martes, 20 de diciembre de 2016

El Miedo al Abandono, un Obstáculo en las Relaciones

Amar implica el riesgo de perder al otro, pero hay personas que temen tanto al abandono que envenenan sus relaciones. Ciertas personas viven sus relaciones afectivas bajo la sombra del miedo al abandono.

Estas personas ya no se centran en lo que desean, sino en lo que demandan. Piden pruebas de lo que se siente por ellas porque tienen la certeza de que no van a recibir del otro lo suficiente ya que no son merecedoras de amor. Tienen miedo a amar y a correr los riesgos que el amor trae consigo, lo que imposibilita una relación gratificante que se alargue en el tiempo.

Para amar hay que soportar el riesgo de perder. Dejar atrás la omnipotencia de seguir creyendo que el otro estará ahí siempre, de que tiene que cubrir todos nuestros deseos. También se puede tener miedo a no estar a la altura del otro y a que deje de querernos. Podemos, asimismo, idealizarlo y no soportar la dependencia excesiva que tenemos de él.

Dichos vínculos se mantienen dentro de este influjo, y la persona llega a soportar “cualquier cosa” para no ser abandonada. El abandono es un temor que impide a una persona establecer relaciones en especial de pareja, en confianza, respeto, adecuada comunicación y amor, el individuo con este miedo adquiere diversos comportamientos inconscientes. Veamos dos, los cuales considero, causan mayor daño emocional: uno es alejarse de las personas que la pueden llegar a amar y el otro es atraer justo a las que no la van a amar. Por lo general, dichas personas desarrollan correspondientemente, la actitud de indiferencia o victimismo. La primera es una actitud que se caracteriza por la evasión y la segunda por el sufrimiento, ambos esconden el miedo al abandono.

Empecemos por la persona que presenta la actitud de víctima: se trata de alguien que atrae como pareja a quien la va hacer sufrir; se encuentra con sujetos discapacitados para intimar, inmaduros, promiscuos, casados o simplemente que discrepan del compromiso y hacer pareja; por lo tanto, frecuentemente el individuo con esta actitud queda con el nido vacío o atrapado en una unión con conflicto permanente. Se cumple justo lo que teme: el abandono. Situación que suele agravarse cuando la víctima se obsesiona con él y le hostiga, persigue o acosa, buscando de manera enfermiza que regrese (que no la abandone). Ahora, la otra actitud, la de indiferencia, se caracteriza por la huida; la persona corre cuando siente que puede llegar a enamorarse, buscando barreras físicas o emocionales infranqueables para terminar su relación; de acuerdo a la pareja. El individuo puede inventarse un viaje, ser infiel o cambiar a una conducta que desilusione. Simplemente genera motivos para desenamorar o desenamorarse. Como se puede observar, las dos actitudes son opuestas y complementarias; es decir, se atraen y tienen grandes posibilidades de establecer una relación, unidos por un factor común: miedo al abandono.

Las personas que ostentan el miedo al abandono son personas que provienen de una herencia emocional, también de abandono. Es posible que algún o algunos de sus antepasados hayan vivido episodios de abandono en contexto de vida o muerte, o el hecho de haberse sentido soló. En los mencionados casos, el miedo se impregna en cada célula del cuerpo del antepasado y luego es transmitida a través de sus genes, a la espera de que un descendiente sane la información. Dicha experiencia es la que promueve la repetición de los sucesos en el clan familiar, para que alguien los trascienda y libere.

Cegados por ese temor, actúan de forma lineal: Generan vínculos en los que se ponen al servicio del otro, hacen todo lo que el otro quiere y lo convierten en un amo al que asisten. El vínculo se caracteriza en poner todo el esfuerzo en no ser abandonados. Incluso hay quienes se quedan al lado de alguien que los maltrata, emocional o físicamente, pero les dan la garantía de que siempre van a estar ahí. En muchos casos se termina generando una dependencia emocional. Se trata de personas que vivieron abandonos primarios  y para eso basta con que sus padres no hayan comprendido sus necesidades afectivas y  cuando crecen, construyen vínculos en los que vuelve a estar presente la amenaza de abandono. El paso que sigue frente al profundo sentimiento de indefensión y el pánico a que lo dejen, son las situaciones explosiva , a veces con desenlaces violentos.

Sin embargo, los miedos suelen tener otras máscaras: Para la psiquis es más doloroso ser abandonado que abandonar, entonces también están los que empiezan a boicotear las relaciones con excusas. Sucede que ese miedo inconsciente es tan grande que, aunque encuentre a una persona fantástica, en el momento en que el vínculo crece y demanda mayor intimidad, se desconecta, se anestesia y cierra el corazón. Todo eso por temor a lo que pueda pasar después. Es doloroso sí, pero menos que ser abandonado.

Entrega sí, pero sólo del cuerpo: Estas personas pueden mantener relaciones con cierto nivel lúdico, desde el lugar del placer, de la sexualidad. Pero, muchas veces, cuando empiezan a sentir un pedido de afecto, lo viven como una invasión. Para ellos, uno de los momentos trágicos de la relación es cuando el otro le pregunta ¿en qué estás pensando? La sensación es que el otro se le puede meter dentro de la cabeza. Y en este micromundo blindado a la posibilidad de entregarse y luego sufrir, todo lo que no sea cuerpo resulta impenetrable.

El miedo a que nos abandonen puede estar motivado por evitar la angustia de compartir una intimidad afectiva que se vive muy intensamente, con el sentimiento de perder los límites con el otro. También puede obedecer a una desvalorización profunda donde se supone que la pareja, cuando conozca nuestras carencias, va a dejar de estimarnos. Otro factor que influye es sufrir una intolerancia alta a la frustración cuando el otro no responde siempre a todo lo que se le pide. La clave de la crisis de pareja es que ahora las parejas no se piensan “para toda la vida”.

El mundo emocional en el ámbito de la pareja es muy complejo, y si este está basado sobre todo en el miedo al abandono, la problemática es aún mayor. Pero hemos de tener claro que la base de esta sensación radica en la duda sobre la propia valía.  En el auto-concepto y la autoestima de uno mismo/a.

Es difícil que un amor dure mucho en condiciones saludables si no se tiene confianza en lo que el otro siente por nosotros, o si, de manera inconsciente, no nos sentimos con derecho a ser amados. Renunciar al fantasma del amor idealizado, ese que lo colma todo y tiene que resolver nuestros conflictos. No es el miedo al abandono lo que sabotea nuestras relaciones, es cómo lo manejamos.

