentir continuamente, además de ser una posible patología, también es un esfuerzo mental que produce incomodidad, tiene como consecuencia un profundo malestar y daña la relación. La verdad hace libre a las personas. No hay nada más gratificante en una pareja que tener la sensación de máxima transparencia entre los dos. Piénsalo 2 veces antes de mentir a tu pareja. 

Plantea las consecuencias de tus actos y decide, de forma libre, lo que quieres hacer: si asumir tu responsabilidad o esconderte tras el escudo protector de una mentira.

Recomendación

Dale tiempo. Un corazón roto tarda en sanar, igual que una herida física.