martes, 13 de abril de 2021

Estrategias de Intervención Frente al Estrés Postraumatico

A continuación se presenta una breve revisión de algunas de las modalidades terapéuticas comúnmente utilizadas en la actualidad.

Enfoque psicoeducativo

El enfoque psicoeducativo implica promocionar al paciente/familia información básica sobre su enfermedad, síntomas básicos y diversas estrategias de afrontamiento.

Esta primera categoría de tratamientos incluye compartir información básica con el sujeto, a través de libros, artículos y otros documentos de interés que permita adquirir al paciente nociones esenciales de conceptos relacionados con el trastorno como conocimientos de psicofisiológica, introducción al concepto de respuesta de estrés, conocimientos jurídicos básicos relacionados con el problema (como por ejemplo en casos de violación, delincuencia, etc).

A nivel familiar incluye la enseñanza de estrategias de afrontamiento y habilidades de solución de problemas para facilitar la relación con la persona afectada por el trastorno.

El enfoque psicoeducativo, a nivel familiar, parece reducir considerablemente las sensaciones de estrés, confusión y ansiedad, que suelen producirse dentro de la estructura familiar y que pueden llegar a desestructurarla, ayudando de manera significativa en la recuperación del paciente.

En todo caso, es importante destacar la necesidad de un enfoque colaborativo donde, tanto paciente como terapeuta, compartan información relevante, en una y otra dirección, facilitando de esta manera el proceso terapéutico.

Terapia cognitivo-conductual

Surgida a partir de la Segunda Guerra Mundial, originariamente bajo el concepto de codificación de la conducta, se fundamentaba en sus primeros orígenes en técnicas de naturaleza básicamente conductista, basados en los trabajos de Pavlov y Skinner.

Posteriormente, con la incorporación de los trabajos de autores como Bandura y más recientemente Ellis, Beck, Meichenbaum o Cautela, la codificación de la conducta ha ido “asimilando” a su repertorio de técnicas de intervención las estrategias y procedimientos de la Psicología cognitiva, basada en la modificación de patrones de pensamiento distorsionado y el entrenamiento en habilidades de solución de problemas, manejo de ansiedad e inoculación de estrés.

Tanto por el número de estrategias eficaces de intervención disponibles como por la propia naturaleza multi-dimensional del trastorno, el enfoque cognitivo-conductual parece especialmente adecuado en el abordaje psicoterapéutico de este tipo de trastornos.

A continuación se presenta, de forma esquemática, las técnicas de intervención potenciales, desde una perspectiva cognitivo-conductual:

Técnicas de relajación/control de la activación emocional

  • La relajación progresiva de Jacobson
  • El entrenamiento autógeno
  • La meditación
  • Técnicas de respiración
  • Técnicas de Biofeedback

Desensibilización sistemática, Técnicas de exposición e inundación y Técnicas operantes

Procedimientos operantes básicos:

  • Reforzamiento positivo
  • Reforzamiento negativo
  • Castigo positivo
  • Castigo negativo
  • Extinción

Técnicas operantes para desarrollar y mantener conductas:

  • Moldeamiento
  • Desvanecimiento
  • Encadenamiento

Técnicas para reducir y eliminar conductas:

  • Reforzamiento diferencial
  • Coste de respuesta
  • Tiempo fuera
  • Saciación
  • Sobrecorrección

Sistemas de Organización de Contingencias:

  • Economía de fichas
  • Contratos de contingencias

Técnicas de condicionamiento encubierto y Técnicas de autocontrol

Técnicas de Planificación ambiental:

  • Control de estímulos
  • Contratos de contingencias
  • Entrenamiento empleo respuestas alternativas

Técnicas de programación conductual:

  • Autorrefuerzo
  • Autocastigo

Técnicas para facilitar cambio de conducta:

  • Auto-observación
  • Autoregistro
  • Tareas terapéuticas entre sesiones

Técnicas de reestructuración cognitiva

  • Terapia Racional-Emotiva de Ellis
  • Terapia Cognitiva de Beck
  • Entrenamiento en Autoinstrucciones de Meichenbaum
  • Reestructuración racional sistemática de Goldfried y Goldfried

Técnicas de habilidades de enfrentamiento

  • Inoculación de Estrés de Meichenbaum
  • Entrenamiento manejo de ansiedad de Suinn y Richardson
  • Desensibilización de autocontrol de Goldfried
  • Modelado encubierto de Cautela

Técnicas de resolución de problemas

  • Terapia de Resolución de problemas de D’Zurilla y Goldfried
  • Técnica de resolución de problemas interpersonales de Spivack y Shure

Hipnosis Clínica

Dejando aparte posibles recelos que entre ciertos sectores de la comunidad científica levanta el concepto de hipnosis (acrecentada por la imagen pública que de ella se tiene), lo cierto es que las estrategias hipnóticas, aplicadas por un profesional con la debida cualificación y en conjunción con otras técnicas de intervención, han mostrado un potencial terapéutico relevante en el tratamiento del trastorno por estrés postraumático.

En la fase inicial de la intervención, la hipnosis puede ser especialmente eficaz para estabilizar al paciente, proporcionándole estrategias de autocontrol emocional y manejo del estrés/control de activación, ayudándole a través del aprendizaje de sencillas técnicas de auto-hipnosis a generalizar las habilidades adquiridas en la consulta a su vida cotidiana.

El estado hipnótico es un momento especialmente adecuado para proporcionar sugestiones hipnóticas y posthipnóticas que incrementen su autoestima y su sensación de seguridad/control, facilite el afrontamiento de los recuerdos mas dolorosos y permita combatir síntomas comunes asociados con el PTSD, como el insomnio, agresividad, ira, la excesiva activación emocional o la ansiedad generalizada.

Este incremento del autocontrol emocional por parte del paciente, a través de la hipnosis como estrategia de control del estrés, le permitirá beneficiarse de otras estrategias de intervención posteriores.

En una segunda fase, varias técnicas pueden ser utilizadas para la integración y resolución de los recuerdos traumáticos. En este contexto, el paciente puede aprender a modular la distancia cognitiva y emocional hacia el evento traumático y los recuerdos asociados.

Por otro lado, la hipnosis puede servir como estrategia para poder acceder a recuerdos dolorosos y traumáticos que pueden estar influyendo en el estado presente del sujeto y de los que, en ocasiones, no es consciente, han sido reprimidos.

Técnicas imaginativas, proyectivas y de reestructuración cognitiva pueden ser especialmente útiles en este proceso.

Finalmente, los objetivos terapéuticos se dirigirían a la consecución de una integración funcional y adaptativa de las experiencias traumáticas en la vida del paciente y la adquisición de nuevas técnicas de afrontamiento.

Estrategias como los ensayos encubiertos o la potenciación del propio autoconcepto irían encaminados en esta dirección.

La hipnosis clínica, en mi opinión, constituye una estrategia terapéutica potencialmente eficaz, fácilmente compatible con otras técnicas de intervención y que no debería ser excluida a priori por desconocimiento, prejuicios o falta de formación especializada.

Terapias Psicodinámicas

La escuela dinámica, que subraya la importancia de los pensamientos, los sentimientos y la historia pasada del cliente, así como la necesidad de descubrir nuestro propio interior para cambiar la personalidad, ha surgido de la teoría psicoanalítica de Freud.

Aunque relativamente pocos los partidarios del análisis clásico hoy en día, la filosofía freudiana sigue siendo compartida, en mayor o menor media, por toda una serie de escuelas terapéuticas englobadas bajo el concepto de terapias psicodinámicas.

Las terapias psicodinámicas se centran en los conflictos emocionales causados por el evento traumático, particularmente los relacionados con experiencias tempranas.

A través de la expresión de las diversas emociones y pensamientos asociados al evento, en un ambiente empático y seguro, el paciente adquiere una mayor sensación de seguridad y autoestima, desarrolla maneras efectivas de pensar y de afrontar la experiencia traumática y las intensas emociones asociadas que emergen durante el proceso terapéutico.

