jueves, 22 de febrero de 2018

Mobbing: Consideraciones


H. Leymann fue el primer en aplicar el término mobbing en el contexto laboral. Habló inicialmente de bullying, para finalmente adoptar el término mobbing o acoso laboral al observar diferencias entre el acoso escolar y el laboral.
En el mobbing laboral hay un acosador o acosadores (el empleador, empleadores y/o compañeros de trabajo) cuyas figuras son claras. Sus intenciones también lo son. La víctima (el empleado) es sometido a una constante violencia psicológica por parte de los acosadores. Estos actos de violencia psicológica suelen ser continuados en el tiempo y prolongarse durante meses o incluso años. Son actos ejercidos de modo consciente, de forma repetitiva y premeditada.

El mobbing se produce cuando tiene actitudes hostiles contra un compañero con la finalidad de aislarlo. La víctima normalmente es una persona brillante y normalmente con una escala de valores firme siendo difícil que se adapte a algunas peticiones de su entorno que no encajen con su manera de trabajar o vivir la vida. El grupo lo convierte en una amenaza para su estabilidad.

“El agresor logra que la víctima no advierta lo que le hacen, hasta dejarla debilitada y con pocas posibilidades de defensa”.

"El acosador actúa por celos profesionales. La víctima se ha vuelto amenazante por su comportamiento laboral extraordinario o porque conoce irregularidades, por ello procura la destrucción psicológica del trabajador".

Un ejemplo de mobbing laboral sería obligar a un subordinado a hacer tareas que están por debajo de las competencias o responsabilidades como trabajador, con la única intención de humillarlo delante de los compañeros. Otras conductas posibles son la de tratar de generar en la víctima tanto estresa como sea posible, o la de hacer que la víctima parezca emocional o psicológicamente inestable. En muchos casos existe el deseo o la intención, por parte del acosador, de que por medio de las coacciones el subordinado se vaya de la empresa o pida un traslado.

Las víctimas de acoso tienen un menor desempeño laboral más que las personas que no lo han sufrido. Los ataques sufridos en el puesto de trabajo pueden llegar a causar  problemas psicológicos serios en la víctima o víctimas (por ejemplo, ansiedad, depresión, estrés), desmotivación laboral, perturbación del ejercicio de sus labores y, en la mayoría de los casos, un daño en la reputación de ésta. Cuanto más persiste esta situación, peor es el malestar que se genera.

Leymann usa el concepto para definir “una situación en la que una persona ejerce violencia psicológica extrema, de forma sistemática, recurrente y durante un tiempo prolongado para entorpecer las labores y destruir las redes de comunicación y reputación de alguno de sus compañeros y así obligarlo a renunciar”.

Para no confundirlo con un conflicto eventual, éste debe darse mínimo una vez a la semana y por lo menos durante seis meses, que es el criterio habitual para determinar que un problema se convierte en trastorno.

Tipos de Mobbing

El mobbing se puede clasificar de dos maneras: según la posición jerárquica o según el objetivo.

1. Acoso laboral según la posición jerárquica

Dependiendo de la posición jerárquica, el mobbing puede ser:

1.1. Mobbing horizontal: Este tipo de mobbing se caracteriza porque el acosador y la víctima se encuentran en el mismo rango jerárquico. Es decir, que suele darse entre compañeros de trabajo, y las repercusiones a nivel de psicológico para la víctima pueden ser devastadoras.

Las causas de este tipo de acoso laboral pueden ser muchas y variadas, aunque las más comunes son: para forzar a un trabajador a conformarse con determinadas normas, por enemistad, para atacar al más débil, por las diferencias con la víctima, o por falta de trabajo y el aburrimiento.

1.2 El acoso laboral vertical: recibe este nombre porque o bien el acosador se encuentra en un nivel jerárquico superior a la víctima o se encuentra en un nivel inferior a ésta. Por tanto, existen dos clases de mobbing vertical: ascendente y descendente.
  • Mobbing ascendente: Ocurre cuando un empleado de nivel jerárquico superior es atacado por uno o varios de sus subordinados.
  • Mobbing descendente o bossing: Ocurre cuando un empleado de nivel jerárquico inferior recibe acoso psicológico por parte del uno o varios empleados que ocupan posiciones superiores en la jerarquía de la empresa.
En resumen: podemos hablar de tres tipos de mobbing: ascendente, cuando es del subordinado al jefe (muy raro); horizontal, entre compañeros (más frecuente y fuerte), y descendente, del jefe al subordinado (esto es llamado bossing).

2. Acoso laboral según el objetivo

En función de los objetivos que el hostigador pretenda conseguir con el mobbing, este puede clasificarse de la siguiente manera:

2.1. Mobbing estratégico
Este es un tipo de acoso descendente o “institucional”. Se caracteriza porque el mobbing forma parte de la estrategia de la empresa, y el objetivo suele ser que el acosado rescinda su contrato de forma voluntaria. De esta manera, la empresa no tiene que pagarle la indemnización que le correspondería por despido improcedente.

2.2. Mobbing de dirección o gestión
Este tipo de mobbing es llevado a cabo por la dirección de la organización, generalmente por varios motivos: para prescindir de un trabajador poco sumiso, para llegar a situaciones de esclavismo laboral o para acabar con un trabajador que no se ajusta a las expectativas del jefe (por ejemplo, por estar demasiado capacitado o para dejarle en evidencia).

Además, este tipo de acoso laboral puede realizarse para maximizar la productividad de la empresa a través del miedo, empleando amenazas reiteradas de despido en caso de no cumplir los objetivos laborales.

2.3. Mobbing perverso
El acoso laboral perverso hace referencia a un tipo de mobbing que no tiene un objetivo laboral, sino que las causas se encuentran en la personalidad manipulativa y hostigadora del acosador. Es un tipo de mobbing muy perjudicial porque las causas que producen el acoso no pueden solucionarse implantando otras dinámicas de trabajo mientras la persona que acosa siga en la organización o no sea reeducada.

Este tipo de acosador suele llevar a cabo el mobbing frente a la víctima, sin testigos. Es muy seductor y rápidamente consigue la confianza de los demás. Es habitual que el mobbing perverso sea un mobbing horizontal o ascendente.

2.4. Mobbing disciplinario
Este tipo de mobbing se emplea para que la persona acosada entienda que debe “entrar en el molde”, porque si no lo hace será castigada. Pero con este tipo de acoso no solo se infunde miedo en las víctimas, sino que también advierte a los demás compañeros de lo que podría sucederles de actuar así, creando un clima laboral en el que nadie se atreve a llevar la contraria al superior.

También se emplea en contra de esas personas que tienen muchas bajas laborales, mujeres embarazadas, y todos aquellos que denuncian el fraude de la institución (por ejemplo, el contable que presencia sobornos por parte de la empresa).

¿Cómo puedo saber si soy víctima de mobbing laboral?

