viernes, 5 de julio de 2019

Cómo Saber que ha Llegado la Hora de Terminar la Psicoterapia

Tal vez pudiera pensar que someterse a sesiones de psicoterapia equivale a años de tratamiento semanal. Pero no es así.

¿Cuánto debe durar el tratamiento de psicoterapia?

La duración de la psicoterapia depende de varios factores: el tipo de problema o trastorno, las características y antecedentes del paciente, los objetivos del paciente, qué ocurre en la vida del paciente más allá de la psicoterapia.

Algunos sienten alivio al cabo de una sola sesión. Reunirse con el psicólogo clínico puede dar una nueva perspectiva, ayudar a ver las situaciones de forma diferente, y ofrecer alivio al dolor. Muchos encuentran algún beneficio después de unas cuantas sesiones, especialmente si se trata de un problema único y bien definido, y no han esperado demasiado antes de buscar ayuda.

Por ejemplo, si ha estado padeciendo de ansiedad extrema, podría sentirse mejor por el simple hecho de estar tomando medidas al respecto, una señal de esperanza en que las cosas cambiarán. El psicólogo también podría darle una nueva perspectiva en las primeras etapas de su tratamiento, que le proporcionará una mejor comprensión de su problema. E incluso, si éste no desaparece al cabo de unas cuantas sesiones, puede sentirse confiado en que ya está progresando y adquiriendo nuevas destrezas para enfrentar el problema que le serán de gran utilidad en el futuro.

Otras personas y situaciones necesitan más tiempo — tal vez uno o dos años — para disfrutar de los beneficios de la psicoterapia. Es posible que hayan sufrido serios traumas o confronten múltiples problemas. Quizás no tengan muy claro qué es lo que les hace infelices. Es importante seguir el régimen de psicoterapia el tiempo suficiente para darle la oportunidad de funcionar.

Las personas con enfermedades mentales graves u otros cambios importantes en sus vidas podrían necesitar psicoterapia continua. Las sesiones periódicas pueden proporcionar el apoyo necesario para mantener el buen funcionamiento cotidiano.

Otras personas continúan las sesiones de psicoterapia, incluso después de resolver los problemas que las llevaron inicialmente a buscar tratamiento. Esto se debe a que siguen disfrutando de una mejor comprensión de la vida, un mayor bienestar, y funcionan mejor.

¿Cómo sé que ya estoy listo para terminar?

La psicoterapia no es un compromiso para toda la vida.

En un estudio clásico, el 50 por ciento de los pacientes de psicoterapia que participaron sintieron mejoría al cabo de ocho sesiones, mientras que el 75 por ciento mejoró a los seis meses.

Usted y el psicólogo clínico decidirán juntos cuándo estará listo para concluir el tratamiento de psicoterapia. Un día se dará cuenta que ya no despierta preocupándose por el problema que le llevó a buscar el tratamiento de psicoterapia. O recibirá opiniones positivas de otras personas. En el caso de un niño con problemas en la escuela, el maestro podría informar que ha cambiado su comportamiento en clase y está progresando académica y socialmente. Usted y el psicólogo clínico evaluarán si ha logrado los objetivos establecidos al inicio del proceso.

¿Qué ocurre después de terminar el tratamiento de psicoterapia?

Probablemente, usted visita al médico para hacerse controles periódicos. Puede hacer lo mismo con el psicólogo clínico.

Tal vez sea recomendable volver a reunirse con el psicólogo clínico en un par de semanas o un mes que es lo más apropiado de revisión y alta del paciente después de concluir la psicoterapia, sólo para reportar cómo le va. Si todo marcha bien, podría dar por concluido el tratamiento en esa misma sesión de seguimiento.

Además, no piense que la psicoterapia tiene una fase inicial, intermedia y final. Usted puede resolver un problema para luego encontrar una nueva situación en su vida y sentir que las destrezas adquiridas en el último curso de tratamiento necesitan ciertos ajustes. En ese caso, sólo tiene que volver a ponerse en contacto con el psicólogo clínico. Después de todo, ya conoce su historia.

Por supuesto, no tiene que esperar a una crisis para ver nuevamente al psicólogo clínico. Tal vez necesite una sesión de "refuerzo" para afianzar lo que aprendió la última vez. Considérelo como una revisión de su salud mental.



Fuente: Red

lunes, 24 de junio de 2019

Trastorno de Acumulación Compulsiva

Es una dificultad persistente para desechar o separarse de las pertenencias, se angustia ante la idea de desprenderse de los objetos. Se produce una acumulación excesiva de objetos, independientemente de su valor real.
La acumulación compulsiva oscila de un trastorno leve a grave. En algunos casos, la acumulación compulsiva puede no repercutir en tu vida en gran medida, mientras que en otros casos afecta gravemente tu funcionamiento cotidiano.

Es probable que las personas con trastorno de acumulación compulsiva no lo vean como un problema, lo que dificulta el tratamiento. Sin embargo, el tratamiento intensivo puede ayudar a las personas que padecen el trastorno a comprender cómo pueden modificar sus creencias y sus conductas para poder vivir una vida más segura y placentera.