El objetivo es incrementar la conciencia (insight) de los conflictos intrapersonales y su resolución. El paciente es guiado hacia el desarrollo de una autoestima reforzada, mayor autocontrol y una nueva visión de su integridad personal y autoconfianza.

El psicoanálisis más tradicional implica diversas sesiones semanales, de entre 45 y 50 minutos, durante períodos de entre 2 y 7 años.

Es precisamente esta larga duración lo que ha provocado que a la luz de la formulación original se hayan originado diversas variaciones del método original, de duración más limitada.

La psicoterapia psicodinámica breve, por ejemplo, comprende entre una y dos sesiones semanales durante un promedio de 12 a 20 sesiones.

En definitiva, el terapeuta psicodinámico pretende un cambio de largo alcance. Busca reestructurarla personalidad básica cambiando la forma en que una persona contempla la vida y reacciona ante ella, ayudando a las personas a desarrollar una visión adecuada de sí mismas y a tomar conciencia de las poderosas fuerzas psicológicas enterradas profundamente en su inconsciente.

Terapias grupo, Grupos autoayuda y Apoyo social

La terapia de grupo es considerada una opción terapéutica efectiva, en la medida que permite al paciente compartir sus recuerdos traumáticos en un ambiente de seguridad, cohesión y empatía proporcionada por los otros pacientes y el propio terapeuta.

Compartir la propia experiencia y afrontar directamente la ira, ansiedad y culpa, a menudo asociadas a los recuerdos traumáticos, permite a muchos pacientes afrontar de forma eficaz sus recuerdos, sus emociones e integrarlos de forma adaptativa en su vida cotidiana.

A pesar de que existen una gran variedad de aproximaciones grupales al tratamiento del trauma, en general, la terapia de grupo pretende alcanzar los siguientes objetivos terapéuticos:

  • Estabilizar las reacciones, tanto a nivel físico como psíquico, frente a la experiencia traumática.
  •  Explorar, compartir y afrontar emociones y percepciones
  •  Aprender estrategias efectivas de afrontamiento ante el estrés

En cuanto a los grupos de autoayuda y apoyo para los pacientes y las familias con enfermedades mentales, afortunadamente van haciéndose progresivamente más comunes.

Aun en el caso de que no se encuentren dirigidos por profesionales de la salud mental, su valor terapéutico es indudable, en la medida que proporcionan a los miembros del mismo un apoyo emocional considerable.

Compartir experiencias, éxitos, fracasos, información y recursos son algunas de las posibilidades que ofrecen estos grupos.

El hecho de unirse permite, además, una mayor efectividad en la lucha por erradicar los estigmas que aún permanecen en la sociedad sobre las personas con problemas psicológicos

Tratamiento farmacológico

Probablemente la siguiente cita del Dr. Friedman extraída de un artículo sobre la aproximación psicofarmacológica al tratamiento del trastorno por estrés postraumático resume bastante bien algunos de los desafíos a los que es preciso enfrentarse en este momento:

“Existen muchos retos para escribir un artículo sobre la farmacoterapia del trastorno por estrés postraumático (PTSD). El problema más obvio es que la literatura publicada sobre ensayos clínicos es demasiado escasa e inconsistente para que cualquiera pueda hacer recomendaciones de fiar. Segundo, lo que nosotros entendemos actualmente sobre la psicobiología del PTSD es tan complicado que es difícil predecir que clases de fármacos pueden tener la expectativa de mejorar y qué grupo de síntomas. Tercero seleccionar el mejor fármaco implica tener en cuenta la realidad clínica que el paciente con PTSD usualmente exhibe con un espectro de diagnóstico comorbido (por ejemplo depresión, ansiedad, trastornos de ansiedad, y dependencia o abuso de agentes químicos). A pesar de estas muchas consideraciones, los psiquiatras deben sumergirse en el mar de las incertezas actuales y tomar las decisiones más inteligentes que puedan sobre qué drogas o qué fármacos prescribir a sus pacientes con PTSD” (Friedman, 1990).

La terapia farmacológica actual puede reducir la ansiedad, depresión e insomnio a menudo asociados al propio trastorno por estrés postraumático, y en algunos casos puede ayudar a aliviar el estrés y el bloqueo emocional asociado a los recuerdos de la experiencia traumática.

Diversos tipos de drogas antidepresivas han demostrado su eficacia en algunos ensayos clínicos y otros tipos de sustancias han mostrado resultados prometedores.

Ahora bien, hasta este momento, ninguna droga en particular ha emergido como el tratamiento definitivo y suficiente por sí mismo para tratar eficazmente el amplio espectro de sintomatología asociada al trastorno por estrés postraumático.

El tratamiento farmacológico del estrés postraumático indica que diferentes medicaciones pueden afectar a los múltiples síntomas presentes en el PTSD. Por ejemplo:

  1. Clonidine ha demostrado reducir los síntomas de hiperactivación.
  2. Propranolol, Clonazepam, y Alprazolam parecen regular la ansiedad y los ataques de pánico.
  3. Fluoxetine puede reducir las conductas de evitación y la depresión puede ser tratada a través de antidepresivos tricíclicos y SSRI. (Vargas & Davidson, 1993).

Como concluye el propio Dr.Friedman:

“Sin embargo los pacientes necesitan el tratamiento hoy mismo. No pueden esperar a que toda la investigación esté completa. Para resumir, lo que recomiendo es comenzar con un agente antiadrenérgico. Si los síntomas persisten, como suele ocurrir, después de una valoración ópitma, el fármaco siguiente a recetar es un SSRI. Si en los pacientes aparece insomnio y/o agitación, como suele ocurrir, la elección siguiente es añadir trazadona a la hora de acostarse. Si todavía siguen dándose síntomas clínicos significativos, después de una prueba de 8-10 semanas de duración del SSRI en su dosis ópitma, es el momento de recomenzar” (Friedman, 1990).

Es importante destacar que la farmacoterapia por sí misma como única estrategia de intervención es raramente suficiente para provocar una remisión completa de los problemas asociados al trastorno del estrés postraumático (Vargas & Davidson, 1993).

Si bien la medicación, por sí sola, no parece probable que se constituya como herramienta única, si aparece como claramente útil para el alivio sintomático del trastorno, de forma que posibilite al paciente beneficiarse de otras estrategias de intervención posteriores, como la psicoterapia.

Terapia familiar

La terapia familiar es similar a la terapia de grupo, en el medida en que su foco de interés fundamental es la interacción entre las personas; sin embargo, difiere en algunos aspectos importantes.

En primer lugar, un grupo no tiene un pasado, una historia o un futuro común; en cambio, la familia si los tiene y es en buena medida el factor determinante del éxito en la terapia.

En segundo lugar, el rol del terapeuta familiar, en la mayoría de los casos, es más directivo. El terapeuta de grupo suele actuar más como un facilitador de procesos y dinamizador del grupo.

Pero, quizá la diferencia más importante sea que el objetivo final del terapeuta familiar sea la de fortalecer al grupo en sí mismo, a la vez que a sus miembros individuales, mientras que la meta de la terapia de grupo es que el propio grupo se autodisuelva cuando sus miembros individuales hayan resuelto sus conflictos.

Generalmente, este tipo de terapia es utilizada como complemento necesario a otras estrategias terapéuticas más directamente asociadas con la sintomatología del trastorno por estrés postraumático, no siendo considerada como una estrategia suficiente, por sí misma, para un tratamiento eficaz del trastorno.

Las estrategias terapéuticas abarcan una variedad de objetivos, desde los más ambiciosos que tratan de intervenir sobre la familia en su conjunto, desde una perspectiva sistémica y global, hasta los más centrados en ofrecer estrategias, información y pautas de actuación concretas a los miembros de la familia de paciente para que lo apoyen durante el proceso terapéutico, potenciando la comunicación entre las familias y reduciendo posibles focos de tensión.

