viernes, 10 de noviembre de 2023

Ayudando a su Hijo durante un Divorcio

Miles de niños sufren el estrés del divorcio de sus padres cada año. La forma en que reaccionan depende de su edad, personalidad y las circunstancias concretas del proceso de separación y divorcio.

Todo divorcio tiene repercusiones sobre los niños implicados; muchas veces su reacción inicial es de conmoción, tristeza, frustración, enfado o preocupación. Pero los niños también pueden salir de un proceso de divorcio más preparados para afrontar el estrés y muchos de ellos se convierten en jóvenes más flexibles y tolerantes.

Entre las principales cosas que ambos padres pueden hacer para ayudar a su hijo a atravesar este difícil período, figuran las siguientes:

  • Mantener los conflictos, riñas y discusiones acaloradas, así como los comentarios sobre los aspectos legales del divorcio al margen de los hijos.
  • Reducir al mínimo la alteración de las rutinas cotidianas del niño.
  • Restringir la negatividad contra el otro, así como el resentimiento y la tendencia a echarle la culpa, a las sesiones de terapia y las conversaciones con amigos que se mantengan fuera de casa.
  • Asegurarse de que ambos padres siguen implicados en la vida del niño.

La mayoría de adultos que atraviesan un proceso de separación y divorcio necesitan apoyo, de amigos, profesionales de la salud mental, religiosos y parientes. No busque apoyo en su hijo, incluso aunque parezca estar dispuesto a ofrecérselo.

Darle la noticia

En cuanto esté seguro de sus planes, hable con su hijo sobre su decisión de separarse. Aunque no existe una manera fácil de dar la noticia, de ser posible, intente que ambos (usted y el otro progenitor) estén presentes durante la conversación. Es importante dejar a un lado los sentimientos de enfado, culpa o remordimiento. Antes de hablar con su hijo, practique cómo se lo va a decir sin alterarse ni enfadarse durante la conversación.

Aunque la conversación sobre el divorcio debe adaptarse a la edad, grado de madurez y temperamento del niño, asegúrese de trasmitirle a su hijo un mensaje fundamental: lo que ha ocurrido es un asunto entre su madre y su padre y él no es en absoluto culpable de lo ocurrido. La mayoría de los niños se sienten culpables incluso después de que los padres se lo nieguen. Por eso es básico que los padres insistan en esta afirmación para tranquilizar al niño.

Explique a su hijo que a veces la forma de quererse de los adultos experimenta cambios o que usted y su pareja no pueden ponerse de acuerdo en cosas importantes y, por lo tanto, tienen que vivir separados. Pero recuerde que los hijos y los padres están unidos de por vida, sea por nacimiento o por adopción. Los padres y los hijos a menudo están en desacuerdo en un montón de cosas, pero eso forma parte del ciclo de la vida: padres e hijos no dejan de quererse ni se divorcian nunca.

Facilite a su hijo suficiente información a fin de que esté preparado para los cambios que van a tener lugar en su vida. Intente responder a sus preguntas de la forma lo más sincera posible. Recuerde que los hijos no necesitan conocer todos los motivos que hay detrás del divorcio (sobre todo, si eso implica culpar a uno de sus progenitores). Basta con que entiendan qué es lo que va a cambiar en su vida cotidiana e, igual de importante, qué es lo que no va a experimentar cambio alguno.

Si su hijo es muy pequeño, lo mejor es explicárselo todo con palabras sencillas. Podría decirle algo como: “Papá y mamá van a vivir en casas diferentes para que no se peleen tanto, pero los dos te queremos mucho.”.

Es posible que los niños mayores y los adolescentes sean más conscientes de la situación que están atravesando sus padres y tengan más preguntas basadas en las discusiones y peleas que han escuchado.

Abordar las reacciones del niño

Si, tras recibir la noticia, su hijo está muy alterado, dígale que usted reconoce y acepta sus sentimientos, que le importan y asegúrele que esos sentimientos son perfectamente normales y comprensibles. Puede intentar decirle: “Sé que esto te molesta. ¿Intentamos pensar en algo que te haga sentir mejor?” o “Ambos te queremos mucho y nos sentimos mucho el tener que vivir separados.”

No todos los niños reaccionan de forma inmediata. Haga saber a su hijo que eso también es normal y dígale que habrá otros momentos para hablar sobre el tema cuando él esté preparado. Algunos niños tratan de complacer a sus padres actuando como si no pasara nada o intentan inhibir cualquier sentimiento negativo afirmando que no están enfadados ni tristes por la noticia. A veces, el estrés se manifiesta de otras formas: en los estudios, con los amigos, en los cambios de apetito, en la forma de comportarse o en los patrones de sueño.

Independientemente de que su hijo exprese miedo, preocupación o alivio ante la noticia de la separación y el divorcio, el querrá saber cómo va a cambiar su vida cotidiana a partir de ahora.

Prepárese para contestar estas preguntas y otras similares:

  • ¿Con quién voy a vivir?
  • ¿Dónde iré al colegio?
  • ¿Tendré que cambiar de casa?
  • ¿Dónde vivirá cada uno de mis padres?
  • ¿Dónde pasaré las vacaciones y los días de fiesta, como el Día de Acción de Gracias?
  • ¿Podré seguir viendo a mis amigos?
  • ¿Tendré que cambiar de colegio?
  • ¿Podré seguir yendo de campamento este verano?
  • ¿Podré seguir practicando mis actividades favoritas?

Ser sincero con un hijo no siempre es fácil cuando no se tienen todas las respuestas, o cuando al niño le asusta la situación o se siente culpable de lo que está ocurriendo. Lo más correcto es decirle lo que necesita saber cuando lo pregunta.

Ayudar al niño a afrontar la situación

Muchos niños (y padres) sienten mucho el hecho de haber perdido el tipo de familia que deseban tener y, sobre todo los niños, echan de menos al progenitor y la vida en familia que tenían. Por eso es tan habitual y completamente natural que algunos niños mantengan la esperanza de que sus padres volverán a estar juntos, incluso después de haberles explicado el carácter definitivo del divorcio.

Lamentar la pérdida de una familia es normal pero, con el tiempo, tanto usted como su hijo acabarán aceptando y adaptándose a la nueva situación. Por lo tanto, tranquilice a su hijo diciéndole que es normal que al principio desee que sus padres vuelvan a estar juntos, pero explíquele y déjele bien clara la decisión que ambos han tomado al respecto.