Síntomas
Adquirir y almacenar una cantidad excesiva de objetos, acumular desorden gradualmente en los espacios habitables y tener dificultad para desechar cosas suelen ser los primeros signos y síntomas del trastorno de acumulación compulsiva, que a menudo surge entre la adolescencia y los primeros años de la adultez.

A medida que la persona crece, por lo general, comienza a adquirir cosas para las que no hay una necesidad inmediata ni espacio suficiente. Cuando se alcanza la edad adulta, muchas veces los síntomas son graves y pueden ser más difíciles de tratar.

Los problemas de la acumulación compulsiva se manifiestan progresivamente con el paso del tiempo y suelen ser una conducta privada. A menudo, el desorden ya es significativo cuando comienza a llamar la atención de los demás.

Estos son algunos de los signos y síntomas:
  • Adquirir de forma excesiva objetos que no son necesarios y para los cuales no hay espacio
  • Tener una dificultad persistente para desechar o deshacerte de tus cosas, independientemente de su valor real
  • Sentir la necesidad de guardar estos objetos y angustiarte al pensar en deshacerte de ellos
  • Acumular desorden a tal punto que las habitaciones se vuelven inutilizables
  • Tener una tendencia a la indecisión, el perfeccionismo, la evasión, la postergación y problemas de planificación y organización
La adquisición excesiva de objetos y el hecho de rehusarse a descartarlos dan como resultado:
  • Pilas o amontonamientos desorganizados de objetos, como periódicos, prendas de vestir, papeles, libros o artículos con valor sentimental
  • Pertenencias que se acumulan y generan desorden en las zonas de paso y de estar e inutilizan los espacios para los fines previstos, como no poder cocinar en la cocina ni usar el baño para bañarse
  • Acumulación de alimentos o basura a niveles inusualmente excesivos e insalubres
  • Aflicción importante o problemas para desenvolverte o para garantizar tu seguridad y la de los demás en tu hogar
  • Conflictos con las personas que intentan reducir o eliminar el desorden en tu hogar
  • Dificultad para organizar los objetos y, algunas veces, perder objetos importantes en el desorden.
Las personas con trastorno de acumulación compulsiva suelen guardar objetos porque:
  • Creen que estos objetos son únicos o que los necesitarán en algún momento en el futuro
  • Los artículos tienen un significado emocional importante, actúan como recuerdos de tiempos más felices o representan a personas o mascotas amadas
  • Se sienten más seguros cuando están rodeados por las cosas que guardan
  • No quieren desperdiciar nada
  • El trastorno de acumulación compulsiva es diferente de la colección. Las personas que tienen colecciones, como estampillas o autos de juguete, deliberadamente buscan objetos específicos, los clasifican y exponen cuidadosamente sus colecciones. Aunque las colecciones pueden ser grandes, no suelen estar desordenadas ni causan la aflicción ni las discapacidades que son parte del trastorno de acumulación compulsiva.
Acumulación compulsiva de animales
Las personas que acumulan animales pueden acumular docenas o incluso cientos de mascotas. Los animales pueden estar confinados en el interior o exterior. Debido a la gran cantidad, estos animales a menudo no reciben la atención adecuada. La salud y la seguridad de la persona y los animales están en riesgo debido a las condiciones insalubres.

Cuándo consultar al médico
Si tú o un ser querido tienen síntomas de trastorno de acumulación compulsiva, habla con un médico o un profesional de salud mental lo antes posible. Algunas comunidades tienen instituciones que ayudan a resolver los problemas de acumulación compulsiva. Consulta con el gobierno local o del condado para obtener recursos en tu región.

Por más difícil que sea, si el trastorno de acumulación compulsiva de tu ser querido amenaza la salud o la seguridad, es posible que tengas que ponerte en contacto con las autoridades locales, como la policía, los bomberos, autoridades de salud pública, servicios de protección infantil o de personas mayores, u organismos de bienestar animal.

Causas
Las causas del trastorno de acumulación compulsiva no están claras. Se están estudiando la genética, el funcionamiento del cerebro y los sucesos estresantes en la vida como posibles causas.

Diagnóstico
A menudo, las personas no buscan tratamiento para el trastorno de acumulación compulsiva, sino para otros problemas, como la depresión o la ansiedad. Para ayudar a diagnosticar el trastorno de acumulación compulsiva, el profesional de salud mental realiza una evaluación psicológica. Además de las preguntas sobre tu bienestar emocional, es posible que te hagan preguntas sobre el hábito de adquirir y guardar objetos, lo que puede llevar a una charla sobre la acumulación compulsiva.

El profesional de salud mental, tal vez, te pida permiso para hablar con familiares y amigos. También son de gran ayuda las fotografías y los videos de tus espacios vitales y de los lugares de almacenamiento que se ven afectados por el desorden. Además, te pueden hacer preguntas para averiguar si tienes síntomas de otros trastornos de salud mental.