Terapias alternativas, holísticas y naturales

Bajo este concepto, por definición amplio y global y que despierta no pocos recelos entre algunos sectores, se esconden todo un conjunto de métodos, técnicas, filosofías y procedimientos con mayor o menor apoyo científico que pueden ser utilizados, en solitario o en conjunción con otros, para el tratamiento de los problemas asociados al trastorno por estrés postraumático.

A continuación se presenta una breve definición de algunas de las más comunes:

  1. Acupuntura: Método terapéutico milenario, y parte integrante de la medicina tradicional china basado en el uso de agujas para prevenir y tratar las enfermedades, estimulando los “canales energéticos” del cuerpo.
  2. Aromaterapia: Sistema amplio de masajes a través de aceites naturales adaptados a fines específicos. Los aceites esenciales utilizados son destilados aromáticos extraídos de plantas medicinales que concentran sus principales virtudes.
  3. Ejercicio físico: El uso de la actividad física para mantenerse en forma, liberar tensión y mejorar el estado de ánimo.
  4. EMDR (Eye Movement Desensitization and Reprocessing): Es, relativamente, un nuevo enfoque psicoterapéutico desarrollado por la psicóloga norteamericana Francine Shapiro que combina elementos de la terapia de exposición, terapia cognitivo-conductual y determinados patrones de movimiento ocular y sonidos que generan una alteración del foco de atención, lo que facilitara, en teoría, el acceso y procesamiento de los recuerdos traumáticos.
  5. Herboterapia: Uso de plantas y extractos vegetales para el tratamiento de trastornos específicos a partir de sus propiedades medicinales y/o nutritivas.
  6. Homeopatía: Término derivado de los vocablos griegos homeo (similar) y pathos (sufrimiento). Usa remedios preparados a partir de sustancias que se presentan en la naturaleza para tratar a toda la persona, estimulando la tendencia del cuerpo a curarse por sí mismo. Utiliza dosis muy concretas de sustancias que en masivas dosis producen efectos similares a aquellos producidos por la enfermedad a tratar.
  7. Masaje: Técnica manual dirigida fundamentalmente a la liberación de la tensión en los músculos.
  8. Medicina holística: El objetivo es tratar a la persona en su “globalidad”. Se parte de la premisa de que mente, cuerpo y espíritu están íntimamente unidos y deben ser tratados “conjuntamente”. Se utilizan diversas estrategias de tratamiento alternativas/naturales como la meditación, yoga, plegarias, ciertas combinaciones dietéticas, vitaminas, minerales hierbas y otros suplementos dietéticos/naturales, evitando aproximaciones tradicionales basadas en el uso de fármacos.
  9. Naturopatía: Enfatiza la “curación natural” y emplea tratamientos naturales tales como dietas, masajes, hidroterapia, ejercicios y asesoramiento.
  10. Programación Neurolinguistica: Modelo psicoterapéutico desarrollado en la década de los 70 a partir de los trabajos de Richard Bandler y John Grinder y fundamentado en el estudio de la estructura de la experiencia subjetiva. Ha desarrollado numerosos procedimientos específicos para el trabajo con los traumas basados en técnicas de carácter imaginativo/encubierto.
  11. Reflexología: Un tipo de masaje, focalizado en “desbloquear” las 7.200 terminaciones nerviosas concentradas en los pies, con el objetivo de estimular los propios procesos curativos del cuerpo, y alcanzar un “estado equilibrado”. Usado para el tratamiento de afecciones específicas y sentimientos generales de malestar.
  12. Remedios florales de Bach: Se preparan con flores de hierbas silvestres, arbustos y árboles. Suelen utilizarse para dosificar al humor del individuo y su estado mental, puesto que se sabe que el miedo, la aprehensión y la preocupación suelen interferir con los procesos curativos del cuerpo.
  13. Shiatsu: Un enfoque basado en el masaje, dirigido a corregir el flujo de la energía del cuerpo, a través de un tratamiento de contacto corporal. En japonés, shiatsu significa “presión con los dedos”, una presión que sustituye a las agujas de acupuntura en la estimulación de los canales energéticos.
  14. Tai chi: Sistema tradicional chino basado en un movimiento físico suave, que permite al individuo canalizar su energía, su fuerza y su poder de modo más positivo.
  15. Tratamiento nutricional – Dietética: Se centra en mejorar el estado de ánimo a través de unos buenos hábitos dietéticos y una suplementación específica de determinados nutrientes (vitaminas, minerales, sustancias naturales, etc.).
  16. Yoga: Antiguo sistema de posturas corporales, control de respiración y prácticas de meditación que fomentan el bienestar general y el equilibrio interior.

Conclusiones

Se ha afirmado que el estrés postraumático puede representar “una de las más severas e incapacitantes formas de estrés humano conocido” (Everly, 1995, p. 7).

Afortunadamente, el estrés traumático y sus consecuencias continúan ganando reconocimiento y la investigaciones recientes son abundantes en este campo, aunque debe realizarse un mayor volumen de trabajo de investigación de calidad para alcanzar los resultados de efectividad deseados.

Tratamientos potencialmente útiles para el tratamiento del trastorno por estrés postraumático están disponibles, tanto a nivel psicoterapéutico como farmacológico.

Los psicofármacos pueden ser utilizados como complemento necesario a la psicoterapia, especialmente en el tratamiento de los síntomas asociados al PTSD como la ansiedad generalizada, el incremento de la activación, los episodios depresivos o el insomnio.

La psicoterapia individual ayuda a restablecer el equilibrio emocional del paciente, incrementando su sensación de seguridad y control y afrontando de forma efectiva el impacto de los sucesos traumáticos del pasado sobre el funcionamiento diario del sujeto.

El apoyo social y familiar, en la mayoría de las ocasiones, se constituye en un factor esencial para el total restablecimiento del paciente, por lo que la terapia familiar y el apoyo social son ingredientes necesarios en el proceso terapéutico.

La detección y reconocimiento del estrés asociado a situaciones traumáticas es el primer paso para el individuo en su camino para su total recuperación e integración social.

El tratamiento a través de profesionales con la debida cualificación y experiencia se constituye como el factor crucial, junto a la propia actitud y predisposición del paciente, para ayudar a las víctimas a afrontar la tragedia y continuar con su vida de forma satisfactoria.

 

Referencias

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PsicologiaCientífica 

lunes, 5 de abril de 2021

Cómo Tomar Antidepresivos en Forma Segura

Si tiene depresión, su médico puede recetarle un medicamento para tratarla. Este medicamento se llama antidepresivo. Existen muchos tipos de antidepresivos. Encontrar el adecuado para usted puede llevar un tiempo. Es importante trabajar con su médico para encontrarlo.

El camino hacia una mejor salud

Su médico considerará muchos factores al elegir el medicamento antidepresivo que le dará. Considerarán lo siguiente:

  • Si estuvo deprimido antes y cierto antidepresivo funcionó bien, ese medicamento podría ser la opción correcta para usted nuevamente.
  • Si alguno de sus hermanos, hermanas, padres, tíos o tías tuvieron depresión y cierto antidepresivo les funcionó bien, ese medicamento también podría funcionar para usted.

La elección de un antidepresivo depende de su salud. Ciertos antidepresivos pueden tener un efecto negativo en un problema de salud preexistente. Ese medicamento no sería la mejor opción para usted.