Lo principal es tomar conciencia de que lo que sucede no es normal. ¿Cómo podemos evaluar esto? Mediante el conocimiento de las conductas que pueden considerarse mobbing laboral. Las siguientes son algunos ejemplos.
  • Difundir rumores o información falsa.
  • Proponer tareas que son ambiguas, contradictorias, o que carecen de propósito.
  • Intentos de destruir o dañar a la persona, su autoestima y confianza.
  • Falsas insinuaciones, ataques a la dignidad de la persona, la integridad o la propia imagen.
  • Actos de humillación pública.
  • Constantes amenazas de despido o intimidación.
  • Reiteradas críticas o sarcasmos con comentarios negativos constantes.
  • Aislamiento sistemático de la persona
¿Qué puedo hacer?

Tras tomar conciencia de la anormalidad de estas conductas dentro de un lugar de trabajo, podemos recurrir a un psicólogo clinico o forense. Un psicólogo permitirá certificar el deterioro psicológico de la víctima al que nos hemos referido antes, causado por el mobbing laboral ejercido contra ella en su lugar de trabajo. El psicólogo clinico o forense, en función de las secuelas que se hayan producido en el acosado, puede realizar una evaluación psicológica forense, y posteriormente un informe pericial con el fin de apoyar una posible demanda o una negociación para irse de la empresa. Conviene conocer la figura del psicólogo/perito para saber que no estamos solos frente al acoso y que contamos con un “testigo” que sí va a implicarse para poder ayudarnos.

Diferencias entre acoso moral en el trabajo (Mobbing), conflicto laboral y estrés laboral.

Esta es la primera pregunta que cualquier profesional debe hacerse cuando acude a su consulta una persona que refiere estar siendo acosada en el trabajo. El saber determinar qué puede ser mobbing y qué puede no serlo tendrá una gran importancia dado que en ocasiones se presentan demandas en los juzgados que se “desarman” por la parte contraria porque contrariamente a lo que se creía, la situación que está viviendo el trabajador puede explicarse de mejor forma por otra serie de causas.

El desenlace habitual de la situación de acoso laboral suele significar la salida de la víctima de la organización de manera voluntaria o forzosa. Otras consecuencias pueden ser el traslado, o incluso el pase a situación de incapacidad permanente. En muchos casos, el mobbing persiste incluso después de la salida de la víctima de la empresa, con informes negativos o calumniosos a futuros empleadores, eliminando así la empleabilidad externa de la víctima. Se trata de una especie de "re-mobbing".

La recuperación definitiva de la víctima suele durar años y, en casos extremos, no se recupera nunca la capacidad de trabajo.

¿Crees que puedes estar sufriendo una situación relacionada con el mobbing laboral?

Se sugiere: prevenir, denunciar, recuperarse e intervención terapéutica/jurídica.




Fuentes: Red, PsicólogosForenses, PsicologíayMente 

martes, 13 de febrero de 2018

Habilidades Terapéuticas: Paciente y Psicoterapeuta


¿Qué actitud ha de tener quien realiza una psicoterapia?

Es conveniente al iniciar una psicoterapia tener en cuenta una serie de recomendaciones que pueden ayudarnos a que esta sea más eficaz, son las siguientes:
  1. La psicoterapia es un proceso, esto significa que dura un tiempo, en el cual debes procurar hacerla extensiva a todas las áreas de tu vida. NO la limites al tiempo de la consulta.
  2. Piensa que el cerebro se entrena al igual que el cuerpo y que con la práctica puedes mejorar tu estado de ánimo, tu autocontrol, tu capacidad para enfrentarse a los problemas, tu adaptación al medio social y solucionar de forma más sencilla y tranquila situaciones que ahora te puedan parecer difíciles o desagradables.
  3. Tienda a pensar de forma descriptiva y a ser posible emplea el sentido del humor todas las veces que puedas.
  4. Trabaja contigo mismo fuera de la consulta siguiendo las directrices que se marquen. Esto acelerará la mejoría.
  5. El cambio de conductas requiere un serio trabajo personal. Esfuérzate en la medida de lo posible.
  6. Colabora con el terapeuta indicándole claramente todo aquello que sientes que te beneficia y aquello que notas que no te resulta de utilidad. Pregunta todo sobre lo que tengas dudas; esto será de gran ayuda para él y para ti mismo. NO SEAS PASIVO.
  7. Cuanto más sincero seas contigo mismo y con el terapeuta más beneficios personales alcanzaras.
  8. Adopta una actitud positiva ante la terapia, piensa que siempre hay solución a los problemas (que no se vea en un primer momento no significa que no la haya) solo hay que buscarla de manera adecuada y, a veces, con la ayuda de otra persona.
  9. No pierdas la predisposición al aprendizaje y mantén siempre una actitud permanente de escucha. Es la auténtica clave para mejorar y elevar la calidad de vida.
  10. No te subestimes. Aunque estés pasando un mal momento piensa que es posible superarlo. Otras personas lo han hecho y tú también puedes hacerlo. Eres una persona valiosa que tiene capacidad para hacer lo que te propongas.
  11. Piensa que cambiar la conducta, los pensamientos y las emociones es un arte y que cada persona requiere su tiempo y sus técnicas. TEN PACIENCIA, el tener prisa no hace llegar antes, más bien entorpece.
  12. Se responsable de tu tratamiento. La psicoterapia es un proceso que requiere una frecuencia constante en los contactos con el terapeuta, romper este ritmo significa retrasar la curación. No faltes a las consultas que tengas programadas mientras dure tu terapia, pues esto puede perjudicar seriamente el desarrollo de la misma.
  13. No aceptes todo lo que se te diga como si fuera norma de fe, pero tampoco lo rechaces, adopta una aptitud de escucha activa y de reflexión profunda, sobre todo lo que se hable en las sesiones y discútelo sin agresividad. No luches ni te enfrentes con el terapeuta, él está ahí para ayudarte.
  14. Por último es muy importante encontrar el terapeuta adecuado, aquel que te de confianza (que sea un profesional con el título de especialista y colegiado) con el que te entiendas y tengas una buena relación, si no es así, no dudes en buscar el profesional más adecuado para ti y cambiarte.
La relación terapéutica es totalmente asimétrica (se centra en las necesidades del paciente), no altruista (el terapeuta cobra por su trabajo y, por tanto, el cliente no tiene por qué sentirse en deuda con él) y sujeta a una serie de reglas formales de funcionamiento (frecuencia y duración de las sesiones, lugar de las mismas, puntualidad, honorarios, duración limitada de la terapia, colaboración activa del paciente). El terapeuta ha de tener la creatividad y sensibilidad clínicas necesarias.

¿Y el psicoterapeuta?

Hay ciertas habilidades deseables en un psicólogo que favorecen el establecimiento de la alianza terapéutica.