He aquí algunas formas de ayudar a su hijo a superar el disgusto provocado por el divorcio:

  1. Fomente la sinceridad. Los niños necesitan saber que sus sentimientos son importantes para sus padres y que ambos se los tomarán en serio.
  2. Ayúdele a expresar sus sentimientos con palabras. El comportamiento de un niño puede darle pistas sobre si está experimentando sentimientos de tristeza o de enfado. Pruebe a decirle: “Parece que estás triste en este momento. ¿Sabes qué es lo que te pone tan triste?”. Escuche atentamente sus respuestas, incluso aunque le resulte difícil oír lo que tiene que decirle.
  3. Legitimize sus sentimientos. Decirle a su hijo: “Sé que ahora estás triste” o “Sé que te sientes solo sin papá” le ayuda a saber que sus sentimientos son válidos. Es importante animar a un niño a sacarlo todo antes de ofrecerle otras formas de sentirse mejor. Permita que el niño sepa que también está bien estar contento, aliviado o emocionado sobre el futuro.
  4. Ofrézcale su apoyo. Pregúntele: “¿Qué crees que te ayudaría a sentirte mejor?”. Tal vez no se le ocurra nada en concreto, pero usted puede proponerle algunas ideas: tal vez sentarse un rato los dos juntos, dar un paseo o abrazar a su peluche favorito. Los niños pequeños agradecerán enormemente la posibilidad de llamar por teléfono a su padre o hacer un dibujo para dárselo a su madre cuando vuelva a casa al final del día.
  5. Cuídese para mantenerse sano. Para muchos adultos, la separación y el divorcio es una situación sumamente estresante. La presión experimentada se puede amplificar con los temas relacionados con la custodia, el reparto de propiedades y los asuntos financieros, que pueden sacar lo peor de la gente.
  6. Encontrar formas de afrontar el estrés es fundamental para usted y para toda su familia. Mantenerse lo más sano posible, tanto desde el punto de vista físico como emocional, puede ayudarle a combatir los efectos del estrés. Y, si se asegura de cuidar de sus propias necesidades, estará en la mejor forma física posible para cuidar de sus hijos.
  7. Mantenga los detalles del divorcio bajo control. Cuando comente los detalles del divorcio con sus amigos, familia o abogado, asegúrese de proteger su intimidad evitando siempre que sus hijos estén presentes. Intente relacionarse con su ex de forma lo más civilizada posible, sobre todo cuando interactúen delante de su hijo.
  8. Adopte la actitud más apropiada: no culpe, recrimine ni insulte a su ex pareja si su hijo lo puede oír, independientemente de las circunstancias de la separación. Esto es especialmente importante en los divorcios donde hay alguien que ha tenido la culpa y se han producido actos muy dolorosos, como una infidelidad. Mantenga sus cartas, correos electrónicos y mensajes de texto en lugares seguros, ya que, cuando existe una situación muy conflictiva en casa, los niños sienten una curiosidad natural por enterarse de lo que sucede.
  9. Busque ayuda. Este no es un período para enfrenta a solas. Encuentre un grupo de apoyo y hable con otras personas que hayan atravesado situaciones simulares, utilice los recursos de Internet o pídale a su médico o sacerdote que le recomiende recursos o centros de apoyo. El hecho de buscar ayuda para usted le permitirá sentar un buen ejemplo para su hijo sobre cómo adaptarse de forma saludable a los cambios importantes.

El apoyo de un psicólogo, terapeuta o amigo también le ayudará a establecer y mantener una “separación” saludable con respecto a su hijo. Es muy importante que no dependa del apoyo de su hijo. Los niños mayores y aquellos a quienes les gusta complacer a sus padres intentarán ayudarle a que se sienta mejor ofreciéndole un hombro donde llorar. Por muy tentador que sea, lo mejor es no permitir que su hijo le proporcione el apoyo emocional que necesita. Explique a su hijo lo mucho que valora su cariño y que se preocupe por usted, pero no se desahogue con él sino con un terapeuta o un amigo.

La importancia de la coherencia y la rutina

La coherencia y la rutina pueden ayudar mucho a ofrecer la sensación de comodidad y familiaridad que necesita su familia durante este importante cambio vital. En la medida de lo posible, reduzca al mínimo los horarios impredecibles, la indefinición y las separaciones repentinas.

Especialmente durante un divorcio, es recomendable que los niños pasen períodos a solas con cada uno de sus progenitores. Por inconveniente que le parezca, intente ponerse de acuerdo con su ex pareja para organizar los horarios de visita.

Es normal que le preocupe el modo en que su hijo está afrontando este cambio vital tan importante. Lo mejor que puede hacer es confiar en sus instintos y basarse en lo que usted sabe sobre su hijo. ¿Le parece que se está comportando de una forma diferente a la habitual? ¿Está su hijo adoptando conductas regresivas, es decir comportamientos propios de épocas anteriores, como chuparse el dedo o mojar la cama? ¿Parece que sus emociones interfieren en sus rutinas cotidianas, como los estudios y su vida social?

Es importante que esté atento a los cambios de comportamiento de su hijo: la tristeza, la ansiedad, los cambios de humor, las dificultades en la escuela, con los amigos, en el apetito o el sueño pueden indicar la presencia de problemas.

Los niños mayores y los adolescentes pueden ser más proclives a implicarse en comportamientos peligrosos, como el consumo de alcohol y drogas, faltar a la escuela y el comportamiento desafiante. Independientemente de que tales problemas estén o no relacionados con el divorcio, se trata de problemas graves que afectan el bienestar del adolescente e indican la necesidad de pedir ayuda profesional.

Pelearse delante del hijo

Aunque las discusiones ocasionales entre padres son esperables en cualquier familia, vivir en un campo de batalla de constante hostilidad y conflictos no resueltos representa una importante carga emocional para cualquier niño. Los gritos, las peleas, las discusiones o la violencia en la vida doméstica favorecen el miedo y las reacciones aprensivas en los niños.

Que un niño presencie conflictos entre sus padres es un modelo inapropiado para una persona que todavía está aprendiendo a relacionarse con los demás. Los niños cuyos padres mantienen relaciones llenas de hostilidad y resentimiento son más proclives a tener dificultades emocionales y de comportamiento que perdurarán más allá de la infancia.

Hablar con un mediador o un psicólogo especializado en divorcios puede ayudar a las parejas a airear sus recriminaciones y resentimientos mutuos de un modo que no sea perjudicial para su hijo. Aunque puede ser difícil, si los dos padres hacen un esfuerzo por colaboran de este modo, evitarán al niño el dolor provocado por una relación de pareja llena de amargura y resentimiento.

Adaptarse a una nueva situación

Puesto que el divorcio puede ser un cambio tan importante, las adaptaciones a las nuevas condiciones de vida deberían hacerse de forma gradual.