Tratamiento
El tratamiento del trastorno de acumulación compulsiva puede ser un desafío, ya que muchas personas no reconocen el impacto negativo que tiene la acumulación compulsiva en sus vidas o no creen que necesiten tratamiento. Esto es especialmente cierto si las pertenencias o los animales les ofrecen bienestar. Si se les quitan las pertenencias o los animales, las personas, a menudo, sentirán frustración y enojo, y rápidamente recolectarán más para ayudar a satisfacer necesidades emocionales.

El mejor tratamiento para el trastorno de acumulación compulsiva es la terapia cognitiva conductual. Pueden agregarse medicamentos, en particular, si sufres de ansiedad y depresión.

Psicoterapia
La psicoterapia, también denominada «terapia de conversación», es el tratamiento primario. La terapia cognitiva conductual es la forma de psicoterapia de uso más frecuente para tratar el trastorno de acumulación compulsiva. Trata de encontrar un terapeuta u otro profesional de salud mental con experiencia en el tratamiento del trastorno de acumulación compulsiva.

Como parte de la terapia cognitiva conductual, puedes hacer lo siguiente:
  • Aprender a identificar y a desafiar tanto los pensamientos como las creencias relacionadas con adquirir y guardar objetos
  • Aprender a resistirte ante el impulso de adquirir más objetos
  • Aprender a organizar y clasificar las pertenencias para ayudarte a decidir las que debes descartar
  • Mejorar tus habilidades para tomar decisiones y hacer frente a desafíos o situaciones
  • Organizar tu hogar durante visitas domiciliarias de un terapeuta u organizador profesional
  • Aprender a reducir el aislamiento y aumentar la participación social a través de actividades provechosas
  • Aprender maneras de mejorar la motivación para cambiar
  • Asistir a terapia familiar o grupal
  • Hacer visitas periódicas o tratamiento continuo para ayudarte a mantener hábitos saludables
El tratamiento suele comprender la asistencia rutinaria de la familia, amigos y agencias para ayudarte a eliminar el desorden. Este es el caso particular de las personas mayores o de aquellas que luchan contra enfermedades que dificultan el hecho de mantener el esfuerzo y la motivación.

Niños con trastorno de acumulación compulsiva
En el caso de los niños con trastorno de acumulación compulsiva, es importante que los padres participen en el tratamiento. Con el paso de los años, algunos padres piensan que permitirle a su hijo recibir y guardar una cantidad infinita de objetos puede ayudar a disminuir la ansiedad que padece; a veces, a esto se lo conoce como «adaptación familiar». En realidad, puede provocar lo contrario, es decir, aumentar la ansiedad.

Por ello, además de la terapia para el niño, los padres necesitan orientación profesional para aprender cómo responder ante la conducta de acumulación compulsiva de su hijo y cómo controlarla.

Medicamentos
Actualmente, no existen medicamentos aprobados por la Administración de Alimentos y Medicamentos para tratar el trastorno de acumulación compulsiva. En general, se utilizan medicamentos para tratar otros trastornos, como la ansiedad y la depresión, que se presentan junto con el trastorno de acumulación compulsiva. Los medicamentos de uso más frecuente son un tipo de antidepresivo denominado «inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS)». Siguen llevándose a cabo investigaciones para encontrar las maneras más eficaces de usar medicamentos en el tratamiento del trastorno de acumulación compulsiva.

Factores de riesgo
Por lo general, la acumulación compulsiva comienza alrededor de los 11 a 15 años, y tiende a empeorar con la edad. La acumulación compulsiva es más frecuente en adultos mayores que en adultos más jóvenes.

Los factores de riesgo son los siguientes:
  • Personalidad. Muchas personas con trastorno de acumulación compulsiva tienen un temperamento indeciso, entre otros rasgos.
  • Antecedentes familiares. Hay una estrecha relación entre tener un familiar con trastorno de acumulación compulsiva y padecer este trastorno.
  • Acontecimientos estresantes de la vida. Algunas personas padecen trastorno de acumulación compulsiva después de un suceso estresante difícil de afrontar, como la muerte de un ser querido, un divorcio, un desalojo o perder posesiones en un incendio.
Complicaciones

El trastorno de acumulación compulsiva puede causar múltiples complicaciones, entre ellas:
  • Mayor riesgo de caídas
  • Lesiones o riesgo de quedar atrapado en medio de artículos que se dan vuelta o se caen
  • Conflictos familiares
  • Soledad y aislamiento social
  • Condiciones insalubres que ponen en riesgo la salud
  • Riesgo de incendio
  • Desempeño deficiente en el trabajo
  • Problemas legales, como un desalojo
  • Otros trastornos de salud mental
Muchas personas con trastorno de acumulación compulsiva también padecen otros trastornos de salud mental, como:
  • Depresión
  • Trastornos de ansiedad
  • Trastorno obsesivo compulsivo (TOC)
  • Trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH)
Prevención
Debido a que poco se sabe sobre las causas del trastorno de acumulación compulsiva, no se conoce forma de prevenirlo. Sin embargo, al igual que sucede con muchas enfermedades mentales, recibir tratamiento al primer indicio de que hay un problema puede ayudar a evitar que empeore la acumulación compulsiva.

