Hemos escuchado muchas veces eso de que "el amor todo lo puede", "el amor siempre vence"... pero la realidad es que la verdadera víctima de esos pensamientos es uno mismo. Es importante saber cuándo una relación llega a su fin, por mucho amor que sintamos. Las relaciones deberían ser algo bonito y satisfactorio, pero llega un momento en el que pueden dejar de serlo y convertirse en una fuente de sufrimiento.
El amor es algo
maravilloso. Todos tenemos esa película favorita donde los protagonistas se
juran amor eterno y luchan contra un sinfín de obstáculos con tal de seguir con
el amor de su vida y ser felices para siempre. Pero en realidad, en la vida
diaria, el amor no es así. Aunque el amor sea el “ingrediente principal” de una
relación, se necesita para mantener más en una pareja.
En el ámbito de las
relaciones de pareja, el amor, aunque esencial, no siempre garantiza la
estabilidad. Pasada la fase inicial de ‘luna de miel’, hará falta algo más que
un fuerte sentimiento para mantenerse juntos. Muchas parejas enfrentan desafíos
que el amor por sí solo no puede superar. A pesar de una fuerte conexión
emocional, las diferencias personales y los objetivos de vida divergentes
pueden llevar a la separación, incluso cuando el afecto es profundo.
“¿Por qué una pareja que
se quiere mucho de repente va y lo deja? Se supone que estaban super bien, que
eran súper felices y que todo era genial”, plantea. “Bueno, pues porque, aunque
nos cueste a veces entenderlo, la realidad es que el amor no puede con todo”, Ni
siquiera considera sano que el amor sea el único pilar que sostenga toda la
relación.
Uno de los principales
factores que contribuyen a estas separaciones es la evolución natural de las
prioridades y deseos personales. “Probablemente, aunque se quisieran mucho,
había muchas cosas en las que o no se entendían, o no acababan de funcionar o
no buscaban lo mismo”. Con el tiempo, las parejas pueden descubrir que sus
metas ya no están alineadas, tanto en el ámbito profesional o personal, lo que
puede llevar a una ruptura.
Una pareja que “se quiere
un montón” y llevan juntos desde los 20 años. “De repente, tienen 35 y uno
quiere tener hijos, pero el otro no”, relata. Este puede ser un punto crucial
en la continuación de una relación. “O una pareja que, después de no sé cuántos
años, de repente uno quiera viajar por el mundo y el otro quiera estar en casa”.
Es decir, que, aunque el
amor puede fortalecerse con el tiempo, las metas individuales pueden no
coincidir. “Es muy probable que este tipo de parejas se quieran mucho más
cuando llevan diez años juntos”, expresa, “pero cuando llevan todos esos años
juntos, por mucho que se quieran quizá ya no buscan lo mismo que el día 1″.
La cuestión de si el amor
es suficiente para mantener una relación exitosa es compleja. Sabaté subraya
que, aunque el amor es necesario, no siempre basta para que una relación
prospere. “El amor es súper importante y es el ingrediente principal de una relación,
pero cuando lo demás no va por el mismo camino es difícil. Y tampoco sería sano
que el amor sostuviera toda la relación”, concluye. La clave, según ella,
radica en la capacidad de las parejas para alinear sus objetivos y deseos
personales a lo largo del tiempo.
Algunos tienen claro que
estas cuestiones deben zanjarse “desde el principio” para evitar este tipo de
encontronazos, pero otros apuntan que esto no es suficiente porque “la gente
cambia”, al igual que sus deseos. “Las cosas no son para siempre y vamos
cambiando y evolucionando como seres individuales”, expresan algunos de sus
seguidores.
Por eso es bueno que el
amor no lo pueda todo, que no nos convierta en totalmente acríticos, ni nos
haga tomar decisiones precipitadas. Que podamos darnos cuenta de que además de
la pasión y la atracción, se necesitan más elementos para cimentar una relación
sana, en la que nos sintamos plenamente comprendidos, valorados y cuidados. Y
que con esa persona que tan locos nos volvía puede ser que no sea factible
construir un vínculo profundo. O no se den las circunstancias favorables. Ahí,
en favorecer esta clase de relaciones sanas reside la famosa fuerza que da el
amor completo, aquel que se basa en el respeto mutuo, intimidad y compromiso,
pero también en la dedicación – que es distinta al esfuerzo -. Que no está
exento de conflictos, negociaciones, cesiones, decepciones y demás, porque
cualquier proceso vital conlleva su cuota de malestar, no nos engañemos; la
cuestión reside en que la valoración global de la relación sea satisfactoria y
que el bienestar que nos aporta supere con creces los problemas.
Ese tipo de relaciones se
conocen comúnmente como relaciones tóxicas y son mucho más frecuentes de lo que
creemos. Una relación bajo una perspectiva de este tipo puede ir minando tu
autoestima por permitir que el otro imponga límites en tu vida. Hacer bromas
pesadas que causen malestar en el otro, ser frío emocionalmente o manipular
bajo la consigna de “es lo mejor para ti” entran en esta categoría.
Pues bien, si te has
identificado, calma. Lo importante es que ahora lo sabes y podemos dar marcha
atrás.
Las parejas se enamoran
desde un amor ciego, desde el delirio y ahí todo va bien, hasta que eso
desaparece y comienza la aventura del amor maduro y consciente. Entonces se
establece un vínculo relacional entre ambos que ha de crecer de manera
saludable para, en el caso de que así lo decidan, formar una familia y
convertir esa relación en un vínculo de sangre.
Pero a veces ese vínculo
se convierte en un vínculo tóxico. Esto se da cuando la pareja no fluye, aunque
haya amor. Muy probablemente se deba a que alguno de ellos o ambos arrastran
asuntos individuales y sistémicos, que no les deja fluir en el amor o en la
sexualidad. Es por ello por lo que primero hay que ver la mochila de cada uno,
vaciarla para que luego vayan ligeros a la relación desde su esencia, desde su
SER. Sin cargas.
Muchas de estas frases me
las dicen parejas que vienen a consulta. Se quieren, se aman, la relación en
determinados momentos es maravillosa, pero a la vez se hacen mucho daño. Porque
sólo con el amor no es suficiente para que una pareja funcione, de la misma
manera que el amor NO todo lo puede.
Yo les pregunto, ¿l@ quieres?
Si me contestan sí, les digo ¿estás dispuestos a cambiar cosas a nivel
individual para que la pareja fluya? Si me dicen que SI con determinación, no
si me dicen que vamos a intentarlo, es cuando podemos hacer un proceso
terapéutico tanto a nivel individual como en pareja.
Y para terminar te dejo
con dos frases del maestro budista Thich Nhat Hanh:
- Si tu amor no puede hacer que la otra persona sufra menos, «no es verdadero amor»
- Si por amar haces llorar a la otra persona, todos los días…» Eso no es verdadero amor”