Pueden ocurrir varios tipos distintos de situaciones:

  • Uno de los padres tiene la custodia total.
  • Custodia compartida, donde se comparte tanto la custodia legal como la física (con quien vive el niño) entre ambos padres.
  • Custodia legal compartida, donde ambos padres comparten este tipo de custodia, pero el hijo vive mayoritariamente con un padre y este posee más autoridad en determinados ámbitos médicos o educativos.

¿Cuál es la situación que más le conviene a su hijo? Es una pregunta difícil y sobre la que muchas parejas tienen grandes desacuerdos. Aunque algunos niños se adaptan muy bien a la situación de compartir el tiempo equitativamente con ambos padres, otros parecen necesitar la estabilidad de tener un “hogar” propio y recibir visitas del padre con quien no viven. Algunos padres deciden permanecer los dos en la misma casa, pero esto solo funciona en circunstancias muy excepcionales y, por lo general, debería evitarse.

Independientemente de la solución que escojan, deberían priorizar las necesidades de su hijo. Evite verse envuelto en una especie de guerra con su ex pareja para ver quién gana. A la hora de tomar decisiones sobre los días de fiesta, las vacaciones y los cumpleaños, concéntrese en lo que sea más conveniente para su hijo. Es importante que los padres resuelvan estas cuestiones por sí solos en vez de pedirle al niño que decida.

Durante los años previos a la adolescencia, cuando los niños empiezan a participar más en actividades extra-familiares, es posible que necesiten horarios diferentes que se adapten más a sus prioridades. En el caso ideal, para los niños resulta muy ventajoso recibir apoyo de ambos padres, pero es posible que se resistan a estar la misma cantidad de tiempo con los dos si esto interfiere con sus actividades académicas o su vida social. Prepárese para escuchar la opinión de su hijo sobre el modo de compartir el tiempo con ustedes e intente ser flexible.

Es posible que su hijo no quiera compartir su tiempo con usted y su ex pareja de forma equitativa y también es posible que tome partido por alguno de ustedes. En tal caso y por duro que parezca, intente no tomarse las cosas como algo personal. Respete los horarios de visita y recuerde lo importante que es que ambos padres se involucren en el cuidado y la educación del niño.

A veces, los niños sugieren pasar un verano entero, un semestre o un curso completo con el padre que no tiene su custodia. Pero esto no tiene por qué reflejar su deseo de irse a vivir con él. Escuche a su hijo y explore las distintas opciones que le plantee. Este tipo de arreglos pueden funcionar en divorcios “amistosos”, pero no son típicos de las situaciones más conflictivas.

Educar a un hijo bajo presión

En la medida de lo posible, ambos padres deberían esforzarse para maximizar la regularidad en las rutinas y la disciplina en ambas casas. Mantener expectativas similares en lo que se refiere a la hora de irse a la cama, las normas y los deberes escolares reducirá la ansiedad del niño, sobre todo si es muy pequeño.

Siempre que sea posible, colabore con su ex pareja para mantener una normas coherentes y, a pesar de que usted no pueda aplicarlas en la casa de su “ex”, por lo menos podrá hacer que se cumplan en la suya.

Es importante mantener la mayor normalidad posible después de un divorcio, conservando las rutinas habituales, que afectan al horario de las comidas, las normas domésticas sobre el comportamiento y la disciplina en la casa. Relajar los límites, especialmente en los períodos de cambio, tiende a generar inseguridades en el niño y reduce las probabilidades de recuperar la autoridad parental más adelante.

No caiga en la tentación de dejar de aplicar rutinas y límites y de saltarse unas normas de comportamiento coherentes, consintiendo y malcriando a su hijo porque lo está pasando mal a consecuencia del divorcio. Siéntase libre para darle todo el afecto posible; un niño no se malcría por recibir demasiados abrazos y palabras cariñosas. Pero comprarle cosas o hacerle regalos para sustituir el amor o permitir que actúe como le plazca no es lo que más le conviene. Además, en estos casos, suele costar mucho que los padres vuelvan a ejercer su autoridad cuando las aguas vuelvan a su cauce.

El divorcio puede ser una crisis importante en una familia. Pero, si usted y su ex pareja colaboran y se comunican de forma civilizada por el bien de su hijo, la unidad familiar original puede seguir siendo una fuente de fortaleza, incluso aunque nuevas familias compuestas entren en escena.

Por eso, recuerde:

  1. Buscar ayuda para afrontar sus propios sentimientos sobre el divorcio. Si usted es capaz de adaptarse a la nueva situación, sus hijos serán también más propensos a adaptarse a ella.
  2. Tener paciencia consigo mismo y con sus hijos. Los problemas emocionales, las pérdidas y el dolor que ocasiona un divorcio requieren tiempo para sanar y esto suele ocurrir por etapas.
  3. Reconocer los síntomas del estrés. Consulte con el maestro, pediatra o terapeuta de su hijo para que le guíe en la forma de enfocar problemas específicos que le preocupen.

Cualquier tipo de cambio es difícil; pero debe saber que tanto usted como su hijo pueden adaptarse y se adaptarán a este cambio. Encontrar su fortaleza interior y buscar ayuda para aprender nuevas habilidades de afrontamiento no son cosas fáciles, pero puede hacer una gran diferencia su familia supere este difícil período.


Referencias: Connecticut Children's

Depresión Reactiva

La depresión reactiva, también llamada depresión situacional o adaptativa, se considera un trastorno del estado de ánimo que se desencadena después de un evento estresante. 

La muerte de un ser querido, el final de una relación, la pérdida de un trabajo, por ejemplo, son algunos de los desencadenantes de este trastorno. A diferencia de la depresión mayor, que puede durar años si no se trata adecuadamente, la depresión reactiva dura unos meses, pero los síntomas pueden ser muy agudos y graves durante este tiempo. Sin embargo, es bueno recordar que ningún tipo de depresión es más “real” que otro, ambos pueden presentar desafíos y amenazas importantes para el bienestar. Por lo tanto, la depresión reactiva es el resultado de una lucha interna para aceptar cambios dramáticos en la vida.

Causas y síntomas

Las causas ya han sido parcialmente anticipadas, en general podemos decir que este tipo de depresión es desencadenada por todos los eventos estresantes que pueden cambiar la rutina de la persona. Por lo tanto, el historial del caso es muy amplio y puede incluir varias razones, entre ellas:

  • Problemas de relación o matrimoniales.
  • Experimentar un evento traumático como un desastre ambiental, una epidemia, un crimen o un accidente.
  • Pasar por cambios como jubilarse, ir a la escuela o tener un bebé.
  • Pasar por malas situaciones financieras, problemas de dinero o pérdida de empleo.
  • Cambios en los hábitos de sueño o alimentación.
  • Te mudas a otra ciudad.
  • Problemas sociales en la escuela o el trabajo.
  • Una mala enfermedad.
  • Vivir en un barrio peligroso.