Fuente: Clínica Mayo 

martes, 11 de junio de 2019

Consumo de Drogas: Consecuencias Familiares

Las adicciones traen consigo todo tipo de problemas, varios de ellos en el hogar, siendo las siguientes algunas de las principales consecuencias familiares del consumo de drogas:
La droga no sólo afecta al que la consume, también afecta a su familia
Uno de los efectos más desgarradores del abuso de drogas en las familias es especialmente el abandono. Una vez que las drogas han alterado las vías nerviosas en el cerebro, el deseo  de consumirlas se vuelve más importante que los amigos y que la propia familia.
  • Abandono de las responsabilidades económicas, es decir, el adicto se desentiende por completo de las aportaciones monetarias que solía realizar a la familia.
  • Por otra parte, también se presenta el abandono de las responsabilidades afectivas, ya que al enfermo le deja de importarle cualquier tipo de atención emocional que solía tener con los miembros de su familia.
  • El incremento en la crisis financiera también es algo muy común, pues el adicto desviará alguna parte de sus ingresos para poder adquirir droga, dejando de lado incluso las necesidades económicas básicas del hogar.
  • El abuso de las drogas afecta financieramente a la familia, pues de aquí se deriva el robo, esto para conseguir dinero y adquirir los narcóticos.
  • Normalmente el consumo de drogas se relaciona con situaciones de maltrato. El adicto suele perder cualquier tipo de autoridad en el hogar, ya que los demás miembros de la familia dudan de su capacidad para tener control y/o liderar a los demás lo cual se entiende perfectamente; después de todo, ha caído en las adicción a las drogas, demostrado no tener siquiera control sobre su propia vida
  • Cambios en las costumbres familiares; nada será igual teniendo un adicto en casa, debiendo los demás miembros de la familia cambiar sus hábitos para adaptarse de la mejor manera la forma de actuar del enfermo
  • Episodios de violencia ya sea física, verbal y/o incluso sexual, los cuales pueden o no ser recurrentes, dependiendo de la personalidad del adicto.
  • El abuso de estas sustancias altera las relaciones sexuales, provocando algunas veces, violaciones.
  • Intentos de suicidio que de ser fructíferos, podrían conducir evidentemente a la muerte
  • La disolución de vínculos afectivos a nivel de pareja, es decir, la separación y/o el divorcio, dependiendo de cada caso
  • A su vez, dicha separación conducirá casi de forma segura, a problemas legales, tratando de resolver asuntos como la separación de bienes y la custodia de los hijos.
  • Y problemas graves de salud y muerte
Todo lo anterior indudablemente conducirá al deterioro en la calidad de vida de todos los miembros quienes conforman el núcleo familiar.

Nota: El uso problemático de sustancias se define como la búsqueda, el deseo y el consumo compulsivo e incontrolable de cualquier droga, legal o ilegal, que persiste a pesar de las consecuencias negativas en la persona y en los seres que le rodean.

En resumen: Una de las áreas que más se afecta por el consumo de sustancia es la familia. Estudios indican que los familiares pueden desarrollar depresión, ansiedad, estrés y fatiga por compasión a consecuencia del manejo y cuidado de algún familiar con uso problemático de sustancias. El impacto en la pareja de el/la usuario/a va desde lo económico hasta lo psicológico, ya que el dinero que va destinado a gastos del hogar es utilizado en la adquisición de sustancias y la pareja puede asumir una posición de proveedor/a. En cuanto a lo psicológico, el familiar pudiera experimentar soledad, enojo, estrés, ansiedad, desesperanza, estigma y vergüenza a consecuencia de los problemas relacionados al consumo de sustancias de la pareja. El impacto en los niños/as que residan con el/la usuario/a pueden ir desde confrontar problemas en la escuela como deficiencia en el aprendizaje, posible uso de sustancias y problemas de ajuste causados por divorcios, ser víctima de violencia secundario, problemas en la escuela, baja autoestima, depresión y ansiedad. Los menores pudieran experimentar, además, culpa y responsabilidad por la conducta de consumo de sustancias del adulto y aceptar responsabilidades que corresponden a otros adultos, tales como el cuido de hermanos o familiares menores de edad, entre otras cosas. En las familias reconstruidas, los efectos son la falta de integración y estabilidad de los miembros de la familia, tensión entre los familiares, falta de confianza y comunicación defectuosa, entre otras cosas.

Sugerencias: El uso problemático de sustancias es un fenómeno que, no solo afecta al que consume drogas, sino que impacta el sistema familiar, ya que los familiares asumen la responsabilidad y la culpa por las conductas de la persona adicta. Es imperativo que los tratamientos de recuperación incluyan a la familia, a fin de lograr concientizar sobre este problema e incentivar la integración de los miembros que componen la familia. El éxito radica en que la familia reciba validación y apoyo. Es de suma importancia que los familiares busquen ayuda para que logren ventilar sus emociones en cuanto a este problema. Por último, que comprendan que el enojo, la frustración y la tristeza son válidos este proceso y que hacen lo mejor que pueden con los recursos que tienen.

Como se puede ver, las consecuencias familiares del consumo de drogas son bastantes y de lo más diversas y complejas, por lo que en caso de sufrir de alguna adicción, lo más recomendable es buscar ayuda lo más rápido posible, y con ello evitar vivir situaciones tan desagradables como en dañar las relaciones familiares


Fuentes:
Comentarios personales.
*Extracto del artículo “Impacto del abuso de las drogas en la familia”

martes, 4 de junio de 2019

¿Cómo Comportarse con los Padres Tóxicos?

Escapar de las relaciones tóxicas es difícil. Incluso para los hijos adultos que viven solos. Sin embargo, ofrezco una serie de recomendaciones que permiten proteger los límites personales sin llegar al extremo de quemar los puentes. 

Para empezar, hay que aceptar algunos hechos importantes:
  • El pasado no se puede cambiar.
  • Las relaciones tóxicas se parecen a las enfermedades crónicas: es poco probable que se puedan “curar”, así que el objetivo principal es evitar las exacerbaciones.
  • Las recomendaciones de los psicólogos se basan en la comprensión de que una persona tiene derechos y deseos por los que no debería avergonzarse:
  • Vivir separado y según las propias reglas.
  • No participar en la solución de los pequeños problemas cotidianos de los parientes.
  • Restringir el acceso al territorio propio.
  • Acumular experiencia, ignorando el “Yo sé mejor qué hacer” de los padres.
  • Manejar los recursos propios: el tiempo, la energía, el salario.
  • No sacrificar intereses personales por el “hay que” momentáneo de los padres.
Pasos que definen un trabajo de transformación interna donde en todo momento tiene que estar presente la comprensión y el perdón derivado de ella.
  • Abandonar el deseo de cambiar a tus padres.
  • Detectar patrones familiares.
  • Transcender los patrones heredados.
  • Sanar las heridas.
  • Activar a tus padres amorosos.
El objetivo no es evitar físicamente a la familia, sino trascenderla y para eso hay que aprender a poner distancia emocional. Hay que aprender a estar pero sin estar, relacionarte con tu familia pero sin que esta «te toque». Y esto lógicamente no pasa de la noche a la mañana sino que es necesario un proceso consciente de querer sentirte libre de apegos y cargas que llevas a tus espaldas y ¡que no te corresponden!! Para desengancharte e iniciar un proceso de «desintoxicación» primero necesitas (si todavía no la tienes) una emancipación física. Respirar otro ambiente ayuda a tener más perspectiva y relajación. Pero no olvides que todo lo heredado se mudará contigo. El verdadero desapego no es físico sino psicológico y emocional y este llega un poquito más tarde.

Detectar estos patrones no es tarea sencilla porque has estado durante mucho tiempo y aun estás fuertemente apegado a ellos. Es muy probable o al menos recomendable que necesites la ayuda de un profesional para conocerlos con profundidad. Si tienes una madre negativa es probable que te veas de forma negativa. Si tienes un padre castigador que te limita es muy probable que te sientas insuficiente en todo.

Es importante recordar que estos derechos son válidos para ambas partes. No se puede alejarse de los padres, y a la vez dar su ayuda por sentado. 

¿Has logrado resistir la presión de los padres tóxicos? comparte tu experiencia....



Fuente: Educación Preescolar, Compilador. 

lunes, 27 de mayo de 2019

¿Qué Señales Pueden Advertirnos de un Posible TCA?

Los TCA son trastornos mentales caracterizados por un comportamiento patológico frente a la ingesta alimentaria y una obsesión por el control de peso. Son trastornos de origen multifactorial, originados por la interacción de diferentes causas de origen biológico, psicológico, familiar y sociocultural.
Las señales de alarma son aquellos comportamientos que pueden estar relacionados con la posible existencia de un trastorno de la conducta alimentaria (TCA). No se tratan de criterios diagnósticos y, por tanto, no confirman la enfermedad. Para diagnosticarla es indispensable que la persona que parece estar sufriéndola sea evaluada por profesionales de la salud mental. Pero a pesar de no ser válidos para diagnosticar un TCA, son señales que pueden informarnos sobre la presencia de la enfermedad, de modo que es recomendable que ante estas señales se consulte con un equipo de profesionales.

Señales:

