jueves, 18 de octubre de 2012

Niños Adictos a la Televisión


En muchas familias, la televisión es un miembro más e incluso puede llegar a tener mayor presencia e influencia que los padres. Decidirse a limitar y regular su uso es clave para aprovecharla bien y evitar consecuencias negativas.
El teleadicto “se halla sumido en un desierto mental de pasividad e inercia con erupciones de violencia, semejante a las características propias del mundo nirvánico de los adictos a la heroína”

 La afición desmedida por ver la televisión constituye un riesgo de dependencia por el encarcelamiento interno que anula la capacidad de libertad y decisión.

 Las personas más susceptibles de sufrir esta adicción son los sujetos de carácter inestable, carentes de iniciativa, los que se sienten solos o poco realizados, los enfermos depresivos y las personas impulsivas con dificultad de autocontrol.

 Los niños en edad escolar son los que con mayor facilidad se vuelven adictos a la televisión, debido a un abuso de la pantalla no tutelado por los adultos

¿Cuántos de nosotros podemos evitar mirar una pantalla aunque estemos gozando de una brillante conversación o entretenida lectura? La pantalla transmite un misterioso magnetismo, que nos obligará a dirigir nuestros ojos en esa misma dirección.

Al igual que el adicto necesita imperiosamente una nueva dosis, nuestro “TV adicto” requiere sentarse por X cantidad de horas (lo “normal” estadísticamente son 2 a 3 horas diarias, por lo que una “dosis” arriba entra al campo de la adicción) provisto de su control remoto – maravilloso invento que nos otorga el superlativo poder de hacer aparecer o desparecer de nuestra vista las imágenes mas maravillosas ó las más aburridas.
Esta "paternidad pasiva" trae consecuencias, una de tantas como lo que paso en Japón con resultados de que muchos niños presentaron un cuadro de “convulsiones epilépticas por estímulos visuales".


Aunque la tv parezca la distracción ideal, a los padres le entra la duda y empiezan a preocuparse con razón. Durante el tiempo que el niño esta viendo la tv, esta inmóvil, pasivo y en silencio, no se mueve, ni juega, no crea, no se relación, etc. Las investigaciones coinciden en que demasiado tiempo delante de la tv da lugar a la aparición de problemas infantiles, como ejemplo:

1.- Perdida de la capacidad creativa.
2.-Favorece a la obesidad: Al tratarse de una actividad totalmente sedentaria con lleva la falta y ausencia de ejercicios físicos.
3.- Disminución del rendimiento escolar: Se altera su capacidad para razonar, al niño le da pereza, pierde agilidad y soltura para hacerlo y lo más normal es que lo evite. Aparece una menor fluidez de expresión verbal y un retraso en la escritura y en la lectura.
4.- Perturbación del sueño: Ver mucha la tv afecta a su calidad del sueño, pero si además el contenido es violento, aumenta los miedos y las fantasías agresivas.
5.- Fomenta la agresividad: Imitarla. El contenido agresivo esta inmerso en muchos programas y eso hace quien se perciba como algo natural. El niño es muy susceptible a estos mensajes agresivos por que tienen menos capacidad de critica y da por bueno lo que sale en la tv (siempre y cuando lo entienda medianamente) incorporando la agresividad a su personalidad.
6.- Frena la Imaginación: La Tv lo da todo hecho, las secuencias se suceden unas a otras rápidamente, sin que el niño participe, no tiene que inventar ni imaginar nada.
7.- Puede Estimular una sexualidad precoz en adolescentes.

8.- Puede Promover dependencias a estilos de vida poco saludables como el beber o fumar, etc...

9.- Suelen ser propensos a enfermarse.


De entrada la tv se representa como nociva para el desarrollo intelectual y afectivo del niño. Sin embargo, esta ahi y no se puede evitar. Además, se ha demostrado que los niños que no tienen tv en su casa se sienten desplazados de sus compañeros. La solución no es eliminarla del hogar, si no que su valor depende del uso que hagamos de ella. Existen programas que son susceptibles de ayudar en el desarrollo de los niños, por lo que es responsabilidad de los padres o cuidadores del niño en seleccionar cuales y como se ven esos programas y desechar aquellos que les perjudique. Se trata de vigilar y guiar a los niños en su relación con este medio de comunicación. Acompañar a los hijos cuando ven TV, para comentar y reflexionar en conjunto sobre los contenidos.

  • Censurar los programas que promueven la violencia y contenidos no apropiados para su edad.
  • Educar para ver TV y desarrollar un espíritu crítico. Enseñar a los niños que se trata de un producto, no de la realidad, y que podemos tener una opinión propia o personal al respecto. Lo mismo con la publicidad.
  • Ofrecer otras alternativas de recreación: juegos, deportes, lectura, actividades con amigos y familiares.
  • Mirar los programas con los hijos.
  • Escoger programas apropiados para el nivel de desarrollo del niño.
  • Poner límites a la cantidad de tiempo que pasan ante la televisión (tanto a diario como  por semana
         Apagar el televisor durante las horas de las comidas y del tiempo de estudio
  • Apagar los programas que no les parezcan apropiados para la edad de su hijo.
  • No usar la televisión como distracción o como “niñera” en los niños de edad prescolar.
  • Enseñarles a elegir los programas con discernimiento; enseñarles a consultar la guía de programación para elegir los programas más adecuados.
  • Estimular a los hijos para ver programas educativos o que enseñen los valores humanos.
  • Prohibir los programas violentos.
  • Discutir los anuncios publicitarios con sus hijos, ayudarles a identificar cuales exageran y cuales no.
  • Hablar sobre la programación que ven, explicándoles las diferencias entre la realidad y la ficción.
CONCLUSIONES
Dentro de los medios de comunicación, la televisión es el más accesible para los niños, ya que está presente en la mayor parte de los hogares y no requiere de habilidades muy complejas para recibir la información, como sería, por ejemplo leer, en el caso de los libros y los periódicos.