Hay algunos factores que pueden aumentar su riesgo de depresión reactiva, estos incluyen:

  • Tener una condición de salud mental existente.
  • Estrés y traumas de la infancia pasada.
  • Experimentar múltiples traumas o factores estresantes al mismo tiempo.
  • Antecedentes familiares de depresión.

¿Cuáles son los síntomas de la depresión reactiva?

Aunque la causa de la depresión reactiva difiere de las causas de otros tipos de depresión, todos los tipos de depresión tienen síntomas similares, y esto es un problema, porque los síntomas son similares, si no iguales. Algunas de las situaciones como la muerte de un familiar son situaciones donde es normal sufrir. No es difícil ver que los síntomas de la depresión y el duelo se superponen. Este aspecto puede dificultar saber si estamos experimentando un dolor normal o si se está convirtiendo en algo más problemático. Sus síntomas incluyen:

  • Desesperación.
  • Nerviosismo.
  • Tristeza.
  • Ansiedad.
  • Sacudida.
  • Fluctuaciones de peso.
  • dolor de cabeza
  • Problemas digestivos.
  • Palpitaciones.
  • Cansancio.

Además de estos, puede haber otros síntomas ya que cada persona reacciona de manera diferente. De manera más general, cuando se trata de una depresión reactiva, puede parecer que nada en la vida importa. Es posible que no le importe su rutina normal, por lo que puede ser difícil limpiar la casa, ir a trabajar o pagar las cuentas. Las personas no ven un propósito y pierden interés en las actividades que solían disfrutar. En la práctica, el estrés causado por el evento traumático parece debilitar al paciente que es incapaz de manejar la situación y esto conduce a una serie de procesos psicológicos, tanto agotadores como paralizantes.

Hay síntomas más severos que la depresión reactiva, algunas personas recurren al abuso de sustancias o tienen pensamientos suicidas. Como tal, la depresión reactiva no es algo que deba auto diagnosticarse, y definitivamente no es algo que deba tomarse a la ligera. Ver a su médico de cabecera primero es lo mejor que puede hacer. Él lo derivará a un consejero calificado que puede determinar si está lidiando con depresión reactiva o no.

¿A quién contactar para el tratamiento de la depresión reactiva?

Como decíamos al principio, la depresión reactiva es uno de los trastornos más comunes en la población. No obstante, de los diferentes tipos de depresión, es la que tiene mejor pronóstico. La visita a un psicólogo clínico es fundamental para comenzar a hacer frente a los eventos estresantes que llevaron a la condición del paciente. Abordar estos problemas, gestionar la acumulación de emociones y promover una adecuada reestructuración cognitiva capaz de generar comportamientos más positivos es, sin duda, uno de los mejores enfoques.

Tratamientos cognitivo conductuales

Los modelos cognitivos utilizan la metáfora del hombre como un sistema de información, es decir, similar a una computadora. El hombre procesa la información antes de dar una respuesta, clasifica, evalúa y asigna significado al estímulo que recibe. Esto, por supuesto, sobre la base de sus experiencias, que ha memorizado, sus creencias, suposiciones, actitudes, cosmovisiones y autoevaluaciones.

La terapia cognitiva establece que los trastornos emocionales son el resultado de pensamientos irracionales. Si analiza los pensamientos detrás de un comportamiento y lo hace lógico y racional, el problema psicológico se resolverá. Existe un sesgo sistemático en el procesamiento de la información, por lo que la perturbación emocional depende del potencial de los individuos para percibir negativamente el entorno y los acontecimientos que les rodean.

Los objetivos a alcanzar durante la terapia cognitivo conductual son:

  1. Aprenda a evaluar situaciones relevantes de manera lógica y realista.
  2. La depresión hace que reduzcamos nuestra atención y tengamos en cuenta solo los aspectos negativos de la situación. por eso la terapia cognitivo conductual propone un cambio para tener en cuenta todos los datos relevantes en estas situaciones.
  3. Aprender a formular explicaciones alternativas lógicas y racionales para obtener un resultado adaptativo en las interacciones sociales.
  4. Para cambiar pensamientos, de modo que cuando se encuentre un pensamiento automático irracional, sea cambiado por el pensamiento lógico y racional que ha sido procesado. Esta parte de la terapia cognitivo conductual clásica no la comparte la terapia de aceptación y compromiso, que busca cambiar la función del pensamiento, es decir, la reacción que tenemos cuando lo pensamos y no busca modificar el contenido, es decir, si es lógico y racional o si refleja la realidad o no.
  5. Finalmente, y lo más importante, propone probar los pensamientos racionales mediante la realización de experimentos de comportamiento que ofrecen la oportunidad de ver que conducen a un comportamiento más adaptativo al interactuar con otras personas y resolver problemas.

¿Requiere un tratamiento con medicamentos?

En algunos casos, sí. Por ejemplo, en caso de depresión reactiva y ansiedad, un soporte con benzodiacepinas (ansiolíticos) podría ser útil.

Si la depresión reactiva aparece en un marco que ya es problemático y está lleno de fragilidad o si existen ideas suicidas, la integración de los fármacos antidepresivos podría ser útil.

En todas las circunstancias, el uso de medicinas psicotrópicas siempre debe discutirse con el psicoterapeuta y el psiquiatra: esto siempre es cierto incluso si, en la depresión reactiva, el paciente tiende a aceptar todo de forma pasiva.

Es por esto que, en este tipo de depresión, cuando la desesperación se está extendiendo, es más fácil caer en el uso de drogas o alcoholismo. Y es por eso que es muy importante actuar rápidamente sin correr el riesgo de pasar de un trastorno depresivo a una adicción a las drogas. También es esencial entender que solo la atención farmacológica no es suficiente

Los que sufren de depresión reactiva no solo deben lidiar con los síntomas descritos anteriormente: estos síntomas se reflejan en la esfera física que se traduce en bajos niveles de energía. Si un paciente tiene poca energía para invertir, el tratamiento se vuelve muy difícil.

Si sospechas que tienes depresión reactiva grave, es importante que busques ayuda. De manera similar, si algún ser querido sufre de este trastorno, puede ser apropiado dirigirlo a una psicoterapia.

El momento más delicado que experimentan las personas que sufren de depresión reactiva es la noche: con la oscuridad, el cansancio del día y la reducción de la barrera del estado consciente, se acentúan todos los síntomas típicos de la depresión.