Transformar el miedo al abandono en auto-dependencia emocional involucra una aceptación radical de que no eres una extensión de  tu pareja, eres un ser individual capaz de tomar responsabilidad de tus propias necesidades emocionales.


Puedes lograr ser segura(o) de ti misma y aumentar tu amor propio.

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lunes, 5 de diciembre de 2016

Mi Hijo me Pega: Violencia Filio-Parental

Una preocupación frecuente de los padres y que muchas veces llevan a la consulta, se refiere a si es normal que los niños peguen a otros niños o a los adultos que conviven con ellos. Para responder ésta pregunta primero hay que tener en cuenta algunos factores como la edad del niño y el contexto en el que éste comportamiento ocurre.
Algunos padres viven la pesadilla del maltrato físico y psicológico de sus hijos, aunque no muchos se atreven a contarlo. Se suele hablar mucho del maltrato de padres hacia los hijos, pero en menos ocasiones, se trata el tema cuando ocurre a la inversa, cuando son los hijos quienes agreden física o verbalmente a los padres. Esto ha hecho que nosotros psicólogos clínicos y sociólogos concentremos miradas en un fenómeno que no es nuevo, pero ha aumentado su recurrencia en las últimas décadas: la violencia filio-parental. Es la forma más oculta, incomprendida y estigmatizada de violencia familiar. Miles de padres viven con temor pero aún es un tema tabú. Se trata de una forma de violencia intrafamiliar en la que los hijos abusan verbal, emocional, económica y físicamente de sus padres o cuidadores para tener el control. 

En el abordaje familiar de este tipo de patologías, asociadas a problemas de hiperactividad o impulsividad y que desembocan, si no se interviene a tiempo, en trastornos de conducta desafiante y, lo que es peor, en la agresión a padres, hermanos, compañeros o profesores. Se trata de patologías que muchas veces quedan sin diagnóstico y cuyas consecuencias van más allá del ámbito doméstico: el fracaso escolar, rechazo social, la comisión de delitos y la falta de perspectivas laborales.

¡Mi hijo pega mucho! ¿Qué hago?

Entre el año y los dos o hasta los 4 años máximo, puede aparecer el gesto de pegar o el hábito de morder a sus padres, hermanos y/o compañeritos del jardín maternal como una necesidad del niño de comunicar sus sentimientos y de no encontrar otra manera para hacerlo. Puede que tu hijo pegue porque no sabe expresar con palabras su frustración o puede que tenga un problema de agresividad. Es necesario enseñarle a actuar de otra manera.

Un niño enfadado es un niño que bajo esa apariencia de dureza está bastante asustado y triste. Por muy pequeño que sea el problema, siente que algo de vital importancia para él está siendo amenazado, y que no tiene otra posibilidad más que la lucha. También se siente solo. Hasta donde él puede ver, nadie le entiende, nadie viene a su rescate, y todo el mundo intenta hacerle daño. Los niños se inclinan con naturalidad hacia el cariño y la compañía.

En caso de agresión hacia la madre hay una regla básica y no negociable "No se pega a mamá".

Un niño no pega porque sí. El pegar suele responder al enfado, pero debajo del enfado hay otras cosas: resentimiento, frustración, miedo, tristeza…

Después de que pegue a alguien, y cuando tu hijo se haya calmado, ayúdale a identificar lo que ha pasado. No lo juzgues, solo escucha lo que tenga que decir. Intenta no perder la calma ni los nervios cuando pegue, dile que estás ahí para ayudarla a encontrar otra manera distinta de mostrar su tristeza/rabia/miedo/frustración…Siempre y cuando tú/tu marido no recurran a pegar cuando su  hijo(a) les saque de quicio, de lo contrario, el mensaje sería cero coherente.

No hay maldad en la rabieta. No lo tomemos como algo personal. El niño ni siquiera tiene intención de hacer daño cuando pega. La rabieta es su forma de expresar el enfado y la frustración. Hay que diferenciar el comportamiento (pegar) que no es aceptable bajo ningún concepto, y el sentimiento que ha provocado que tu hijo pegue (que es totalmente válido sea el que sea, y es incuestionable). “Entiendo que te hayas sentido triste/avergonzada/frustrada/dejada de lado. Probablemente a mí me habría pasado lo mismo, pero la manera de expresarlo no es pegando. Te voy a ayudar a encontrar una manera sana para ti y para los demás”. Que tu hijo decida qué le sirve a ella para expresar su enfado.

"Enfócate en enseñarle a gestionar su enojo y no en resaltar sus errores"

La falta de comunicación y de atención de alguno de los padres al hijo durante su niñez, y la ausencia de uno de los progenitores, bien por una separación matrimonial o por el fallecimiento de este, son desencadenantes que hacen sentir al menor falta de cariño y provoca esta conducta violenta. En muchas situaciones, la exposición a la violencia en la vida diaria de la familia hace que los adolescentes repitan esta acción. Los niños que pegan, son niños que no se sienten amados.

"La agresión es un elemento más de disfuncionalidad o hay problema de salud mental, drogadicción o violencia entre sus miembros"

El principal problema es la falta de normas y límites en la educación. Son niños que reciben una educación demasiado permisiva en la que mantienen una jerarquía de igual a igual con sus padres. Son niños tiranos y mandones, con una baja tolerancia a la frustración, no aceptan un no por respuesta, son impulsivos y manifiestan poco apego hacia los demás. Al margen de aquellos casos en que la razón es biológica y está asociada a algún trastorno, las estadísticas muestran que estos niños no tienen unos padres muy autoritarios, tampoco provienen de familias separadas o de aquellas con un nivel socioeconómico bajo. Asimismo, parte del problema suele ser que la familia no tiene claro el concepto de autoridad y su sistema educativo es permisivo. Son más amigos que padres y crean adolescentes caprichosos que no toleran la frustración.

¿Quién es el culpable? No lo son hijos ni padres, hay un conflicto. Son dos imanes mal colocados que se repelen pero si se colocan bien se atraerán. Es una patología del amor.

Esta problemática tiene solución. Siguiendo unas pautas educativas, las familias pueden llegar a una convivencia razonable. El tratamiento de la conducta agresiva en un niño, en los casos que sea persistente su conducta debe estar sometido a un profesional especializado en salud mental.