"Es un medio de comunicación de masas, que por tener la facilidad de llegar a la mayoría de la población, se ha transformado en un arma de doble filo dada la calidad de programación que transmite sin considerar que, en la mayoría de los casos, sus espectadores son niños y jóvenes que no tienen un adulto que los oriente con relación a los temas que allí se desarrollan".

La importante y creciente cabida de la televisión en la sociedad, ha influido en la vida de todos sus miembros, sobre todo de los niños que son quienes pasan más horas frente al televisor y son más vulnerables ante sus efectos.

Al ver nuestra sociedad, podemos comprobar la importancia que tienen los medios de comunicación en nuestra vida, y a la vez, lo perjudicial,  que, en ocasiones, pueden llegar a ser para los niños, ya que en algunos casos  evidencian hechos de la vida sobre  sexo, dogas, violencias, guerras, discriminaciones y alcohol,  analizados sin ningún rigor científico ni ético.

Hechos que  perjudican a la mayoría porque los valores reales, estilo de vida y manera de vivir de cada uno está  “manipulados" por modelos , valores y tipos de comportamientos, algunos de los  cuales están bastante fuera del alcance de la mayoría de los hombres, pero otros pueden ser imitados y ejercer influencia directa sobre nuestro comportamiento y sobre todo sobre la conducta infantil.

Al decir que la TV tiene gran impacto en el desarrollo de los niños, no se refleja ninguna novedad, pero hay que admitir que las influencias no son todas  negativas,  también pueden llegar a ser positivas.

Con respecto a las influencias positivas se puede decir que son más débiles, pues los programas de este tipo son escasos y/o no están bien estructurados. En caso contrario, favorece al niño dándole una base más sólida en su aprendizaje, pero todo depende de cómo adquiera e interprete la información. También es importante destacar que la televisión permite, a través de este tipo de programas culturales, el conocimiento del mundo, de los diferentes países y sus culturas.

Por ultimo, es importante resaltar la enorme responsabilidad de los padres en la cantidad y calidad de televisión a la que están expuestos sus hijos, ya que los padres o adultos  deberían poner ciertos  límites y normas, edemas de promover una vida familiar con más comunicación e interacción entre sus miembros.

Los padres deberían utilizar todas las medidas que estén a su alcance para prevenir los efectos dañinos que la televisión puede tener en sus hijos. Aparte del contenido del programa de televisión, el tiempo que los niños dedican a esta actividad debería limitarse- actualmente están más tiempo viendo la televisión que en el colegio- estimulándoles a que se dediquen más a  otras actividades como son: la interacción familiar, el estudio y la lectura o el juego.

Si los padres tienen dificultades serias estableciendo controles y límites, o preocupación genuina en cuanto a la reacción del niño ante la televisión, deberían consultar con un psicólogo clínico especialista en niños.

Anímese a dosificar la televisión en su casa. Cuando compartan algún programa hablen sobre el tema, reflexionen. Alienten a sus hijos a tener más tiempo de juego, lectura, dibujar, modelar, construir, inventar historias delimitando bien la realidad de la fantasía. Estaremos forjando mentes lúcidas, ágiles, creativas. Estaremos permitiendo que se desarrollen mejor físicamente, que coman mejor, que duerman mejor. Estaremos dándoles espacio para lo trascendente, para que dialoguen, pregunten, expresen sus sueños, angustias y ansiedades.

"Es importante predicar con el ejemplo; los padres no pueden ser adictos de la televisión y deben saber discriminar los programas que ven en casa"

lunes, 15 de octubre de 2012

El síndrome de Jerusalén

El síndrome de Jerusalén (Jerusalem síndrome) es una enfermedad psíquica que afecta a un turista o un habitante de Jerusalén. La enfermedad tiene el carácter de una psicosis y se exterioriza con signos de delirios: el afectado se identifica completamente con un personaje de la historia sagrada del Antiguo o del Nuevo Testamento y actúa como tal.
El Muro Occidental (de los Lamentos) es uno de los sitios turísticos más visitados de Israel. A cualquier hora del día o de la noche, afluyen visitantes al Muro, a orar, a tomar fotos, a participar en una manifestación o en una ceremonia de jura de la bandera, a asistir a una bar-mitzvá, o simplemente a absorber algo del ambiente histórico y espiritual del que está imbuido este lugar antiguo.
Ciertos individuos se sienten atraídos a ese lugar, en busca de una experiencia sobrenatural. Entre ellos están los que se creen mesías, los inadaptados, los turbados, los espiritualmente implicados. Son quienes padecen del síndrome de Jerusalén y están literalmente embriagados por la Ciudad Santa. Los deleita la atmósfera especial del Muro pasada la medianoche. Su psique se inflama con la santidad histórica en la que se sienten inmersos. Aunque otros sitios de Jerusalén también los atraen, el Muro es el lugar predilecto de tales individuos, en especial de los judíos. Los períodos críticos son las festividades religiosas como la Navidad.

