martes, 11 de septiembre de 2012

La Migraña

Es una dolencia que afecta a millones de personas alrededor del mundo especialmente a las mujeres entre 15 y 55 años.  Es un tipo común de dolor de cabeza que puede ocurrir con síntomas como náuseas, vómitos o sensibilidad a la luz. En muchas personas, se siente un dolor pulsátil únicamente en un lado de la cabeza.
Algunas personas que padecen migrañas tienen síntomas de advertencia, llamados aura, antes de que comience el verdadero dolor de cabeza. Un aura es un grupo de síntomas, que incluyen alteraciones en la visión, que son un signo de advertencia de que se va a presentar un dolor de cabeza terrible.

La migraña se diferencia del dolor de cabeza al caracterizarse por la aparición recurrente de crisis cuya duración oscila entre dos y setenta y dos horas y donde se manifiesta:

Dolores de cabeza (más de un lado que de otro de la cabeza)
Hipersensibilidad a los estímulos sensoriales (luz, ruidos)
Inapetencia
Fatiga
Visión alterada (ver estrellas o líneas en zigzag, punto ciego temporal)
Trastornos digestivos (Nauseas)
Manifestaciones de carácter afectivo, como la ansiedad
Un punto de ceguera temporal
Visión borrosa
Dolor ocular
Visión de un túnel

Otros signos de advertencia abarcan: bostezar, dificultad para concentrarse, náuseas y problemas para encontrar las palabras adecuadas.

No toda persona que padece migrañas presenta un aura. Aquellos que sí normalmente experimentan una alrededor de 10 a 15 minutos antes del dolor de cabeza. Sin embargo, un aura puede ocurrir simplemente desde unos cuantos minutos hasta 24 horas antes. No siempre un dolor de cabeza sigue a un aura.

Las jaquecas pueden ser sordas o severas. El dolor puede sentirse detrás del ojo o en la parte posterior de la cabeza y el cuello. Para muchos pacientes, los dolores de cabeza empiezan en el mismo lado cada vez. Los dolores de cabeza normalmente: Se sienten pulsátiles, palpitantes, que laten con violencia. Son peores en un lado de la cabeza. Comienzan como un dolor sordo y empeoran en cuestión de minutos a horas y Duran de 6 a 48 horas

Otros síntomas que se pueden presentar con los dolores de cabeza abarcan:

Escalofríos
Aumento de la micción
Fatiga
Inapetencia
Náuseas y vómitos
Entumecimiento, hormigueo o debilidad
Problemas para concentrarse, dificultad para encontrar palabras
Sensibilidad a la luz o al sonido
Sudoración
Los síntomas pueden persistir aun después de que la migraña desaparece. Los pacientes que padecen migraña algunas veces llaman a esto "resaca" migrañosa. Los síntomas pueden abarcar:
Sentirse embotado mentalmente, como que el pensamiento no es claro ni brillante.
Aumento de la necesidad de dormir.
Dolor de cuello.

SÍNTOMAS DESPUÉS DEL ATAQUE DE MIGRAÑA
Confusión mental
Necesidad de dormir más
Dolor de cuello

Existen diferentes TIPOS DE MIGRAÑA las cuales mencionare a continuación:

Migraña sin aura, migraña con aura (típica, prolongada, sin cefalea o de inicio agudo), migraña oftalmopléjica, migraña retiniana y migraña transformada (con abuso de analgésicos o sin abuso de ellos).

Existen diversas causas que precipitan la aparición de la migraña y que incluyen situaciones tanto de tipo físico como biológico o psicológico las cuales detallamos a continuación:

El alcohol, el estrés y la ansiedad, ciertos olores o perfumes, los ruidos fuertes o las luces brillantes y el tabaquismo pueden desencadenar una migraña. Los ataques de migraña también pueden desencadenarse por:

Abstinencia de cafeína
Cambios en los niveles hormonales durante el ciclo menstrual de las mujeres o con el uso de píldoras anticonceptivas
Cambios en los patrones del sueño
Ejercicio u otro estrés físico
Pasar por alto comidas
Fumar o exposición al humo
La ingesta de alcohol
Alimentos como cacao, derivados lácteos, cítricos, frutos secos, condimentos y conservantes entre otros
La menstruación o el uso de las píldoras anticonceptivas
 La insolación prolongada
La alteración de ritmos del sueño
Estrés
 Ayuno prolongado
 Reacción alérgica
  Luces brillantes, ruidos altos y ciertos olores de perfumes
Ciertos alimentos pueden desencadenar migrañas. Los más comunes son:

Cualquier alimento procesado, fermentado, adobado o marinado, al igual que los alimentos que contengan glutamato monosódico (GMS).
Productos horneados, chocolate, nueces, mantequilla de maní y productos lácteos.
Alimentos que contengan tiramina como el vino rojo, el queso curado, el pescado ahumado, los hígados de pollo, los higos, algunas legumbres.
Frutas (aguacate, banano, frutos cítricos).
Carnes que contengan nitratos (como el tocino, los perros calientes, el salami, las carnes curadas).
Cebollas. Alimentos que contengan tiramina (vino rojo, queso curado, pescado ahumado, hígado de pollo, higos y algunas legumbres) glutamato monosodico o nitratos (salchicha, salami)
En el caso del estrés , éste incrementa la presencia de crisis, no tan sólo en el momento en que se produce, como es, por ejemplo, el caso de la población estudiantil en periodo de exámenes sino también su acción se manifiesta al programar ciertas actividades anticipadas, ya sean positivas o negativas, como resultado del fruto de la propia ansiedad o del temor de esa actividad.

Con relación al consumo del alcohol, es importante que las personas no confundan la migraña propiamente dicha producida por el consumo no abusivo de alcohol, que suele producirse a las pocas horas (generalmente dos o tres), de aquel simple dolor de cabeza producido por la resaca, que suele presentarse tras un intervalo de cinco a diez horas y tras un consumo abusivo de alcohol.