En ser:
  • Flexible: implica la capacidad de adaptar la forma de comunicarse a las características del paciente y de la situación.
  • Experimentado: el clínico muestra experiencia clínica.
  • Honesto: el paciente percibe al clínico como una persona sincera y honrada.
  • Respetuoso: el profesional respeta los valores y la forma de expresarse y comunicarse del paciente.
  • Fiable: el clínico es percibido por el paciente como una persona digna de confianza.
  • Seguro de sí mismo: el paciente percibe al clínico como una persona segura y que sabe lo que hace.
  • Interesado: el clínico transmite interés por el paciente y por su problema.
  • Atento: el clínico muestra una actitud atenta a lo largo de la sesión, hacia las manifestaciones verbales y no verbales del paciente.
  • Amistoso: el paciente percibe al clínico como cercano.
  • Cálido: el clínico es percibido como cariñoso y afectivo.
  • Abierto: implica la capacidad de comprender otros puntos de vista.
Sugerencias….
  1. Antes de comenzar una sesión centra tu atención en la persona a la que te dispones a recibir.
  2. Sé consciente de la complejidad e individualidad de cada ser humano que trates.
  3. Antes de establecer hipótesis o iniciar cualquier tipo de intervención, escucha atentamente lo que las palabras, sentimientos o pensamientos del paciente están diciendo.
  4. En la medida de lo posible, muéstrate emocionalmente presente ante el sufrimiento de tus pacientes y siente con ellos.
  5. En la danza dinámica de un cliente en proceso de cambio, aprende a guiar y a ser guiado.
  6. Antes de hacer una pregunta, procura tener claro que la información que pretendes obtener es relevante para el tratamiento del paciente; si no es así, evita formularla.
  7. Salvo cuando sea necesario, trata de no formular preguntas que sólo requieran monosílabos puesto que con ello puedes estar fomentando en el cliente la creencia de que la responsabilidad del proceso terapéutico es fundamentalmente del terapeuta.
  8. En la terapia lo fundamental es la resolución de los problemas del paciente; por tanto, es él quien tiene que invertir más energía y esfuerzo en su proceso de cambio. Siempre que sea posible, permite que sea él quien realice la mayor parte del trabajo.
  9. Procura ser claro y conciso y no hablar más de lo necesario. Como norma, el paciente debe hablar más que el terapeuta.
  10. Respeta el ritmo del paciente y estimula sus decisiones.
  11. Ofrece confianza y estímulo a tus pacientes para ayudarles a mantener su motivación.
  12. Fomenta la fe en sus posibilidades de aliviar su malestar, mejorar su calidad de vida y avanzar en su proceso de desarrollo personal.
  13. No ofrezcas o prometas al paciente aquello que no puedas cumplir.
  14. Acepta el hecho de que tus conocimientos, en muchos casos, son limitados; concédete permiso para no saberlo todo. Pide ayuda y consejo cuando lo necesites.
  15. Cuando te pierdas en una sesión y no sepas cómo seguir, tómate un momento para centrarte nuevamente en tus objetivos.
  16. Resiste el impulso de mostrarte seductor o excesivamente amable y cortés. El objetivo de una terapia es promover cambios importantes para el cliente, no establecer una bonita relación de amistad o que te consideren encantador.
  17. Sé atento contigo mismo y paciente con tu propio proceso. Procura conocerte lo suficiente como para que tus motivos personales no influyan negativamente en el proceso de cambio de tus clientes.
  18. Aunque el cliente necesite cambiar conductas, emociones o creencias, debe seguir percibiendo el mundo a través de sus propios ojos, no a través de los de su terapeuta.
  19. Cultiva rutinas de autocuidado y protege tu vida privada.
  20. Establece un ritmo de trabajo que no afecte a tu rendimiento profesional y respeta tus límites. Cuando el cansancio, el estrés o tus problemas personales influyan en tu trabajo, pide ayuda o retírate durante un tiempo si lo necesitas.
  21. Respeta y valora el compromiso de ayuda que has adquirido al ejercer esta profesión y mantén tu confianza en la capacidad que tienen las personas para remontar sus dificultades y problemas emocionales si se les brinda el apoyo necesario.


miércoles, 7 de febrero de 2018

Educando a los Niños para Prevenir la Ansiedad

Las personas más próximas al niño tienen un papel muy importante en la prevención de los trastornos de ansiedad. Los padres y los educadores pueden reducir el impacto de las situaciones o acontecimientos vitales estresantes que viva el niño, pueden educarlo para potenciar sus recursos personales y pueden promover nuevas experiencias y fomentar hábitos de vida saludables. ¿Cómo?
Se expondrán brevemente alguna de las pautas o líneas de actuación que los cuidadores del niño deberían seguir para prevenir en la medida de lo posible que éste desarrolle un problema de ansiedad.

Disminuir el impacto de los acontecimientos estresantes…

Los niños pueden carecer de recursos para afrontar de forma adecuada situaciones o acontecimientos vitales estresantes o traumáticos. La vivencia de una separación, de la muerte de un familiar o amigo, de un desastre natural (incendio, inundación), de un robo, de un accidente, etc. pueden superar la capacidad del niño para reaccionar de forma adaptativa. En estos casos, las personas próximas al niño deberían:
  • Hablar con el niño de todo lo que le preocupa, de cómo se siente. Permitir que se desahogue y exponga todas sus preocupaciones, dudas y sentimientos. No forzar al niño a hablar de sus sentimientos, estar disponibles cuando él lo necesite.
  • Actuar como modelos de conducta y afrontamiento: los niños aprenden a actuar y a afrontar los problemas imitando y adoptando como propios los modos de actuación de personas cercanas a ellos. 
En este sentido, es importante que el niño aprenda a:
  • Demostrar los sentimientos, no ocultarlos.
  • Afrontar los problemas, no evitarlos: si el niño tiene miedo a alguna situación es importante que le anime a enfrentarse a ella. ¿Cómo?
  • Hacer de modelo para el niño: darle ejemplo afrontando la situación primero, sin forzar al niño a que lo haga: de este modo comprobará que estar cerca de ese objeto temido (perro, ascensor, etc.) o en esa situación no es peligroso ni tiene consecuencias negativas.
  • Ayudar a exponerse a la situación de forma gradual: primero acompañado, luego solo, comenzar por la situación más fácil, poco a poco aumentar la dificultad…
  • Felicitarlo por los avances.
En otros casos, acontecimientos cotidianos como el nacimiento de un hermano, la entrada al colegio, los problemas con otros compañeros, etc. pueden ser una fuente de preocupaciones para el niño. Los padres y cuidadores deberían:
  • Comprender lo importante que para el niño es esa situación. No hay que restar importancia a acontecimientos que para un adulto pueden resultar intrascendentes: una pelea con otro compañero, un cambio de profesor, la dificultad en alguna materia escolar, etc. pueden ser lo suficientemente significativas para que el niño se muestre preocupado.
  • Hablar con el niño de todo aquello que teme. ¿Qué es lo que le inquieta? ¿Qué es lo peor que puede pasar?
  • Adoptar una actitud propicia a la resolución del conflicto o problemas: ¿qué puede hacer el niño para solucionar ese problema? ¿Cómo puede hacerlo? ¿Está en su mano el solucionarlo? Es importante que los cuidadores no adopten un papel demasiado directivo: el niño debe aprender a solucionar sus propios problemas. Solucionarlos no enseña al niño a ser autónomo, sino a depender de los padres o cuidadores y recurrir a ellos cada vez que tenga un pequeño contratiempo.
  • Interesarse por la evolución del problema.
  • Animar al niño, reforzarlo por los avances.
Educarlo para potenciar sus recursos personales…

La respuesta ante una situación que genera ansiedad depende en parte de los recursos de que dispone el individuo para afrontar ese problema y de si percibe que es capaz de resolverlo. Dicho de otro modo, no basta con tener las armas para enfrentarse a un problema, hay que creer que se puede luchar contra él y superarlo. Este sentimiento de autoeficacia tiene mucho que ver con la autoestima. En la formación de la autoestima cobra especial importancia la familia y la escuela. ¿Qué se puede hacer para fomentar una buena autoestima en el niño?