Descripción
El primero en identificar clínicamente el síndrome de Jerusalén fue el Dr. Yair Bar-El, ex director del hospital psiquiátrico de Kfar Shaúl y actualmente psiquiatra de distrito en el Ministerio de Salud. El Dr. Bar-El examinó a 470 turistas, declarados temporalmente dementes, que fueron atendidos en Kfar Shaúl entre 1979 y 1993, y extrajo de su estudio algunas conclusiones fascinantes. De los 470 visitantes del mundo entero que estuvieron internados allí, 66 por ciento eran judíos, 33 por ciento cristianos, y el 1 por ciento no tenía afiliación religiosa definida.
En el hospital Eim Karem hay un departamento de psiquiatría especializado en extranjeros que presentan este síndrome que en términos médicos es un trastorno disociativo histérico: los enfermos generan otra personalidad que luego no serán capaces de recordar. Se trata de una quiebra del sentido común ante la sobrecarga espiritual que flota en el ambiente, ante tanta religión, ideología, historia, mitología, concentradas en cada piedra de esta ciudad, y sus evidentes consecuencias: guerras, cruzadas, conquistas, masacres, éxodos, martirios, milagros, caridades, tiranía, intolerancia, arte y destrucción.

El Dr. Bar-El señala que el síndrome de Jerusalén es análogo al "síndrome de Florencia" identificado por los psiquiatras italianos, que hace tiempo observaron una tendencia entre los turistas y visitantes de la ciudad a actuar de modo raro e irracional. Sin embargo, en Florencia, son las obras de arte y la belleza de la propia ciudad las que provocan, al parecer, la aparición del síndrome, más bien que la religión.
Síntomas
 "De pronto algo me ocurrió" suelen decir esos turistas cuando inician su tratamiento psicoterapéutico. Suelen manifestar pautas muy similares de deterioro mental. Los síntomas aparecen al día siguiente de su llegada a Jerusalén, cuando empiezan a sentir un nerviosismo o una ansiedad inexplicables. Si vienen en grupo o con familiares, sienten de pronto la necesidad de estar solos y se apartan de los demás. Pronto comienzan a realizar actos de purificación y abluciones, como baños y duchas, o inmersión en un baño ritual. A menudo se cambian de ropa, con clara preferencia por las túnicas blancas, a fin de parecerse a personajes bíblicos, porque en su mayoría deseaban identificarse con alguna figura bíblica del Nuevo o del Antiguo Testamento.
Muchos personajes de la Biblia son objeto de una identificación de este tipo, como por ejemplo Moisés o el rey David del Antiguo Testamento, o Jesús de Nazaret y Juan el Bautista del Nuevo Testamento. Habitualmente los hombres emulan personajes masculinos de la Biblia y las mujeres, personajes femeninos. La confesión religiosa también es importante, puesto que los judíos imitan a personajes del Antiguo Testamento y los cristianos suelen imitar a los del Nuevo. No es exclusivo de una sola religión y afecta por igual a judíos, cristianos, musulmanes e incluso a otras creencias.
Individuos aparentemente equilibrados se vuelven psicóticos al llegar a Jerusalén. Son personas que se sienten atraídos por este lugar y buscan una experiencia sobrenatural. Quienes padecen de este síndrome están literalmente embriagados por la Ciudad Santa. Los deleita la atmósfera, los embelesa el hálito místico que perciben allí. Su psique se inflama con la santidad histórica en la que se sienten inmersos.
A los cuatro o cinco días, los pacientes responden al enfoque de retorno a la realidad que preconizan los psiquiatras. "Me siento como un payaso", dicen algunos, avergonzados y no logran explicar el por qué cuando les dicen que les dio por sumergirse en un estanque en el parque o cantar aleluyas en plena noche encaramados en las murallas de la Ciudad Vieja.
Existe la convincente teoría de que aquéllos que sufren el síndrome venían predispuestos a ello en forma de un trastorno mental latente que se vio precipitado al llegar a la ciudad santa.

martes, 9 de octubre de 2012

Con el Tiempo

Con el tiempo aprendes la sutil diferencia que hay entre tomar la mano de alguien y encadenar un alma.

Con el tiempo aprendes que el amor no significa apoyarse en alguien y que la compañía no significa seguridad.

Con el tiempo empiezas a entender que los besos no son contratos, ni los regalos promesas.


Con el tiempo aprendes que estar con alguien porque te ofrece un buen futuro significa que tarde o temprano querrás volver a tu pasado.

Con el tiempo te das cuenta que casarse solo porque "ya me urge" es una clara advertencia de que tu matrimonio será un fracaso.

Con el tiempo comprendes que solo quien es capaz de amarte con tus defectos, sin pretender cambiarte, puede brindarte toda la felicidad que deseas.

Con el tiempo te das cuenta de que si estas al lado de esa persona solo por acompañar tu soledad, irremediablemente acabarás no deseando volver a verla.

Con el tiempo te das cuenta de que los amigos verdaderos valen mucho más que cualquier cantidad de dinero.

Con el tiempo entiendes que los verdaderos amigos son contados, y que el que no lucha por ellos tarde o temprano se verá rodeado solo de amistades falsas.

Con el tiempo aprendes que las palabras dichas en un momento de ira pueden seguir lastimando a quien heriste, durante toda la vida.

Con el tiempo aprendes que disculpar cualquiera lo hace, pero perdonar es solo de almas grandes.

Con el tiempo comprendes que si has herido a un amigo duramente, muy probablemente la amistad jamás volverá a ser igual.

Con el tiempo te das cuenta que aunque seas feliz con tus amigos, algún día llorarás por aquellos que dejaste ir.

Con el tiempo te das cuenta de que cada experiencia vivida con cada persona, es irrepetible.

Con el tiempo te das cuenta de que el que humilla o desprecia a un ser humano tarde o temprano sufrirá las mismas humillaciones o desprecios Multiplicados al cuadrado.

Con el tiempo aprendes a construir todos tus caminos en el hoy, porque el terreno del mañana, es demasiado incierto para hacer planes.

Con el tiempo comprendes que apresurar las cosas o forzarlas a que pasen ocasionará que al final no sean como esperabas.

Con el tiempo te das cuenta de que en realidad lo mejor no era el futuro, sino el momento que estabas viviendo justo en ese instante.

Con el tiempo verás que aunque seas feliz con los que están a tu lado, añoraras terriblemente a los que ayer estaban contigo y ahora se han marchado.

Con el tiempo aprenderás que intentar perdonar o pedir perdón, decir que amas, decir que extrañas, decir que necesitas, decir que quieres ser amigo ante una tumba, ya no tiene ningún sentido.

Pero desafortunadamente esto solo lo entendemos con el tiempo.

Jorge L. Borges


domingo, 7 de octubre de 2012

Adicto al Amor

La gran mayoría de nosotros damos por sentado y estamos convencidos de que amar es la experiencia más gratificante y fundamental de nuestras vidas
El proceso normal del enamoramiento es cuando una persona comienza sintiendo simpatía por otra persona para después pasar a una atracción inocente, se comienza a idealizar hasta llegar a convertir al otro en un ser divino. Entonces el individuo se cierra al amor cegándose. Podríamos decir que el amor es ciego cuando incapacita para hacer un análisis realista de la situación, cuando se proyectan en la otra persona todas las ilusiones, cuando creemos que es la única persona que nos puede dar la felicidad. Si este proceso es muy rápido, se le denomina flechazo amoroso, lo cual es síntoma de inmadurez afectiva porque la evolución madura es lenta y progresiva. Sea como fuere, este debe ser un proceso pasajero para culminar en un amor maduro entre dos personas independientes que se respetan y mantienen la fidelidad. Sin embargo, existen personas que no superan la etapa de la ceguera, como por ejemplo las personas dependientes.
”Depender de la persona que se ama es una manera de enterrarse en vida, es un acto de automutilación psicológica donde el amor propio, el auto respeto y la esencia de uno mismo son ofrendados y regalados irracionalmente. Cuando el apego está presente, entregarse, más que un acto de cariño desinteresado y generoso, es una forma de capitulación ,una rendición guiada por el miedo con el fin de preservar lo bueno que ofrece la relación”.
 Obsesionarse por una persona o una relación es síntoma de adicción. Puede darse porque el individuo se siente tan necesitado, tan inseguro que se aferra a esa persona como si fuera su salvación. No es el deseo normal de unión sino de un hambre poderosa, insaciable, que distorsiona su sentido de la realidad. Esto le lleva a una relación obsesiva de súper posesión, donde cualquier pequeña discusión es un profundo rechazo. La adicción al amor es sufrimiento. Normalmente son personas que han desarrollado en su vida un profundo miedo al abandono, y por eso a la hora de enamorarse son posesivas y celosas, con excesiva sensibilidad a la crítica y al rechazo. Esto explica algunos casos de maltrato, donde la mujer es capaz de soportar cualquier vejación antes que ser abandonada. Las personas con baja autoestima son más proclives a la dependencia, y a la necesidad de "pegarse" a alguien para sentirse seguros.
Algunas formas de adicción al amor
A una persona: Puede ser un amante, un hijo. Este tipo de adicción conlleva el no poder vivir independientemente de la otra persona, sentir que es posesión. Este tipo de adicción es santificada por nuestra cultura, cuando en realidad no es más que egoísmo camuflado. Si realmente buscas el bien de otra persona, le dejas ser independiente que es lo necesario psicológica y biológicamente. El padre sufre este tipo de adicción hacia su hijo se molesta por su independencia y piensa que es un desagradecido.
Si esta dependencia es recíproca, es muy difícil evolucionar en la vida, como el hijo que vive con su madre toda la vida.
A una relación: Hay personas adictas a la idea de tener una relación. Están más enamorados de la idea de tener pareja que de la persona. Existen dos tipos, los que rompen y reinician relaciones, y los que se aferran a los efectos reforzantes de su relación ("Te odio pero no puedo dejarte"). Muchas parejas se mantienen unidas por muchas otras razones que por amor.
Al romance: Estos individuos viven tentados por el romance, la aventura, la pasión. Se preocupan por los rituales románticos: citas, cenas, sexo en lugares poco comunes. Toda la parafernalia tentadora del romance pasajero. Está adicción suele ser el resultado de la fantasía, el infantilismo, el subdesarrollo afectivo. Buscan la seducción, la conquista, pero luego se cansan. Son inmaduros que suelen ser considerados ídolos sociales. Un claro ejemplo de adicto al romance era Don Juan y normalmente a quien así se le denomina coincide con este perfil.
Bajo el disfraz del amor romántico, la persona apegada comienza a sufrir una despersonalización lenta e implacable hasta convertirse en un anexo de la persona amada.
Mujeres que aman demaciados
El mecanismo distorsionado del que son víctimas muchas mujeres: "creen erróneamente que su bienestar pasa únicamente por estar con determinado hombre. Por ende, cualquier movimiento de él que no condiga con sus expectativas o sea percibido como un alejamiento, genera un malestar inmediato. Tal como sucede en una adicción, se genera un síndrome de abstinencia".
En realidad esos sentimientos de dolor, soledad y carencia afectiva ya existían previamente, sólo que este tipo de mujeres buscan permanentemente evitar sentirlos. Viven su vida sexual con  experiencias de intensidad y mucha pasión, ya que "se junta la carencia afectiva que sienten con su íntima necesidad de sentirse contenidas y protegidas". "Entonces, el sexo no es sólo un placer sino fundamentalmente una necesidad de sentirse protegidas y queridas, situación que no vivieron cuando eran niñas. Es por eso, que la sexualidad se convierte en uno de los vehículos adictivos que sostienen el vínculo, aun cuando este sea degradante y perjudicial para la mujer". La mayoría de ellas recibieron poco amor de sus padres, por lo que perciben de manera inconsciente a sus parejas como una mezcla de hombres-padres.  Generalmente estas mujeres suelen buscar hombres inmaduros e infantiles que pueden tener conductas de violencia, manipulación, infidelidad, maltrato o falta de compromiso. A veces, también se relacionan con hombres incapaces de mantenerse económicamente, por lo que ellas pueden, de alguna manera "controlarlos". Estas mujeres descuidan a sus amistades y a sus propios intereses para estar siempre disponibles para su hombre. "Se sienten vacías sin él, a pesar de que estar con él pueda ser un tormento".
Codependencia: Síntomas de una Adicción
Uno de los síntomas más característicos de la codependencia es el compromiso más allá de lo razonable y siempre con la particularidad de no ser correspondido. La propia  auto exigencia imposibilita la reciprocidad que sería de esperar en cualquier relación sana. No sólo se manifiesta en las relaciones de pareja; en general existe una evidente predisposición a solucionar los problemas de todo el mundo, exceptuando de los propios, que se eluden sistemáticamente. El peso de la responsabilidad sobre los actos que pertenecen a otros se asume como propio. La persona codependiente suele estar obsesionada por complacer a cualquier precio. Sus sentimientos verdaderos apenas existen, sus proyectos personales se supeditan a las necesidades de otros y se culpabiliza de todo aquello que sale mal.
El problema de la codependencia  en el fondo de este comportamiento subyace el miedo a no sentirse aceptado, el pánico al rechazo y al abandono. A ello se une la idealización de la pareja lejos de toda visión objetiva de la realidad. La obsesión se confunde con el amor. Para poder recuperarse de la adicción al amor, las personas que la padecen primero debe reconocer que se encuentra en un patrón nocivo para ella o el. Esta toma de conciencia viene a veces como un "cachetazo duro" cuando observa que una y otra vez, sufre angustia y malestar con su pareja, persiste en conductas que dañan y ella o él no saben cómo reaccionar. En ese momento, puede pedir ayuda
“Si la intensidad del enamoramiento es tan elevada que llega a ser doloroso, si estamos constantemente preocupados por nuestra pareja, si ese 'amor' interfiere en las relaciones con nuestros amigos, familiares o con nuestro trabajo, entonces esa relación es patológica”.
"El tratamiento más efectivo y potente es la terapia psicológica para que las personas aprenda a curar aquellas heridas emocionales que la han envuelto en una relación adictiva”. Parte de la curación se inicia cuando puede re-experimentar aquellas escenas infantiles donde se ha sentido descuidada, maltratada o abandonada y puede volver a sentir esas emociones primarias y expresarlas en un marco seguro como lo es el contexto terapéutico. Puede relacionarse desde otro lugar más sano, entero y adulto, menos infantil y dependiente.
Los adictos al amor establecen el mismo patrón de relación una y otra vez”

Fuente: www.tuotromedico. Art. "adicto al amor"


viernes, 5 de octubre de 2012

Cleptomanía

La cleptomanía es un trastorno del control de los impulsos cuya característica esencial es la dificultad recurrente para controlar los impulsos de robar cualquier objeto, aun cuando no sea necesario para el uso personal o por su valor económico. 

La persona que padece dicho trastorno recibe el nombre de “cleptómano o ladrón compulsivo”.

¿Cual es la verdad respecto a la Cleptomanía?

El Manual Diagnostico y Estadístico de los Trastornos Mentales en su cuarta edición (DSM IV), la cleptomanía corresponde al grupo de trastornos del control de impulsos caracterizado por la dificultad recurrente para controlar los impulsos de robo.

A diferencia del ladrón común el cual, por tener un objetivo y una estrategia de robo ya planificada, se encuentra dentro de la categoría de psicopatía, el cleptómano, por otro lado, por un impulso incontratable de robo, es muchas veces confundido. El cleptómano con frecuencia experimenta temor de ser arrestado y se siente deprimido y/o culpable de los robos que realiza, lo cual no ocurre en el ladrón convencional que por tratarse este de tener conductas propias de su psicopatía es un agente ausente de sentimiento de culpa. A diferencia de los ladrones, los cleptómanos no planifican los robos y no utilizan cómplices, muchas veces no tienen idea de que van a hurtar algo, es hasta que ven ese objeto y sienten el impulso de tomarlo, que concretan el acto.

La persona cleptómana está conciente de que padece un trastorno, pero es incapaz de controlarlo; algunas disimulan al saber que los miran, otras ya no lo pueden disimular, es entonces que la gente se da cuenta de que hurtan es cuando son arrestadas y su reputación se ve afectada, pues la cleptomanía es uno de los trastornos peor vistos en la sociedad actual.

Estos sujetos reconocen que el deseo de robar sale de ellos mismos y son conscientes de que se trata de un acto equivocado y sin sentido. Con frecuencia temen ser arrestados y se sienten deprimidos o culpables. El trastorno suele crea problemas legales, familiares, profesionales y personales. Parece que dos tercios de la población cleptómana en centros son mujeres.

¿Cómo se manifiesta?

 Las primeras señales de este trastorno suelen a parecer en la adolescencia, pero existen casos donde este trastorno se desata en el adulto cuando ha pasado por depresión fuerte o ansiedad.

El individuo experimenta una sensación de tensión creciente antes del robo, seguida de bienestar, gratificación o liberación cuando lo lleva a cabo. El robo no se comete para expresar cólera o por venganza porque en ese caso sería otro trastorno. Los objetos son robados a pesar de que tengan poco valor para el individuo, que tendría medios para adquirirlos y que con frecuencia se desprende de ellos y no los usa. A veces, los acumula o los devuelve inesperadamente.

Aunque las personas con este trastorno evitarán robar cuando sea probable un arresto inmediato (por ejemplo, en presencia de un oficial de policía), no planifican los robos ni toman medidas adecuadas para evitar las posibilidades de arresto. El robo se comete sin la asistencia de otras personas.

Criterios para el diagnostico (DSM-4 TR)

A. Dificultad recurrente para controlar los impulsos de robar objetos que no son necesarios para el uso personal o por su valor económico.
B. Sensación de tensión creciente inmediatamente antes de cometer el robo.
C. Bienestar, gratificación o liberación en el momento de cometer el robo.
D. El robo no se comete para expresar cólera o por venganza y no es en respuesta a una idea delirante o a una alucinación.
E. El robo no se explica por la presencia de un trastorno Disocial, un episodio maníaco o un trastorno antisocial de la personalidad.

Causas

Las compras compulsivas, trastornos del estado de ánimo como la depresión, los trastornos de ansiedad, de la conducta alimentaria como la bulimia nerviosa, los trastornos de la personalidad pueden estar asociados con la cleptomanía.

Prevalencia

La cleptomanía es una alteración rara que se presenta en menos del 5% de los ladrones en tiendas identificados. Su prevalencia en la población general se desconoce.

Finalmente, es necesario aclarar que los criterios de diagnostico tienen que trabajarse dentro de un proceso terapéutico de tipo conductual (terapia de modificación de conducta) con bases en lo cognitivo, esto con la finalidad de lograr su adaptación dentro del medio de desarrollo en el que se encuentre el paciente. Entendamos, pues, a la cleptomanía en su real dimensión como un problema por el que el paciente atraviesa y que le dificulta no solo su vida social sino también personal. Muchas veces cuando el trastorno ya es evidente la propia persona es la que busca ayuda psicológica

miércoles, 3 de octubre de 2012

El Síndrome de Adaptación Paradójica

El Síndrome de Adaptación Paradójica, es una aplicación del llamado Síndrome de Estocolmo al ámbito de la violencia doméstica. Explica cómo las mujeres víctimas de violencia de género desarrollan un paradójico vínculo afectivo con el maltratador, “llegando a asumir las excusas esgrimidas por el agresor tras cada episodio de violencia y aceptando sus arrepentimientos, retirando denuncias policiales”. 

Se describe el SAPVD "como un conjunto de procesos psicológicos que por medio de la respuesta cognitiva, conductual y fisiológico-emocional culmina en el desarrollo de un vínculo interpersonal de protección entre la víctima y el agresor" (Montero, 2001), es decir, la mujer crea un vínculo afectivo con su agresor que impide que abandonarle o denunciarle.

Se alcanza a través de 4 fases:
 Fase desencadenante. Comienza con la primera agresión física. La relación sentimental deja de ser un espacio seguro y de confianza.  Consecuencias: ansiedad, accesos ocasionales de ira, estado permanente de alerta, provocado por el miedo a que se repita el incidente. Posteriormente, la mujer sufrirá depresión, ante su incapacidad de cambiar el contexto, el sentimiento de pérdida y la acumulación de emociones negativas.
Fase de reorientación. La sensación de inseguridad en un lugar que se supone fuente de confort y seguridad (el hogar), unida a la sensación permanente de miedo y de incertidumbre ante el hecho de que la amenaza provenga de alguien que ella eligió para compartir su vida, provoca desorientación e incertidumbre en la víctima.  Consecuencias en la autoestima y en su propia identidad.  Deterioro psicofísico de la víctima; estado crónico de ansiedad y estrés, intensos sentimientos de culpa y vergüenza.
Fase de afrontamiento. La víctima trata de afrontar la situación, lo que dependerá de cómo perciba sus  propios recursos, del apoyo social disponible y de su estado psicofisiológico en general. Al producirse las agresiones sin ningún orden prefijado, la víctima no puede desarrollar estrategias de control, aumentando la sensación de incertidumbre y confusión. Consecuencias: estrés crónico, aumento del estado depresivo, de los sentimientos de culpa y vergüenza, embotamiento emocional y aumento de las conductas de pasividad e indefensión.
Fase de adaptación. En esta fase, la víctima se adapta (paradójicamente) a la violencia de su agresor. Ante la incapacidad de hacer uso de sus propios recursos o solicitar ayuda al exterior aprende la situación hostil seguirá haga lo que haga (indefensión aprendida), lo que la llevará a adaptarse a la situación desarrollando un vínculo paradójico con el maltratador, mediante un proceso de identificación traumática, a través del cual sólo aceptará sus aspectos positivos (arrepentimiento, excusas, promesas, etc.), desechando los negativos y desplazando la culpa hacia elementos externos al maltratador (O’Leary et al, 1989).
Consecuencias: a partir de este momento, toda la información y que lleguen a la mujer pasarán por el filtro del nuevo modelo mental que ha asumido (Montero, 2001), lo que dificultará que ponga fin a su situación. A pesar de que en la actualidad las cifras que intentan mostrar un perfil de la violencia íntima contra la mujer en el marco de relaciones afectivas recogen los beneficios de un progresivo aumento de la publicidad y la concienciación social con respecto a épocas anteriores, lo cierto es que aún queda mucha realidad oculta por conocer.
Algunas consideraciones sobre el síndrome de adaptación paradójica.
Diversos factores han contribuido  a que los contornos del fenómeno se expongan a la luz pública   pero en muchas ocasiones el silencio de la víctima y el mutismo, a pesar de observar el problema, de quienes le rodean, obstaculizan la búsqueda de soluciones. Entre  los elementos que mantienen a la mujer en silencio sobre el maltrato que está sufriendo se encuentran diversos procesos paralizantes generados y mantenidos por el miedo, la percepción por la víctima de una ausencia de vías de salida de la situación de tortura, y la carencia de recursos alternativos, sobre todo en el caso de mujeres con hijos que no vislumbran, por causas variadas, un apoyo externo viable.
En muchos casos puede observarse que tanto mujeres de perfil social considerado más independiente como aquellas otras de dependencia más ligada a un núcleo familiar del tipo que sea, comparten la reacción paradójica de desarrollar un vínculo afectivo gradualmente más fuerte con sus agresores, llegando al punto de asumir las excusas esgrimidas por el agresor tras cada paliza y de aceptar sus arrepentimientos, retirar denuncias policiales cuando han tenido un momento de lucidez y las han presentado, o detener procesos judiciales en marcha al declarar a favor de sus agresores antes de que sean condenados. El síndrome de Estocolmo es un conjunto de reacciones psicológicas observadas en personas sometidas a cautiverio mediante las cuales las víctimas acaban manifestando una paradójica adhesión a la causa de los secuestradores, estableciéndose cierto tipo de procesos de identificación entre rehenes y captores e, incluso, desarrollándose lazos afectivos y de simpatía en el marco del contexto traumático del secuestro. En muchos aspectos, es posible establecer un paralelismo muy claro entre la emergencia de vínculos paradójicos en experiencias de personas sometidas a secuestro y en mujeres que sufren violencia en la intimidad, a modo de un Síndrome de Adaptación Paradójica a la Violencia Doméstica.

Igual que las personas en períodos prolongados de aislamiento durante un secuestro, las mujeres maltratadas sufren una exposición constante al miedo que provoca la agresión física continuada en su espacio íntimo. Los iniciales estados agudos de ansiedad se cronifican pasando a generar cuadros depresivos que se unen a las claves traumáticas del escenario de violencia para producir una configuración en donde la mujer, cada vez más aislada del mundo seguro que conocía junto a su pareja íntima, comienza a perder la noción de una realidad que ya no reconoce. La ruptura del espacio de seguridad en su intimidad, consecuencia de la conversión de su pareja de referente de seguridad y confianza a fuente de agresión y peligro, será el eje de desorientación sobre el que pivotará la incertidumbre acerca de cuándo y porqué se producirá la siguiente paliza. La mujer, ante estas perspectivas, pierde la capacidad de anticipar adecuadamente las consecuencias de su propia conducta y cede, cada vez más, a la presión de un estado de sumisión y entrega que le garantiza unas mínimas probabilidades de no errar en su comportamiento. El agresor mostrará momentos de arrepentimiento que contribuirán aún más a desorientar a la víctima y a incrementar la auto-culpabilización de la mujer.
La incapacidad de la víctima para poner en práctica recursos propios u obtener ayuda externa para disminuir el riesgo de agresión impulsará a la mujer a adaptarse, vinculándose paradójicamente a la única fuente que percibe de acción efectiva sobre el entorno: su pareja violenta. Para ello, disociará las experiencias negativas de las positivas y se concentrará en estas últimas, asumiendo la parte de arrepentimiento de su agresor, sus deseos, motivaciones y excusas, y proyectando su propia culpa al exterior de la pareja, protegiendo así su debilitada autoestima y modificando su identidad. Después, cada una de las percepciones e informaciones que reciba la mujer pasarán por el filtro del nuevo modelo mental que ha asumido para explicar su situación, complicándose en gran medida las probabilidades de extraer a esa víctima del entorno de violencia. En mujeres con relaciones personales muy limitadas al espacio doméstico, cuyas oportunidades de intercambio en otros ámbitos estén restringidas, la percepción de su espacio vital puede ser bastante similar a la de un cautivo.
El Síndrome de Adaptación Paradójica a la Violencia Doméstica es, pues, un proceso generado por el miedo, potenciado por el aislamiento y la carencia de apoyo externo perceptible, y mantenido por ciertos estilos de personalidad en la víctima. Este síndrome de adaptación crea un nuevo modelo para entender la realidad de violencia.
Hay que establecer medidas de psicología preventiva en los protocolos de atención a las víctimas y encontrar los procedimientos de intervención específicos para desactivarlo.
Detectar la presencia de este síndrome no es complicada pero contrarrestar sus efectos sí puede serlo. La actitud de quienes mantienen  el primer contacto con las víctimas de violencia doméstica  como pueden ser centros de atención sanitaria o social, juzgados o comisarías de policía, es esencial  para identificarlo e introducir elementos de apoyo que permitan a la mujer salir de la dinámica circular que la mantiene expuesta a la agresión.
 Los indicadores del síndrome no son, en realidad, nuevos en los ámbitos de atención a la mujer: se trata de víctimas que se auto culpabilizan, que guardan silencio sobre el maltrato, que justifican cualquier golpe racionalizando los motivos de su agresor y apelando al vínculo afectivo que les queda. Sin embargo, hasta que dispongamos de instrumentos terapéuticos que se puedan aplicar con efectividad, conocer el significado e implicaciones de esos signos, quizás introduzca prácticas que sirvan para sacar a más víctimas de sus contextos de violencia. La intervención del Síndrome de Adaptación sobre el mantenimiento del estatus de violencia requiere reforzar determinados parámetros en los servicios de atención a la mujer y nos demuestra que el maltrato en la intimidad es un problema social complejo que requiere cuidar y evaluar de modo sistemático los mecanismos de asistencia y atención a las víctimas.
El apoyo social y la calidad de la información que reciban las mujeres sometidas a maltrato son ingredientes básicos, pero pueden ser contraproducentes si son administrados con descuido o rutina.
Cuando en nuestro entorno tenemos la sospecha o detectamos una situación de maltrato, más importante que hablar del problema en sí mismo con la víctima es exponer nuestra disposición para ayudarla  y difundir señales de confianza. Generar espacios de seguridad alternativos, que sustituyan a los fragmentados en la víctima, puede ser la llave para la apertura de un canal de comunicación que será determinante para extraer a la mujer del núcleo de la violencia. Se recomienda psicoterapia y prevención
EL Síndrome de Estocolmo domestico (SIES-9), como un tipo de trastorno de adaptación, sería el responsable del efecto paradójico encontrado en muchas mujeres que sufren maltrato en sus hogares, según el cual las víctimas defenderían a sus agresores como si la conducta agresiva que exhiben hacia ellas fuera el producto de una sociedad injusta y estos mismos esposos fueran víctimas de un entorno que los empujara irremediablemente a ser violentos
Montero modifica la terminología para referirse a esta reacción emocional de las mujeres maltratadas, denominándolo Síndrome de Adaptación Paradójica a la Violencia Doméstica (SAPVD). El síndrome APVD, aparece como nuevo concepto proveniente de la aplicación al ámbito de la violencia contra la mujer en el entorno doméstico del modelo teórico desarrollado por Montero para el Síndrome de Estocolmo clásico y queda definido como “un conjunto de procesos psicológicos que, a través de las dimensiones de respuesta cognitiva, conductual y fisiológico-emocional, culmina en el desarrollo paradójico de un vínculo interpersonal de protección entre la mujer víctima y el hombre agresor, en el marco de un ambiente traumático y de restricción estimular, a través de la inducción de un modelo mental, de génesis psicofisiológica, naturaleza cognitiva y anclaje contextual, que estará dirigido a la recuperación de la homeostasis fisiológica y el equilibrio conductual, así como a la protección de la integridad psicológica, en la víctima”.