Las verdaderas jaquecas no son el resultado de un tumor cerebral u otro problema médico serio. Sin embargo, sólo un médico experimentado puede determinar si los síntomas se deben a una migraña u otra afección
TRATAMIENTO
 No existe una cura específica para las jaquecas o migrañas. El objetivo es tratar los síntomas de la migraña de inmediato y prevenir dichos síntomas evitando o alterando los factores desencadenantes.

Un paso clave consiste en aprender a manejar las cefaleas tensionales en casa. Llevar un diario del dolor de cabeza puede ayudar a identificar los factores desencadenantes de éste. Luego, usted y su médico pueden planear cómo evitar estos desencadenantes.

Si padece migrañas frecuentes, el médico puede prescribirle medicamentos para reducir el número de ataques. Es necesario tomarlos todos los días para que sean efectivos. Estos pueden abarcar:
Antidepresivos como la amitriptilina o venlafaxina.
Medicamentos para la presión arterial, como betabloqueadores (propanolol) o bloqueadores de los canales del calcio (verapamilo).
Medicamentos anticonvulsivos como ácido valproico, gabapentina y topiramato.

Las inyecciones de toxina botulínica (Botox) también pueden ayudar a reducir los ataques de migraña.

Otros medicamentos se toman ante el primer signo de un ataque de migraña. Los analgésicos de venta libre como el acetaminofeno (paracetamol), el ibuprofeno o el ácido acetilsalicílico (aspirin) a menudo ayudan, especialmente cuando la migraña es leve. Si no ayudan, solicítele al médico que le recete medicamentos. Sin embargo, tenga en cuenta que:

Tomar medicamentos más de tres días a la semana puede ocasionar cefaleas de rebote (dolores de cabeza que siguen reapareciendo).
Tomar demasiado paracetamol puede causarle daño al hígado y demasiado ibuprofeno o ácido acetilsalicílico puede irritar el estómago.
REMEDIOS POPULARES

1.      Remedio para la migraña: Cubrir la nariz y la boca con una bolsa de papel, e inhalar y exhalar varias veces.
2.      Remedio para la migraña: Colocar sobre la frente la cáscara de una sandía o de una banana (plátano) madura, y fijarla con una gasa.
3.      Remedio para la migraña: Comer quince almendras o fresa.
4.      Remedio para la migraña: Tomar una cucharadita de nuez moscada rallada en una taza de agua.
    5.      Remedio para la migraña: Tomar dos cucharaditas de vinagre de sidra de manzana en un vaso de agua con cada comida reduce la frecuencia de las migrañas.
6.      Remedio para la migraña: Inhalar las emanaciones de un frasco de mostaza fuerte
7.      Remedio para la migraña: Realizar baños de pies o manos donde se haya añadido jugo de limón o mostaza.
8.      Remedio para la migraña: Beber a sorbos una taza de infusión de manzanilla previene las migrañas.
9.      Remedio para la migraña: Mezclar una cucharadita de matricaria, mejorana, albahaca y romero en una taza y luego derramar sobre ellas agua recién arranca a hervir. Dejar en infusión durante 10 minutos. Colar y agregar miel de romero para atenuar el amargor. Tomar una taza en ayunas y dos más a lo largo del día.
10.  Remedio para la migraña: Verter una cucharita de naranjo agrio, una de tilo y una de yerbabuena en una taza de agua que este hirviendo. Tapar, dejar de refrescar y colar. Tomar una taza después de la comida principal durante 3 meses.
11.  Remedio para la migraña: Sumergir los pies en un balde con agua caliente y agregar tres cucharadas de sal. Nota: No realizar este remedio si se sufre de várices.
12.  Remedio para la migraña: Recostarse durante 30 minutos en un cuarto oscuro y silencioso sin almohada.
13.  Remedio para la migraña: Verter 2 cucharadas de raíz de jengibre fresco en una taza de agua que esté hirviendo y tapar. Colar y tomar a diario para prevenir los ataques de migraña.

RECOMENDACIONES
                      
La alimentación resulta esencial para prevenir y corregir la incidencia de las crisis de migraña tanto en lo que se refiere a la intensidad del dolor como en su periodicidad. En este sentido, se recomienda eliminar de la dieta quesos amarillos y curados, y limitar el consumo de quesos a los tiernos.
 También es importante no abusar del consumo de productos enlatados, controlar el consumo de grasas de origen animal (limitar en lo posible el consumo de carnes rojas en especial) evitar el consumo de picantes y de chocolate.
Vea al Médico cuando Está experimentando "el peor dolor de cabeza de la vida".
Presenta problemas del habla, la visión, el movimiento o pérdida del equilibrio, especialmente si no ha tenido estos síntomas con una migraña antes.
Los dolores de cabeza son más intensos al acostarse.
 Los dolores de cabeza comienzan de manera muy repentina.
También llame al médico si:
Los patrones del dolor de cabeza o el dolor cambian.
Los tratamientos que alguna vez funcionaron ya no sirven.
Presenta efectos secundarios de los medicamentos, incluyendo latidos cardíacos irregulares, piel pálida o azul, somnolencia extrema, tos persistente, depresión, fatiga, náuseas, vómitos, diarrea, estreñimiento, dolor de estómago, calambres, resequedad en la boca o demasiada sed.
Está embarazada o podría quedar en embarazo, dado que algunos medicamentos no deben tomarse en este estado.

sábado, 8 de septiembre de 2012

Apatía sexual

Nosotros pensamos que la vida sexual en la pareja es muy importante y debe tomarse en consideración para vivir a plenitud. aveces suele que pasemos por un período de "Apatía sexual" que tiene que ver con la ausencia de pasión o falta de deseo sexual. Se traduce en desinterés franco e indiferencia leve, moderada o marcada, por todo lo que implica o tiene que ver con el sexo. Se habla de Apatía o Inhibición del Deseo Sexual, cuando dentro de una relación, uno de los miembros ve descender de forma parcial o total el número de veces que se siente incitado a iniciar un contacto sexual. Antes de comenzar te comparto algunos artículos que puedes ver en mi blog sobre el tema del sexo: Trastornos sexuales, Beneficios del sexo, etapas del ciclo de respuesta sexual, la risa y el sexo.
¿Qué hacer si hay poco sexo en una pareja pero en el resto de los aspectos nos llevamos muy bien?