Amor incondicional: la aceptación sin condiciones de los padres es, sin duda, la mejor estrategia para fomentar en el niño una buena autoestima. El niño debe estar seguro del amor de sus padres hacia él por sí mismo, no por lo que hace. Muchos trabajos han señalado que los niños que tienen una baja autoestima se sienten poco aceptados o rechazados por sus padres. Aceptar a un hijo implica, por ejemplo:
  • Demostrarle afecto, que se siente orgulloso de él, que disfruta de su compañía.
  • Demostrar que entiende lo que le preocupa, interesarse por sus problemas.
  • Aceptar sus limitaciones, no pretender que sea perfecto.
  • Demostrarle afecto incluso cuando se porta mal.
Brindarle apoyo: los padres deben demostrar a su hijo que ellos estarán allí cuando él necesite ayuda; los profesores deben expresar al niño que ellos pueden ayudarle cuando tenga dificultades en sus tareas escolares.
Ayudar al niño a encontrar aptitudes, intereses y actividades. Reforzar y potenciar sus capacidades: animar al niño a mejorar sus habilidades en las tareas que realiza de forma deficitaria y, sobre todo, potenciar aquellas que más le gustan y que mejor o más fácilmente hace.
Corregirlo cuando hace algo mal. Es importante que se critique su actuación, pero no su forma de ser. Es más adecuado decir ‘no has hecho bien la cama’ que ‘eres un gandul, torpe…’, mejor señalar ‘si hubieras estudiado más habrías aprobado este examen’ que ‘eres vago y tonto’…
Elogiarle por sus avances, por las cosas que hace bien. No exigir perfección ni rapidez. Valorar como válidos los resultados que vaya consiguiendo aunque no sean perfectos. A medida que haga las cosas le saldrán mejor y más deprisa.
No ser excesivamente sobreprotector. Se ha visto que los niños que están muy sobreprotegidos por sus padres tienen frecuentemente una baja autoestima. La sensación de podernos valer por nosotros mismos se construye día a día y depende de las actividades que realizamos y los problemas que afrontamos. Hay que dejar que el niño se enfrente por sí solo a sus problemas y que aprenda estrategias para superarlos. Los padres no estarán siempre ahí para resolver todos los problemas de su hijo.

En este sentido, es importante fomentar en el niño:

Una actitud activa dirigida a la resolución de problemas:
  • Valorar un problema como un desafío en vez de como una amenaza.
  • Creer que los problemas son resolubles.
  • Creer en la propia capacidad para resolver bien los problemas.
  • No esperar que los problemas se resuelvan por sí solos, no posponer la resolución del problema, no evitarlo.
  • Búsqueda activa de soluciones.
Está claro que no basta con animar al niño a actuar de esta forma, sino que los padres y otros cuidadores deben comportarse del mismo modo, actuar de modelos de conducta a seguir para el niño.

Fomentar su autonomía. Es importante que el niño desde pequeño adquiera responsabilidades en casa y en la escuela: ayudar en pequeñas tareas de casa (poner la mesa, fregar los platos, hacer su cama, etc.), recoger su pupitre, ayudar a mantener en orden el aula…Estas tareas serán tanto más complejas conforme aumente la edad. Sin embargo, la autonomía va más allá de que el niño sepa valerse por sí mismo en las tareas cotidianas. Los padres no deben ser directivos y sí, en cambio, promover que el niño sea capaz de tomar sus propias decisiones, aún a riesgo de equivocarse, y de tener diferentes experiencias, aún a riesgo de ser negativas. Esto implica que es mejor aconsejar que ordenar, sugerir que imponer.

No ser excesivamente exigente. Algunos padres fijan metas muy elevadas y esperan que sus hijos obtengan resultados excelentes. Otros padres no expresan de forma explícita este interés pero sí refuerzan al niño de forma diferencial en función de los resultados. Un exceso en las demandas externas que realiza la familia puede conducir a estados de elevada ansiedad en el niño. Éste puede estar preocupado por defraudar a sus padres si sus notas no son tan buenas como ellos esperan. En otros casos, son los propios niños los que se fijan metas muy elevadas. La mayoría de las veces se trata de niños y adolescentes inseguros y muy perfeccionistas, que basan su autoestima en conseguir ser el/la mejor en todo. En estos casos habría que:
  • Disminuir el nivel de exigencia de los padres. Éste debe ser realista e ir acorde con la capacidad del niño.
  • Crear una atmósfera de aceptación: el niño debe saber que sus padres no van a dejar de quererlo si lleva a casa malas notas.
  • Fomentar una vida equilibrada: el rendimiento en la escuela no lo es todo, también son importantes las diversiones.
  • Evitar hábitos perfeccionistas: estudiar hasta altas horas de la noche o repetir muchas veces un trabajo hasta que esté perfecto no es saludable. Es conveniente establecer un horario y unos objetivos de estudio realistas.
  • Programar actividades deportivas y culturales que le gusten al niño.
Fomentar hábitos saludables, promover nuevas experiencias…

Es muy aconsejable que los niños tengan experiencias muy variadas. Esto les permitirá conocer a gente diferente y hacer amigos, conocerse mejor a sí mismos y saber cuáles son sus aptitudes e intereses más destacados, encontrarse con diferentes problemas y desarrollar habilidades y estrategias para resolverlos, etc. En definitiva, fomentar nuevas experiencias en el niño puede fortalecer su autoestima y sus recursos de afrontamiento y establecer una red de relaciones sociales.

El apoyo social es, sin duda, uno de los recursos más importantes para prevenir los problemas psicológicos, entre ellos los trastornos de ansiedad. Es importante fomentar las relaciones sociales del niño: dejar que realice salidas con otros niños, excursiones, dormir en casa de amigos, fijar una hora de regreso a casa que sea prudente pero no demasiado restrictiva…Cuantas más experiencias diferentes tenga el niño más estrategias desarrollará para afrontar problemas. Cuantos más amigos tenga mejor y más apoyado se sentirá para poder superar diferentes problemas.