Qué hacer si el niño agrede e insulta a los padres

Los estudios revelan que los niños que desarrollan conductas agresivas a temprana edad tienen la tendencia de continuar este comportamiento cuando son mayores, para frenarlo los padres podemos:
  • Establecer normas y límites: dejar el consabido 'pórtate bien' y explicarles qué esperamos de ellos y cómo se han de comportar. No hace falta inundarles de normas, pero sí establecer unas básicas que comprendan y que respeten.
  • No razones cuando está en plena explosión: el momento de la rabieta no es el más adecuado para dialogar. En esos momentos intentaremos que no se hagan daño a ellos mismos, a otros niños o a nosotros y esperaremos a que haya pasado la pataleta para hacerles comprender por qué no está bien lo que hicieron.
  • No reaccionar con violencia: si gritamos, pegamos o insultamos a nuestros hijos, ellos imitarán esas conductas violentas. Asumirán el maltrato como algo normal.
  • Estimular el vínculo: hacerles saber cuánto les queremos, participar de sus aficiones, hablar con ellos, mostrarles afecto, en definitiva, fomentar también la inteligencia emocional en nuestros hijos y el apego es fundamental.
  • Controlar su impulsividad: debemos ser un ejemplo en ese sentido, además hemos de establecer consecuencias para que ellos entiendan cuándo no actuaron bien o incluso podemos enseñarles a seguir instrucciones paso a paso, haciendo juegos o recetas de cocina, para que ellos aprendan a autocontrolarse.
  • Educar en la empatía: enseñarles a ponerse en el lugar del otro es básico para que controlen esa agresividad y persistan en su actitud hiriente hacia los demás.
  • La opción es la de hacerle lo mismo que el niño está haciendo para que vea que está haciendo daño. No aplica. Ej."para que no toque la caja de los hilos, donde hay agujas, le pinchas con una aguja en la mano... así nunca más querrá tocarla"  es igual a "te pego, que es lo mismo que tú haces" y si es capaz de pensar "me duele, no se lo haré a nadie más". El problema es que podría no entenderlo o incluso entenderlo al revés "mis padres me pegan, yo también puedo pegar", o que piense si "mis padres se relacionan conmigo haciéndome daño, yo también podré hacerlo".
En breve, que hacer si tu hijo pega: Actúa de inmediato, responde con consecuencias lógicas, mantén la calma, disciplinarlo con constancia, enséñale alternativas, enséñale a ofrecer disculpas, recompénsalo por su buen comportamiento, limita su tiempo frente a la televisión/tablet/móvil, proporciónale mucha actividad física, no temas buscar ayuda. 

Si la agresividad del niño no coincide con las edades esperables para éste comportamiento ni con los contextos esperables (situaciones de cambio) es conveniente consultar a un profesional que les pueda aclarar la situación y orientar para resolverla.

Modelo de intervención por los padres: Cuando esté determinado el procedimiento que utilizará, poner en práctica el plan.

Identificar el tipo de conducta, cuantas veces el niño aplica la conducta de agresividad, elegir dos objetivos para modificar la conducta: debilitar la conducta agresiva y reforzar respuestas alternativas deseables,  reducir el contacto del niño con los modelos agresivos. Muéstrele a su hijo otras vías para solucionar los conflictos, enseñar al niño a permanecer en calma ante una provocación, recompense a su hijo cuando éste lleve a cabo un juego cooperativo y asertivo. 

"Mantenga una actitud relajada y positiva y notarás los progresos. Al final, todos se sentirán mejor".

Recuerda que tu hijo es todavía muy pequeño. Si procuras ayudarlo con paciencia y creatividad, es probable que pronto lo único que quede de sus tendencias combativas sea el recuerdo.

Nota: En los adolescentes violentos/agresivos las conductas más habituales son las amenazas, el maltrato psicológico, insultos y humillaciones, lesiones leves como arañazos o bofetadas, empujones, golpes y roturas de mobiliario. Cuando no haya control «Llamar a la Policía para denunciar a tu propio hijo es muy duro pero hay que hacerlo si queremos solucionar el problema». Las intervenciones comienzan, según el grado de violencia, con mediaciones para que el joven sepa que lo está haciendo mal. Si persiste en su comportamiento se puede llegar a sanciones que pasan por terapias, privación de libertad y órdenes de alejamiento en última instancia.

Conclusión

Se reclaman protocolos de intervención social para detectar y saber cómo actuar a nivel familiar. Una labor también pendiente en América Latina, donde además en muchos países no se diferencia estadísticamente los casos de violencia filio-parental de otras agresiones familiares. Hay cierto desfase en la atención a este problema, aunque cada vez se tiene más en cuenta. Dicen que "Sí existe, pero la prioridad allí es frenar el maltrato infantil y la violencia de género, las otras dos formas de violencia intrafamiliar"…

No todo termina en el dictamen del Juez en culpabilizar a los padres o como profesionales de la salud mental, al no apreciar signos de patología severa y concluir que son unos padres "inadecuados". Se requiere una re-estructuración al actual sistema educativo, instituciones de AP y servicio social, también al fortalecimiento de los vínculos paterno-filial como a la prevención de malos manejos. Que la sociedad ofrezca más recursos alternativos.


jueves, 1 de diciembre de 2016

Trastorno de Personalidad Antisocial

Es una afección de salud mental por la cual una persona tiene un patrón prolongado de manipulación, explotación o violación de los derechos de otros.

 DSM4-TR

A. Un patrón general de desprecio y violación de los derechos de los demás que se presenta desde la edad de 15 años, como lo indican tres (o más) de los siguientes ítems:

1.- Fracaso para adaptarse a las normas sociales en lo que respecta al comportamiento legal, como  lo indica el perpetrar repetidamente actos que son motivo de detención
2.- Deshonestidad, indicada por mentir repetidamente, utilizar un alias, estafar a otros para  obtener un beneficio personal o por placer
3.- Impulsividad o incapacidad para planificar el futuro
4.- Irritabilidad y agresividad, indicados por peleas físicas repetidas o agresiones
5.- Despreocupación imprudente por su seguridad o la de los demás
6.- Irresponsabilidad persistente, indicada por la incapacidad de mantener un trabajo con constancia o de hacerse cargo de obligaciones económicas
7.- Falta de remordimientos, como lo indica la indiferencia o la justificación del haber dañado, maltratado o robado a otros.

B. El sujeto tiene al menos 18 años.
C. Existen pruebas de un trastorno disocial que comienza antes de la edad de 15 años.
D. El comportamiento antisocial no aparece exclusivamente en el transcurso de una esquizofrenia o un episodio maníaco.

DSM5

A. patrón dominante de inatención y vulneración de los derechos de los demás, que se produce desde los 15 años de edad, y que se manifiesta por tres (o más) de los hechos siguientes:

1. Incumplimiento de las normas  sociales respecto a los comportamientos legales, que se manifiestan por acusaciones repetidas que son motivo de detención.
2. Engaño, que se manifiesta por mentiras repetidas, utilización  de alias o estafas para provecho o placer personal.
3.  Impulsividad o fracaso para platear con antelación.
4.  Irritabilidad y agresividad, que se manifiesta por peleas o agresiones físicas repetidas.
5.  Desatención imprudente de la seguridad propia o de los demás.
6. Irresponsabilidad constante, que se manifiesta por la incapacidad repetida de mantener un comportamiento laboral coherente o cumplir con las obligaciones económicas.
7. Ausencia de remordimiento, que se manifiesta con indiferencia o racionalización del hecho de haber herido, maltratado o robado a alguien.

B. El individuo tiene como mínimo 18 años.
C.  Existen evidencias de la presencia de un trastorno de la conducta con inicio de los 15 años.
D. El comportamiento antisocial no se produce exclusivamente en el curso de la esquizofrenia o de un trastorno bipolar.

Si bien la sociopatía es más común entre los hombres que en las mujeres, no existen barreras de ninguna clase para padecerlo. Pero para ser diagnosticado, la persona debe tener al menos 18 años de edad, aunque por lo menos desde los 15 años ya puede presentar algunos síntomas para que el trastorno sea dictaminado con precisión.

Entre las características más comunes del TPA se encuentran la ausencia de empatía y remordimiento, también una visión de la autoestima distorsionada, una constante búsqueda de nuevas sensaciones (que pueden llegar a extremos insólitos), la deshumanización de la víctima o la falta de preocupación a las consecuencias. El egocentrismo, la megalomanía, la falta de responsabilidad, la extroversión, el exceso de hedonismo, altos niveles de impulsividad, o la motivación por experimentar sensaciones de control y poder también son muy comunes. Este tipo de trastorno no se relaciona con ataques de pánico o con esquizofrenia.3

Dentro de los síntomas comunes que pueden prevalecer en la conducta antisocial, se encuentra el síndrome de aislamiento. Este síndrome es también nombrado como huida o evitación, este síndrome es caracterizado por su peculiaridad de aislamiento, pero se manifiesta como una tendencia a evadir o evitar relaciones y/o contacto con las exigencias sociales; esta conducta consta de lo reservado y lo introvertido que puede ser un individuo dentro de la misma sociedad y quienes les rodean. Según los estudios realizados, estos individuos sufren la crítica, el rechazo, o desprecio de la sociedad, por tanto por medio de esa incomodidad utilizan un método de defensa para evitar esas dificultades, precisamente enfrentan problemas para las relaciones interpersonales. Como es descrito en estos estudios de la conducta, estos individuos enfrentan una lucha constante para salir de sí mismos y expandirse a las relaciones sociales. Esta conducta no solamente se caracteriza de una negación total a las relaciones interpersonales de los individuos, sino que por su constante lucha de salir de sí mismos, ellos realmente tienen un deseo de poder lograr dichas relaciones, estas relaciones solo se dan con personas con las que ellos sientan empatía. Esta lucha entre el deseo y el temor ocasionan en estos individuos una frustración hasta sentirse fracasados. Por tanto, esta frustración puede traer consigo el refugio en la fantasía como la introversión. 

Tratamiento

El trastorno de personalidad antisocial se considera uno de los más difíciles de tratar, ya que las personas con esta afección rara vez buscan tratamiento por su cuenta y existen pocos estudios controlados acerca de la eficacia de las intervenciones con estos pacientes. En general, se recomiendan las intervenciones cognitivo-conductuales, así como evitar el uso excesivo de fármacos, debido a los problemas de abuso de sustancias que habitualmente presentan estos pacientes.

Es imprescindible que exista un estímulo externo lo suficientemente fuerte o importante que les ayude a aceptar dicha condición. Esto puede venir de la propia familia o incluso de la justicia, que le ordene tomar tratamiento. 

En terapia, el manejo de estos casos exige que se le plantee al paciente no solo lo que se pretende conseguir y cómo hacerlo, sino especialmente hacerle consciente de la necesidad de cambio y las ventajas y desventajas que éste le supondría en su vida. Es frecuente la aplicación de terapia cognitiva (concretamente la terapia cognitiva breve con orientación dialéctica, basada en la terapia dialéctica de Linehan), en las que se emplean sesiones de entrenamiento en las cuales se tratan habilidades de consciencia, de efectividad interpersonal, de regulación emocional y de tolerancia a la frustración. Otros elementos útiles pasan por hacer narrar al paciente su historia vital, pues esto puede ayudar en gran medida a ayudarle a observar los sucesos que le han acontecido de forma distinta y a reflexionar sobre su vida. El trabajo en la capacidad de empatía, si bien complicado para este tipo de pacientes, puede ser incrementado mediante ejercicios como la inversión de roles. También resulta de ayuda la psicoeducación al entorno cercano del sujeto, de cara a ayudar a establecer límites en el comportamiento y de tener mayor capacidad de afrontamiento de la situación.

No es extraño que este trastorno se agrave debido al consumo de drogas, algo relativamente habitual en estos individuos. Por este motivo en muchas ocasiones la terapia debe abordar ambos problemas. La terapia grupal puede ser clave para hacer entender a la persona que puede interactuar con los demás sin necesidad de violencia o desprecio. La terapia de cognitivo-conductual ayuda a modificar los patrones disfuncionales de pensamiento y a estimular los comportamientos positivos en sociedad.

En psiquiatría se utilizan medicamentos para combatir síntomas específicos, como la agresividad y la irritabilidad. Los fármacos antidepresivos (ISRS) y “antipsicóticos” han demostrado tener éxito en el tratamiento de este trastorno. Si bien se presupone que el TPA es una enfermedad crónica, algunos síntomas -especialmente el comportamiento criminal- pueden ir disminuyendo poco a poco con el paso del tiempo y un tratamiento adecuado. Coordinación entre los diferentes agentes implicados en el tratamiento.

Expectativas (pronóstico)

Los síntomas tienden a alcanzar su punto máximo durante los últimos años de la adolescencia y comienzos de los 20. Algunas veces mejoran por sí solos cuando la persona llega a los 40 años.

Complicaciones

Entre las complicaciones se pueden mencionar encarcelamiento, drogadicción, violencia y suicidio.

Solicite una cita con un profesional en salud mental si:
  • Tiene síntomas del trastorno de personalidad antisocial
  • Su hijo muestra comportamientos de este trastorno

jueves, 24 de noviembre de 2016

Tips para Superar un Divorcio

Superar el divorcio es difícil más no imposible. Conoce algunos consejos que te pueden servir para recuperarte después del divorcio e iniciar una nueva vida en la que obtengas el bienestar y la felicidad que tú deseas.
"Cuando se decide un divorcio, en la mayoría de los casos el rompimiento se dio dentro del matrimonio y desde tiempo atrás. Así que la vida te pone en una situación inmejorable para hacer nuevas cosas y mejorar como persona, como pareja, como madre o padre. Es una cuestión de decisión personal y no por el destino o la mala suerte".
  • El divorcio es un duelo. Como tal, debemos considerar que pasaremos por diferentes etapas que van desde la negación (shock) el enojo, la fantasía (ideacion/caos emocional), la aceptación del rompimiento y por ultimo la recuperacion, Si entendemos que se vivirá este proceso de duelo, podemos ser capaces de llegar en menor tiempo a la etapa final (la aceptación) de una manera más saludable. Recordemos que el duelo es una cuestión personal, e incluye el perdón de los errores cometidos por uno mismo y también los de la otra persona. Vive tu duelo. Toma conciencia de tus emociones (rabia, culpa, tristeza, soledad, etc.) y permítete sentirlas. La única manera de liberarlas es reconocerlas, aceptar que las estás sintiendo y dejarlas ir.
  • Reconocer que todo final tiene un sentido: Todo final, aún aquél que supone terminar con un estado de cosas insostenible, origina sentimientos de pérdida y muerte de algún aspecto de la propia identidad. Es importante hacerlos consciente para evitar la vulnerabilidad que la tristeza desencadena a la hora de enfrentar cambios. “Reconoce que, independientemente de si querías divorciarte o no, estás viviendo toda una serie de cambios y pérdidas, que te provocan diferentes emociones negativas y afectan toda tu vida”.
  • Aprende a perdonarte. Te permitirá encontrar tu propia paz. Perdónate a mismo y a tu pareja, debido a que existen muchas cosas que son y no consecuencias de tus actos. El perdón es un regalo para ti mismo.
  • Mantén una relación respetuosa. Nunca es tarde para mejorar la comunicación. Las recomendaciones prácticas son: comuniquen lo necesario, previo acuerdo del tema a tratar, mantengan una actitud asertiva, lleguen a pactos con fechas y lugares a cumplir, eviten sacar a la luz reclamos y acciones pasadas y, sobre todo, sean respetuosos el uno del otro. De no ser posible, intenten que una persona en la que confíen mutuamente los acompañe para que sirva de observador y moderador de la plática: debe ser neutro en la situación de divorcio y con la expectativa de mejorar la relación entre ambos.
  • Date el tiempo que necesites para recuperarte. El progreso puede ser lento, con avances y retrocesos, pero constante. No importa el tamaño de los pasos que des, sobre todo en un principio, siempre y cuando te mantengas en movimiento, pero hacia la meta adecuada: tú recuperación.
  • Inicia nuevos proyectos. Es común que, durante el proceso de divorcio, creamos que no somos capaces de continuar con nuestra vida, pero en realidad sucede lo contrario. Inicia nuevos proyectos, sigue con los que tenías, cambia tus rutinas para adecuarlas a la nueva situación y, lo más importante, evita voltear a ver qué está haciendo o dejando de hacer el otro. Esto incluye una nueva relación en su momento. Regálate nuevas oportunidades de éxito y de fracaso.
  • No hacerte la víctima. En vez de sentir odio y rencor y en vez de culpar a tu pareja por todo lo que te esté pasando, encuentra la manera de ser feliz y de mejorar todo lo que no te gusta de la vida. “Piensa en algo positivo que va a resultar de lo que está sucediendo. Todas las mañanas al despertar y por las noches, antes de dormir, reconoce en voz alta algo positivo de tu vida en estos momentos”.
  • Darle a la ex pareja la oportunidad de expresar sus sentimientos. No se puede dar al otro todo lo que el otro seguramente va a pedir, pero se puede estar ahí para actuar como una caja de resonancia que alivie su sensación de abandono.
  • Eliminar de nuestro vocabulario las palabras "nunca", "siempre", "todo" y "nada". Nuestro cerebro responde a todos nuestros pensamientos de la misma manera y si estos son exagerados o extremistas, nuestras emociones también lo son.
  • Busca nuevas actividades y relaciones que sean parte de tu nueva identidad. Para construir una nueva vida, en donde puede ser feliz.
  • Lo más importante de todo: los hijos. No son de tu propiedad, pero son un compromiso de por vida. Sigue cumpliendo con tus deberes y obligaciones, lo más sano es que lleguen a un acuerdo. Si éste no se cumple, un juez se encargará de definir las obligaciones de cada una de las partes. Recuerda que los menores no tienen ninguna culpa de los problemas de los adultos: tras una ruptura debes mejorar la calidad del tiempo que pasas con tus hijos y adaptarte a sus diferentes etapas de desarrollo. Evita hablar mal de tu ex, esto se llama 'alienación' y es un tipo de maltrato infantil. Habla con ellos de la situación y los términos que se acordaron. De acuerdo con su edad, ellos tienen derecho a saber qué pasa en su entorno.
  • No te involucres con una nueva pareja hasta que realmente estés recuperado, hayas sanado tus heridas y trabajado tus emociones. Puede ser muy tentador buscar una nueva relación que te haga sentir bien, querido, necesitado y respetado. No es recomendable, date tu tiempo porque si no hay una buena elaboración personal de todo lo que implica el divorcio y no aprendemos de lo que sucedió, pronto podemos tener los mismos problemas o similares.
  • Elegir siempre una salida exitosa. Si estas convencido que estás dando por finalizado algo que tiene que terminar, hazlo de la mejor forma posible. Déjalo ir, no te aferres, instálate en el mejor clima para trabajar sobre  estos posibles acuerdos dentro del desacuerdo.
  • Cerrar el círculo armoniosamente. Es posible y deseable negociar el final de una relación de pareja sin dejar una huella de destrucción. Se trata de escuchar y entender los sentimientos de pérdida de la otra persona y de facilitar un nuevo comienzo para ambos, una continuidad saludable de la propia historia familiar.
  • Divorcio por infidelidad. Es una de las causas que conducen más frecuente al divorcio, y es probablemente la circunstancia más dañina que pueda aparecer en un matrimonio y que pueden aumentar los síntomas y en algunos casos llevar más tiempo para la recuperación. Sigue por favor los mismos pasos ya mencionados. No hay que confundir perdonar con ignorar o evadir. La infidelidad es muy destructiva, porque los vínculos de confianza se han roto. Pero después de años de trabajar con parejas que han experimentado engaños, yo puedo sostener que es posible poner el matrimonio en marcha de nuevo y redescubrir la confianza, el cuidado, la amistad y la pasión. Depende de la elección de la persona dañada. “La traición está en el ojo de quien la ve”.
  • La vida no termina. Mantener una actitud positiva es fundamental para evolucionar a una mejor calidad de vida personal, familiar y social.
  • Re-encuéntrate a ti misma. Es muy importante que seas sincera contigo misma, como persona responsable de tus emociones y de tu propia felicidad. Si en algún momento sientes que no puedes lidiar con la situación, existen muchas alternativas con las cuales te puedes apoyar, desde la intervención en terapia psicológica. 
El final no es la firma ante el juez, es el momento en el que logras tu recuperación física y emocional. Superar la ruptura es cuestión de tiempo y amor propio

Checa mis blogs sobre el divorcio…



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martes, 15 de noviembre de 2016

Perfil Psicológico del Psicópata

¿Alguna vez te has preguntado si conoces a algún psicópata? Probablemente que tu respuesta sea: “Sólo por la televisión.” Y lo más seguro además es que estés equivocado. Un psicópata no tiene por qué presentar siempre este tipo de imagen que nos proporciona el cine o la literatura, no necesariamente tiene que ser un asesino despiadado, ni tiene que presentar conductas violentas de manera continua. Por el contrario, puede mostrar una conducta seductora y encantadora si fuese útil para su objetivo. Y en un grado extremo son personas capaces de actos delictivos y graves agresiones sin que muestren un sentimiento de culpa.
Descubre cómo identificar a los afectados por esta patología y si existe un tratamiento efectivo
Estos podrían ser algunos síntomas y rasgos típicos del perfil de un psicópata:
  • Muestra impasividad, e incluso frialdad, y falta de empatía con los sentimientos de los otros.
  • Manipulador, con cierto encanto personal, capaz de conseguir lo que quiera de los demás.
  • En su grado extremo se muestra eminentemente transgresor de las normas sociales de convivencia, caracterizado por su conducta criminal y su crueldad.
  • Falta de culpa y de remordimiento en aquello que hace, a sabiendas del daño que pueda estar causando.
  • Tienen una capacidad de juicio claro, distinguiendo entre el bien y el mal, con una inteligencia normal e incluso a veces superior a la media.
  • Con incapacidad para formar relaciones personales o sociales sanas, estables y duraderas.
  • Ausencia de alucinaciones o delirios, o de estado de irritabilidad o ansiedad que puedan conducir su comportamiento.
  • Pensamiento y conducta guiados por el raciocinio y el pragmatismo, con un escaso papel otorgado a los sentimientos, imbuido de lo que algunos autores han denominado narcisismo social.
  • No suelen sentir miedo ni responden temor al castigo de sus actos.
  • No tienen en consideración la opinión de los demás, y no sufren tensión por la desaprobación social por sus actos.
  • Son personas aparentemente controladas, que tratan de llevar una vida normal, ocultando sus verdaderas tensiones e intenciones.
  • Son personas que no huyen de las situaciones de estrés y de riesgo, sino que lo buscan, por ejemplo practicando deportes extremos como forma de liberar sus tensiones internas.
  • En algunos casos pueden mostrarse irritables e irascibles, pudiendo desencadenarse una situación de violencia física o verbal sin que haya motivo aparente para ello.
  • Los psicópatas son personas que, además, suelen mostrar conductas adictivas, ya sea en el ámbito comportamental como en el caso de la cleptomanía o del consumo de sustancias ilegales.
  • Los psicópatas no tienen las emociones básicas tales como el amor, la calidez, cercanía genuina o incluso la responsabilidad
Nota: Es importante aclarar que, a diferencia de otros trastornos y características psicológicas, no existe un comportamiento único definido en una persona a partir del cual se pueda distinguir de forma inequívoca a un psicópata de una persona normal.  

El perfil psicológico de un psicópata se caracteriza por un déficit en el control de impulsos, ausencia de sentimientos de culpa o vergüenza y problemas de adaptación a las normas sociales y morales.

La característica principal de estas personas es que tienen anestesia afectiva y como rasgos básicos: un desorden de la personalidad, una condición crónica, persistente y ego-sintónica (no hay conciencia de enfermedad). Los individuos psicopáticos o psicópatas aceptan su modo de ser como natural y apropiado. El psicópata no es psicótico ni neurótico. Por ejemplo, sabemos poco, en términos de éxito terapéutico, de la importancia de trabajar con psicópatas «neuróticos» o secundarios, en lugar de los psicópatas «puros» o primarios.

Las personas con trastorno psicopático, o psicópatas, suelen estar caracterizadas por tener un marcado comportamiento antisocial, una empatía y remordimientos reducidos, y un carácter desinhibido. Este carácter psicopático puede hallarse en diferentes dimensiones de la personalidad, en diferentes combinaciones en el conjunto de la población. La definición exacta de la psicopatía ha ido variando sustancialmente a lo largo de los años y sigue siendo una materia bajo investigación. Algunas definiciones que continúan siendo usadas en la actualidad son parcialmente complementarias y a veces son contradictorias.

Los psicópatas tienden a crear códigos propios de comportamiento, por lo cual sólo sienten culpa al infringir sus propios reglamentos y no los códigos sociales comunes. Suelen tener un amplio repertorio de conductas, activando unas u otras, dependiendo del entorno en el que se encuentren, tienen conocimiento de los usos sociales, por lo que su comportamiento es adaptativo y pasa inadvertido para la mayoría de las personas. Afín a todo lo antedicho es la personalidad sádico narcisista.

Psicopatía no es sinónimo de criminalidad, pero sí aumenta las probabilidades de transgresión de reglas y leyes sociales, debido a sus características de insensibilidad, impulsividad, falta de inhibición comportamental, egocentrismo, irresponsabilidad y falta de culpa o remordimientos. Los psicópatas no son asesinos (algunos pueden ser perfectos asesinos), tienen otras formas más sutiles de hacer daño,  son personas que viven en el mundo, principalmente en las esferas de la política y los negocios. Lo más peligroso de los psicópatas es que no les importa hacer sufrir a los otros con tal de lograr sus objetivos,  son “depredadores sociales”, ya que son capaces de adoptar cualquier conducta o realizar cualquier cosa con tal de lograr sus objetivos.

No existe evidencia real sobre las posibles causas como el trastorno de personalidad antisocial o limite, episodio maníaco, trastorno narcisista, más allá de un Dx diferencial.  Sin embargo, se cree que factores genéticos y ambientales, como el maltrato infantil o el abuso infantil contribuyen a su desarrollo. Las personas de padres antisociales o alcohólicos corren mayor riesgo. Las personas que tienen por costumbre maltratar a los animales durante la infancia suelen estar ligadas al desarrollo de la personalidad antisocial.

Tratamiento

Algunas consideraciones…

Estas personas no suelen concurrir al tratamiento por voluntad propia, sí los familiares o personas del entorno que lo padecen y que son los que pueden lograr beneficiarse, solicitando ayuda terapéutica. Uno de sus rasgos característicos es que suele conocer bien cómo manipular a los demás, y conseguir de estos lo que quiera, por ello el psicópata requiere de entrenamiento en el ámbito afectivo, en donde aprenda a ponerse en la situación del otro, para que entienda lo que siente, desarrollando así habilidades emocionales y de empatía; igualmente se les entrena para establecer y mantener relaciones sociales sanas y duraderas.

Este entrenamiento consiste en que la persona realice diversos ejercicios de role-play, donde va adoptando distintos papeles sociales, para que vaya teniendo experiencias positivas sobre otras formas de relacionarse, lo que le ayudará en un futuro a tener más opciones para conseguir un comportamiento adaptado a los estándares sociales. Igualmente las técnicas de relajación y visualización positiva les ayudan a controlar la tensión interna que les guía hacia la búsqueda de la satisfacción de sus impulsos más inmediatos.

Con respecto a la conducta inadecuada, lo más difícil es que dejen de vulnerar las leyes, ya que los psicópatas son plenamente conscientes de cuándo transgreden las normas sociales, y a pesar de ello lo hacen, tratando eso sí, de que no les cojan, dando la mayor apariencia de normalidad para disimular el delito; es por ello que es tan difícil detectarlo, y los beneficios que le proporciona hacen que sea casi imposible cambiarle.

En realidad, ha habido poco interés en desarrollar programas de tratamiento para las personas diagnosticadas de psicopatías o de Trastorno Antisocial de la Personalidad, en parte por la creencia compartida de que se trata de personas “incurables” o no tratables.

A nivel farmacológico, a pesar de los intentos por descubrir un tratamiento adecuado para la psicopatía, no existe un medicamento específico para ello, ya que no padece delirios, alucinaciones, ni estados de ansiedad o agresividad que lo motiven, por lo que no se pueden combatir síntomas, ó si existen algunos que pueden tratar los síntomas asociados. Por ejemplo, es posible que los antidepresivos, los antipsicóticos y los estabilizadores del ánimo puedan ayudar a manejar la irritabilidad, la agresión y la impulsividad asociada con el trastorno. Mientras más se conoce del sustrato neurológico de la psicopatía, los prospectos para una farmacoterapia eficaz mejoran. Suele pasar que la privación de libertad la forma en que la sociedad ha resuelto este problema social en los casos más graves; es decir, al sacar al psicópata de las calles, evita que haga daño a nadie más, aunque la realidad nos dice que casi nunca se produce su reinserción. Ver el tratamiento penitenciario actual.

Una de las mayores dificultades para conseguir alcanzar unas metas satisfactorias en este tratamiento es la falta de implicación de la persona psicópata, ya que se trata de un comportamiento voluntario y consciente, y que le suele reportar beneficios, ya sea de autocomplacencia o sociales, por lo que difícilmente querrá cambiar y seguir el tratamiento para la psicopatía, siendo éste más eficaz si se empieza a edades tempranas.

Los psicoterapeutas deberíamos de ajustar las estrategias de intervención de acuerdo con el nivel de preparación (disposición) del delincuente. Un adecuado entrenamiento de nosotros los profesionales, la supervisión y apoyo facilitará que sepamos lidiar con aquellos comportamientos disruptivos de los psicópatas que interfieren con el tratamiento. Su resocialización es algo difícil, aunque se están empezando a poner en práctica ciertos programas que muestran algo de eficacia en la reducción de la reincidencia. Estos programas se aplican en centros específicos, con un entorno muy estructurado y especializado. Un progreso real en el desarrollo de la personalidad, una maduración significativa en la esfera afectiva, cognitiva y conductual del sujeto. La mera instrucción no es educación, y con los psicópatas esto puede constituir un error de consecuencias fatales.

Fuentes:
Antisocial Personality Disorder: A Practicioner´s Guide to Comparative Treatment.
WedConsultas.
Diagnostic Statistic Manual of Mental Disorders – V
Treatment of psychopathy: A review of empirical fidings.
http://www.psicothema.com/PDF/3489.pdf tratamiento del psicópata

sábado, 5 de noviembre de 2016

Los Limites del Silencio: Abusos en el Diván

Se entiende que la relación médico-paciente es, por definición, una relación fiduciaria. Esto significa que el paciente, en estado de necesidad y para ser ayudado, entrega su confianza al profesional. Este tiene entonces la obligación de responder a tal donación con corrección técnica y ética, evitando abusar del poder que en él ha sido delegado.
En los últimos años, en el ámbito de la psicología clínica se está produciendo un notable aumento de la conciencia pública respecto a los derechos de los usuarios, exigiéndose cada vez más una práctica profesional de calidad en la que confluya un comportamiento ético y una actuación eficiente. Sin embargo, no se ha producido un desarrollo paralelo de normas y directrices que orienten a los psicólogos en su práctica profesional y tampoco en los actuales planes de estudio de la licenciatura de Psicología se han abordado estos temas con la suficiente profundidad.

Ante el psiquiatra/psicólogo clínico, la paciente solo debería desnudar su mente... Pero las recientes denuncias han desvelado casos de abusos de poder y mala praxis.

“la transgresión es fugaz: tan pronto como se realiza, expira y nos enfrenta con una frontera vedada y destruida”

Freud decía que los psicoterapeutas son como químicos que trabajan con sustancias altamente inflamables Ese material explosivo es la psique de la persona con fragilidad emocional que llega pidiendo ayuda a una consulta. "El paciente convierte a su terapeuta en una figura de autoridad y conocimiento -dice mi colega Mariela Michelena y se coloca a sí mismo en una posición infantil y regresiva. Por ello, cualquier abuso por parte del terapeuta se puede considerar al nivel de la pederastia, ya que no es una relación entre adultos, sino jerárquica. Constituye un auténtico abuso de poder".

La comparación entre pederastia y violación de los límites en la relación entre terapeuta y paciente no es exagerada.

Algunos psiquiatras dicen que "los casos de transgresión relacionados con conductas eróticas suceden, pero no son abundantes".  Asegura que el que un paciente acuse a su psicoterapeuta ocurre en todas las sociedades psicoanalíticas del mundo.

Los límites en psicoterapia incluyen varias áreas críticas, que el profesional debe constantemente vigilar: Roles, horarios, lugar del tratamiento, honorarios, recepción de regalos y solicitud de servicios, vestuario, lenguaje verbal y no verbal, revelaciones personales del terapeuta y contacto físico.

Breves ejemplos de transgresión en terapia:
  • Erosión gradual de la neutralidad terapéutica.
  • Violación de límites "entre la silla y la puerta".
  • Socialización de la terapia.
  • El paciente es tratado como "especial".
  • Revelación de información confidencial acerca de otros pacientes.
  • Contacto físico (tocar, abrazar, besar).
  • El terapeuta asume control sobre el paciente.
  • Contactos extra terapéuticos.
  • Sesiones terapéuticas prolongadas.
  • Sesiones terapéuticas programadas al final del día.
  • El terapeuta libera al paciente del pago de honorarios.
  • Citas.
  • Relación sexual.
Las estadísticas actuales (según una encuesta que realiza la revista Medscape sobre ética (Medscape Ethics Survey) nos dice que: La mayoría de los médicos, el 68%, se posicionaron totalmente en contra de mantener una relación con un paciente actual, catalogándolo como una práctica sin ética, y muchos se opusieron a las relaciones íntimas de un médico con su ex-paciente sin importar cuánto tiempo haya pasado, una postura que refleja la opinión de un servidor y de la mayoría de las sociedades de especialidades. Y sin embargo, la encuesta revela que el número de médicos que piensa lo contrario está en aumento, ya que en la misma encuesta, realizada en 2010, el número de médicos en contra ascendía a 83%. Mientras que sólo el 1% de los médicos, en ambas encuestas, cree que mantener relaciones sexuales con un paciente es algo permisible, sólo el 12% de los participantes en la encuesta de 2010 le parecía correcto salir con un paciente actual; en la encuesta más reciente, hasta un 22% de los participantes cree que este tema ya no es tabú.

Y es que en el ámbito del diván se puede colar el deseo sexual en ambos sentidos. Según los estudios de López Gómez, no es raro que el paciente manifieste deseos o fantasías eróticas durante una terapia. La película de David Cronenberg 'Un método peligroso' tiene como protagonista a Carl Jung, discípulo de Freud. El psicoanalista practica su primera terapia a una mujer, Sabina Spielrein, internada en su hospital por desequilibrios psíquicos, en 1904. Spielrein, que se acaba convirtiendo, a su vez, en psicoanalista, no es solo su paciente sino también su amante.

La observación de estas incursiones eróticas, de hecho, llevó a Freud a describir los conceptos de transferencia y contratransferencia [la transferencia es el traslado a la situación presente de afectos u hostilidades que corresponden a vivencias del pasado, con lo que la persona revive, en sus vínculos nuevos, sus antiguos sentimientos o deseos infantiles reprimidos. Mientras la contratransferencia es el conjunto de las reacciones inconscientes del analista frente a su paciente].

No hay duda es de que la psicosexualidad está presente en cualquier consulta porque suele ser una de las mayores fuentes de angustia para los pacientes. No obstante, como advierte López Gómez esta atención es siempre desde la palabra y "no pone en peligro los límites de la relación terapeuta-paciente". Como decía el sonado Psiquiatra sevillano acusado de veintiséis mujeres y 2 hombres que denuncian agresiones y abusos sexuales “¿El sexo es más fuente de placer, estrés o de melancolía? “Permite vivir, sobrevivir y pervivir. La humanidad existe gracias al sexo. De no ser por el sexo esta entrevista no se habría celebrado”. A continuación, negó que hubiera recetado sexo como medicina.

En un tratamiento todo pasa por la palabra,  no existe ninguna psicoterapia que permita tocar a los pacientes. Eso sería un aprovechamiento perverso de la situación de poder. Y lo mismo sucede en otros enfoques. La mayoría de los psiquiatras o colegas míos crean una distancia física necesaria para la profesionalidad y la escucha. Como también no se niegan la existencia de esos oscuros pseudo-profesionista aplicando mala praxis.

En efecto, todo profesional de la salud mental sabe o supone que una vez que haya un "amor" contacto más allá entre un médico/psicoterapeuta y una paciente, a partir de ese momento, tiene que dejar de ser su psiquiatra o psicólogo. Sera esta una relación afectivamente saludable y consiente? Más allá de los riesgos psíquicos y legales que con lleva si se continua con el tratamiento.

Se debe entender y llevar acabo que la relación es terapéutica y esta es una relación profesional, no una relación de amistad. Dicho de otra manera, es la relación entre un profesional de la Salud Mental y una persona que, en un momento dado de su vida, busca ayuda, para solucionar un problema en concreto, un conflicto familiar o, únicamente, aumentar su bienestar emocional.

Por tanto, delimitar correctamente el rol del terapeuta y el del paciente a lo largo de la relación terapéutica, permitirá eliminar futuros problemas y malentendidos. Por tanto, y en todo momento, aun habiendo finalizado la terapia, nuestro rol siempre será el mismo, el de profesional centrado en el trabajo y la cooperación, nunca el de amigo, amante, pareja ni familiar. Como psicólogos profesionales debemos actuar de forma que seamos percibidos por los pacientes como fiables, de confianza y consistentes. 

La actividad sexual con un paciente actual o con un ex paciente es antiética. También se considera antiético el establecimiento de relaciones románticas y sexuales entre el médico y los familiares de sus pacientes, habitualmente con sus padres o cónyuges. Estas relaciones interfieren o interrumpen el tratamiento, traicionan y hacen perder la confianza del paciente, crean problemas con el respeto a la confidencialidad y han mostrado traer muy negativas consecuencias para el profesional, el paciente y la familia.

El rol del terapeuta incluye los aspectos estructurales de la terapia además del contenido, y es responsabilidad del psiquiatra/psicólogo clínico mantener la distancia profesional en la relación. Es inevitable que el paciente resienta los límites impuestos y precisamente, las conductas y emociones que revelan esa protesta son un contenido de análisis importante en las terapias dinámicas. Pero la transgresión es sólo responsabilidad culpable del terapeuta.

Se sugiere revisar la guía ética profesional del psicólogo clínico.

Nuestra finalidad es “curar cuando se puede, aliviar casi siempre, un campo complejo, una ética común”.