La situación de desgano sexual de la pareja afecta de manera similar a hombres y a mujeres. Son muchos los hombres que me consultan por este tema. Es que compartir la vida con alguien que no nos desea de la manera que querríamos puede afectar nuestra autoestima, generar infelicidad y dar lugar a pensamientos nocivos para el vínculo.

En ciertos casos, el exceso de preocupaciones o el estrés atentan contra el deseo. Son situaciones pasajeras en las que conviene tener toda la paciencia necesaria y ser bien comprensivos y contenedores, hasta que cesen las causas que provocan esto o hasta que la persona logre lidiar con los problemas que generan su desgano de manera más eficiente.

Cabe destacar que algunas veces los miembros de una pareja tienen necesidades sexuales diferentes. Por ejemplo, tal vez uno está conforme con tener relaciones dos o tres veces por semana o al mes, etc. Mientras que el otro necesita mayor asiduidad y el desinterés de su pareja, con el tiempo, termina enfriándolo y albergando sentimientos de insatisfacción.

Recibo consultas en mi consultorio en las que me manifiestan falta de apetito sexual a pesar del amor o edad que se tiene, o que el otro tiene deseos que no podemos cumplir. Lo importante es que los dos integrantes del vínculo estén contentos con la realidad que viven, cada uno de nosotros tiene necesidades diferentes y si la situación que compartimos nos hace felices a nosotros y a nuestro compañero (o compañera), ¡pues adelante! El conflicto se suscita cuando hay necesidades diferentes en uno de los miembros de la pareja y no las expresa apropiadamente, o el otro no entiende la verdadera importancia de este tema para quien lo plantea, en definitiva lo que hagan o no es de mutua complicidad y satisfacción.

Es importante hacer notar que la ausencia del deseo sexual no excluye la posibilidad de placer o la excitación, pero hace menos probable que el sujeto emprenda alguna actividad sexual.


 El diagnóstico no debe realizarse  cuando el desgano sexual es debido a la toma de medicamentos o alguna etiología orgánica, como una enfermedad física.

Causas

Las Médicas, son las causas fisiológicas, como problemas endocrinos, trastornos hormonales, insuficiencia renal, entre otras. Los medicamentos como los anticonceptivos, antidepresivos, antibióticos y los antihistamínicos pueden generar como efecto secundario una disminución evidente de la libido.

Las causas Psicológicas primordiales por decir algunas son los altos niveles de ansiedad de origen diverso, como una estricta educación moral, experiencias previas no satisfactorias, miedo a la intimidad, temores o estrés, o la existencia de sentimientos negativos hacia uno mismo, como no sentirse atractivo o mantener una auto valoración negativa.

Estos dos grandes factores pueden producir una disminución en el grado de deseo que se experimenta. Otro factor no estrictamente psicológico, se refiere a la forma habitual que tiene una pareja de relacionarse. Si siempre se da en las mismas circunstancias y bajo las mismas pautas, no es raro que al cabo de un tiempo se pueda producir una pérdida de interés hacia el inicio de los contactos.

"El desamor, la incomunicación, el tedio y la indiferencia son causas comunes de la Apatía sexual".

Por otro lado, individuos que no reconocen en la sexualidad una fuente de placer y la conceptúan sólo como medio de reproducción, no buscarán variación y alternativas para la misma, lo cual con frecuencia también contribuye con la Apatía sexual.

Algunos factores asociados son la inconformidad en el trabajo, el estrés y la mala salud, que pueden ser "asesinos" silenciosos y graduales de la libido.

Potenciar la sexualidad

“El Sexo no es algo que sólo ocurre, podemos facilitar que ocurra y sea maravilloso”.

Puede durar y mejorarse con el tiempo. La apatía sexual, requiere que se aborde la relación de la pareja en todas sus dimensiones. De ahí la dificultad de tratar esta disfunción genéricamente. Implica la revisión de factores psicológicos individuales de cada uno de los miembros, así como de la interacción de la dinámica de la pareja y de su relación con el mundo circundante.

Podemos cultivar la sexualidad teniendo una buena actitud ante el sexo. Pensando sexualmente en nuestra vida cotidiana y llevando la excitación a nuestra pareja. Energizándonos, correr, saltar, reírse, respirar, hacer cosas que gusten y muevan la sangre por las venas. Compartir tiempo valioso y de calidad es muy importante, Quererse y valorarse. Conectarse con los deseos y sensaciones de todo tipo. Buscar tiempo, espacio y ocuparse de revivir la sexualidad.

Es conveniente incorporar pensamientos del tipo: "el placer es bueno", "merezco el placer", "el sexo apoya mi crecimiento personal" y procurar activamente el mejoramiento de la relación con nuestra pareja.

Algo muy importante es la creación de un "clima erótico" que facilite el despertar del deseo, para ello puede ser útil el empleo de recursos eróticos que resulten atractivos para ambos.

Algunos alimentos tienen cierta acción afrodisíaca. También algunos medicamentos con prescripción pueden producir un aumento de la libido.

 Es muy importante que se ocupe más de su cuerpo, de relajarse, dejar espacios para los pensamientos sexuales y comenzar a conectarse de nuevo con sus sensaciones y sus sanos impulsos. Lo mejor en estos casos es hablar con la persona que tenemos al lado de nosotros con total sinceridad y acudir a consulta con un profesional de la salud especializado en el tema, ya que muchas veces una mejora en la comunicación en general produce cambios positivos en todos los planos de la pareja, incluyendo el sexual.