Uno de los miedos que tienen los padres, especialmente cuando sus hijos son adolescentes, es que los amigos que lo rodean puedan influir negativamente en él. A los padres les preocupa que el chico pueda consumir alcohol, tabaco u otras drogas, se meta en peleas, etc. Es conocida la relación que existe entre las drogas y los problemas de ansiedad. Un consumo elevado de café, tabaco, alcohol u otras drogas puede tener consecuencias negativas para la salud mental y física del chico e interferir en sus actividades escolares o laborales y en sus relaciones familiares y sociales. Es importante que los padres:
  • Estén informados sobre las drogas.
  • Hablen con el chico/a de las drogas, de sus propiedades y efectos. Es mejor no mostrarse represor, transmitirle la idea de que puede hablar con sus padres abiertamente de lo que le preocupa.
  • No actuar como un policía: los padres no están las 24h con el hijo ni pueden evitar que el chico pruebe las drogas. Deben confiar en él e insistir en el diálogo.
  • Fomentar hábitos saludables: comer de forma sana y equilibrada, realizar ejercicio físico de forma habitual. El ejercicio físico ayuda a mejorar el estado de ánimo y a relajarse. Se trata de un ‘antídoto’ natural contra el estrés.
Si bien realizar diferentes actividades para potenciar las aptitudes del niño es aconsejable y saludable, y promover diferentes experiencias permite desarrollar estrategias para afrontar problemas y construir una buena red de apoyo social, no hay que excederse ni en la cantidad de actividades a realizar ni en lo que se espera de ellas. Los niños con un exceso de actividades extraescolares muestran cansancio, estrés y se sienten presionados. Tienen la necesidad de cumplir con todo y con todos y se dan cuenta de que no pueden. Esto puede repercutir de forma negativa en su salud mental. Es recomendable:
  • No llenar la semana de actividades. Planificar un horario con el niño y destinar un tiempo suficiente a las tareas escolares, extraescolares y a su descanso. El horario debe ser realista.
  • Planificar actividades gratificantes para el niño. Por ejemplo, si al niño le cuestan las matemáticas se pueden destinar algunas horas a la semana a repasar esta materia, pero también a realizar otras actividades que al niño le resulten más agradables: fútbol, música…
  • Las actividades deben gustar al niño, no sólo a los padres. Algunos padres quieren que el niño estudie o practique una actividad que ellos no pudieron realizar en su infancia. Hay que escuchar lo que quiere el niño.
  • No hay que ser excesivamente exigentes con el niño. Hay que animarlo a que lo haga lo mejor que pueda, y reforzarlo por los pequeños avances, pero no exigir resultados.
Una última nota…

Como se ha comentado a lo largo del texto, en la educación del niño y del adolescente participan tanto los padres como los profesores y otras personas próximas al niño. Es importante que:
  • Haya comunicación entre todas las personas que se encargan de la educación del niño y se informen mutuamente de los problemas que tenga.
  • Se haga un frente común para solucionar estos problemas; esto implica que debe haber unidad de criterios y que todos deben trabajar en la misma dirección.

Vídeo: https://www.youtube.com/watch?v=_2xGW5TM5Rs



Fuente: Por mi colega Noemí Gullamón. Clínica de la Ansiedad. Especialistas en el tratamiento de la ansiedad. Madrid y Barcelona

jueves, 1 de febrero de 2018

Codependencia: Características

¿Qué es codependencia?. Es un estado emocional, psicológico y conductual que se desarrolla como resultado de que un individuo haya estado expuesto prolongadamente a y haya practicado, una series de reglas opresivas, reglas que previenen la abierta expresión de sentimientos al igual que la discusión de problemas personales e interpersonales.
Originalmente se usó para describir a las personas cuyas vidas se veían afectadas como resultado de su relación cercana con alguien que tiene una dependencia química.
La codependencia es una condición psicológica en la cual alguien manifiesta una excesiva, y a menudo inapropiada, preocupación por las dificultades de alguien más.

Características de la persona codependiente:

El codependiente suele olvidarse de sí mismo para centrarse en los problemas del otro (su pareja, un familiar, un amigo, etc), es por eso que es muy común que se relacione con gente "problemática", justamente para poder rescatarla y crear de este modo un lazo que los una. Así es como el codependiente, al preocuparse por el otro, olvida sus propias necesidades y cuando la otra persona no responde como el codependiente espera, éste se frustra, se deprime e intenta controlarlo aún más. Con su constante ayuda, el codependiente busca generar, en el otro, la necesidad de su presencia y al sentirse necesitado cree que de este modo nunca lo van a abandonar.

Es muy común que en una relación, el codependiente no pueda poner límites y sencillamente todo lo perdone, a pesar de que la otra persona llegue a herirlo de manera deliberada, esto es simplemente porque el codependiente confunde la "obsesión" y "adicción" que siente por el otro con un inmenso amor que todo lo puede. Por ende, el codependiente es incapaz de alejarse por sí mismo de una relación enfermiza, por más insana que ésta sea, y es muy común que lleguen a pensar que más allá de esa persona se acaba el mundo, hasta que reconocen su condición psicológica y el codependiente decide hacer algo para cambiar la manera en que vive y así, terminar con la codependencia o no volver a generar su codependencia en otras personas o en futuras relaciones.

Algunos síntomas de la codependencia son: conducta controladora, desconfianza, perfeccionismo, evitar hablar de los sentimientos, problemas de intimidad, comportamiento protector, hipervigilancia o malestar físico debido a estrés  A menudo la codependencia va acompañada por depresión, ya que el codependiente sucumbe ante sentimientos de frustración o tristeza extrema por su incapacidad de realizar cambios en la vida de la otra persona (o personas) y puede llegar también a producir ataques de pánico en quienes lo padecen.

Los codependientes tienden a:

1). Baja Auto estima
  • Buscar desesperadamente amor y aprobación.
  • Culparse y criticarse por todo, aún por su manera de pensar, de sentir, de verse, de actuar y de comportarse.
  • Rechazar cumplidos o halagos y deprimirse por la falta de ellos (privación de caricias).
  • Sentirse diferentes del resto del mundo.
  • Temer al rechazo.
  • Victimizarse.
  • Les cuesta trabajo tomar decisiones.
  • Esperar la perfección de sí mismos y se culpabilizan y avergüenzan de ser lo que son.
  • Consideran que sus vidas no valen la pena por eso tratan de ayudar a otros a vivir su vida y obtienen sentimientos artificiales de autoestima ayudando a los demás.
  • Desean que otros los estimen y los amen.
  • Se conforman con sentir que los necesitan.
  • Provenir de familias atribuladas, represoras o disfuncionales.
  • Sentirse diferentes que el resto del mundo.
2). Represión
  • Empujan sus pensamientos y sentimientos fuera de su conciencia a causa del miedo y la culpa.
  • Se atemorizan de ser como son.
  • Parecen rígidos y controlados.
3). Obsesión
  • Sentirse muy ansiosos por los problemas y por la gente.
  • Pensar y hablar mucho acerca de otras personas.
  • Vigilar a la gente.
  • Tratar de sorprender a la gente en malas acciones.
  • Sentirse incapaz de dejar de hablar, de pensar y de preocuparse acerca de otras personas o de problemas.
  • Abandonar su rutina por estar tan afectados por alguien o por algo.
  • Enfocar toda su energía en otras personas y problemas.
4). Control
  • Han vivido en situaciones y con personas que estaban fuera de control causando a los codependientes penas y desengaños.
  • Tienen miedo de permitir que los demás sean como son y no dejan que las cosas sucedan de manera natural.
  • No pueden manejar el miedo que experimentan frente a la pérdida de control. Piensan que ellos saben cómo deben ser las cosas y cómo debe comportarse la gente.
  • Tratan de controlar los sucesos y a la gente por medio de su desamparo, de sentimientos de culpa, de coerción, amenazas, manipulación, dominio o de dar consejos.
  • Aunque eventualmente fracasan en sus intentos, intentan provocar la ira de los demás, sienten frustración y enojo; se sienten controlados por los eventos y por las personas.
5). Negación
  • Ignorar o minimizar los problemas.
  • Fantasear sobre cómo las cosas mejorará mágicamente.
  • Confundirse, deprimirse o enfermarse. Acudir con doctores o tomar tranquilizantes.
  • Volverse fanáticos del trabajo.
  • Gastar dinero en forma compulsiva, comer en exceso.
  • Negar lo que sucede, ver como los problemas empeora.
  •  Creer en mentiras y mentirse a sí mismos.
  • Sentir que se están volviendo locos, creer en mentiras, mentirse así mismo.
6). Dependencia
  • No se sienten felices, contentos ni en paz consigo mismos.
  •  Buscan la felicidad fuera de sí mismos.
  • Se pegan a cualquier cosa o persona que ellos piensen que les pueda brindar felicidad y se sienten amenazados por la pérdida de aquellos.
  • A menudo buscan amor de gente que es incapaz de amar.
  • Creen que los demás nunca están cuando ellos los necesitan.
  • Relacionan el amor con el dolor.
  • Más que amar a las personas, las necesitan
  • No se toman el tiempo para juzgar si otras personas les convienen.
  • Tampoco investigan si ellos aman a otras personas o si estas les caen bien.
  • Centran sus vidas alrededor de otras personas.
  • Concentran todos sus sentimientos de bienestar de sus relaciones en los demás. Pierden interes en sus propias vidas cuando aman.
  • Dudan en su capacidad de cuidarse a sí mismos.
  • Toleran el abuso para sentir que la gente aún los ama.
  • Se sienten atrapados en las relaciones.
  • No sintieron amor ni aprobación por parte de sus padres.
  • No se aman así mismo.
  • Se preguntan si alguna vez encontraran el amor.
7).  Comunicación Débil
  • No dicen lo que sienten, no sienten lo que dicen, no saben lo que sienten
  • Piden lo que desean y necesitan de manera indirecta, suspirando por ejemplo
  • No están seguros de saber cuál es el camino correcto
  • Hablan demasiado a fin de no comunicar lo importante
  • Evitan hablar sobre sí mismos, de sus problemas, sentimientos y pensamiento
  • Dicen que tienen la culpa de todo o bien, dicen no tener culpa de nada
  • Creen que sus opiniones no importan
  • Mienten para protegerse a sí mismos
  • Se les dificulta expresar sus emociones de manera honesta, abierta y apropiada
  • Creen que la mayor parte de lo que tienen que decir es irrelevante
  • Comienzan a hablar con cinismo, de manera auto-degradante u hostil.
8). Limites Débiles
  • Dicen no tolerar ciertas conductas en los demás y poco a poco incrementan su tolerancia hasta que permiten y hacen cosas que habían dicho que jamás harían Permiten que otros los lastimen y se preguntan por qué se sienten lastimados.
  • Se quejan, culpan y tratan de controlar al tiempo que siguen actuando igual.
  • Amenazan, sobornan, culpan, aconsejan, ejercen coerción.
  • No saben ni dicen lo que sienten ni siente lo que dicen.
  • Finalmente se enojan y se vuelven completamente intolerantes.
9). Falta de confianza
  • No tienen confianza en sí mismos, no confían en sus sentimientos.
  • No confían en sus decisiones, no confían en los demás.
  • Tratan de confiar en gente poco digna de confianza.
  • Piensan que Dios los ha abandonado, pierden la fe y la confianza en Dios.
10). Ira
  • Se sienten asustados, heridos y enojados y reprimen estos sentimientos.
  • Viven con gente atemorizada, herida y llena de ira.
  • Tienen miedo de su propia ira y de la ira de otras personas.
  • Piensan que otras personas los hacen sentirse enojados.
  • Se sienten controlados por el enojo de otras personas.
  • Lloran mucho, se deprimen, comen en exceso, se enferman, hacen cosas malvadas y sucias para vengarse, actúan de manera hostil o tienen estallidos violentos.
  • Sienten cantidades crecientes de ira, resentimiento y amargura.
  • Se sienten más seguros con su ira que con sus sentimientos heridos.
  • Se avergüenzan por sentirse enojados.
11). Problemas sexuales
  • Tienen relaciones sexuales cuando preferirían que los abrazaran, los protegieran y los hicieran sentirse amados.
  • No disfrutan del sexo porque están muy enojados con la pareja, tienen miedo de perder el control, tiene miedo de pedir lo que necesitan en la cama.
  • Se alejan emocionalmente de la pareja.
  • Reducen el sexo a un acto técnico.
  • Pierden interés por el sexo o sienten repugnancia a la intimidad.
  • Inventan razones para abstenerse de él.
  • Fantasean o tienen un romance extramarital.
  • Tienen fuertes fantasías sexuales con otras personas.
  • Consideran o tiene un affaiere extra conyugal.
12). La codependencia es progresiva En las etapas tardías de la codependencia, los codependientes pueden:
  • Sentirse aletargados.
  • Deprimirse, retirarse y aislarse.
  • Experimentar una pérdida total de la rutina diaria y de la estructura.
  • Abusan de sus hijos o son negligentes con ellos y con otras responsabilidades están desesperanzados.
  • Planean escapar de una relación que sienten como una trampa para ellos.
  • Piensan en el suicidio.
  • Son violentos.
  • Sufren enfermedades emocionales, mentales o físicas de gravedad.
  • Experimentan trastornos en la alimentación (comer en exceso o demasiado poco).
  • Se vuelven adictos al alcohol y otras drogas.
Los codependientes suele ser extremadamente responsables o irresponsables, volverse mártires  sacrificando su felicidad por causas que no lo requieran, se le es difícil cercarse a la gente, como divertirse y ser espontáneos suelen responder pasivamente o agresivamente, son vacilantes en sus decisiones y emociones, cuando sienten algo lo reprimen o exageran, son fieles a sus compulsiones aunque les hiera, se avergüenzan de sus problemas familiares, personales o de sus relaciones, se sienten confundidos por la naturaleza del problema, etc..