En relación a la alimentación:
  • Utilización injustificada de dietas restrictivas.
  • Estado de preocupación constante por la comida.
  • Interés exagerado por recetas de cocina.
  • Sentimiento de culpa por haber comido.
  • Comportamiento alimentario extraño (velocidad ingesta, comer derecho, etc).
  • Levantarse de la mesa y encerrarse en el baño después de cada comida.
  • Aumento de la frecuencia y cantidad de tiempo que está en el baño.
  • Evitar comidas en familia.
  • Rapidez con la que se acaba la comida de casa.
  • Encontrar comida escondida, por ejemplo, en su habitación.
  • Encontrar grandes cantidades de restos de comida, envoltorios, etc. en su habitación o en la basura.
En relación al peso:
  • Pérdida de peso injustificada.
  • Miedo y rechazo exagerado al sobrepeso.
  • Práctica de ejercicio físico de forma compulsiva con el único objetivo de adelgazar.
  • Práctica del vómito autoinducido.
  • Consumo de laxantes y diuréticos.
  • Amenorrea (desaparición del ciclo menstrual durante, como mínimo, 3 mesos consecutivos) si es mujer, como síntoma debido a la desnutrición.
  • Otros síntomas físicos debidos a la desnutrición: frío en las manos y pies, sequedad de la piel, estreñimiento, palidez o mareos, caída de cabello, etc.
En relación a la imagen corporal:
  • Percepción errónea de tener un cuerpo grueso.
  • Intentos de esconder el cuerpo con ropa ancha.
En relación al comportamiento:
  • Alteración del rendimiento académico o laboral.
  • Aislamiento progresivo.
  • Aumento de la irritabilidad y agresividad.
  • Aumento de los síntomas depresivos y/o la ansiedad.
  • Comportamientos manipulativos y aparición de mentiras.
¿Cómo podemos ayudar a una persona que nos preocupa?

Es muy importante ser honesto, directo y comprensivo. Hace falta sentarse tranquilamente y explicarle con exactitud lo que se ha notado sin ahorrar ningún detalle. Se debe decir a la persona que realmente se está muy preocupado por lo que sucede y se le debe hacer saber que, como te importa realmente, te gustaría ayudarla. Se puede decir: “Me parece que, quizás, tienes un desorden alimentario o problemas con la comida”. No la acuses, condenes ni le hagas confesar nada;  sé su  puntal pero no quieras ser su terapeuta.

Sugiere ayuda profesional. La mayoría de gente responde mejor si se le dan diferentes opciones. Puedes ofrecerte a acompañarlo/a para obtener ayuda.

Si él/ella se resiste a ser ayudado/a o bien niega el problema, es posible que no se trate de esto ya que puede ser que no esté preparado/a para admitir que tiene un problema. No le ayudes a negarlo con tu silencio. Háblale de las cosas que observas y que te preocupan. No puedes obligarle a buscar ayuda, pero puedes hacerle saber a dónde puede dirigirse o llamar para pedir información, hasta puedes sugerirle que empiece por hacerse un examen médico. Reafírmale que estás dispuesto/a a hablar del problema, pero solo si quiere y en el momento que considere oportuno. No te pelees por el tema de la comida o el peso.

Los amigos, los compañeros y los miembros de la familia tienden a implicarse demasiado en los problemas de la persona afectada. Es necesario recordar que en los trastornos alimentarios intervienen aspectos de control y si se intenta controlar a la persona, esta siempre ganará. No se ha de intentar manipular con sobornos, recompensas, castigos o culpabilidad. Ninguna de estas tácticas funciona. La clave está en hacerle sentir nuestro soporte.

Tanto si la persona está en tratamiento como si no lo está, no cometas el  error de intentar cambiar su comportamiento. Que sea él/ella quien lo haga, ya que es el único/a que puede cambiarlo. Si te implicas en exceso, puedes enfadarte y acabar con secuelas pos cuidador, aunque sea frustrante, esto es todo lo que puede hacer un amigo. Solo/a no podrás hacer que la persona se cure ni tampoco has de asumir esta responsabilidad tu solo/a.

Si consigues que la persona se responsabilice de su comportamiento, mientras la tratas con dignidad  y comprensión, es muy probable que esta busque ayuda y empiece a cambiar.



Fuente: Asociación contra la anorexia y bulimia 

martes, 21 de mayo de 2019

El Duelo Infantil: Un Proceso que Necesita Comprensión

Hablarle a un niño sobre la muerte puede que sea uno de los momentos más difíciles en la vida. Lamentablemente, los niños también se enfrentan al duelo por la pérdida de un ser querido y habitualmente, son los padres los que los ayudan a superar la muerte de sus abuelos y sus mascotas. 
Cabe destacar que los niños pueden llegar a sentir lo mismo por la pérdida de un perrito que por una persona muy querida. Por otro lado, el duelo infantil debe tratarse de una forma muy especial y más concretamente en caso del fallecimiento de los padres o de personas muy cercanas a su entorno: hermanos, tíos, primos, amigos o profesores.

El duelo infantil es una realidad que debe enfrentarse. Ningún niño es demasiado pequeño para darse cuenta de cuándo una persona importante ya no está allí. Los adultos a menudo tratamos de proteger al niño contra el dolor diciéndoles poco o nada sobre lo sucedido, pero por sí mismos, muchos niños no son capaces de entender la realidad de la muerte y los sentimientos que tienen ante una pérdida.

Pueden sentirse confusos, rechazados o abandonados en un momento en que más necesitan consuelo, comprensión y seguridad. Los adultos, que luchan para hacer frente a sus propias reacciones ante la muerte, pueden sentirse totalmente impotentes para hacer frente a los sentimientos de un niño afligido.

Los niños y los jóvenes pueden responder a la pérdida de diversas maneras, incluyendo:

La negación
Una manera de hacer frente a algo que no es comprendido ni aceptado. El niño puede fantasear acerca de la persona fallecida, hablar de él o ella en tiempo presente, o seguir esperando a la persona en cuestión a pesar de saber que él o ella no van a volver.

La culpa
Esto puede ser el resultado de la necesidad de encontrar una razón para la muerte. Algunos niños sienten que ellos han causado la muerte de alguna manera, o se siente culpable por estar vivos. Esta situación provoca un montón de sentimientos difíciles de gestionar.

La ira
Esta puede ser dirigida a los compañeros que no han tenido una pérdida, a la propia persona fallecida, o hacia otros miembros de la familia. Los niños a menudo expresan su ira a través de un comportamiento rebelde y oposicionista.

La idealización
Los niños pueden llegar a idealizar a la persona fallecida, una conducta que puede visualizarse cuando el niño comienza a imitar sus gestos.

El pánico
Ante una situación de pérdida los niños pueden desarrollar miedo de que otras personas que están cerca de ellos pueden morir, o incluso temer por sus propias vidas. Pueden sentirse inseguros y preocuparse en exceso por las personas que tiene a su alrededor.

Las quejas psicosomáticas
Muy a menudo los niños pueden perder el apetito, tener pesadillas y aparentar cansancio la mayor parte del tiempo. Se quejan de dolores de cabeza o malestar estomacal. Algunos niños pueden llegar a quejarse de tener los mismos síntomas mostrados por la persona muerta en la fase final de su enfermedad.

El duelo en los niños
Aunque las respuestas anteriores son muy parecidas a las que pueden mostrar los adultos en situaciones similares, en el duelo infantil hemos de contar con la complicación añadida de un entendimiento menos claro, o incluso inexistente, del proceso de la muerte, así como el hecho de que los niños no siempre tienen las palabras necesarias para expresar sus sentimientos.

Ofrezco para su descarga una extraordinaria Guía para abordar la muerte y el duelo con niños y adolescentes. “Hablemos de duelo”.

https://www.fundacionmlc.org/wp-content/uploads/2018/12/guia-duelo-infantil-fmlc.pdf

Las fases del duelo en niños: Aproximaciones 

Afrontar el duelo en edades tempranas
Por ejemplo, si se trata de un bebé de entre 1 y 3 años, y la persona fallecida no tenía una relación frecuente con él, puede que ni se percate de su ausencia. En cambio, cuando el fallecido es la madre o el padre, el niño llorará constantemente por la sensación de abandono, sin entender qué ocurre. En ese caso, debes tratar de proporcionar el cariño y cuidados que aquella persona ofrecía al bebé y dejar que el tiempo haga su trabajo.

El duelo en niños de 4 a 7 años
Entre los 4 y los 7 años, los niños entienden la muerte como algo casi mágico. En ocasiones, según sus creencias, pueden pensar que el fallecido regresará como un ángel o ser fantástico. Normalmente, hacen muchas preguntas de difícil respuesta, pero se debe contestar tan bien como se pueda. Puede que tengan comportamientos poco habituales en ellos, como hacerse pis en la cama, mostrarse indiferentes ante la pérdida o muy violentos. En ese caso, lo mejor es dejar que expresen lo que sienten, y que descarguen la rabia y tristeza con actividad física, o aquello que les vaya mejor.

El duelo infantil a partir de los 7 años
En esta edad, las etapas de duelo se asemejan mucho más a las de los adultos. Durante la primera fase, de negación, puede que los niños jueguen felices, como si nada. Después, puede que exterioricen su ira y, en la fase de negociación, pueden llegar a sentirse culpables, haciéndose preguntas como: «¿qué hubiese pasado si me hubiera portado mejor el día del accidente de papá?». Quizás, una de las etapas más duras es la de depresión, cuando el niño se sumerge en una tristeza profunda, por lo que hay que prestar mucho apoyo emocional.

Asimismo, es vital que el niño continúe con su rutina habitual, y así alcanzar la fase de aceptación. Por otro lado, al hablar de la muerte con un niño, se debe hacer franqueza, sin maquillar la realidad; pues los niños también necesitan despedirse de sus seres queridos. Tengan la edad que tengan, explicarles qué ha ocurrido y llevarlos al funeral, les ayudará a comprender que esa persona se ha ido definitivamente, algo esencial para superar la pérdida.

Recursos para superar el duelo infantil: cuentos y libros sobre la muerte
Quizás, uno de los mejores recursos para que un niño supere la pérdida de un ser querido sea a través de la literatura, aquella dedicada el duelo infantil: cuentos y libros sobre la muerte donde se cuentan historias sobre la pérdida, el paso del tiempo o el significado de la existencia de forma muy sencilla. Estos les permiten entender que esta es parte de la vida, y cuán positivo es expresar sus emociones y sentimientos. De esta manera, un niño de unos 7 años podrá comprender el auténtico significado de la muerte y que esta es irreversible.

En función de la edad del niño podemos pasar más tiempo con él, animarle a expresar sus emociones, compartir con él las nuestras, corregir conductas inapropiadas, implicarle en actividades familiares, tranquilizar sus miedos… Si los síntomas persisten o no sabemos qué hacer, siempre podemos pedir ayuda a un psicólogo infantil. De hecho, es lo más aconsejable cuando el duelo se complica. Si requieres mi apoyo contáctame. 

“El duelo mal elaborado por el niño puede dejar secuelas en los años posteriores o en la edad adulta”

Fuente: “Hablemos del Duelo” Editado por la Fundación Mario Losantos del Campo, y escrito por la psicóloga infanto-juvenil Patricia Díaz Seoane, se trata de un documento de excepcional valor práctico, tanto para el entorno familiar del menor que sufre una pérdida como para los profesionales que deben enfrentarse a esta situación desde el ámbito escolar, social o sanitario.

martes, 7 de mayo de 2019

Conoce los 12 Signos que Delatan a un Mal Psicólogo

Un mal psicólogo no puede evitar evidenciar que está procediendo mal, y estas son las señales que lo delatan:
1. Más que aconsejarte, te juzga
Si llegas a sentir que estás siendo juzgado o de alguna forma criticado por tu psicólogo, debes estar alerta. 

El practicante de la psicología está allí para intentar comprender tu exposición y ayudarte a resolver, de una manera asertiva y solidaria.

2. Se cree un experto en tu problema
Sin que llegues a explicarle toda tu situación, ya te está confrontando o dándote soluciones que tú sabes que no funcionarán. Incluso interrumpe tu relato, y pretende anexarle detalles de su propia vivencia.

3. Entre la consulta, el psicólogo se refiere en demasía a sí mismo
Sin que se pueda entender cuál es su intención, se olvida que tú eres el consultante y comienza a enumerar sistemáticamente sus logros, vida personal, problemas, etc. Este comportamiento no es de índole profesional, ni supone una buena estrategia para llevar una terapia con el paciente.

4. La comunicación con el terapeuta no es la ideal
Un terapeuta debe tener una educación integral, que le permita mantener una comunicación efectiva con su paciente; donde ambos puedan orientarse en una misma línea de acción a resolver aquellos problemas planteados.

5. El psicólogo traspasa la línea
Este es una de las situaciones que se presentan con cierta regularidad, sobre todo cuando el terapeuta no es un profesional con experiencia.

El psicólogo pierde el norte y pone de manifiesto otro tipo de interés, que quizás no esté alineado con el de su paciente perdiéndose la objetividad profesional. El paciente puede sentir que está manteniendo un dialogo y relación con una persona cercana de su familia más que con un profesional de la salud mental.

 6. No presta la debida atención a su paciente
Se supone que la visita al psicoterapeuta debe ser un espacio para el feedback de las impresiones entre éste y sus pacientes.

Por esta razón, este profesional debe permanecer atento a lo que le indique el consultor,  y dirigir a ello todos sus sentidos. Sin embargo, en muchas ocasiones los psicólogos que no se comportan de manera profesional, pueden distraerse fácilmente, estar pendientes de su teléfono móvil, e incluso interrumpir la sesión para atender alguna cuestión externa.

7. Sientes que no le da la debida importancia a tu planteamiento
Esto es fácilmente detectable, cuando ves señales de menosprecio a tu exposición o que no le presta la debida atención.

Esto puede conllevar a una interpretación errónea y a un diagnóstico equivocado.

8. Hace comentarios indebidos relacionados con otros pacientes
Es de suponerse que la información que un paciente otorga al psicólogo reviste un carácter confidencial y por lo tanto, no debe ser compartida con terceras personas.

Si el psicólogo llega a pretender compartir contigo algún tipo de información ajena, debes cortárselo de inmediato ya que lo mismo puede hacer con tu información.

9. El psicoterapeuta impone su criterio sin admitir opiniones
Si este pretende imponer su punto de vista sin valorar tu opinión u objeciones que puedas tener, pone en grave riesgo la relación médico / paciente,  ya que no le tendrás confianza. Un profesional sabe no solo considerar sus propias opiniones, sino también entender los contextos y la observación personal que el cliente tiene sobre su situación.

10. No delega a otros colegas los casos que no domina
Es una mala praxis peligrosa ya que en el campo de la psicología, existen especializaciones que un psicoterapeuta debe tener como creencia para tratar ciertas afecciones de la mente. Un buen psicólogo puede derivar, en caso de ser necesario, al profesional adecuado para tratar un problema puntual que ya se ha identificado en la consulta.

11. No es puntual
Si un profesional hace caso omiso a el horario de trabajo, está enviando señales claras de una falta de responsabilidad y de respeto para con sus pacientes, esto puede demostrar una falta de profesionalismo, e incluso, de respeto hacia el cliente.

12. Falta de empatía
No sientes que el psicólogo se identifica con tu problema ni te alienta asertivamente para su solución. El profesional de la salud mental no puede asumir el rol de un familiar ni de un compañero, sin embargo, sin empatía, sin la escucha activa y la observación del padecimiento, no se puede establecer una relación de confianza desde donde pueda avanzar el proceso terapéutico.



Fuente:  www.menteasombrosa.com