 Asimismo, creo que la rutina suele atentar contra el deseo en el largo plazo, es preciso buscar maneras de salir de lo habitual para avivar la pasión, el contacto íntimo es importante y merece que le demos la justa dimensión que tiene en nuestra vida y en la de la persona que está al lado nuestro para vivir de a dos en plenitud. Lea junto a su esposa o pareja esta publicación o cualquier otro material de apoyo que les ayude mas allá de su compresión y amor revivir su llama sexual.

martes, 4 de septiembre de 2012

El Sindrome de Estocolmo

Definición

El Síndrome de Estocolmo es un estado psicológico en el que la víctima de secuestro, o persona detenida contra su propia voluntad, desarrolla una relación de complicidad con su secuestrador. En ocasiones, los prisioneros pueden acabar ayudando a los captores a alcanzar sus fines o evadir a la policía.

"el llamado síndrome de Estocolmo sólo se presenta cuando la persona se identifica inconscientemente con su agresor, ya sea asumiendo la responsabilidad de la agresión de que es objeto, ya sea imitando física o moralmente la persona del agresor, o adoptando ciertos símbolos de poder que lo caracterizan".

Desde el punto de vista psicológico, las reacciones de este tipo están consideradas como una de las múltiples respuestas emocionales que puede presentar el secuestrado a raíz de la vulnerabilidad y extrema indefensión que produce el cautiverio y aunque es una respuesta poco usual, es importante entenderla y saber cuándo se presenta y cuándo no, porque el fenómeno ha sido tan tergiversado, que se ha llegado a pensar que es una "enfermedad" que padecen todas las personas que atraviesan por una situación de cautiverio. Además, con frecuencia se convierte en una de las mayores preocupaciones expresadas por los familiares de los secuestrados después de la liberación. Tanto el ex rehén como sus allegados se preguntan con temor si algunos de los sentimientos de gratitud y aprecio hacia sus captores, forman parte de la sintomatología del síndrome y se suele creer, equivocadamente, que la persona lo está padeciendo, considerándola "enferma".

Según la corriente psicoanalítica el síndrome de Estocolmo sería entonces una suerte de mecanismo de defensa inconsciente del secuestrado, que no puede responder la agresión de los secuestradores y que se defiende también de la posibilidad de sufrir un shock emocional. Así, se produce una identificación con el agresor, un vínculo en el sentido de que el secuestrado empieza a tener sentimientos de identificación, de simpatía, de agrado por su secuestrador. Cuando alguien es retenido contra su voluntad y permanece por un tiempo en condiciones de aislamiento y sólo se encuentra en compañía de sus captores puede desarrollar, para sobrevivir, una corriente afectiva hacia ellos. Esta corriente se puede establecer, bien como nexo consciente y voluntario por parte de la víctima para obtener cierto dominio de la situación o algunos beneficios de sus captores, o bien como un mecanismo inconsciente que ayuda a la persona a negar y no sentir la amenaza de la situación o la agresión de los secuestradores. En esta última situación se está hablando de Síndrome de Estocolmo.

Lo que se observa en la mayoría de los casos es una especie de gratitud consciente hacia los secuestradores, tanto en los familiares como en los individuos. Agradecen el hecho de haberlos dejado salir con vida, sanos y salvos y a veces recuerdan - sobre todo en las primeras semanas posteriores al regreso - a quienes fueron considerados durante ese trance o tuvieron gestos de compasión y ayuda. Es comprensible, bajo estas circunstancias que cualquier acto amable de los captores pueda ser recibido con un componente de gratitud y alivio.

El secuestrado vive traumáticamente una situación de impotencia, al no poder responder a la agresión de que es objeto, pues lo más natural en el comportamiento, es que si a uno lo atacan que responda al atacante. Si no se puede, si se está imposibilitado de responder con la agresión mínima indispensable para mantener el equilibrio y se tiene que suprimir o reprimir esa agresión, ella se acumula y va dirigida contra uno mismo.

El síndrome de Estocolmo sería entonces una suerte de mecanismo de defensa inconsciente del secuestrado, que no puede responder la agresión de los secuestradores y que se defiende también de la posibilidad de sufrir un shock emocional. Así, se produce una identificación con el agresor, un vínculo en el sentido de que el secuestrado empieza a tener sentimientos de identificación, de simpatía, de agrado por su secuestrador.

El psicólogo Emilio Meluk presentó a finales de los años noventa los resultados de una investigación sobre los efectos psicológicos del secuestro en sus víctimas, que lleva por título "El Secuestro, una muerte suspendida", en el que se centraba en las experiencias vividas por ochenta ex secuestrados después de su liberación y un número similar de familias. Sus conclusiones revelaron que la expectativa por saber si padecen el Síndrome de Estocolmo, es una de las preocupaciones más expresadas por parte de los ex secuestrados después de la liberación. Se preguntan, reiteradamente, si algunos de sus comportamientos durante el cautiverio y después de haber sido liberados, corresponden a esta secuela del secuestro. Lo expresan con signos claros de temor y remordimiento, como si de haberse presentado en ellos significara haber sido débiles o deshonestos.

Hay que aclarar de nuevo, que el Síndrome de Estocolmo es simplemente algo que la víctima de un secuestro percibe, siente y cree que es razonable que sea de esa manera, sin darle mayor relevancia a la identificación misma ni sentirla como tal. Solamente los que lo ven desde fuera podrían encontrar irracional el que la víctima defienda o adopte actitudes para disculpar a los secuestradores y justificar los motivos que tuvieron para secuestrarlo.

Para que se pueda desarrollar el Síndrome de Estocolmo los expertos del tema aseguran que es necesario que el secuestrado no se sienta agredido, violentado ni maltratado. De lo contrario, el trato negativo se transforma en una barrera defensiva contra la posibilidad de identificarse con sus captores y aceptar que hay algo bueno y positivo en ellos y sus propósitos. Si los ex secuestrados califican las condiciones de secuestro y el trato recibido como deleznable, impiden el desarrollo del Síndrome.

