La
psicología como ciencia ha mantenido una máxima en cuanto a la defensa y la
lucha por el estricto cumplimiento del principio de confidencialidad,
influenciada por su objeto de estudio. Al constituir el sujeto y su conciencia
el cuerpo de trabajo del psicólogo, la responsabilidad que demanda entonces su
labor reviste una mayor complejidad e importancia.
Uno
de los aspectos de la psicoterapia que generan más recelo es el tema de la
confidencialidad. ¿Puede el psicólogo explicar a tercera persona lo que le
cuenta el paciente? salvo en un caso excepcional, la respuesta es un rotundo
“no”. Y no, Detrás de la profesión hay un código ético de obligado cumplimiento
por una serie de motivos muy importantes.
Al
iniciarse una psicoterapia es sumamente importante que el psicólogo garantice,
como deber orientado a hacer el bien, la confidencialidad de los antecedentes y
datos ofrecidos por el paciente. Deberá preocuparse de manejarlos mediante
procedimientos y métodos que los resguarden del conocimiento de personas no
autorizadas y registrarlos de una forma tal que impida el acceso y el
conocimiento de terceros a esa información para evitar un posible daño
personal.
¿Es
confidencial lo que se le cuenta al psicólogo?
En
el transcurso de una serie de sesiones de psicoterapia, es inevitable que se
hable sobre temas delicados: experiencias traumáticas, conflictos familiares,
sentimientos que so se comprenden o que están socialmente mal visto, etc.
Entretanto
la intimidad constituye el conjunto de pensamientos, percepciones, decisiones,
comportamientos, conductas y actitudes. La ideología, la religión o las
creencias, las tendencias personales que afectan a la vida sexual, determinados
problemas de salud que deseamos mantener en total secreto. En la intimidad no
existen fronteras definidas y cuenta con diferentes significados para distintas
personas. Es algo que forma parte del motivo por el cual la terapia tiene razón
de ser, incluso los trastornos con unos efectos más limitados, como ciertas
fobias específicas, dan pie a momentos que no explicaríamos a cualquier persona
y que nos interesa que no salgan a la luz. Ahora bien, estos son los motivos
por los pacientes les interesa que haya una rígida disciplina de
confidencialidad en lo relativo a lo que ocurre en la consulta del psicólogo.
Su
existencia ya de por sí justificarían que el profesional sintiese la obligación
moral de no contar nada al resto de personas, ya que a pesar de que está
ofreciendo un servicio, no deja de empatizar en ningún momento. Ahora bien,
este no es el único motivo por el que los psicólogos se auto-imponen la
obligación de hacer que la información no salga de su consulta. La otra mitad
de esta obligación es de tipo deontológico y profesional, no individual, sino
colectivo.
El
principio de confidencialidad en terapia
Estas
sesiones existen porque en ellas se crea un vínculo terapéutico basado en la
confianza. Buena parte del valor añadido de esta clase de servicios consiste en
disponer de un lugar en el que pueden expresarse todos los motivos de miedo,
vergüenza y angustias, para a partir de esa información, trabajar para
solucionar la situación. Es por eso, que si no se respetase de antemano la
estabilidad de esta dinámica de relación entre el profesional y el paciente, el
trabajo de los psicólogos perdería el fundamento en el que se basa. No solo
implicaría perder pacientes, sino que además se extendería una visión de la
psicología según la cual tiene sentido tratar de engañar al terapeuta u
ocultarle cosas, mostrándole sola esa información que se considera poco
comprometida. En algo así, unos pocos casos de terapeutas que esparciesen
datos, causarían un daño muy serio sobre el conjunto de la profesión. Pero la
confidencialidad no se limita a aquello que el paciente explica en las
sesiones. Los psicoterapeutas también tratan como confidencial datos concretos
y documentación vinculada a sus clientes y pacientes, todo aquello que se
considere información sensible. Las personas no tienen por qué saber siquiera
el nombre de las personas con las que se trabaja para mejorar su bienestar.
Por
otro lado, respetar la privacidad de la información que dan los clientes es una
manera de demostrar que no se juzga a la persona la que se le ofrece el
servicio. ¿Por qué iba un terapeuta a revelar información confidencial, si no?
O porque los temas tratados le parecen lo suficientemente vanales como para
contarlos, o porque le hacen gracia ciertas anécdotas, o porque respeta al
cliente lo suficientemente poco como para dar información privada a quien la
pide. En cualquier caso estas situaciones serían síntomas de que no hay un
compromiso con la propia carrera profesional.
¿En
qué casos se rompe la confidencialidad?