  1. Los antidepresivos pueden tener efectos secundarios. El medicamento adecuado para usted puede ser el que le ocasione la menor cantidad de efectos secundarios.
  2. La elección de un antidepresivo depende de la frecuencia con la que deba tomarlo. Cuanto menos tenga que tomar el medicamento, más fácil le resultará tomar todas las dosis que necesita para tratar su depresión.
  3. Algunos antidepresivos cuestan más que otros. Su médico elegirá un antidepresivo que funcione para usted y su presupuesto.
  4. Es probable que su médico elija un medicamento que ya ha recetado antes.
  5. Su médico elegirá un antidepresivo que lo ayudará con síntomas como el insomnio, la ansiedad y la falta de energía.
  6. Si está tomando otros medicamentos, su médico considerará cómo interactuará el antidepresivo con estos otros medicamentos.
  7. Algunos antidepresivos no funcionan bien con ciertos alimentos. Si su médico le da uno de estos antidepresivos, le informará qué alimentos debe dejar de comer.
  8. Tenga en cuenta que los medicamentos antidepresivos no son tranquilizantes o «estimulantes». No tendrá un «subidón» cuando los tome. Además, no son adictivos.

Sabrá si su antidepresivo está funcionando según cómo se sienta. Podrá dormir mejor. Tendrá más energía para cumplir con sus obligaciones cotidianas. Podrá cuidarse. Su apetito estará más cerca de lo normal. Tendrá un mayor deseo de participar en la vida. Usted y sus familiares y amigos notarán estos cambios. Sin embargo, debe ser paciente. Puede llevar algún tiempo volver a la forma en que se sentía antes de la depresión.

Es importante recordar que los antidepresivos pueden ayudar con los síntomas de la depresión. Estos medicamentos funcionan mejor cuando intenta tener un estilo de vida activo con ejercicio, dormir ocho horas por noche y comer alimentos saludables. Su médico también puede recomendar trabajar con un consejero para ayudarlo a mejorar los pensamientos depresivos.

Como tomar antidepresivos

Los antidepresivos generalmente se toman todos los días. Puede demorar 1 o incluso 2 meses hasta ver los resultados completos. Es posible que deba probar diferentes tipos o cantidades (dosis) para encontrar el antidepresivo que mejor funcione para usted.

Su médico le informará durante cuánto tiempo debe tomar su antidepresivo. Si es la primera vez que recibe tratamiento para la depresión, probablemente continuará tomando este medicamento durante al menos 6 meses después de comenzar a sentirse mejor. Si es la segunda vez que está deprimido, puede seguir tomando el medicamento durante al menos un año. La depresión que reaparece por tercera vez puede requerir que continúe tomando un antidepresivo por más tiempo.

Puede tener efectos secundarios no deseados si deja de tomar su antidepresivo repentinamente. Si desea dejar de tomar su medicamento, hable primero con su médico. Pueden tratar de ayudarlo a evitar estos efectos secundarios.

Alcohol y antidepresivos

Hable con su médico acerca de beber alcohol mientras toma un antidepresivo. Debe tener cuidado con la bebida hasta que sepa cómo le afecta el medicamento. Los efectos del alcohol pueden combinarse con los efectos del antidepresivo y causar problemas. Beber en exceso regularmente puede dificultar el tratamiento de la depresión. Ciertos tipos de medicamentos pueden provocar convulsiones en los grandes bebedores.

Antidepresivos y otros medicamentos

Los antidepresivos pueden tener un efecto en muchos otros medicamentos. Si está tomando un antidepresivo, informe a su médico sobre todos los demás medicamentos que toma, incluidos los medicamentos de venta libre (OTC) y los productos para la salud a base de hierbas (como la hierba de San Juan). Él o ella puede decirle si sus medicamentos habituales pueden causar problemas cuando se combinan con un antidepresivo.

Antidepresivos para niños y adolescentes

En algunos casos, el uso de antidepresivos se ha relacionado con un aumento de los pensamientos y comportamientos suicidas en niños, adolescentes y adultos jóvenes. La Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA, por sus siglas en inglés) ahora exige que los antidepresivos contengan una advertencia sobre el riesgo de suicidio en niños, adolescentes y adultos jóvenes de 24 años o menores. Sin embargo, esto no significa que las personas en este grupo etario no deberían tomar antidepresivos. Significa que deben ser supervisados cuidadosamente por su médico y seres queridos mientras toman el antidepresivo.

Muchos médicos querrán ver a un niño o adolescente en algún momento de las primeras semanas después de que comience a tomar un antidepresivo para evaluar cualquier riesgo de suicidio. Si le preocupa que su hijo pueda ser suicida, llame a su médico de inmediato o llévelo a la sala de emergencias más cercana.

Aspectos a tener en cuenta

Todos los antidepresivos tienen algunos efectos secundarios. Sin embargo, no todas las personas que toman antidepresivos los padecen. La mayoría de los efectos secundarios ocurren en las primeras semanas de tratamiento y disminuyen con el tiempo. Puede experimentar lo siguiente:

  • ansiedad
  • problemas de vejiga
  • visión borrosa
  • estreñimiento
  • diarrea
  • mareos al ponerse de pie
  • sequedad en la boca
  • cansancio excesivo
  • sensación de debilidad
  • temblores en las manos
  • aumento de la frecuencia cardíaca
  • aumento de la somnolencia
  • insomnio
  • espasmos musculares
  • náuseas
  • disfunción sexual (incapacidad para eyacular o tener un orgasmo)
  • temblores
  • vómitos
  • aumento de peso

Hable con su médico si estos efectos secundarios no desaparecen. El médico puede cambiar su dosis o sugerir otro medicamento para deshacerse de los efectos secundarios.

Consideraciones para mujeres

Si está en sus planes quedar embarazada, hable con su médico acerca de sus medicamentos antes de intentarlo. Si queda embarazada accidentalmente mientras toma un antidepresivo, informe a su médico de inmediato. Su médico sabrá si es seguro tomar ese antidepresivo en particular.

La mayoría de los medicamentos que toma pueden pasar a la leche materna. Eso significa que puede transmitirlos a su bebé. Si planea amamantar o si está amamantando actualmente, hable con su médico acerca de su medicamento.

En la mayoría de los casos, está bien tomar píldoras anticonceptivas o terapia de reemplazo hormonal (también llamada TRH) al mismo tiempo que los medicamentos para la depresión. Tomar hormonas puede incluso ayudar a algunas mujeres deprimidas a sentirse mejor. Sin embargo, si sus píldoras anticonceptivas parecen estar causando síntomas de depresión, hable con su médico. Puede sugerirle que use otro método para evitar el embarazo durante varios meses para averiguar si sus píldoras anticonceptivas le están causando depresión.

Síndrome de discontinuación de antidepresivos

El síndrome de discontinuación de antidepresivos puede ocurrir si de repente deja de tomar su medicamento antidepresivo. El síndrome de discontinuación de antidepresivos no es peligroso ni pone en peligro su vida. Suele desaparecer en 1 semana. Los síntomas incluyen:

  • ansiedad
  • sentimientos de tristeza
  • irritabilidad
  • fatiga
  • dolores de cabeza
  • náuseas y vómitos
  • mareo

Es más probable que tenga el síndrome de discontinuación de antidepresivos si deja de tomar determinados antidepresivos, como paroxetina y sertralina. Sin embargo, puede tener síntomas al suspender cualquier medicamento antidepresivo.

  1. Si accidentalmente omitió una dosis de su medicamento antidepresivo, comience a tomarlo nuevamente lo antes posible. Si se quedó sin medicamentos, llame a su médico para que pueda resurtir su receta.
  2. Si decidió dejar de tomar su medicamento antidepresivo por su cuenta, hable con su médico sobre por qué dejó de hacerlo. Por ejemplo, ¿el medicamento estaba causando un efecto secundario desagradable? ¿Era demasiado costoso? Su médico puede ayudar alterando su dosis o sugiriendo otro antidepresivo.
  3. Si su médico le recomendó tomar una dosis más baja de su medicamento y experimenta síntomas del síndrome de discontinuación de antidepresivos, hable con su médico. Es posible que deba tomar una dosis más alta por un período de tiempo antes de retirar gradualmente su medicamento del cuerpo.