Conclusión

Por supuesto, es normal sentirse mal y expresar el dolor después de una «desgracia», sin embargo, en el caso de este trastorno adaptativo, la respuesta emocional es excesivamente más intensa y prolongada que la causa desencadenante.

La vida está llena de eventos estresantes y dolorosos, por lo que la depresión reactiva se convierte en un trastorno mucho más generalizado de lo que uno podría imaginar.

Todo el mundo experimenta el estrés y el dolor de manera diferente. La depresión reactiva también puede ser inducida por un evento aparentemente: en personas particularmente frágiles, esta forma de depresión puede hacerse cargo incluso después de un rechazo a un examen o cualquier evento que pueda traicionar las altas expectativas. Pasar la custodia de un hijo a otro padre en caso de divorcio, la muerte de un ser querido, la pérdida de un bebé prematuro, la separación de pareja, un robo, un accidente automovilístico, una mudanza o una transferencia al trabajo. Estos eventos, dramáticos o más míticos, pueden desencadenar una reacción depresiva que puede persistir durante mucho tiempo e interferir significativamente con las funciones sociales, emocionales y laborales normales de una persona.

Esta es, por lo tanto, la definición de depresión reactiva: una respuesta emocional desproporcionada a un evento vivido.

Hay varias terapias psicológicas que un psicólogo puede usar para tratar la depresión reactiva. La elección de la técnica debe hacerse en base al análisis funcional que se realiza personalmente a cada paciente. En cualquier caso, nunca es el paciente el que se adapta a la terapia sino todo lo contrario.


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martes, 10 de octubre de 2023

Inmovilidad Tónica: Reacción Cerebral antes una Situación Traumática

Los expertos lo describen como un estado temporal de inmovilidad motora en respuesta ¿Cómo reaccionarías ante una situación de pánico extremo? Muchas personas, afortunadamente, no lo saben ni lo sabrán.

Pero quedarse congelado, aturdido, paralizado por el miedo, es una reacción involuntaria común de nuestro cuerpo, aunque pelear o salir corriendo nos parezca, en frío, lo más adecuado.

Esa respuesta cerebral tiene un nombre: inmovilidad tónica.

A una situación de miedo extremo y tanto psicólogos como psiquiatras creen que se da con frecuencia en casos de violación y de otros eventos traumáticos, como maltratos, atracos, agresiones o accidentes graves.

Parálisis durante una violación

Esta respuesta cerebral involuntaria es consecuencia de nuestro programa evolutivo, como una estrategia básica de defensa.

“Muchas víctimas de violación describen haber pasado por un estado de parálisis, que les impidió resistirse activamente, luchar o gritar ante la agresión.”

Según explica el psicólogo del departamento de psiquiatría de la Universidad de Harvard James W. Hopper en un artículo para el Washington Post, en medio de un ataque lo que domina es "el circuito cerebral del miedo".

"El córtex prefrontal (o corteza prefrontal, la región que nos permite pensar racionalmente) puede quedar gravemente inabilitada y todo lo que nos queda pueden ser reflejos y hábitos", escribe en un artículo de 2015 titulado "Por qué muchas víctimas de violación no pelean ni gritan".

De hecho, explica el psicólogo, gran parte del entrenamiento militar de los soldados, a base de rigurosas repeticiones, está orientado a sobreponerse al miedo y a establecer hábitos de comportamiento frente a situaciones potencialmente traumáticas, como un ataque del enemigo.

Un estudio reciente del Instituto Karonlinska de Suecia halló que la inmovilidad tónicapuede ser más común de lo que se pensaba en los casos de violación.

La investigación, publicada en 2017 en la revista Acta Obstetricia et Gynecologica Scandinavica, estudió los casos de casi 300 mujeres que acudieron a una clínica de emergencia para víctimas de violación en Estocolmo.

Los resultados muestran que el 70% de las víctimas experimentó este tipo de parálisis, y un 48% lo hizo en un grado "extremo".

La investigadora líder de este estudio, Anna Moller, cree que estos datos son útiles para situaciones legales en las que la falta de resistencia o pasividad de la víctima ante una agresión sexual pueden ser claves para el caso o para una sentencia.

En Francia esta respuesta cerebral de parálisis se conoce como sideration, que se traduce al español como estupefacción, y desde 2013 forma parte de las materias que estudian los jueces en la Escuela Nacional de Magistratura.

La disociación es otra respuesta refleja común de nuestro cerebro ante una situación traumática.

Es más común que la inmovilidad tónica y se caracteriza por una sensación dominante de irrealidad, de estar desconectados de las terribles emociones y sensaciones de lo que está pasando.

También es común durante las agresiones sexuales: las personas que lo sufren pueden recordar los hechos casi como si los observara o le pasaran a otra persona.

Durante un evento traumático puede dominar "el circuito cerebral del miedo", que anula o disminuye nuestra capacidad de razonamiento y solo nos deja reflejos y hábitos.

 

jueves, 28 de septiembre de 2023

10 Señales que Podrían Indicar que un Padre Tóxico ha Estado Presente en tu Vida.

Nuestra relación con nuestros padres juega un papel fundamental en la formación de nuestra identidad y en nuestro desarrollo emocional. 

Un padre cariñoso y comprensivo puede brindarnos amor y apoyo incondicional, ayudándonos a crecer emocionalmente saludables. Sin embargo, no todos tienen la suerte de tener padres que cumplan con este rol de manera positiva. En algunos casos, un padre tóxico puede dejar una profunda huella en nuestras vidas, afectando nuestra autoestima, relaciones y bienestar emocional.

1. Culpabilidad constante

Si has crecido con un padre tóxico, es posible que sientas una culpabilidad constante, como si nunca pudieras hacer lo suficiente para complacerlos. Los padres tóxicos a menudo manipulan emocionalmente a sus hijos haciéndoles sentir responsables de sus propias emociones y problemas.

2. Críticas y desaprobación constantes

Un padre tóxico tiende a ser crítico y desaprobador, sin importar lo que hagas. Pueden enfocarse en tus defectos y debilidades en lugar de celebrar tus logros y cualidades positivas.

3. Control excesivo

El control excesivo es una característica común de los padres tóxicos. Pueden tratar de dictar tu vida, desde tus elecciones de carrera hasta tus relaciones personales, lo que puede llevar a una sensación de falta de autonomía.

4. Falta de apoyo emocional

La falta de apoyo emocional por parte de los padres tóxicos puede dejar una profunda cicatriz en el bienestar emocional de sus hijos. Estos padres a menudo carecen de la habilidad o disposición para brindar un apoyo emocional genuino. Pueden minimizar los sentimientos de sus hijos, ignorar sus necesidades emocionales o incluso culparlos por sus propias emociones.

Esta falta de validación y empatía puede hacer que los hijos se sientan incomprendidos y solos en sus luchas emocionales. A largo plazo, esto puede dificultar la construcción de relaciones saludables y la capacidad de lidiar con el estrés y las dificultades de la vida.

Reconocer la importancia del apoyo emocional y buscar fuentes alternativas de apoyo, como amigos, terapeutas o consejeros, puede ser esencial para sanar y crecer emocionalmente en un entorno tóxico.

5. Manipulación emocional

La manipulación emocional, una táctica habitual empleada por los padres tóxicos, implica el uso de estrategias como el chantaje emocional o la victimización para alcanzar sus objetivos o conseguir que sus hijos cumplan sus deseos.

Esta forma de comportamiento no solo socava la confianza y la autoestima de los hijos, sino que también crea un ambiente emocionalmente inestable en la familia. La manipulación emocional puede generar sentimientos de culpa y ansiedad en los hijos, quienes pueden sentirse atrapados en un ciclo de complacencia constante para evitar confrontaciones.

Reconocer estas dinámicas es esencial para establecer límites saludables y fomentar relaciones familiares más equitativas y respetuosas.

6. Comparaciones constantes

Un padre tóxico puede compararte constantemente con otros, ya sea hermanos, amigos o parientes, lo que puede generar sentimientos de insuficiencia y competencia poco saludable.

Las comparaciones constantes por parte de un padre tóxico pueden tener un impacto profundamente negativo en la autoestima y el bienestar emocional de sus hijos. Al establecer constantemente comparaciones entre sus hijos y otros, ya sean hermanos, amigos o parientes, estos padres fomentan un ambiente de competencia poco saludable.

Los hijos pueden sentirse atrapados en una carrera interminable por buscar la aprobación o el amor de sus padres, lo que a menudo conduce a sentimientos de insuficiencia, ansiedad y baja autoestima. Estas comparaciones pueden socavar la confianza en sí mismos y en sus relaciones, dificultando el desarrollo de una identidad sólida y saludable.

Es crucial reconocer este patrón de comportamiento y buscar formas de fomentar la autoestima y la autonomía de los hijos para contrarrestar estos efectos perjudiciales.

7. Fomento de la dependencia

En lugar de promover la independencia y la autoconfianza de sus hijos, los padres tóxicos a menudo fomentan la dependencia emocional y financiera. Esto puede tener un efecto paralizante en el desarrollo personal de sus hijos. Cuando los padres no alientan la toma de decisiones independientes y en su lugar crean un ambiente en el que los hijos se sienten obligados a depender de ellos para todo, se socava su capacidad de autogestión.

Esto puede resultar en adultos que tienen dificultades para tomar decisiones por sí mismos, establecer límites saludables o enfrentar los desafíos de la vida con confianza.

Superar esta dependencia puede requerir esfuerzos conscientes para desarrollar habilidades de toma de decisiones, autoconfianza y autonomía, y buscar apoyo externo si es necesario para romper con patrones destructivos.

8. Violencia emocional o verbal

En los casos más extremos, un padre tóxico puede recurrir a la violencia emocional o verbal como una forma de control o castigo hacia sus hijos. Esto puede manifestarse a través de insultos hirientes, amenazas constantes o humillaciones públicas.

La violencia emocional y verbal puede tener efectos devastadores en el desarrollo emocional de los niños, creando ciclos de abuso psicológico que minan su autoestima y salud mental.

Las heridas emocionales resultantes pueden perdurar a lo largo de sus vidas, afectando sus relaciones y su bienestar general. Es fundamental abordar y detener este tipo de comportamiento tóxico para proteger el bienestar de los hijos.

9. Negación de responsabilidad

Los padres tóxicos a menudo evitan asumir la responsabilidad por sus acciones o errores, lo que puede dificultar la resolución de conflictos y el perdón.

La negación de responsabilidad por parte de los padres tóxicos es una estrategia común que utilizan para eludir la culpa o evitar enfrentar las consecuencias de sus acciones. Esta actitud puede crear obstáculos significativos en la resolución de conflictos y la posibilidad de alcanzar un entendimiento mutuo.

La falta de asunción de responsabilidad puede llevar a una comunicación deficiente y al estancamiento en las relaciones familiares, ya que dificulta el proceso de perdón y la construcción de puentes para la reconciliación. Es fundamental reconocer este patrón de comportamiento y trabajar en él para promover relaciones más saludables y constructivas en la familia.

10. Dificultad para establecer límites

Si has tenido un padre tóxico, es posible que tengas dificultades para establecer límites saludables en tus relaciones. Puedes sentirte culpable por decir «no» o permitir que otros te traten de manera similar a como lo hacía tu padre.

Es importante recordar que estas señales no necesariamente significan que un padre sea completamente tóxico en todos los aspectos, pero pueden indicar un patrón de comportamiento negativo.

Además, es posible que algunos padres muestren estas características en momentos de estrés o dificultad, mientras que en otros aspectos de sus vidas sean más positivos.

1. ¿Es posible sanar las heridas causadas por un padre tóxico?

Sí, es posible sanar las heridas causadas por un padre tóxico a través de terapia, apoyo emocional y auto reflexión. Reconocer cómo su comportamiento ha afectado tu vida es el primer paso hacia la curación.

2. ¿Debería confrontar a un padre tóxico sobre su comportamiento?

La confrontación puede ser beneficiosa en algunos casos, pero no siempre es segura ni efectiva. Antes de confrontar a un padre tóxico, considera buscar orientación de un terapeuta o consejero para abordar la situación de manera adecuada.

3. ¿Cómo puedo establecer límites con un padre tóxico?

Establecer límites con un padre tóxico puede ser desafiante, pero es importante para tu bienestar. Comunica tus límites de manera clara y firme, y busca apoyo emocional para mantenerte firme en ellos.


Mente es Asombrosa

 

lunes, 4 de septiembre de 2023

Esquizofrenia: Causas, Síntomas y Tratamiento

Hay enfermedades que no presentan síntomas, por lo que es importante llevar una vida saludable y hacer revisiones constantes al médico.

La esquizofrenia es un trastorno mental grave por el cual las personas interpretan la realidad de manera anormal. La esquizofrenia puede provocar una combinación de alucinaciones, delirios y trastornos graves en el pensamiento y el comportamiento, que afecta el funcionamiento diario y puede ser incapacitante.