En un secuestro, los intentos de manipulación son frecuentes, en casi todos los casos los secuestrados fingen para poder sobrevivir. Esto se ve más claramente al comparar la actitud que tienen con sus secuestradores durante el cautiverio y la forma como se refieren a ellos una vez libres. Mientras estaban presos pudieron tener actitudes amigables, sin embargo una vez fuera del riesgo de morir, se refieren a ellos de un modo negativo y con rencor, lo cual señala que lo expresado en cautiverio no es una identificación con los agresores sino un anhelo de sobrevivir.

La esperanza de vivir no solamente se expresa en los comportamientos y actitudes condescendientes. Algunos recuren a la simulación de enfermedades o a la dramatización de algunas ya existentes, con el objeto de manipular a sus secuestradores para lograr un trato más considerado, o simplemente para sentir que tienen algún control sobre la situación, y sobre ellos. Fingir un infarto, un ataque epiléptico o exagerar una deformación física es frecuente. En últimas, cuando el secuestrado logra el objetivo de poner en su favor algunos sentimientos de los secuestradores y obtiene respuesta que los benefician de esa manera, conjura la posibilidad de morir durante el cautiverio o aproxima la probabilidad de obtener la liberación

El Origen

El síndrome ha sido llamado de este modo desde el robo del banco Kreditbanken en Norrmalms (Estocolmo), Suecia, que transcurrió desde el 23 al 28 de agosto de 1973. Tuvo lugar un asalto a un banco en el que los delincuentes fueron descubiertos por la policía y retuvieron a los empleados y a los clientes que habían sorprendido en el interior como rehenes durante varios días. En el transcurso de ese tiempo de negociaciones, los rehenes se identificaron con los raptores hasta tal punto que colaboraron con ellos protegiéndoles de las acciones policiales. Además, en el momento de la liberación, un periodista fotografió el instante en que una de las rehenes y uno de los captores, antes de ser él detenido, se besaban y se comprometían en matrimonio. Este hecho sirvió para bautizar como "Síndrome de Estocolmo" ciertas conductas insólitas que demuestran afecto entre los captores y sus rehenes. En este caso, las víctimas - tres mujeres y un hombre - defendieron a sus captores incluso después de terminado su secuestro, que duró seis días. Mostraron también una conducta reticente ante los procedimientos legales. Se dice incluso que una de las mujeres secuestrada se habría comprometido con uno de los captores. El término fue acuñado por el criminólogo y psicólogo Nils Bejerot, colaborador de la policía durante el robo, al referirse al síndrome en una emisión de noticias. Fue entonces adoptado por muchos psicólogos en todo el mundo.

Causas

Tanto la víctima como el autor del delito persiguen la meta de salir ilesos del incidente, por ello cooperan. Los rehenes tratan de protegerse, en el contexto de situaciones incontrolables, en donde tratan de cumplir los deseos de sus captores.

Los delincuentes se presentan como benefactores ante los rehenes para evitar una escalada de los hechos. De aquí puede nacer una relación emocional de las víctimas por agradecimiento con los autores del delito.

Con base en la historia de desarrollo personal, puede verse el acercamiento de las víctimas con los delincuentes, una reacción desarrollada durante la infancia. Un infante que percibe el enojo de su progenitor, sufre por ello y trata de «comportarse bien», para evitar la situación. Este reflejo se puede volver a activar en una situación extrema. La pérdida total del control que sufre el rehén durante un secuestro, es difícil de digerir. Se hace soportable en el momento en que la víctima se identifica con los motivos del autor del delito.

El síndrome de Estocolmo es más común en personas que han sido víctimas de algún tipo de abuso, tal es el caso de:
  • Niños maltratados
  • Mujeres maltratadas
  • Víctimas de incesto
  • Situaciones de secuestro criminal
  • Relaciones controladoras e intimidantes
  • Rehenes
  • Miembros de una secta de prácticas "fuertes"
  • Víctimas de incesto
  • Prisioneros de guerra
  • Prisioneros de campos de concentración.
Meluk también señala que ha podido destacar, en las narraciones de algunos ex secuestrados, una especie de gratitud hacia los secuestradores, como si quisieran agradecerles el haberlos colocado en una situación que les permitió re estructurar su personalidad y su sistema de valores, pero ninguna de las víctimas de secuestro analizadas aquí se auto responsabilizan de él, ni justifican los propósitos de la organización que los secuestró, ni los defiende públicamente. El no presentarse el Síndrome de Estocolmo indica que hay en los ex secuestrados conciencia del daño y de la agresión de que son objeto durante el cautiverio, que lo objetivan en los secuestradores y no e sí mismos y que rechazan asumir como propias las razones que llevan a su secuestro.

En definitiva, para detectar y diagnosticar el síndrome de Estocolmo, se hacen necesarias dos condiciones, por un lado, que la persona haya asumido inconscientemente una notable identificación en las actitudes, comportamientos o modos de pensar de los captores, casi como si fueran suyos  y por otro, que las manifestaciones iniciales de agradecimiento y aprecio se prolonguen a lo largo del tiempo, aun cuando la persona ya se encuentra integrada a sus rutinas habituales y haya interiorizado la finalización del cautiverio.

 ¿En el misterio de amar a un maltratador?

“Si un ser querido mantiene una relación con un abusador, es difícil determinar el resultado a largo plazo. Si la relación se encuentra en la fase inicial, pueden terminar la relación por sí mismos. Si la relación ha continuado durante un año aproximadamente, pueden necesitar ayuda y un plan de salida antes de terminar la relación. El matrimonio y los hijos dificultan su salida de la situación. Cuando la víctima decide terminar la relación, es importante que vea a sus seres queridos como fuentes de apoyo, no como fuentes de presión, culpa o agresión

sábado, 1 de septiembre de 2012

El Alcoholismo

Se acepta que si bien el alcoholismo, entendido como un síndrome de dependencia, constituye sólo una parte de un conjunto de problemas relacionados con el consumo del alcohol.

Resulta importante diferenciar el concepto de alcoholismo de otras formas de ingestión del etanol. Al respecto, conviene recordar que durante muchos años el término dipsomanía (Bruhl, Gramer) englobó todas las formas de uso patológico del alcohol y que, desde mediados del siglo diecinueve, predominó la concepción anátomo-patológica del alcoholismo (Magaus, Huss) para referirse a sus consecuencias físicas y mentales, tales como cirrosis, encefalopatías, polineuritis, desnutrición, etc.; hechos que hasta hace poco han merecido el máximo interés de la medicina. A partir de 1933 y, particularmente, desde los estudios de Jellinek, en 1946, los conceptos de toxicomanía alcohólica, adicción y últimamente de dependencia, refiriéndose a la apetencia alcohólica, han destacado como los fenómenos esenciales del trastorno que hoy llamamos alcoholismo. 

La dependencia física es la característica fundamental del trastorno, evidente a través de la incapacidad de detenerse y/o abstenerse, así como por los síntomas de abstinencia al suspender la ingesta de alcohol. De faltar estos disturbios, el término abuso de alcohol es el indicado, siguiendo la clasificación psiquiátrica norteamericana en este caso el Manual diagnostico y estadístico de los trastornos mentales (DSM-IV)

ETIOPATOGENIA

Si bien es cierto que el alcohol etílico tiene potencial adictivo, aisladamente no es la causa del alcoholismo como se desprende del hecho de que a pesar de su uso tan generalizado, sólo un porcentaje que va del 5 al 10% de los bebedores sufre el trastorno. Teorías biológicas, psicológicas y sociales destacan determinados factores en la etiología y patogenia de la dependencia al etanol, tales como alteraciones neuroquímicas, metabólicas, trastornos en la neurotrasmisión, factores genéticos, así como modelos psicológicos del aprendizaje e hipótesis socioculturales. Al presente, todo parece indicar que no hay una causa única, sino que el alcoholismo es consecuencia de una interrelación compleja de diversos factores, además del alcohol.

SINTOMATOLOGÍA

Los síntomas principales son:


Pérdida de control e incapacidad de detenerse. Es la ingesta descontrolada del alcohol después de ingerir una determinada cantidad de bebida. Este síntoma identifica la forma clínica llamada Alcoholismo intermitente (Marconi) o Alcoholismo Gama (Jellinek). La pérdida de control al comienzo del proceso adictivo no es absoluta; puede, en cierta forma, dominarse si la cantidad ingerida no es alta, pero, a medida que evoluciona el cuadro, la incapacidad de detener la ingestión ocurre cada vez con dosis menores de alcohol y es más difícil de controlar. Esto da lugar a las llamadas crisis de ingestión o períodos de consumo alcohólico de dos o más días de duración (lo que antes se llamaba dipsomanía) que pueden ser seguidas, a su vez, por períodos de días o semanas de abstinencia.

Incapacidad de abstenerse. Es el síntoma que caracteriza al Alcoholismo Continuo o Inveterado (Marconi) o Alcoholismo Delta (Jellinek). Como su nombre lo indica el paciente con esta forma de adicción bebe diariamente, a lo más con horas de intervalo entre cada ingestión, pero puede controlar la cantidad y, en este sentido, los signos de embriaguez no son tan ostensibles como en la forma anterior.


Síndrome de abstinencia. Se presenta al suspender o disminuir la ingesta de alcohol. Los principales síntomas son: temblor, insomnio, ansiedad, naúseas, diaforesis, alucinaciones visuales o auditivas transitorias, etc; siendo distintivo el alivio de tales síntomas con una nueva ingestión de alcohol. Si el síndrome de abstinencia es severo pueden producirse convulsiones y delirium tremens. Es frecuente que el trastorno sea moderado, con una duración de 2 a 8 días.

Cambios en la tolerancia. Por lo común, un aumento de tolerancia ocurre después del uso prolongado de alcohol, de tal modo que el alcohólico parece menos intoxicado y puede efectuar mejor ciertas actividades que otro sujeto con el mismo grado de alcoholemia. En fases intermedias o tardías la tolerancia disminuye y el alcohólico se intoxica con pequeñas dosis de bebida. El incremento de la tolerancia no es especifico del alcoholismo; y de otra parte, debe anotarse que hay una tolerancia cruzada y mutua con otros neurodepresores, (barbitúricos, hipnóticos no barbitúricos, benzodiazepinas).

PSICOPATOLOGÍA

Numerosos estudios han puesto en evidencia que no existe un tipo de personalidad premórbida específica que predisponga o determine la dependencia al etanol. Ciertos rasgos, tales como baja tolerancia a la frustración y cierto grado de incapacidad para manejar tensiones derivadas de conflictos intrapsíquicos o de situaciones de estrés, se detectan en una proporción importante de alcohólicos. Aparte que la adicción alcohólica se asocia algunas veces a diversas condiciones primariamente psiquiátricas (psicosis, neurosis, retardo mental, etc.), un rubro considerable de alcohólicos que se atiende en la práctica diaria, con más de 3 años de enfermedad, presenta diversas manifestaciones psicopatológicas tales como disminución de la atención, del pensamiento abstracto, del juicio y la crítica, así como abulia, falta de interés, tendencia a la fantasía, actitudes recelosas, celotipia y susceptibilidad. En el área afectiva se notan estados depresivos, ansiosos y episodios distímicos que se alivian con el alcohol o se hacen patentes durante el tratamiento. El riesgo de suicidio es relativamente elevado en un cierto grupo de alcohólicos de edad madura; impulsos auto agresivos y comportamiento psicopático no son raros, particularmente en alcohólicos jóvenes. Para algunos autores gran parte de esta sintomatología podría relacionarse con injuria cerebral proveniente de la acción neurotóxica directa del alcohol a nivel cortical. Alteraciones bioeléctricas, neumoencefalográficas y las objetivadas en la tomografía cerebral, en un 30 al 50% de estos pacientes, dan apoyo a este supuesto.

FORMAS CLÍNICAS

Se han efectuado varias tentativas clasificatorias de la población alcohólica. (Jellinek) sin duda el autor que más profundizó en los aspectos clínicos de esta farmacodependencia, admitía 5 tipos de alcoholismo que enumeró con las letras del alfabeto griego: alcoholismo alfa, beta, gama, delta y épsilon, según la importancia de los factores psicológicos, socioculturales o fisiopatológicos en la propensión al consumo, siendo las formas gama y delta las únicas que tendrían el carácter de Alcoholismo-Enfermedad, es decir que presentarían el síndrome de dependencia. Otros autores mencionan la forma intermitente y la continua o inveterada (Marconi).

La forma predominante en nuestro medio es el llamado alcoholismo intermitente o alcoholismo gama, siendo los estratos poblacionales de menores recursos económicos y educativos los más afectados. Finalmente, debemos señalar que hay algunos trastornos mentales que casi específicamente ocurren en estos pacientes, tales como:

Alucinosis alcohólica. Tipificada por síntomas alucinatorios auditivos (voces amenazantes), en estado de conciencia lúcida o levemente comprometida, acompañadas de ideas delusivas auto acusatorias o de persecución. El temor puede llevar al pánico y/o al suicidio. El cuadro es en ocasiones fenomenológicamente indistinguible de una psicosis paranoide esquizofrénica.

Psicosis de Korsakoff y otras encefalopatías. Ocurre en un porcentaje no mayor del 5% de alcohólicos a partir de la quinta década. Las alteraciones de la memoria, principalmente de fijación, las fabulaciones (síndrome amnésico confabulatorio) y la polineuritis, conforman la triada principal del trastorno, el cual, por lo general tiende a cronificarse adoptando la forma de demencia alcohólica. Para terminar, debemos señalar que cambios psicopatológicos diversos (alteraciones cognoscitivas, labilidad emocional, cambios caracterológicos, etc.), al lado de sintomatología neurológica focal, se presentan en las llamadas encefalopatías alcohólicas, tales como el Síndrome de Wernicke (poliencefalitis hemorrágica superior), el Síndrome de Marchiafava-Bignami (degeneración del cuerpo calloso) y la Atrofia Cerebelosa Alcohólica, cuadros en cuya patogenia el alcohol juega un papel indirecto, siendo la carencia de factores del complejo B (B1, B2, B6) el factor más importante.

Delirium Tremens. Constituye la psicosis orgánica más frecuente (15% de los bebedores). Se le reconoce como una manifestación clínica grave del síndrome de abstinencia, que puede iniciarse con crisis convulsivas generalizadas. Sus síntomas principales son: perturbación de la conciencia, desorientación témporal espacial, confusión, inquietud psicomotriz, alucinaciones visuales, insomnio, delirio ocupacional, temblor acentuado; y al examen físico: taquicardia, diaforesis y leve elevación de la temperatura. La mortalidad en los casos tratados es del 8%; el cuadro clínico remite, por lo general, entre 2 a 4 días. De no ser así, debe descartarse hematoma subdural, procesos infecciosos, proceso hepático u otra enfermedad mental. Es pertinente mencionar que, a menudo, se plantean dificultades diagnósticas entre un delirio alcohólico y los trastornos propios del coma hepático, el cual, algunas veces, se presenta después de una crisis de ingestión alcohólica prolongada. Debe recordarse, en tal sentido, que en el coma hepático hay embotamiento de la conciencia, la inquietud psicomotriz es menor, lo mismo que el miedo y las alucinaciones. Es típico el temblor aleteante de las manos (flapping), así como otros signos de hepatopatía grave.

TRATAMIENTO

El objetivo del tratamiento en el alcoholismo es la rehabilitación mediante actividades de re-educación, readaptación y reinserción social del paciente, siendo la abstinencia absoluta de bebidas alcohólicas la condición indispensable para lograr estos fines. En forma práctica, el tratamiento integral del alcoholismo comprende:

1. DESINTOXICACIÓN MÁS TRATAMIENTO DEL SÍNDROME DE ABSTINENCIA.

Muchos esquemas de desintoxicación empleados en la actualidad no tienen una base científica. Se sabe que el alcohol tiene un ritmo metabólico constante y aún no disponemos de fármacos que puedan acelerarlo. Es importante recordar que la llamada desintoxicación cumple un rol importante por ser la primera fase para iniciar o reforzar la participación activa del paciente en un programa de rehabilitación. Concretamente, consiste en la supresión aguda del alcohol y la corrección de cualquier carencia nutricional relacionada con el consumo excesivo de esta bebida. Bajo esta premisa, el uso de grandes dosis de complejo B, particularmente vitamina B1 y B6, vitamina C y aminoácidos es fuente de confianza para muchos terapistas. De haber deshidratación (por vómitos, diarreas o desnutrición) y sospecharse de algún desequilibrio electrolítico, la administración de glucosa al 5% en solución salina es lo indicado. Para la hipomagnesemia, que en algunas investigaciones se ha detectado, el empleo de sulfato de magnesio al 50% en dosis de 2 cm3 por vía intramuscular, cada 6 horas, haciendo un total de 6 a 8 dosis puede ser de utilidad.

Cuidados médicos generales. En la mayor parte de estos cuadros se necesita tratamiento especial, aparte de medidas generales de acuerdo al caso. No más del 15 al 20% de pacientes requiere de un tratamiento médico intensivo sobre todo cuando la intoxicación alcohólica se asocia a traumatismos, hematoma subdural, gastritis hemorrágica, problemas cardiovasculares, diabetes, etc. y, particularmente, cuando ocurre un coma alcohólico, que -por el riesgo de depresión respiratoria- significa una urgencia médica que puede requerir hemodiálisis, de existir una alcoholemia de 300 a 350 mg.

En cuanto al síndrome de abstinencia, éste se presenta después de un período relativamente corto de supresión o disminución de la ingesta de alcohol. El tratamiento depende de su severidad, que es máxima después de 24 horas del cese absoluto de la bebida. En los cuadros moderados, el temblor de manos, la anorexia, la sensación de debilidad, la diaforesis y el insomnio son las perturbaciones más frecuentes que, por otra parte, son peculiarmente fluctuantes en intensidad y duración y se asocian con gran apetencia a beber. Las alteraciones leves de abstinencia pueden remitir espontáneamente después de 2 a 3 días, pero casos más acentuados requieren de terapia medicamentosa. Considerando lo ya expuesto sobre la tolerancia cruzada del alcohol con las sustancias de tipo barbitúrico y los psicotrópicos depresores del SNC, suelen ser éstos los más utilizados actualmente, especialmente las benzodiacepinas.

2. TRATAMIENTO DE LAS COMPLICACIONES PSIQUIÁTRICAS Y MÉDICAS.

Delirium Tremens. En cuanto a esta psicosis orgánica que representa un estado de abstinencia de mayor gravedad, es preferible darle tratamiento bajo régimen hospitalario. El esquema terapéutico, en líneas generales, es similar al señalado en el acápite anterior. Debe evitarse, en lo posible, el uso exagerado de hipnosedantes que por lo común acentúan el delirio o lo hacen más prolongado. En lugar de las "curas de sueño" se debe optar por atenuar la excitación psicomotriz con el empleo de tranquilizantes menores, recordando siempre su acción hepatotóxica colateral. Es conveniente la administración de infusiones de dextrosa (el abuso de alcohol interfiere con la reserva del glucógeno hepático), soluciones hidrosalinas para corregir cualquier desequilibrio electrolítico, vitaminas, sobre todo del complejo B, anticonvulsivos (fenitoínas o diazepan) si hay crisis epileptoides, así como antibióticos, si hay riesgo de infección. En general, todo caso de delirium tremens, sobre todo si es intenso o duradero, requiere de un acucioso examen para detectar cualquier trastorno orgánico (TEC, sangrado gastrointestinal, insuficiencia renal o hepática, miocarditis, etc.) que puede pasar inadvertido por el estado de inquietud. La mortalidad del Delirium Tremens no tratado puede ubicarse entre el 15 al 30%, pero con tratamiento oportuno disminuye a niveles del 1 al 8%.

Alucinosis Alcohólica. Como lo expusiéramos, los síntomas de esta psicosis son ilusiones y alucinaciones auditivas por lo general de tipo paranoide con contenido de acusación y amenaza. A semeja a la esquizofrenia pero no hay la historia típica ni otros signos de este trastorno. La alucinosis alcohólica suele ser de corta duración y responde bien al empleo de antipsicóticos como la tioridazina en dosis de 300 mg. diarios.

Psicosis de Korsakoff y otras encefalopatías. Se atribuyen a la ingestión de alcohol, la desnutrición crónica y la carencia dietética de vitaminas. En general ocurren a partir de la quinta década, el pronóstico no es bueno y el tratamiento se funda principalmente en vitaminoterapia intensiva con complejo B, fundamentalmente tiamina.

Complicaciones médicas. Las más frecuentes en orden de importancia son: la esteatosis hepática, la hepatitis alcohólica con o sin icteria, la cirrosis que se presenta en el 10% al 20% de casos avanzados, la pancreatitis, las gastritis que cursan a veces con hematemesis (síndrome de Mallory Weiss). Se asocia también con el abuso de alcohol la miocardiopatía alcohólica, que ocurre en menos del 1% de los bebedores, y la tendencia a la carcinogénesis de la faringe o el esófago. Como es de comprender, todas estas complicaciones requieren de un tratamiento interdisciplinario adecuado.

3. TRATAMIENTO DE LA DEPENDENCIA

El tratamiento de la dependencia alcohólica en sí, la deshabituación y la rehabilitación constituyen el núcleo fundamental de toda la acción terapéutica. El proceso es largo y continuo y requiere, además del médico, la intervención de otros profesionales tales como psicólogos, trabajadores sociales, enfermeras especializadas, etc. De una manera general, se puede decir que los programas de tratamiento que se utilizan actualmente con éste fin están integrados por terapias psicológicas (psicoterapias), medicamentosas, acciones sobre la familia y utilización de grupos de pacientes recuperados. Se acepta que la psicoterapia debe tener como objetivos: crear conciencia de enfermedad y fomentar la motivación necesaria para la abstinencia y la readaptación psicosocial. Las técnicas varían de acuerdo a la concepción doctrinaria del terapeuta: de apoyo emocional, no directiva, psicoanalítica, sugestiva, pedagógico-directiva, psicodrama, etc.

Terapia de conducta. Basada en la doctrina de los reflejos condicionados y en la teoría del aprendizaje, ha puesto en vigencia, nuevamente, los clásicos métodos aversivos, empleando substancias eméticas (clorhidrato de apomorfina o emetina) y el electrocondicionamiento; todos ellos con el fin de inhibir directamente la apetencia a las bebidas alcohólicas.

Rehabilitación. Al lado del logro de la abstinencia, que no debe considerarse como único criterio para juzgar la eficacia del tratamiento, la rehabilitación juega un rol importante y tiene por objeto mejorar las relaciones interpersonales, el reajuste de la dinámica familiar y la recuperación de la actividad laboral. La psicoterapia familiar, la orientación vocacional, la terapia ocupacional y la ayuda de pacientes recuperados (Alcohólicos Anónimos, Clubs de Abstemios), contribuyen considerablemente a este fin. La terapia de grupo en los últimos años ha adquirido singular importancia en la rehabilitación del alcoholismo y otras farmacodependencias, una variante de la misma son las llamadas "comunidades terapéuticas", en las que se fomenta la integración grupal, el autocontrol, el uso constructivo del tiempo libre, la socialización, etc.

En general, hoy se acepta que con el hábil empleo de los recursos disponibles puede lograrse de un 50 a 85% de buenos resultados en la mejoría y readaptación del paciente alcohólico.