En síntesis, la codependencia es una dependencia de los demás: de sus estados de ánimo, de su conducta, de su enfermedad o bienestar y de su amor. Es una dependencia paradójica, parece que los demás dependen de los codependientes pero en realidad ellos son los dependientes. Parecen fuertes pero se sienten desamparados. Parecen controladores pero en realidad ellos son los controlados por ellos mismos.

"Cada persona es responsable de sí misma"


lunes, 29 de enero de 2018

Ludopatía: Adicción al Juego

El juego patológico es un trastorno del control de los impulsos cuya característica esencial es un comportamiento de juego, desadaptativo y persistente, que altera la continuidad de la vida personal, familiar o profesional. Consiste en un trastorno en el que la persona se ve obligada, por una urgencia psicológicamente incontrolable, a jugar y apostar, de forma persistente y progresiva.
“el ludópata es como un drogodependiente que necesita el juego y hace lo que sea por jugar, es decir, convierte el juego en una primera necesidad urgente”.

El ludópata presenta los mismos rasgos que un adicto:
  • Repetición de una conducta o acción que resulta placentera y aumento de su frecuencia para obtener los efectos deseados. Diferentes sustancias químicas, como la dopamina y las endorfinas, actúan como estimulantes y refuerzan las conductas patológicas.
  • Pérdida de control de la persona derivada del fallo de los mecanismos cerebrales de inhibición de la conducta .
  • Aparición del síndrome de abstinencia si se interrumpe el hábito.
Síntomas

La ludopatía se manifiesta a través de las consecuencias que derivan del juego patológico. Según Saiz, se hace visible a raíz de los cambios que el juego produce en los hábitos y conducta de los jugadores, que comienzan un período de autodestrucción. Los signos que pueden indicar un caso de ludopatía son:
  • Abandono de la vida laboral y social: Según explica Saiz, el juego empieza a ocupar un lugar preponderante en la vida de los individuos, que comienzan a despreocuparse de su vida laboral y de sus relaciones sociales. La pasividad repentina y la conducta excesivamente reservada, asociadas a factores como que la persona acuda de forma frecuente al casino o que esté constantemente apostando en internet, pueden indicar un caso de juego patológico.
  • Problemas económicos: Gastos imprevistos, préstamos, falta de dinero, etcétera. Todo esto hace que el individuo pueda recurrir a la mentira para eludir responsabilidades y ocultar las consecuencias derivadas de su ludopatía.
  • Trastornos de ansiedad y depresión: El ludópata tiene necesidad de seguir apostando, a pesar del daño que le hace. Su mente está preocupada por las apuestas, en obtener fórmulas para ganar y en conseguir dinero para apostar. Todo esto, unido al hecho de que en muchas ocasiones el ludópata no tiene acceso al juego, puede provocar trastornos de ansiedad. Por otro lado, el conjunto de problemas económicos, mentiras acumuladas, deterioro de las relaciones sociales y familiares y el resto de situaciones conflictivas que conlleva el juego patológico pueden conducir a una depresión.
  • Cambios en la personalidad: Los problemas derivados de la ludopatía y la necesidad constante de jugar pueden producir cambios en la conducta, como irritabilidad, falta de comunicación o, incluso, agresividad.
El juego está fuera de control si:
  • Está afectando a sus relaciones, sus finanzas o su vida laboral
  • Usted está dedicando cada vez más tiempo y energía a actividades de juegos de azar
  • Usted ha intentado, sin éxito, para detener o reducir en su juego
  • Intenta ocultar su juego de los profesionales de familiares o de salud
  • Usted recurre al robo o fraude para conseguir dinero del juego
  • Usted le pide a otros a que saquen de los problemas financieros porque has apostó dinero.
Factores de riesgo

El juego compulsivo afecta a hombres y mujeres y a través de líneas culturales y socio-económicos. Aunque la mayoría de las personas que juegan a las cartas o apuesta nunca desarrollan problemas con el juego, algunos factores se asocian más a menudo con los jugadores compulsivos. Las personas que parecen apostar compulsivamente a menudo tienen problemas de abuso de sustancias, el estado de ánimo y los trastornos de la personalidad, así como el déficit de atención con hiperactividad (TDAH). Muchos jugadores compulsivos abusan del alcohol, y muchos jugadores compulsivos experimentan depresión mayor.

Problemas psicológicos y sociales

Las personas que estén pasando por momentos de inestabilidad psicológica o que tenga problemas personales y sociales representan un grupo de riesgo importante a la hora de desarrollar ludopatía. El juego puede servir de escape para huir de la realidad y acabar convirtiéndose en un hábito patológico necesario.

La influencia de la familia: Si sus padres tuvieron un problema con el juego, hay mayor probabilidad de que usted también lo hará.

Perfil de ludopatía en hombres y mujeres

En el caso de las mujeres, la edad media es de 46-55 años. En cambio, en los  hombres es de 31-45 años. La mayoría de ellos son solteros, a diferencia que las mujeres, que en su mayoría con casadas.

También difieren variables psicopatológicas: en la mayoría de mujeres también está presente la depresión; en el caso de los hombres, el abuso de drogas/alcohol.

Si los hombres encuentran en esta adicción una forma de liberar tensiones con un hábito que implica cierto riesgo, las mujeres lo ven más como una evasión a los problemas cotidianos. Pero en ambos casos, el perfil es el de una persona cercana a un estado depresivo, con ansiedad, tristeza y envuelta en una situación familiar problemática.

Actualmente estamos viendo un cambio brusco de tendencia, con la entrada del juego online, lo que ha traído consigo un perfil diferente de jugador, más joven e internauta, con estudios universitarios, con más recursos, y con una evolución mucho más corta en su desarrollo del trastorno.

Ciertas características de la personalidad

El jugador patológico como dependiente emocional del juego, con pérdida de control y su correspondiente afectación negativa en su vida cotidiana. Esta dependencia puede estar generada por la falsa expectativa de ganar para recuperar lo perdido; distorsión cognitiva o pensamiento erróneo que mantiene la espiral del juego. Las mentiras y el ocultamiento del juego es otra gran característica observable en este trastorno. Al ser altamente competitivo, un adicto al trabajo, inquieto o aburrido fácilmente podrían aumentar su riesgo.

Complicaciones

El juego compulsivo puede tener consecuencias profundas y duraderas para su vida, incluyendo:
  • Problemas de pareja
  • Problemas financieros, incluyendo la quiebra
  • Problemas legales o encarcelamiento
  • Pérdida del empleo o el estigma profesional
  • Desarrollo de los problemas asociados, como el alcohol o abuso de drogas
  • Suicidio
Mirada desde el psicoanálisis

El ludópata no juega para ganar sino para perder. El juego no termina para él hasta que ha perdido. La pérdida nos constituye como sujetos psíquicos y toda pérdida implica siempre una ganancia ¿Qué? Ese amor mitificado al que todo el mundo recurre cuando la realidad se desvanece, con el juego busca calmar la angustia que le provoca todo aquello cuanto le rodea.