Para evitar que el síndrome de discontinuación de antidepresivos vuelva a suceder, tome su medicamento exactamente como se lo indique su médico. Si desea dejar de tomarlo, hable primero con su médico. El hecho de que no pueda dejar de tomar su medicamento repentinamente no significa que sea adicto. Su cuerpo a menudo necesita tiempo para adaptarse a los niveles más bajos del medicamento. Es por eso que su médico puede recomendar la disminución gradual de un antidepresivo en lugar de suspenderlo abruptamente.

Preguntas para hacerle a su médico

  • ¿Cómo puedo saber si tengo depresión?
  • ¿Hay formas de tratar la depresión que no involucren medicamentos?
  • Si estoy deprimido, ¿también debería hablar con un profesional de la salud mental?
  • ¿Hay cupones que pueda usar para ayudar a reducir el costo de los antidepresivos?
  • ¿Cuánto tiempo llevará obtener la dosis correcta para mi medicamento?
  • ¿Hay alguna prueba genética especial que pueda realizar para ver qué antidepresivo es el adecuado para mí?

 

 

FamilyDoctor

lunes, 29 de marzo de 2021

Supervisión de Casos Clínicos en Psicología Clínica

El mundo de la psicología y de la salud mental en general se fundamenta en conocimientos de todo tipo, tanto teóricos como prácticos, y es parte de lo que hace de este ámbito de trabajo algo fascinante.

Sin embargo, esto también implica que, desde el punto de vista de los profesionales, siempre pueden surgir dudas y obstáculos ante los cuales resulta complicado saber qué hacer. Especialmente en el área de la psicoterapia, encontrarse con situaciones nuevas o problemas inesperados resulta habitual. Justamente por eso existe la supervisión para psicólogos, un servicio muy habitual entre profesionales o equipos de psicólogos con mucha experiencia que compaginan sus tareas habituales con sesiones de ayuda a otros colegas.

La supervisión psicológica de casos clínicos en psicología desempeña un papel fundamental en la formación de los psicólogos porque ofrece un espacio para reflexionar sobre las técnicas y métodos que se han elegido para desarrollar la terapia, logrando así encauzar el tratamiento en la dirección más adecuada.

No obstante, la supervisión clínica en psicología no se limita exclusivamente a los primeros años de vida profesional, también es una herramienta muy útil para mantener una práctica de calidad. De hecho, esta actividad ha surgido de la necesidad de compartir las experiencias profesionales, aclarar dudas y validar el enfoque con el cual se ha abordado determinado caso analizando la dinámica que ha tenido lugar.

Los objetivos de la supervisión de casos clínicos

La supervisión psicológica es un instrumento de trabajo que tiene dos vertientes fundamentales: la formación y la colaboración. Se trata de una herramienta muy valiosa para el psicólogo que está dando sus primeros pasos ya que le permite perfeccionar sus habilidades terapéuticas y resolver sus dudas. No obstante, también es ideal para solucionar el estancamiento en la terapia y para resolver los casos más difíciles, analizándolos desde otra perspectiva y/o revalorando las hipótesis de trabajo.

Sin embargo, la supervisión de casos clínicos en psicología no solo tiene el objetivo de ayudar a resolver los casos sino que también contribuye a potenciar las habilidades terapéuticas, ya que se convierte en un espacio para compartir recursos, estrategias y técnicas psicológicas. En este proceso se analiza tanto la relación que se ha establecido con el paciente como el tipo de vínculo que se ha creado y la idoneidad de las técnicas aplicadas.

¿Por qué es tan importante la supervisión clínica en psicología?

Cada etapa por la que transita un psicólogo a lo largo de su formación profesional implica un reto diferente. La forma en la cual se enfrente ese desafío determinará si el terapeuta continuará evolucionando o si se quedará atascado. Cuando se experimenta una sensación de bloqueo, no se comprende con certeza lo que está sucediendo en las sesiones o no se sabe qué hacer a continuación, es necesario pedir ayuda. En estos casos, la supervisión de casos clínicos en psicología es esencial ya que se convierte en una herramienta de reflexión que nos permite seguir adelante.

Por otra parte, la supervisión de casos clínicos también es una excelente estrategia para monitorizar la calidad de los servicios psicológicos que se ofrecen. Es importante no comprenderla como un proceso de evaluación externa sino más bien como una manera para contrastar nuestras competencias profesionales y crecer como terapeutas.

¿Sólo lo necesitan los psicólogos novatos?

La respuesta a esta pregunta es no: cualquier profesional, sea cual sea su grado de experiencia, puede en determinadas ocasiones necesitar de la supervisión de otros psicólogos para saber gestionar un caso concreto. A fin de cuentas, la psicoterapia es un proceso tan complejo que nadie llega a controlar totalmente lo que ocurre en él (para bien y para mal), lo cual significa que siempre hay margen para aprender. Además, a veces el problema no es la falta de conocimiento teórico-práctico, sino la necesidad de disponer de un agente externo que sea capaz de analizar de un modo más objetivo cómo se ha ido desarrollando el vínculo terapéutico.

¿Con qué enfoque trabajamos la supervisión de casos clínicos en psicología?

Con el objetivo de ayudarte en tu práctica profesional, pongo a tu disposición más de 20 años de experiencia en el ejercicio de la Psicología. Soy un profesional altamente capacitado  que se mantiene al tanto de los últimos avances en sus áreas de especialización y que trabajo desde una orientación integrativa.

Desde mi consultorio comprendo la supervisión de casos clínicos como una relación que se establece entre dos profesionales, uno de los cuales comparte su trabajo en aras de encontrar una visión más constructiva. Intento establecer una colaboración dinámica con el fin de intercambiar puntos de vista y experiencias, no de llegar a una verdad absoluta.

Objetivos de la supervisión para psicólogos

Los principales objetivos de la supervisión de casos clínicos en psicología son los siguientes:

1. Resolver dudas

Sobre todo al inicio de los procesos de intervención en el ámbito clínico, así como en las fases de evaluación de los progresos realizados por el paciente, algunos psicoterapeutas tienen dudas concretas que no saben resolver por sí mismos, al hacer referencia a vacíos de conocimiento muy específicos. No hay que olvidar que cada año se publica mucha información relativa a investigaciones en salud mental, y ponerse a buscar a través de estas publicaciones no siempre es sencillo.

Por ello, la posibilidad de plantearles dudas directamente a quienes llevan años dedicándose a la terapia psicológica tiene un gran valor, porque ahorra mucho tiempo y además permite tener una visión global del asunto, en la que la información poco relevante ya ha sido filtrada y descartada, mostrando sobre todo lo que es de mayor utilidad.

2. Solucionar el estancamiento

Uno de los motivos más habituales por los que los psicoterapeutas recurren a la supervisión de casos tiene que ver con la necesidad de hacer avanzar procesos terapéuticos en los que no se aprecian mejorías demasiado significativas. De este modo se trata de encauzar la intervención poniendo el foco en la consecución de metas concretas y objetivables.

3. Potenciar las habilidades terapéuticas

La supervisión para psicólogos también ayuda a pulir habilidades terapéuticas que no siempre vienen explicadas en los libros: las llamadas "soft skills" han demostrado jugar un papel relevante a la hora de ayudar a los pacientes y conectar mejor con ellos, y pueden ser entrenadas con mayor facilidad si hay una persona de carne y hueso monitorizando el modo en el que se comporta el profesional que busca ser supervisado.

4. Compartir recursos y estrategias

No hay que olvidar que la supervisión de casos clínicos se realiza a través de la comunicación directa de profesionales que intercambian información; esto hace que los conocimientos y recursos más actualizados puedan ir difundiéndose de un modo más ágil, sin la (relativa) rigidez de la búsqueda y lectura de artículos en revistas especializadas, la realización de posgrados, etc.

Una de las ventajas de esto es que, al percibir problemas o necesidades específicas que la persona que busca supervisión no sabe muy bien cómo enfocar, el supervisor puede plantear, por su propia iniciativa, soluciones que la otra persona no se había planteado antes, debido a que la relación es simétrica. Esto es algo que ocurre con menos frecuencia en interacciones de tipo más bien asimétrico, como por ejemplo las clases magistrales en una carrera universitaria o en un Máster.

En definitiva, las sesiones de supervisión de casos clínicos son un medio por el que los conocimientos viajan de manera espontánea, respondiendo a necesidades concretas en el momento en el que son reconocidas como tales.

5. Ayuda a ver con perspectiva la relación terapéutica

Finalmente, otra de las ventajas de esta clase de servicios es que ayudan a detectar problemas relativos a la relación terapéutica con pacientes concretos. Esto es, fenómenos que nacen y mueren con el transcurso de la psicoterapia y de los que no hay ni puede haber nada publicado, pero que igualmente aportan mucha información relevante que hay que saber aprovechar para llegar a los objetivos terapéuticos y establecer un clima de honestidad, confianza y sintonía.

¿Por qué realizar una supervisión clínica conmigo?

Puedo ayudarte con todo tipo de casos, incluso los más complicados, ya que:

  1. Cuento con diferentes especialidades en varias áreas de la psicología.
  2. Además, trabajo con diferentes técnicas con mayores resultados comprobados.
  3. Estoy al tanto de las últimas investigaciones y avances en psicoterapia.
  4. Soy un profesional de referencia en México con una amplia formación y gran experiencia en todo tipo de problemáticas.

¿Cómo lo hago?

Tanto si te encuentras en la ciudad y quieres realizar las supervisiones de manera presencial o prefieres realizar supervisiones online, me adapto a tus necesidades.

Desde cualquier lugar de México u otro país hispanoparlante puedes acceder a un servicio de supervisión de calidad, y supervisar tus casos conmigo, con una gran experiencia y una amplísima formación y una visión integradora de la psicología. Otra visión que te dará otra perspectiva y que seguro que enriquecerá tu práctica clínica.

Las supervisiones se pueden programar de manera regular o de forma puntual, según cual sea tu necesidad.

Si te dedicas profesionalmente a la psicoterapia y te interesa contar con servicios de supervisión para psicólogos, te invitamos a ponerte en contacto. Sesión de 45 minutos.

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viernes, 19 de marzo de 2021

Trastorno Antisocial de la Personalidad y Trastorno Disocial: Una guía útil

Muchas personas utilizan el término antisocial para referirse a individuos que tienen problemas para relacionarse con otros, o no les gusta entablar relaciones. Sin embargo, esta definición es incorrecta. 

En psicología se utiliza el término trastorno antisocial de la personalidad (TPA) para describir una afección mental que lleva a las personas que la padecen a romper las normas, a manipular, explotar o violar los derechos de los demás en favor de los propios.

Descubre una completa guía sobre el trastorno antisocial de la personalidad: Qué es, sus síntomas, sus diferencias con el trastorno disocial o de conducta, sus causas, consecuencias, factores de riesgo, tipos, diagnóstico en niños y adultos, su relación con el TDAH, tratamiento, qué hacer si conocemos a alguien con trastorno antisocial y mucho más.

¿Qué es el trastorno antisocial de la personalidad? 

Definición y concepto

El trastorno antisocial de la personalidad (TPA) se puede definir como un patrón persistente de experiencias personales y conductas que se desvían notablemente de las expectativas dentro de la cultura del individuo, de forma generalizada e inflexible. El TPA tiene su inicio en la adolescencia o juventud, es estable en el tiempo y conlleva un gran malestar personal.

El trastorno antisocial se caracteriza por la indiferencia hacia los derechos de los demás y la violación de estos. El diagnóstico no se puede dar hasta que la persona cumple los 18 años. Y sólo se puede diagnosticar si alguno de los síntomas han aparecido antes de los 15 años. Antes de los 18 se diagnostica trastorno disocial. Que como veremos, no es exactamente lo mismo que el TPA pero tiene mucha relación. En la cultura popular se habla de la personalidad antisocial bajo los términos sociópata o psicópata. Aunque estas etiquetas no están reconocidas para el diagnóstico profesional.

Prevalencia del trastorno antisocial

Alrededor de un 3% de las personas en la población general puede ser diagnosticadas con Trastorno antisocial de la personalidad. Y tiende a ser el doble de frecuente en hombres que en mujeres. La mayor prevalencia se da en hombres que abusan de alcohol, drogas o que están en prisión.

En prisión, se estima que entre un 50 y un 80% de los presos cumplen condiciones para el trastorno Antisocial.

Trastorno antisocial vs Trastorno disocial o de conducta 

¿En qué se diferencian?

En la nueva versión del Manual Diagnóstico DSM- 5, el trastorno disocial ha pasado a denominarse trastorno de conducta.

La mayor diferencia entre trastorno antisocial y trastorno disocial o de conducta es:

  • Trastorno antisocial: No se diagnostica en menores de 18 años.
  • Trastorno disocial o de conducta: Se diagnostica a menores de 18 años

Además de esta diferencia fundamental existen otras diferencias menores entre el trastorno antisocial y el trastorno disocial en las que profundizaremos más adelante en los criterios diagnósticos.

En este punto es importante resaltar que existe otro tipo de trastorno de conducta denominado trastorno negativista desafiante que tiene que tiene algunos puntos en común con el trastorno al disocial, sin embargo, es menos grave. Por eso es muy importante evaluar de forma correcta al paciente para obtener un diagnóstico preciso y no dar lugar a equívoco.

Existen algunos profesionales que creen que más que tres trastornos diferenciados (trastorno negativista, trastorno disocial y trastorno antisocial), podríamos estar hablando de un continuo, de menos a más grave. El trastorno negativista es el menos grave de los tres, sin embargo, si no se trata, puede derivar en trastorno disocial, y llegar a evolucionar a trastorno antisocial.

¿Cómo es una persona con Trastorno antisocial? 

Síntomas

Una persona con trastorno antisocial de la personalidad siente poca o ninguna empatía hacia los demás, y no ve el problema en desafiar o romper la ley para su propio beneficio. El trastorno normalmente comienza en la infancia, y continúa hacia la adolescencia y la adultez.

Estas personas pueden ser encantadoras en la superficie, pero tienden a volverse irritables, agresivas e irresponsables. Puede que tengan quejas somáticas e intentos de suicidio. Debido a sus tendencias manipulativas, es difícil saber si mienten o dicen la verdad. Pueden ser arrogantes.

Suelen ser impulsivas, realizan actos sin pensar en las consecuencias. Pueden ser temerarios, lo que se traduce en conductas como la conducción de riesgo, conducta sexual de riesgo o abuso de sustancias. Tienen dificultades para mantener un empleo y suelen tener muchas parejas sexuales, pero rara vez se comprometen. Suelen ser padres irresponsables.

Síntomas del trastorno antisocial

  • Incapacidad de cumplir las normas sociales y respetar las normas. Lo que suele dar lugar a arrestos.
  • Tendencia a la mentira y la falsedad. Mienten repetidamente, usan alias, estafan a los demás para el propio beneficio o el propio placer.
  • Impulsividad o incapacidad de hacer planes.
  • Irritabilidad y agresividad, que se muestran repetidamente como peleas físicas o agresiones.
  • Conductas temerarias que implican indiferencia por la seguridad de uno mismo o los demás.
  • Irresponsabilidad consistente, dificultad para mantener un empleo o cumplir las obligaciones financieras.
  • Falta de remordimiento, indiferencia hacia el sufrimiento de los demás y racionalizar el haber herido, maltratado o robado a otra persona.

¿Cómo es una persona con trastorno de conducta o disocial? 

Síntomas

  • Presentan muy poca empatía: no se preocupan por los sentimientos o bienestar de los demás.
  • Percibe las intenciones de los demás como agresivas u hostiles.
  • Baja autoestima, intolerancia a la frustración, arrebatos emocionales, imprudencia.
  • Inicio temprano en actividades sexuales, fumar, beber alcohol, y consumo de otros tóxicos. Lo que empeora el funcionamiento del organismo.
  • Suele asociarse con el trastorno por déficit de atención con hiperactividad, aprendizaje, relacionados con sustancias, ansiedad o trastornos del estado de ánimo.
  • Puede ser un trastorno secundario a otro trastorno mental.
  • Puede evolucionar a un trastorno antisocial de la personalidad.
  • Alta prevalencia de ideación suicida, tentativa suicida y suicidio consumado.

Ejemplos de comportamientos antisociales

Tener comportamientos antisociales no significa que tengas un trastorno. De hecho, durante la adolescencia es común que existan este tipo de conductas, pero es parte del proceso de convertirse en adulto. Aquí te damos algunos ejemplos de conductas antisociales.

Comportamiento agresivo y destructor

  • Destruir o dañar la propiedad, bien sea pública o privada, vandalismo: grafitis, quema de contenedores, dejar o tirar basura en la calle.
  • Agredir física o verbalmente a personas o animales
  • Amenazar e intimidar.
  • Agresión sexual o violación
  • Conducción temeraria que viola las normas de circulación, poniendo en riesgo la seguridad de uno mismo y de los demás, como sobrepasar los límites de velocidad.
  • Falsedad y engaño
  • Mentir.
  • Estafar.
  • Tener varias identidades.
  • Violación de las reglas y derechos de los demás
  • Robos y hurtos
  • Molestar a los demás, bien sea gritando, con música excesivamente alta, ocupando toda la acera…
  • Irrumpir en propiedad ajena.
  • Faltar a clase o al trabajo
  • Aprovecharse de los demás.
  • Uso de sustancias

Factores de riesgo que contribuyen al desarrollo del Trastorno antisocial

  • Haber tenido un trastorno de conducta en la infancia
  • Haber sufrido de Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH)
  • Infancia problemática, vida familiar violenta o inestable.
  • Haber sufrido abuso infantil, malos tratos o negligencia.

Factores genéticos de riesgo

Antecedentes parentales de trastorno antisocial, otros trastornos personalidad o problemas psicológicos.

Causas del Trastorno antisocial de la personalidad

Las causas específicas para el trastorno antisocial son desconocidas. Como la mayoría de problemas de salud mental hay evidencia de que existen ciertos rasgos heredables. Pero una vida familiar disfuncional aumenta la probabilidad del desarrollo de este trastorno.

Causas biológicas

Una teoría sugiere que ciertas anormalidades en el desarrollo del sistema nervioso pueden causar Trastorno antisocial. Algunas de estas anormalidades pueden estar detrás de algunos problemas del aprendizaje, enuresis persistente e hiperactividad.

Algunos estudios sugieren que si la madre ha fumado durante el embarazo, su hijo está en riesgo de desarrollar conducta antisocial. Esto se explica porque fumar desciende los niveles de oxígeno, lo que puede resultar en daños en el cerebro del feto.

Estudios de imagen cerebral sugieren que una función cerebral anormal es la causa de este trastorno. Por ejemplo, el neurotransmisor serotonina se relaciona con la conducta impulsiva y agresiva. Los lóbulos temprales y la corteza prefrontal ayudan a regular el estado de ánimo y la conducta. Puede ser que la causa del trastorno antisocial sea un funcionamiento anormal en los niveles de serotonina o en estas regiones cerebrales.

Causas ambientales

El entorno social y familiar también contribuye al desarrollo de la conducta antisocial. Los padres de niños con estos problemas frecuentemente muestran ellos mismos altos niveles de conductas antisociales.

En casos de crianza de acogida y adopción, privar a un niño pequeño de un vínculo emocional significativo puede dañar su habilidad de formar relaciones íntimas y de confianza. Los niños que pasan de un cuidador a otro pueden encontrar dificultades para establecer apego emocional apropiado con figuras adultas.

Una disciplina laxa o una inadecuada supervisión se ha se ha relacionado con una conducta antisocial en niños. Los padres que se implican monitorizan la conducta del niño, estableciendo reglas y comprobando que son cumplidas. Una buena supervisión paterna es menos probable en familias desestructuradas, porque los padres pueden no estar disponibles, y si son padres antisociales no tienen motivación para vigilar a sus hijos. También influye el tamaño de la familia, cuanto mayor sea, menos atención puede recibir cada hijo.

Un niño que crece en una familia desordenada puede llegar al mundo adulto dañado. Sin haber desarrollado vínculos fuertes, se vuelve egoísta e indiferente a los demás. La falta de disciplina consistente da lugar a una pobre consideración por las normas y a la recompensa a largo plazo, lo que facilita su impulsividad. No tiene modelos apropiados de conducta y aprende a usar la agresión para resolver conflictos. También falla en desarrollar la empatía y la preocupación por los demás.

Los niños antisociales tienden a elegir a compañeros de juegos similares, ya que los niños agresivos suelen ser rechazados por los compañeros. Esto impide crear vínculos sanos entre iguales. Estas relaciones pueden animarles y a recompensar la conducta antisocial.

El abuso infantil también se ha asociado a la conducta antisocial. Esto no es sorprendente porque muchos de ellos han crecido en ambientes negligentes y a veces violentos. Lo que les sitúa en una situación de vulnerabilidad fomentando que se conviertan en víctimas. Además, el abuso se convierte en una forma aprendida de relacionarse con los demás, perpetuando esta conducta con los demás.

También se ha dicho que el abuso físico puede ser especialmente negativo porque puede resultar en daño cerebral. Los eventos traumáticos pueden alterar el desarrollo del sistema nervioso central, un proceso que continua hasta la adolescencia. Esto se puede deber a una liberación exagerada de hormonas y otros químicos debidos a los eventos estresantes que pueden alterar el patrón normal de desarrollo.

Tipos del trastorno antisocial

Tradicionalmente se han diferenciado dos perfiles de personalidades antisociales: el psicópata o psicópata primario, y el sociópata o psicópata secundario. Sin embargo en la realidad, no es tan común ver dos perfiles “puros”.

  1. Psicópata: El rasgo más característico del psicópata es la frialdad emocional. No sienten empatía, utilizan a los demás en su propio beneficio, son manipuladores y mentirosos. Son fríos y calculadores. Generalmente, los psicópatas no responden a ningún tratamiento psicológico, por lo que su pronóstico es muy desalentador. De hecho, el tratamiento puede conseguir el efecto contrario del deseado.
  2. Sociópata: El sociópata se caracteriza por la impulsividad. Por ello rompen las normas. Tienen mayores niveles de empatía que los psicópatas, aunque su registro emocional está más reducido que en la población general. Suelen dejarse llevar por la ansiedad. El tratamiento psicológico para este perfil puede ser de ayuda. En prisión es más común que aparezca este perfil, ya que son arrestados con mayor facilidad, y no se integran tan bien como los psicópatas en la sociedad.

Trastorno antisocial en niños

Como hemos dicho, los menores de 18 años no pueden ser diagnosticados de ningún trastorno de personalidad, porque se considera que todavía no han desarrollado totalmente su personalidad. Antes de los 18 años, si existen conductas antisociales (ver apartado de diagnóstico), se diagnosticará de trastorno disocial.

Trastorno disocial y su relación con el TDAH

Las estadísticas sugieren que entre un 20 y un 40 por ciento de niños con TDAH desarrollan trastorno disocial. La investigación ha mostrado que los niños que no reciben un adecuado y temprano tratamiento para el TDAH tienen problemas a medida que se acercan a la adultez. Pueden tener dificultades para mantener un trabajo, muestran agresión y muestran conductas antisociales y ruptura de normas.

¿Por qué ocurre esto? Un niño con TDAH va a tener dificultades para prestar atención y va a tender a la impulsividad. Va a tener problemas académicos, familiares y sociales. Se va a sentir muy mal, y su autoestima se va a ver resentida. Con el fracaso repetido, va a dejar de esforzarse “¿Para qué lo voy a intentar, si siempre me sale mal?”. Va a dejar de hacer los deberes, estudiar, hará novillos, se juntará con otros como él. Y así es cómo irá desarrollando conductas antisociales. Por ello es muy importante detectar y tratar el TDAH a tiempo, para evitar complicaciones y evitar que la autoestima se resienta.

Diagnóstico del Trastorno antisocial y disocial de la personalidad

El diagnóstico de cualquier trastorno mental lo debe hacer un psiquiatra o un psicólogo con formación en psicología clínica.

Diagnóstico del Trastorno Antisocial de la Personalidad

El Trastorno de Personalidad Antisocial, según el (DSM V) se caracteriza por un patrón persistente de inatención y vulneración de los derechos de los demás. Esto produce desde los 15 años de edad, y que se manifiesta por 3 o más de los síntomas siguientes:

  • Incapacidad de cumplir las normas sociales y respetar las normas. Lo que suele dar lugar a arrestos.
  • Tendencia a la mentira y la falsedad. Mienten repetidamente, usan alias, estafan a los demás para el propio beneficio o el propio placer.
  • Impulsividad o incapacidad de hacer planes.
  • Irritabilidad y agresividad, que se muestran repetidamente como peleas físicas o agresiones.
  • Conductas temerarias que implican indiferencia por la seguridad de uno mismo o los demás.
  • Irresponsabilidad consistente, dificultad para mantener un empleo o cumplir las obligaciones financieras.
  • Falta de remordimiento, indiferencia hacia el sufrimiento de los demás y racionalizar el haber herido, maltratado o robado a otra persona.
  • Para el diagnóstico de este trastorno se ha de tener como mínimo 18 años.

Diagnóstico del Trastorno de conducta o trastorno disocial

Para diagnosticar el trastorno de conducta, se han de cumplir los siguientes criterios.

A. Un patrón repetitivo y persistente de conducta, que se basa en una falta de respeto de los derechos básicos de otros, las normas o reglas sociales propias de la edad. Esto se manifiesta en los 12 últimos meses con al menos tres de los siguientes criterios.

Acosa, amenaza o intimada a otros.

Inicia peleas con frecuencia.

Ha usado un arma que puede provocar serios daños a terceros (p. ej., un bastón, un ladrillo, una botella rota, un cuchillo, un arma).

Ejerce crueldad física hacia personas.

Ha ejercido crueldad física hacia animales.

Ha robado enfrentándose a una víctima (p. ej., atraco, robo de un monedero, extorsión, atraco a mano armada).

Agrede sexualmente a alguien.

Prende fuego deliberadamente con la intención de provocar daños graves.

Ha destruido deliberadamente la propiedad de alguien (pero no por medio del fuego).

Ha invadido la casa, edificio o automóvil de alguien.

Con frecuencia miente o engaña para obtener objetos o favores, o para evitar obligaciones .

Ha robado objetos de valor no triviales sin enfrentarse a la víctima (p. ej., hurto en una tienda sin violencia ni invasión; falsificación).

Rompe las normas o prohibiciones familiares con frecuencia, empezando antes de los 13 años.

Ha pasado una noche fuera de casa sin permiso mientras vivía con sus padres o en un hogar de acogida. Por lo menos dos veces o una vez sí estuvo ausente durante un tiempo prolongado.

Hace novillos en la escuela con frecuencia, empezando antes de los 13 años.

B. El trastorno del comportamiento provoca un malestar clínicamente significativo en las áreas social, académica o laboral.

C. Si la edad del individuo es de 18 años o más, no se cumplen los criterios de trastorno de la personalidad antisocial.

Se especifica si tiene emociones prosociales limitadas, falta de remordimientos o culpabilidad, si es insensible o le falta empatía, si es despreocupado por su rendimiento o si carece de expresión emocional o esta es superficial.

Tratamiento del trastorno antisocial

Como todos los trastornos de personalidad, el trastorno antisocial es difícil de tratar. La personalidad no se puede cambiar. Pero si es posible cierto margen de mejora, sobre todo a modificar la expresión conductual, ayudándolos a que se integren mejor en la sociedad.

El paciente que acepta la terapia sólo como forma de evitar la cárcel no va a mejorar. La terapia tiene que ser algo más que un medio de eludir las consecuencias del comportamiento. El mayor objetivo de la terapia es que entienda cómo él se crea sus propios problemas y cómo sus percepciones distorsionadas le dificulta verse como le ven los demás.

Es difícil trabajar con estas personas, ya que suelen culpar a los demás, tienen baja tolerancia a la frustración, son impulsivos.. Además no suelen tener motivación para mejorar y no suelen ser introspectivos.

El terapeuta debe ser consciente de sus propios sentimientos y ser vigilante a los intentos del paciente a sabotear la terapia.

No hay medicamentos especialmente pensados para el tratamiento de este trastorno pero algunos pueden ayudar a reducir la agresividad.

También es necesario abordar las adicciones u otros problemas simultáneos. Aunque a veces, la única manera de controlar a estos individuos es mediante medidas carcelarias.

¿Se puede prevenir el trastorno antisocial?

No hay una forma determinada de prevenirlo, y a veces  no es posible. Pero sí vamos a tener más probabilidades de criar hijos sanos si tenemos en cuenta lo siguiente.

  • Mediante disciplina flexible, pero no laxa. Estableciendo normas que no sean rígidas, pero animando a su cumplimiento.
  • Facilitando que los niños se hagan responsables de sus actos, haciéndoles ver que sus conductas tienen consecuencias que tienen que asumir.
  • Fomentar la autonomía y la autoestima de los niños.
  • Trasmisión de valores positivos, basados en el respeto, la compresión y el amor.
  • Ser afectuosos con los niños, física y psicológicamente, de esta forma crearán vínculos de apego sanos.
  • Fomentar la empatía y la inteligencia emocional. Ayudarle a identificar las emociones propias y las de los demás, y enseñarle a manejarlas.

¿Cómo tratar con una persona con trastorno antisocial?

Una persona con personalidad antisocial puede ser muy difícil de tratar, y puede hacerte la vida imposible. Si conoces al alguien que puede tener este tipo de trastorno, si no es muy cercana lo mejor que puedes hacer es alejarte de ella. Si por el contrario es un ser querido los siguientes consejos puede serte de ayuda.

  • Sugiere que vaya a terapia. Hazlo con tacto, sin reproches ni ataques. Sin embargo, por muy bien que hagas esto, es probable que se enfade contigo de todas maneras. Se paciente.
  • No te tomes a lo personal aquello que te dice. Pueden ser personas muy hirientes, que no tienen en consideración a los demás y que te manipulan para que te creas aquello que te dicen. Se fuerte, y no te lo tomes en serio.
  • Si ejerce violencia física contra ti, denúncialo. Por mucho que lo quieras, debe aprender que lo que hace tiene consecuencias.
  • Ponle límites. Esto puede llegar a ser agotador, pero es necesario que aprenda que existen barreras que no debe sobrepasar. Hazle entender lo que no vas a permitir.
  • No entres en una escalada de violencia. Si se pone agresivo/a no actúes tu también de forma agresiva. De forma calmada dile: “estas alterado/a, cuando te calmes hablamos.” Y entonces te vas.
  • Si la situación es insostenible, aléjate. Puede ser algo muy doloroso, pero a veces, sobre todo en las que tu integridad física y psicológica está en riesgo, lo mejor es que te apartes de esta persona.