El
código ético de los psicólogos establece que la prioridad es el bienestar de
los pacientes y de las personas de su entorno. Así pues, la única situación en
la que un psicólogo debe ser capaz de revelar a terceros información privada de
los pacientes, es si tienen evidencias sólidas de que o se va a dañar
directamente a alguien, o la vida de alguien corre peligro. Es decir, un
contexto en la que aquello que se trata de mejorar corre un peligro que está
fuera del alcance de la intervención del terapeuta. Ejemplo:
*En
el caso de riesgo de suicidio, el problema a tratar puede estar relacionado con
esto, de modo que la confidencialidad se romperá si se estima que hay un
peligro inmediato y concreto.
*Violentar
el principio de confidencialidad en una psicoterapia para pacientes adictos
trae consigo consecuencias adversas y contrarias al objetivo de la terapia de
rehabilitar y reinsertar al paciente en su medio social. Los resultados pueden
venir desde la desacreditación total o parcial del psicoterapeuta, así como de
la institución que presta el servicio.
*Otra
de las secuelas que se deriva de la falta o pérdida de confianza en el
profesional (psicoterapeuta) se centra en el conflicto que presentará el
paciente a partir de ese momento para integrarse nuevamente a un tratamiento.
*Para
la sociedad también hay efectos negativos devenidos de la transgresión de este
principio ético de la psicoterapia que en ocasiones es subvalorado.
La
obligación de denunciar
El
Código Penal establece que quien tenga
conocimiento de delitos contra la vida y la integridad debido a su profesión
tiene la obligación de denunciar. Del mismo Código se sostiene que aquellos que
se enteran de un delito tienen la obligación de denunciarlo. Se explica que se
encuentran exceptuados de hacer la denuncia si las personas confidentes se
encuentran protegidas por el secreto profesional. Esta polaridad de los códigos
devuelve la capacidad de decidir en el psicólogo, quien deberá evaluar de qué
tipo de delito se trata y si dicho delito amerita o no la excepción al secreto
profesional. Retomando los desarrollos de Gutiérrez (1994; 2003)
y de Gutiérrez y Salomone (1997), el psicólogo no se encuentra
frente a dos obligaciones contradictorias. Tiene una sola obligación y ésta se
encuentra en la necesidad de respetar a los principios éticos, que deberán
servirle de brújula a la hora de direccionar el tratamiento. Los principios
éticos que tienen como fundamento el estatuto simbólico del ser humano.
Conclusión
El uso de información privada tiene un papel importante en todas las actividades científicas y de formación del psicólogo. A la confidencialidad se le debe brindar la máxima prioridad y autodeterminación posible: antes de utilizar la información personal o de su identificación con fines didácticos, los psicólogos deben obtener el consentimiento de la persona o una identidad en clave de la información. La
confidencialidad no es solo un asunto de revelación de información. Este
término designa la cualidad de los datos e informaciones reservados o secretos.
Entre otros aspectos, se aplica a los datos del individuo que no deben o no
pueden ser difundidos en público o transmitidos a terceros sin la aprobación
del interesado. De esta manera el psicoterapeuta tiene la libertad y el deber
de calificar como confidencial cualquier documento o información que, a su
juicio, influya directa o indirectamente en el adecuado funcionamiento y futuro
restablecimiento del paciente en psicoterapia.
En
la psicoterapia, la dignidad del paciente y el éxito de la terapia en forma
general se garantizará en la medida en que el terapeuta sea capaz de lograr
mediante una labor éticamente profesional, que el paciente se sienta en un
ambiente favorable para depositar los aspectos de su intimidad que lo puedan
ayudar a la resolución futura y al menor corto plazo posible de su conflicto. Debido
a la diversidad de personalidades, resulta complejo el trabajo
terapéutico del psicólogo. El mismo demanda de un elevado nivel de preparación
profesional no solo en las habilidades que posea para preparar la terapia, sino
también de un compromiso ético que le brinde la posibilidad al paciente de depositar
absoluta confianza en él.
La
confidencialidad constituye un aspecto vital en cualquier ámbito en el que las
relaciones humanas vayan a desarrollarse, pero adquiere importancia cuando es
tratada en el abordaje tanto psicoterapéutico como asistencial de las
adicciones. Los principios de intimidad y confidencialidad son necesarios, pero
no suficientes para preservar la integridad del paciente. Es indispensable que
la entereza moral del psicólogo respete los matices y las sutilezas del derecho
del paciente a la confidencialidad.
La
práctica clínica en psicología se encuentra exigida de una ética acorde, que
contemple, por un lado, la deontología profesional, el campo normativo y por
otro, que atienda a la singularidad en situación de un sujeto dividido. La perspectiva es que el psicólogo se encuentra
exigido a "responder" en lo jurídico, en lo deontológico y en lo
clínico.
Fuente: Compilador de la red.