Las personas que padecen esquizofrenia necesitan recibir tratamiento durante toda la vida. El tratamiento temprano puede ayudar a controlar los síntomas antes de que se desarrollen complicaciones más graves y puede mejorar el pronóstico a largo plazo.

Síntomas

La esquizofrenia implica una serie de problemas de pensamiento (cognición), comportamiento y emociones. Los signos y síntomas pueden variar, pero generalmente implican fantasías, alucinaciones o habla desorganizada y reflejan una capacidad deficiente de vivir normalmente. Entre los síntomas se pueden incluir los siguientes:

  1. Fantasías. Son creencias falsas que no tienen base en la realidad. Por ejemplo, crees que estás siendo perjudicado o acosado; ciertos gestos o comentarios se dirigen a ti; tienes una habilidad o fama excepcionales; otra persona está enamorada de ti; o está a punto de ocurrir una catástrofe importante. Las fantasías se producen en la mayoría de las personas que tienen esquizofrenia.
  2. Alucinaciones. Por lo general implican ver o escuchar cosas que no existen. Sin embargo, para la persona con esquizofrenia, tienen toda la fuerza y la repercusión de una experiencia normal. Las alucinaciones pueden implicar cualquiera de los sentidos, pero escuchar voces es la alucinación más común.
  3. Pensamiento desorganizado (discurso). El pensamiento desorganizado se infiere a partir del habla desorganizada. La comunicación eficaz se puede ver afectada y las respuestas a preguntas pueden no relacionarse con estas de manera parcial o completa. En raras ocasiones, el habla puede incluir el agrupamiento de palabras sin sentido que no se puedan entender, lo cual suele conocerse como ensalada de palabras.

Comportamiento motor extremadamente desorganizado o anormal. Esto puede mostrarse de varias maneras, desde la tontería infantil hasta la agitación impredecible. El comportamiento no está enfocado en un objetivo, así que es difícil hacer las tareas. El comportamiento puede incluir resistencia a seguir instrucciones, postura inadecuada o extraña, una completa falta de respuesta o movimiento inútil o excesivo.

Síntomas negativos. Esto se refiere a la capacidad limitada para vivir de manera normal, o a la falta de ella. Por ejemplo, la persona puede descuidar su higiene personal o parecer que carece de emociones (no hace contacto visual, no cambia las expresiones faciales o habla en un tono monótono). Además, la persona puede perder interés en las actividades cotidianas, retraerse socialmente o carecer de la capacidad de experimentar placer.

Con el paso del tiempo, los síntomas pueden variar con respecto al tipo y la gravedad, con periodos de empeoramiento y remisión de los síntomas. Algunos síntomas pueden estar siempre presentes.

En los hombres, los síntomas de la esquizofrenia suelen comenzar entre principios y mediados de los 20 años. En las mujeres, los síntomas suelen comenzar a finales de los 20 años. Es poco común que a los niños se les diagnostique esquizofrenia y poco común para los mayores de 45 años.

Síntomas en adolescente

Los síntomas de la esquizofrenia en los adolescentes son similares a los que se presentan en los adultos, pero la afección puede ser más difícil identificar. Esto puede deberse en parte a que algunos de los síntomas tempranos de la esquizofrenia en los adolescentes son comunes en el desarrollo típico de la adolescencia, como estos:

  • Distanciamiento de los amigos y los familiares
  • Menor desempeño en la escuela
  • Trastornos del sueño
  • Humor irritable o depresivo
  • Falta de motivación

Además, el uso de sustancias recreativas, como la marihuana, las metanfetaminas o el LSD, a veces puede causar signos y síntomas similares.

En comparación con los síntomas de la esquizofrenia en adultos, los adolescentes pueden tener lo siguiente:

  • Menos probabilidad de tener ideas delirantes
  • Mayor probabilidad de tener alucinaciones visuales

Cuando debes consultar a un médico

Las personas con esquizofrenia a menudo no son conscientes de que sus dificultades se deben a un trastorno mental que requiere atención médica. Así que a menudo la familia o los amigos son los que deben conseguirles ayuda.

Ayudar a alguien que podría tener esquizofrenia

Si crees que alguien que conoces puede tener síntomas de esquizofrenia, habla con esa persona sobre tus preocupaciones. Aunque no puedes obligar a alguien a buscar ayuda profesional, puedes ofrecer apoyo y ayudar a tu ser querido a encontrar a un médico cualificado o a un profesional de salud mental.

Si tu ser querido es un peligro para sí mismo o no puede proveerse su propia comida, ropa o refugio, es posible que tengas que llamar al 911 u otros servicios de emergencia para pedir ayuda a fin de que tu ser querido pueda ser evaluado por un profesional de salud mental.

En algunos casos, puede ser necesaria una hospitalización de emergencia. Las leyes sobre la internación no voluntaria para el tratamiento de la salud mental varían según el estado. Puedes comunicarte con las agencias de salud mental de la comunidad o los departamentos de policía de tu área para obtener más detalles.

Pensamientos y comportamiento suicidas

Los pensamientos y comportamientos suicidas son comunes en las personas con esquizofrenia. Si tienes un ser querido que está en peligro de intentar suicidarse o ha tenido un intento de suicidio, asegúrate de que alguien se quede con esa persona. Llama al 911 o al número local de emergencias de inmediato. O bien, si crees que puedes hacerlo de forma segura, lleva a la persona a la sala de emergencias del hospital más cercano.

Factores de riesgo

A pesar de que se desconoce la causa exacta de la esquizofrenia, ciertos factores parecen aumentar el riesgo de desarrollar o desencadenarla, entre ellos los siguientes:

Antecedentes familiares de esquizofrenia

Algunas complicaciones durante el embarazo y el nacimiento, como malnutrición o exposición a toxinas o virus que pueden afectar el desarrollo del cerebro

Consumo de drogas que alteran la mente (psicoactivas o psicotrópicas) durante la adolescencia y la juventud

Diagnóstico

El diagnóstico de la esquizofrenia implica descartar otros trastornos de salud mental y determinar que los síntomas no se deben al abuso de sustancias, medicamentos o afecciones. Para determinar un diagnóstico de esquizofrenia, puede hacerse lo siguiente.

  • Exploración física. Se puede realizar para descartar otros problemas que podrían estar causando los síntomas y para detectar cualquier complicación relacionada.
  • Análisis y pruebas de detección. Pueden incluirse pruebas que permitan descartar afecciones con síntomas similares y para detectar el consumo de alcohol y drogas. El médico también puede indicarte estudios por imágenes, como una resonancia magnética o una tomografía computada.
  • Evaluación psiquiátrica. Un médico o profesional en salud mental controla el estado mental por medio de la observación de la apariencia y el comportamiento y la indagación sobre pensamientos, estados de ánimo, delirios, alucinaciones, consumo de sustancias y posibilidad de violencia o suicidio. También se conversa sobre los antecedentes personales y familiares.

Criterios de diagnóstico para la esquizofrenia. El médico o profesional en salud mental puede aplicar los criteros establecidos en el Manual Diagnóstico y Estadístico delo Trastornos Mentales (DSM-5), publicado por la American Psychiatric Association (Asociación Estadounidense de Psiquiatría).

lunes, 28 de agosto de 2023

Trastorno Depresivo Persistente

Descripción general

El trastorno depresivo persistente es un tipo de depresión crónica continua. Es posible que te sientas triste y vacío, que pierdas interés en las actividades de la vida diaria y seas improductivo. Puede que tengas baja autoestima, te sientas un fracasado y que no tengas esperanzas. Estos sentimientos duran años y pueden interferir con tus relaciones, la escuela, el trabajo y las actividades de la vida diaria.

Si tienes un trastorno depresivo persistente, quizás te resulte difícil estar animado incluso en momentos felices. Tal vez te describan como una persona melancólica, que se queja constantemente o que es incapaz de divertirse. El trastorno depresivo persistente no es tan grave como la depresión mayor, pero tu estado de ánimo deprimido puede ser leve, moderado o grave.

Debido a que el trastorno depresivo persistente es una afección a largo plazo, lidiar con los síntomas de la depresión puede ser un desafío. Una combinación de terapia oral y medicamentos puede ser eficaz a la hora de tratar esta afección.

Síntomas

Los síntomas del trastorno depresivo persistente generalmente aparecen y desaparecen durante varios años. La intensidad de los síntomas puede cambiar con el tiempo, pero los síntomas no suelen desaparecer durante más de dos meses seguidos. Además, puede haber episodios de depresión mayor mientras se presenta el trastorno depresivo persistente o antes.

Los síntomas del trastorno depresivo persistente pueden causar problemas importantes en la vida e incluir:

  • Tristeza, desánimo o sensación de vacío.
  • Pérdida de interés en las actividades cotidianas.
  • Cansancio y falta de energía.
  • Baja autoestima, autocrítica o sensación de incapacidad.
  • Problemas para pensar con claridad y tomar decisiones.
  • Dificultad para hacer las tareas en tiempo y forma.
  • Enojo, impaciencia o ira con facilidad.
  • Evitación de actividades sociales.
  • Sentimientos de culpa y angustia por el pasado.
  • Falta de apetito o tendencia a comer en exceso.
  • Problemas para dormir.
  • Desesperanza.

Causas

Se desconoce la causa exacta del trastorno depresivo persistente. Al igual que en la depresión mayor, este puede deberse a más de una causa, como las siguientes:

  1. Diferencias biológicas. Las personas con trastorno depresivo persistente pueden presentar cambios físicos en el cerebro. No está claro cómo afectan estos cambios al trastorno, pero con el tiempo podrían ayudar a determinar las causas.
  2. Neuroquímica cerebral. Los neurotransmisores son sustancias químicas que se encuentran naturalmente en el cerebro. Las investigaciones indican que los cambios en los neurotransmisores pueden desempeñar un papel importante en la depresión y su tratamiento.
  3. Rasgos hereditarios. El trastorno depresivo persistente parece ser más común en personas cuyos parientes consanguíneos también tienen esta afección. Los investigadores están tratando de encontrar los genes que podrían estar involucrados en la causa de la depresión.
  4. Eventos de la vida. Al igual que en la depresión mayor, los eventos traumáticos, como la pérdida de un ser querido, los problemas económicos o un alto nivel de estrés, pueden desencadenar un trastorno depresivo persistente en algunas personas.

Factores de riesgo

El trastorno depresivo persistente suele comenzar en una edad temprana, en la infancia, la adolescencia o la juventud, y se prolonga durante mucho tiempo. Ciertos factores parecen aumentar el riesgo de desarrollar el trastorno depresivo persistente, entre otros, los siguientes:

  • Tener un pariente consanguíneo de primer grado, como padre o hermano, con trastorno depresivo mayor u otros trastornos depresivos.
  • Si ocurren eventos estresantes o traumáticos en tu vida, como la muerte de un ser querido o problemas económicos importantes.
  • Rasgos de personalidad que incluyen negatividad, como baja autoestima, ser demasiado dependiente o autocrítico, o pensar siempre que ocurrirá lo peor.
  • Antecedentes de otros trastornos de salud mental, como trastorno de la personalidad.
  • Complicaciones

Entre las afecciones que pueden estar relacionadas con el trastorno depresivo persistente, se incluyen las siguientes:

  • Mala calidad de vida.
  • Depresión mayor, trastornos de ansiedad y otros trastornos del estado de ánimo.
  • Abuso de sustancias adictivas.
  • Problemas de pareja y conflictos familiares.
  • Problemas en la escuela o en el trabajo y dificultad para completar tareas.
  • Dolor continuo y enfermedades médicas generales.
  • Pensamientos o conductas suicidas.
  • Trastornos de la personalidad u otros trastornos de salud mental.

Prevención

No existe una manera definitiva de prevenir el trastorno depresivo persistente. Debido a que suele comenzar durante la niñez o durante la adolescencia, identificar a los niños con riesgo de tener esta afección puede ser útil para brindarles tratamiento temprano.

Entre las estrategias que pueden ser de ayuda para reducir o prevenir los síntomas se incluyen las siguientes:

  1. Toma medidas para controlar el estrés para aumentar la capacidad de recuperarte de los problemas, lo que se denomina resiliencia, y levantar tu autoestima.
  2. Acércate a la familia y a los amigos, especialmente en momentos de crisis, para que te ayuden a superar los malos momentos.
  3. Consigue tratamiento ante el primer signo de un problema para ayudar a prevenir que los síntomas empeoren.
  4. Considera hacer un tratamiento de larga duración para que te ayude a prevenir la reaparición de los síntomas.
  5. En los niños, algunos síntomas del trastorno depresivo persistente pueden ser un estado de ánimo deprimido e irritabilidad, lo que les provoca enojo, impaciencia o ira con facilidad.

Cuando consultar al médico

Si estos sentimientos han estado presentes por un largo tiempo, puedes pensar que siempre serán parte de tu vida. Pero si tienes algún síntoma de trastorno depresivo persistente, busca ayuda...

Habla con el proveedor de atención médica sobre tus síntomas o busca asistencia con un profesional de salud mental.