Como decía Freud: Lo que verdaderamente le importa al jugador es jugar, ubicando una “adicción original” en el onanismo y dice que las otras que se presentan como “tentación irrefrenable”  revelan a si mismo su origen en la masturbación. (Análisis de Dostoivski) el jugador empedernido termina arruinado. Freud analiza allí, tanto como el sentimiento de culpa del sujeto como la satisfacción de la necesidad del castigo

“El jugador adicto al juego de azar busca desesperadamente ‘recuperar’ un goce, repite su necesidad de gozar”.
Tratamiento

La terapia farmacológica es de gran utilidad, ya que los medicamentos ayudan a frenar los impulsos y a manejar los sistemas de regulación de la conducta. Se pueden administrar fármacos inhibidores selectivos de la recaptación de la serotonina, empleados también en el tratamiento de la depresión. También se utiliza la naltrexona, un fármaco que frena la impulsividad.

Es necesario que los fármacos se acompañen de psicoterapia individual, cuyo objetivo es reforzar las conductas positivas y suprimir las negativas.

El tratamiento de la ludopatía puede ser un reto. Eso es en parte porque la mayoría de la gente tiene dificultades para admitir que tienen un problema. Sin embargo, un componente importante del tratamiento que se trabaja es en el reconocimiento de que 'es' un jugador compulsivo. Si su familia o su jefe, amigo le presiona para ir a terapia, usted puede resistirse al tratamiento. Pero el tratamiento de un problema de juego puede ayudarle a recuperar una sensación de control y tal vez incluso ayudar a sanar las relaciones dañadas o las finanzas. Ya que a partir de reconocer la situación y querer cambiarla, existen diferentes tipos de terapia donde la implicación familiar y del entorno desempeñan un papel crucial. 

Una de las claves para tratar la ludopatía es establecer un control externo. Además, muchas veces el juego sustituye carencias, por lo que hay que intentar reforzar ciertos factores, como las habilidades sociales o la autoestima, para darle al individuo ese pilar que le falta y que, de alguna manera, encuentra en el juego.

El tratamiento para la ludopatía compulsiva implica tres enfoques principales:
  1. Psicoterapia: tratamientos psicológicos, como la terapia conductual o terapia cognitivo-conductual, pueden ser beneficiosos para la ludopatía compulsiva. La terapia de comportamiento utiliza la exposición sistemática de la conducta que desea que desaprender La terapia cognitiva conductual se centra en la identificación de las creencias malsanas, irracionales y negativos y reemplazarlos con los positivos, saludables.
  2. Medicamentos: Los antidepresivos y estabilizadores del estado de ánimo pueden ayudar a los problemas que a menudo acompañan a la ludopatía – como la depresión, el trastorno obsesivo compulsivo o ADHD – pero no necesariamente en sí el juego compulsivo. Los medicamentos llamados antagonistas de los narcóticos, que se han mostrado útiles en el tratamiento de abuso de sustancias, pueden ayudar a tratar la ludopatía.
  3. Grupos de autoayuda: Algunas personas encuentran los grupos de autoayuda, como Jugadores Anónimos, una parte útil del tratamiento.
Incluso con tratamiento, es posible volver a los juegos de azar, especialmente si usted pasa tiempo con la gente que juega o en entornos de juego. Si usted siente que usted comenzará a jugar de nuevo, póngase en contacto con su proveedor de atención médica o patrocinar de inmediato para evitar una recaída total.

En terapia: Se utilizan diferentes técnicas como la desensibilización automática y la relajación que se dirigen a controlar la ansiedad generada por la abstinencia de jugar. Técnicas de terapia cognitiva como el registro de pensamientos automáticos repetitivos o distorsionados, la toma de conciencia del problema, o la solución de problemas. Y se considera muy efectiva la terapia de grupo, ya que ayuda el compartir dificultades, favorecer la comunicación y encontrar estrategias de solución de problemas.

En psicoanálisis: la ludopatía requiere una escucha de los procesos inconscientes, que permita leer a quién y para qué entrega el sujeto toda su vida.

Nota: Siendo el juego una conducta social normalizada, en el jugador patológico o ludópata aumenta tanto en frecuencia de episodios, implicada en juegos del azar, destruyendo su vida familiar y laboral.

DSM

Por otro lado, con respecto al DSM (Manual diagnóstico y estadístico de los Trastornos Mentales), éste aparece por primera vez en el DSM-III, situándolo en la categoría Trastorno del control de los impulsos no clasificado en otros apartados. Posteriormente con la publicación del DSM-IV pasa a ser clasificado como Trastorno del control de los impulsos. Actualmente, el DSM-5 lo clasifica como una conducta adictiva en el apartado Trastorno adictivo no relacionado con sustancias.

¿Cómo afrontar una adicción de juego patológico?
  • Si existen indicios razonables de juego patológico, en caso de sospecha, acudir a profesionales especializados en adicciones.
  • Es difícil que un ludópata pueda dejar de jugar sin recibir ayuda, por mucha fuerza de voluntad que tenga o declare tener.
  • Muy pocas veces la ludopatía tiene una sola causa o circunstancia que la genere, por lo que requiere de la intervención de especialistas.
  • Es frecuente que el ludópata tenga ciertas características de personalidad inmadura, miedos, sentimientos de inferioridad y falta de responsabilidad.
  • La familia debe entender que se trata de una enfermedad y asumir la responsabilidad de acompañar y ayudar al paciente en el proceso de tratamiento.
  • Es importante tener en cuenta que ninguna persona se vuelve jugador patológico o compulsivo desde un inicio, y que es un hecho que nadie comienza a jugar con la intención de convertirse en un adicto.
De volverse un jugador patológico, al igual que la adicción a las drogas, la ludopatía se genera de una manera progresiva.

“Las personas ludópatas manifiestan efectivamente un sufrimiento profundo”

Prevención

Una de las claves para prevenir la ludopatía es encontrar el límite entre el juego sano como actividad de ocio y el juego patológico o perjudicial, para ello son necesarias la información y la comunicación. Encontrar alternativas de ocio y mantener una vida ocupada también pueden ser una forma de prevención. Pero si usted tiene factores de riesgo de la ludopatía, evite los juegos de azar en cualquier forma, la gente que juega y los lugares donde se produce el juego pueden ayudar. Recibir tratamiento al primer síntoma de un problema puede ayudar a prevenir un problema de juego empeore. Más vale prevenir que lamentar, con responsabilidad.

El curso de la ludopatía tiende a cronificarse, por lo que es difícil que remita, es decir, que la persona deje de jugar, si no es con intervención psicológica. Al igual que en otros trastornos de adicción sin sustancia (comida, internet, trabajo), la persona tiene la falsa creencia de controlar su problema, y poder dejarlo sin necesidad de ayuda.

Además en general los estudios sugieren que las personas que buscan ayuda tienen una mayor variedad e intensidad de problemas psicológicos que aquellos que no buscan ayuda.

EL JUEGO SE HA CONVERTIDO EN UNA PATOLOGÍA CADA VEZ MÁS FRECUENTE ENTRE LA POBLACIÓN MUNDIAL






Fuentes: